Sentimientos, no ideas

Habiéndolo reflexionado ampliamente, me atrevo a asegurar que no está relacionada con ideas mi desencantamiento del mundo y mi falta de fe política. A fin de cuentas, siempre existe una antítesis para toda tesis y siempre es posible utilizar una cualquiera de tales proposiciones para defender una u otra posturas políticas. Estoy lejos de ser ideas y nadie lo es absolutamente. No estoy guiada por seguridades teóricas cuando opino en política. La cota de lucidez con la que deconstruyo el mundo está lejos de ser una cadena de argumentos; sería concederme demasiado una suposición así. ¿Quién es ideas en el mundo estos días? La verdad es que todo el tiempo somos seres irracionales, atravesados por toda suerte de pulsiones y deseos nunca satisfechos. La razón -el razonamiento- es una adquisición reciente de nuestra especie y prácticamente vedada a la comprensión de una parte importante de los nuestros. Si practicásemos el hábito del pensamiento de manera continuada, entonces, en lugar de lidiar con los problemas típicos del poder y con una sobreexposición a la violencia como de hecho lidiamos, nuestras vidas serían más llevaderas y disfrutaríamos en contraste de apacibles tardes de sol en nuestros respectivos búnkers. El proyecto ilustrado y el proyecto positivista nunca pasó de ser un proyecto, hoy a todas luces fracasado. Y quienes con más ahínco se oponen al pensamiento y a la razón son a menudo quienes con mayor asiduidad se valen de embrollos mentales -la mayoría de las veces disminuidos- para lograr toda clase de fines aviesos o utilitarios. La especie no es una especie habituada a pensar; de hecho, me atrevería a decir que la especie no piensa la mayoría de las veces. No puede, no es posible, no hay tiempo. La sociedad de masas no sería tan perfecta a no ser a merced de que en su calidad de masa se ponen en crisis y se potencian con especial intensidad todas las necesidades afectivas de los sujetos. El deseo insatisfecho es hoy la gran polea con que las entidades políticas manipulan a los sujetos semirracionales que conforman a nuestras sociedades cautivas y cuya dote de manipulación crece significativamente cuando nos aglutinamos en masa. Lacan, aquel psicoanalista polémico, supo enunciar bajo tesis psicoanalíticas fortísimas la veracidad de estas ideas. Freud, Jung, Lacan son más vigentes que nunca para el poder y más útiles a sus fines de lo que podrían haber sido para nosotros una cualquiera de nuestras terapias clínicas. El sistema es cien por ciento oportunista y sabe tomar ventaja de este hecho al que me atrevería a elevar a la casi categoría de absoluto. Nuestra lucha de clases marxista se transmuta así en una schopenhaueriana lucha clasial e interclasial. ¿Algún día será esto distinto?

Mi desencantamiento del mundo y de la política -concluyo-, no es un problema de ideas. Es un problema de sentimientos. Siento, vivo y experimento de manera continua la violencia de la sociedad mexicana estos días. Y no solamente porque sea blanco de facto de esa violencia a través de redes sociales, sino porque en general la gente en México se ha vuelto sumamente violenta. Violenta en el adoctrinamiento de sus fes reveladas, violenta en sus actos de ciberacoso, violenta cuando discriminan a quienes se muestran distintos, violenta contra quienes detestamos el espíritu gregario, violenta habitualmente a través de los medios de comunicación y violenta finalmente -material y simbólicamente violenta- en los asesinatos de todas las personas a las que se viene asesinando dolosamente desde el sexenio de Felipe Calderón: periodistas, niños, mujeres, hombres y ancianos en todo el país.

Si hoy enfermera y tuviera que dejar de escribir y ya no me fuese posible comunicarme con quienes gentilmente vienen a leerme, dejaría a mis lectores una última divisa: abracen el placer de pensar y rebélense contra su condición de Sísifo culposo y compulsivo. Pensar es sentir, vivan libres. Desobedezcan. Y desobedezcan sobre todo esta última divisa.

Eleuthéria sonríe. (Vivo en Hipéria-Hiperión.)

Marie-Hélène Brousse. Pŕactica psicoanalítica

*La idea de desobedecer es un desarrollo de Gabriela Henderson.

La heteronormatividad al banquillo


En el mes de abril estuve compartiendo en mi perfil público facebook algunos textos de la teóloga argentina Eliana Valzura, a quien tuve el placer de conocer a través de Pronombre hace poco más de un año. Ese mes estuve publicando algunos artículos de Eliana sobre monseñor Óscar Romero además de un texto bellísimo intitulado La heteronormatividad al banquillo en el que Eliana deja deslizar una disculpa pública a la comunidad gay y abortistas en nombre de la iglesia a la que ella se hallaba adscrita hasta entonces y de la que fue practicante hasta antes de departirse por una espiritualidad distinta. A mí en lo particular me embelesó el texto por el gesto profundo de manifestar una contrición en público y un reconocimiento expreso tras haber escrito un libro en el que se había mostrado poco más que condescendiente con la comunidad gay y un libro además constitutivo de sus tiempos de práctica eclesial. Yo disfruté mucho de este texto y, lo disfruté tanto, que desde entonces lo he mantenido activo en mi perfil público junto a los textos de monseñor Romero. Sin embargo, y por fortuna, no son solamente accesibles desde ese espacio, pueden ser también accedidos desde academia.edu en donde la teóloga habitualmente publica algunos de sus artículos. Por otro lado, y como algunos de mis lectores recordarán, yo, por mi parte, empecé a manifestar un profundo interés por la teología y la teoría de las religiones hace bastante tiempo atrás y, a pesar de erigirme como un espíritu ateo, este interés no ha cesado desde entonces y, supongo, no cesará en el futuro. Tengo también aglutinados en mi cuenta facebook antigua algunas o varias reflexiones escritas hace un par de años en donde se concentran parte de mis ideas a este respecto. Ideas que en mi caso personal son producto de mi propia elaboración más que constituir la huella de una singladura en particular alrededor de estos temas. Es decir, la singladura sí que la hay pero por otros derroteros. 

Quizá paulatinamente vaya publicando parte de estos escritos aquí. La verdad es que habría que hacer un arduo trabajo de zapeo para rescatarlos, así que no prometo mucho. En cambio, si le clican aquí podrán desde la comodidad de su ordenador acceder y disfrutar del texto de esta pensadora. Una reflexión estupenda. Voilá!

Ucronía

Le Léthé


like a poem in the dark—escaped back to Oblivion.
—Allen Ginsberg, Kaddish.

Viens sur mon coeur, âme cruelle et sourde,
Tigre adoré, monstre aux airs indolents;
Je veux longtemps plonger mes doigts tremblants
Dans l'épaisseur de ta crinière lourde;

Dans tes jupons remplis de ton parfum
Ensevelir ma tête endolorie,
Et respirer, comme une fleur flétrie,
Le doux relent de mon amour défunt.

Je veux dormir! dormir plutôt que vivre!
Dans un sommeil aussi doux que la mort,
J'étalerai mes baisers sans remords
Sur ton beau corps poli comme le cuivre.

Pour engloutir mes sanglots apaisés
Rien ne me vaut l'abîme de ta couche;
L'oubli puissant habite sur ta bouche,
Et le Léthé coule dans tes baisers.

À mon destin, désormais mon délice,
J'obéirai comme un prédestiné;
Martyr docile, innocent condamné,
Dont la ferveur attise le supplice,

Je sucerai, pour noyer ma rancoeur,
Le népenthès et la bonne ciguë
Aux bouts charmants de cette gorge aiguë
Qui n'a jamais emprisonné de coeur.

— Charles Baudelaire


Ingmar Bergman: The Serpent's Egg


Una opinión sobre el valorar

No solo la belleza, la mayoría de nuestras valoraciones poseen una componente apriorística. Y algunas de ellas, una componente experiencial.

Por ejemplo, no es improbable que los objetos de la naturaleza sean nuestros primeros modelos estéticos. "La naturaleza es el arquetipo de toda belleza", decía más o menos Sabato.

Y algo muy similar pasa con nuestras valoraciones morales; muchas de ellas están cimentadas en la experiencia, y cuando se cimientan en solo la autoridad o en solo la tradición, se está peligrosamente cerca de parir un conjunto de prescripciones morales que son, o inadecuadas, o tiránicas, o antinatura.

Pienso que si nuestros criterios éticos tomaran por criterio ulterior un criterio biológico, estaríamos en posibilidad de construir sistemas morales menos dañinos para la especie de los que hasta ahora se hayan construido (caso concreto, el judeocristianismo en su corriente neoplatónica).

Aquí, nuevamente, más que tomar por regla un apriorístico, debería tomarse por regla nuestras experiencias biológicas: Si a mí me cimbra ver cómo golpean a un perro, por ejemplo, o a una persona, es porque algo en mi ser biológico —algo muy instintual— intuye que esos golpes actúan contra la vida de ese animal o de esa persona. Y si yo decido llamar "mala" a esa acción, no habrá sido por gusto —como algunos sistemas éticos pretenden defender—, ni un derroche de hedonismo: "Yo quiero que no le peguen al animal porque me place" (francamente, me parece reduccionista dicha posición), sino que habrá simplemente actuado un criterio biológico en mi apreciación.

Como para bien o para mal —no se sabe— existen unas personas incapaces de experimentar este tipo de empatías, llamados psicópatas, no siempre resultará sencillo para un grupo social determinar qué es bueno o qué es malo en tanto criterio biológico; pues podría darse el caso que se tomara como representativa del grupo la opinión de algún psicópata y, entonces, como esa persona con toda seguridad sería indiferente a los golpes del perro, ya no podríamos decir que golpear al perro es algo "malo". Ya no gozaríamos de ese consenso.

Pero el consenso no es, ni por mucho, el mejor criterio ético. Si no hay un criterio biológico detrás, el consenso puede ser engañoso. Por ejemplo, en nuestras sociedades se ha estatuido por consenso la monogamia y se ha proscrito, en oposición, la poligamia. Ésta, me parece, ha sido una de las normas más antinatura que ha adoptado el hombre de la modernidad, pues si bien muchas personas pueden practicar la monogamia sin problemas (el amor puede hacer que nos parezcan indeseables cualesquiera otras personas que no sean nuestra pareja), lo cierto es que hay muchas personas definitivamente polígamas que necesitan de más de una pareja al tiempo. Si aceptáramos este hecho lejos de consideraciones moralizantes, creo que muchos matrimonios y familias podrían ser más felices y actuar en consecuencia a dicha realidad; es más, se tendría la opción de querer una relación así o de no quererla. El de la poligamia es solo un caso paradigmático, de entre otros muchos de nuestros tabús que lo único que han hecho es fomentar las deshonestidades en los grupos y reducir el margen de acción, la libertad de elegir un humano sus opciones. Si la poligamia no fuera prohibitiva, la gente simplemente tendría la opción entre poder llevar una vida monógama o una vida polígama.

Opino que en lugar de tener unos criterios éticos inmutables, inflexibles, intocables, incuestionables, se debería tener unos criterios éticos metanormativos que nos ayudaran a tomar decisiones, adecuando con flexibilidad dichos criterios a situaciones concretas.

Por lo demás, estoy de acuerdo. Estamos llenos de valoraciones (éticas, estéticas) que son puramente producto de idealizarse el hombre a sí mismo, o de idealizar en forma apriorística un conjunto de cosas que a él le parecen buenas y bellas. Contra esos modelos, creo que pueda hacerse muy poco y no nos queda más que aceptar esta tendencia a veces chocante de nuestra especie, a veces vana.

Me solté a escribir esto porque alguien de mis contactos aquí en Facebook posteó lo siguiente:

«La belleza en sí es una simple palabra; ni siquiera es un concepto. Al juzgar lo bello, el hombre se considera a sí mismo como el modelo de perfección. Una especie no tiene otra alternativa que afirmarse a sí misma de esta manera». 

Friedrich Nietzsche.

* Accesible en su primera publicación a través de éste enlace, mayo 20 de 2013.

Evgen Bavčar: Paris avec le chat



Evgen Bavčar: Paris avec le chat

AUTOCRATISMO

Quiero hablar de números, algoritmos, lenguajes y cálculos formales; de espacios geométricos exóticos y de teoremas. Quiero que a todos los chiquillos les obliguen a leer Kant, Gödel, a construir sistemas axiomáticos, a tomar decisiones vía el frío cálculo de probabilidades y la teoría de los juegos. Que el mundo se convierta en una sucesión de estados predictibles y construir el árbol binario de posibilidades para cada estado posible actual. Luego, elegir una posibilidad cualquiera, cuya ocurrencia quedaría supeditada al vano y siempre azaroso perímetro de su error. 

¡¡Sí!!

18 de agosto de 2012.
Accesible en su primer publicación desde éste enlace.

Sylvia Plath: Interview

Momento en Facebook

Queridos, si me ven después de estos días escribir solamente sobre mí, de poesía, de arte, en plena introspección, por favor, no me juzguen. Necesito desintoxicarme de todo esto. Pasé seis años de mi vida, en mi viejo blog —y no solo allí—, intentando crear un México distinto al que dejé cuando partí a mi exilio, el cual por cierto ya existía desde esos años de mi residencia en el viejo blog y el cual ha empeorado. Hoy necesito alejarme un poco de la política, depurarme, ser mejor yo misma para poder dar de mí a los otros. Quizás se trate de unos pocos días, quizá este mecanismo extraño especie de reloj integrado dentro de mi vida vuelva a hacer presencia en mí en poquísimo tiempo. Uno también ya se conoce a sí mismo y cree cosas. Yo he creído cosas y en base a esa creencia he intentado aprender, investigar, fortalecer mi pensamiento para ayudar a deconstruir mi realidad. Quise un mundo mejor para los otros. Pensé no solo en mí. De eso se ha tratado mi vida. Alrededor de ese axioma moral tan básico —alrededor de esa idea— han girado mis sueños, mi relación con los otros, mi dolor y mi orfandad, mi fe en la criatura humana, mis alegrías, mi soledad y muy buena parte de lo que me impulsa a existir. Hoy sin embargo, estoy devastada y necesitada, además, de un cambio y de un nuevo impulso. De una nueva perspectiva, panorama, desde el cual volver a mirar todo otra vez. Es que la lucidez de la que he hablado últimamente me deja paradójicamente sin ojos. Y en mis ojos, en mi mirada, radica mi capacidad para la belleza. Sin la belleza, sin su percepción ni su disfrute, no somos capaces de nada como especie. Quizá la belleza sea la precondición de la moralidad. Si bien esa precondición es claramente insuficiente para la posesión de la otra experiencia.

Entro en receso por un tiempo de la política.

Me reduciré a compartir lecturas políticas si acaso. Ya no quiero sumar con mis ideas a la confusión general.

Disclaimer: El grueso de esta nota no se comprende sin el conjunto de interacciones que la precedieron en Facebook. La dejo aquí de todos modos. 

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