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Tema del adiós: Eleni Karaindrou; y brevísimo texto

Eleni Karaindrou tiene uno de los sonidos neoclásicos más nostálgicos posibles. No sé si haya en griego una forma peculiar de decir «nostalgia», pero si no la hay, la música de Karaindrou lo dice por el lenguaje.

Creo que es la nostalgia de los pueblos que acompañó a las sagas de Angelópoulos.

En la historia de los pueblos, se entretejen también otros hilos; pienso en quienes se amaron.

Mi favorita.


En Je Suis Eleutheria, 9 de diciembre de 2012.

*Origen del vídeo.

No desestimo el atroz silencio en que debiste hundirte tras descubrirte en una habitación sin ventanas ni puertas ni paredes. A pesar de todo, y en la más lírica tradición de un universo infinito pero limitado, te sabías encerrada en un espacio con límites y perfectamente delineado en el cual aquella noche te hallabas inmersa y te acogía. Era un compacto. En mi pensamiento necesito compacidad, te habías dicho alguna vez. Como en el análisis matemático. Un recubrimiento finito capaz de contenerle, habías agregado. Y, entonces, allí te hallabas, prueba materialiter del Axioma de Elección. Elemento único del que no sabíamos cómo ni en qué forma ni en dónde se creaba, pero del que podíamos asegurar su existencia. Y esta vez, la única seña eras tú. Teníamos un dato. Y lo utilizamos y lo exprimimos y extrajimos de él la última gota de conclusión e hicimos y diseñamos todas las correlaciones posibles y todas las pruebas de varianza. 

Nosotros, los matemáticos, somos únicos, y en silencio nos burlábamos de los más elaborados y obtusos argumentos de la teología racional. ¡Ah, los teólogos! Decíamos no sin un dejo de arrogancia. Han buscado por años todas las pruebas ontológicas de la causa sui cuando tenían frente a ellos la única. Nadie ha creado con mayor vigor del universo la nada y no al revés. O bueno, también sí. Ji ji ji, se oía a algún matemático por allí, perdido en algún pasillo, en su eclosión de risas y extravagancia. Todo en una atmósfera de voluptuosa vacuidad, claro está. ¿Y tú qué hacías? Tú te reías con él porque habías sido tú quien había creado aquel pequeño conjunto en el que intersecaban varios otros de una familia no finita de conjuntos de inmensurable belleza. ¡Eras dios!

¿No son ustedes la secta de los matemáticos? Llegó algo agitado el teólogo Juan de Panonia a preguntar. Por supuesto, contestaron los matemáticos y tú con ellos en donde te hallabas. Hemos siempre creído sin el mínimo rubor en la política mundial del nihilismo. Dios ha muerto y nosotros lo hemos sustituído. Somos matemáticos, pero también nos gusta estar a la última en lo que a las más recientes teorías sobre la existencia del hombre se refiere. Tenemos una que otra temática en común con los teólogos, como en general la tenemos con los politólogos, o con los mercadólogos, o con los computólogos, o con los filólogos, o con cualquier asociación profesional.

Entonces Juan de Panonia echó a andar y se cuenta que al regresar a casa sacó apresurado uno de sus últimos palimpsestos y reescribió la historia que allí se contaba.


Para Sin Prejuicios, 4 de noviembre de 2015

El Hobbit Tolkien

20 de septiembre de 2012

Ahora ya quieren que leamos El Hobbit porque va a salir en cine. No lo sé, tal vez no lo haré. O lo haré cuando ya no esté en cartelera.

La prosa de Tolkien yo la conozco gracias a El Silmarilion. Es preciosa. Leerlo me apartó de los prejuicios que me hice a causa de su holliwoodesca fama. Pero ha sido uno de esos muchos autores a que no he vuelto en muchísimo tiempo.

Soy matemática y, sin embargo, no voy a precaverme de decir lo siguiente: Literatura y Filosofía no son lo mismo. Algunas veces la primera contiene a la segunda y otras, la segunda contiene como forma a la primera.

Yo a la Filosofía la pongo junto a las Matemáticas y junto a la Música. La Literatura es apasionante, pero ocupa un lugar secundario entre mis obsesiones.


Publicado en el sitio de Je Suis Eleutheria.

AUTOCRATISMO

Quiero hablar de números, algoritmos, lenguajes y cálculos formales; de espacios geométricos exóticos y de teoremas. Quiero que a todos los chiquillos les obliguen a leer Kant, Gödel, a construir sistemas axiomáticos, a tomar decisiones vía el frío cálculo de probabilidades y la teoría de los juegos. Que el mundo se convierta en una sucesión de estados predictibles y construir el árbol binario de posibilidades para cada estado posible actual. Luego, elegir una posibilidad cualquiera, cuya ocurrencia quedaría supeditada al vano y siempre azaroso perímetro de su error. 

¡¡Sí!!

18 de agosto de 2012.
Accesible en su primer publicación desde éste enlace.

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