Diálogo entre Cristina Kirchner y Hugo Chávez previo a la cumbre de la CELAC

¿Por qué decido postear estos videos de una conversación entre Cristina Kirchner y Hugo Chávez, previa a la cumbre de la CELAC?

Decido poner estos videos porque me ha emocionado mucho ser escucha de este diálogo. Allí se aprecia con toda nitidez cuál es el impulso de la conformación de esta cumbre y de la comunidad que allí en definitiva se conforma (la CELAC), de la propia ALBA y del sueño bolivariano.

La cristalización del sueño bolivariano no es tanto un movimiento ofensivo como defensivo. No está acicateado por una intención imperialista, como regionalista. Dar forma política al sueño de Simón Bolívar y de Simón Rodríguez, una Latinoamérica original y sin sujeciones a intereses colonialistas. Esas son la intención y el ánimo que en este momento persiste en varias de las naciones adherentes a esta integración; eso es lo que son ahora el ALBA y parte de la CELAC y esperaría que al correr del tiempo prevaleciera en ellas el espíritu con que han sido fundadas.

A propósito, una cosa que no deja de admirarme sobre las opiniones en torno a Hugo Chávez es aquella muy constante que lo tilda de dictador o de antidemócrata. Por ejemplo, de Castro se podría aceptar ese corrillo de adjetivos, en esta acepción propagandística constitutiva de la agenda estadounidense. Me parece que en Chávez, esto mismo, es mera desinformación, o bien, un asentimiento tácito de la noción de democracia entendida de forma unívoca como liberaldemocracia. O sea, limitada en términos prácticos a democracia representativa, aunque asumiendo de manera implícita un gobierno de libre mercado rindiendo pleitesía al país omnímodo, más la ilusión de ella como la panacea a todos nuestros problemas sociales y con incluidos los sueños de libertad, igualdad, justicia y equidad que típicamente los seres humanos nos refinamos en utopías y no lo que en realidad -y con más frecuencia- ha sido la democracia en nuestros regiones desde la adopción del paradigma neoliberal hace treinta años: plutocracias en activo, putrefactas, fieles a intereses de mercado, seguidoras oligofrénicas de un guión consensuado en Washington, y toda la lista.

Por otra parte, no es difícil explicar a qué se deba la existencia de esta matriz de opinión. Sí –bastante a la propaganda sucia de medios de información de la ultraderecha venezolana bajo el patrocinio de organismos que pasan por el National Endowment for Democracy hasta llegar a los propios organismos financiados por él mismo y USAID (Súmate, Primero Justicia et. al.), pero también al modo previo con que se constituyó el gobierno bolivariano; a saber, el fallido intento de golpe de estado al gobierno neoliberal de Carlos Andrés Pérez en el año de 1992 por parte del MBR.

El MBR (Movimiento Bolivariano Revolucionario) es un movimiento surgido en la década del ochenta con la intención de derrocar por medios revolucionarios a los gobiernos muy corruptos que hasta entonces no habían hecho poco más que enriquecer a una minoría oligárquica a coste de la pobreza del pueblo. Un movimiento articulado por un conjunto de militares en activo conscientes de la precariedad y necesidades de su gente; algunos de ellos sobrevivientes a la lucha de guerrillas durante los sesentas; otros, coroneles con oportunidad de ingreso a estudios universitarios –caso de Chávez- que se hacen en aquel momento de una conciencia histórica muy clara y comienzan a pergeñar una visión socialista -aunque no precisamente entendida en un sentido marxista- de lo que es prioritario para sus regiones.

Antes del intento de golpe de estado al gobierno de Carlos Andrés Pérez por parte de este grupo de militares rebeldes con Chávez a la cabeza, ya Venezuela había dado señales límpidas de su deterioro, como nos lo muestra “El Caracazo”, aquella irrupción violenta de los habitantes de las chabolas a la Caracas de la meseta -donde habitan las élites y clases medias- a razón de una subida abrupta del precio del boleto de autobús que claramente perjudicaba a los habitantes de los cerros. En ese momento, los militares del MBR se vieron incapaces de figurar como la contraparte armada a la insurrección civil debido en parte a hechos de coyuntura. Habrían de esperar hasta 1992, para terminar en el conocido golpe frustráneo con saldo de algunos generales muertos y Chávez en la cárcel, después de públicamente haberse declarado único responsable de la intentona y esa promesa televisiva que el pueblo venezolano tendría muy presente seis años después.

Cuando Chávez sale de la cárcel está determinado a poner fin a décadas de gobiernos corruptos, pero no ya –o no de preferencia- por la vía de las armas sino por el método democrático protocolario, el de las urnas y las elecciones. Cuando en 1994 Chávez es invitado por Fidel Castro, quien ya había puesto sus ojos en el joven oficial, a dar una conferencia en la Universidad de La Habana, Chávez confiesa a Castro estar dispuesto a llegar a la lucha revolucionaria pero no sin antes intentar la opción socialdemócrata. Chávez, en efecto, arriba al poder cargado de sueños y promesas, y mucho gracias al fracaso del gobierno de su predecesor Rafael Caldera, quien también le indultaría de su estadía en la cárcel. Pero cuando en 1999 convoca a una Asamblea Constituyente con el fin de dar redacción a una constitución nueva y quedar allí plasmados los ejes de su gobierno socialista entre los que sobresalen una reforma a PdVSA y un proyecto agrario adverso a los intereses de los viejos terratenientes venezolanos -entre los que figuran la confiscación de tierras estériles-, entonces, la derecha venezolana pone el grito en el cielo y comienza la propaganda sucia contra su gobierno, de entre la que destacan tres momentos clave.

Cito dichos momentos.

1) El golpe de estado de abril de 2002, revertido por militares fieles a Chávez, por la solidaridad del pueblo venezolano y por la coordinación entre dichos militares y población civil como primeros frutos del Plan Bolívar.

2) El intento de golpeteo económico con las protestas y cierre de PdVSA por parte de trabajadores administrativos y directivos, que culmina con el triunfo chavista y el cierre de las instalaciones de la empresa petrolera en Caracas (instalaciones utilizadas después para la creación de una de las universidades bolivarianas), más la purga de funcionarios corruptos de la paraestatal.

Es importante señalar que este episodio ocurre muy en la usanza del golpeteo económico que la derecha chilena le propinara a Salvador Allende cuando éste intenta nacionalizar los servicios de transporte chilenos no poco después de haber nacionalizado el cobre y meses antes de su caída en el palacio de La Moneda, pero que si Chávez sale librado del episodio es debido a la coyuntura del precio del barril del petróleo y a que, en general, ha contado con el apoyo de una alta fracción de oficiales y militares de las fuerzas armadas venezolanas y con el apoyo del pueblo, en el medio de una lamentable confrontación entre éste versus las élites y clases medias, y cuya confrontación ha llevado al pueblo a otorgar mayoritariamente su apoyo a Chávez en connubio contra las élites.

3) El llamamiento a una consulta pública para la organización de un referéndum para refrendar el gobierno chavista en 2004, convocada, financiada y publicitada por la derecha y amparada en la propia Constitución creada a inicios del mandato de Chávez. Por supuesto, estas élites opositoras han hecho valer su derecho a dicho ejercicio más de una vez desde entonces.

De este último momento clave, algo que fue primordial para ganar Chávez el referéndum fue la creación de las llamadas “misiones” que se venían implementando en su gobierno de tiempo atrás, entre la que destaca la misión Barrio Adentro posible de llevar a cabo gracias a la colaboración del gobierno de Cuba que, como parte del programa, había enviado al lugar a cientos de sus prestigiados médicos, equipos y medicinas, en lo que se puede apreciar como un intercambio, en el cual competía al gobierno de Venezuela abastecer de petróleo al gobierno cubano a la mitad del precio en el mercado internacional. Tan populares han sido dichas misiones, que los partidos opositores que intentan llegar al poder, han prometido a la población la permanencia de ellas.

De entre todos esos momentos de crisis, es proverbial la actitud conciliadora de Chávez después del golpe militar y el gesto demócrata de haber aceptado el referéndum. Actitud inútil en el intento de hacer desistir a la oposición, pero útil –desde mi punto de ver al no haber dado elementos a sus impugnadores para que evidenciaran lo que con tanto ahínco han deseado evidenciar desde entonces sin haberlo logrado aún: que Chávez es un dictador.

Y si acaso en algo han minado la popularidad del gobierno chavista –lo cual no descarta que Chávez pueda equivocarse o que no se haya equivocado ya ha sido con la asistencia de la maquinaria propagandista estadounidense o a través de la creación de conflictos en la zona por parte de USA, como la crisis suscitada entre Colombia y Venezuela cuando el gobierno de Álvaro Uribe bombardea a un campamento de las FARC en las fronteras con Ecuador, en aquel episodio dramático en donde murieran jóvenes estudiantes mexicanos de la Facultad de Filosofía y Letras y del que Lucía Morett es una de sus sobrevivientes y, en fin, por los medios desestabilizadores típicos del injerencismo yanqui.

Una cosa que me entusiasma mucho de la revolución bolivariana y de todos los movimientos de manumisión que se están librando al sur del continente es que se trata de movimientos con una visión muy latinoamericana.

Sí -por supuesto- en el caso particular del gobierno de Hugo Chávez no puede negarse la coincidencia con el socialismo europeo (el marxismo-leninismo), pero hay en este gobierno y en este movimiento un ideario enteramente latinoamericano, en la tradición de los libertadores e ideólogos del continente: Simón Bolívar y Simón Rodríguez, Antonio José de Sucre, José de San Martín, José Martí, etc. Hay también, la influencia de los generales del siglo XIX entre los que destacan Ezequiel Zamora (una de las figuras fundamentales en la comprensión del pensar chavista) y, por supuesto, la inspiración de los militares que ya en el siglo XX enarbolaran un ideal nacionalista, como es el caso del peruano Juan Velasco Alvarado, del general Torrijos en Panamá y de alguien que si bien no figura en el panteón de los héroes bolivarianos se inscribe -en mi opinión- en ese mismo orden de hombres, el general Lázaro Cárdenas. 

Pues bien, en este diálogo que he querido incrustar aquí se aprecia mucho de ese fervor, de ese querer instrumentar modos de gobierno ad hoc a las necesidades de los pueblos latinoamericanos, al margen de quimeras colonialistas, con apego a una visión humanista como humanitarista, en respeto a la autodeterminación de las diferentes soberanías de la región, buscando vindicar a los pueblos aborígenes de nuestro continente, desde la conciencia de líderes conocedores de la propia historia y del porqué del contradictorio estancamiento de naciones riquísimas en recursos naturales pero pobrísimas en desarrollo humano y, en fin, en la búsqueda de un orden multipolar en oposición al unipolar que hoy se vive.

Es verdad que los antiguos colonizadores de estas tierras llegaron aquí con ventajas técnicas sobre los antiguos pobladores y que sobre dicha ventaja se les conquistó. En el caso específico de la América Latina, gracias al mestizaje, pervivió algo de la llamada visión de los vencidos –algo de esa visión creo que explica en mí mucho de mi amor por estas tierras, pero también es verdad que parte importante de la estirpe nacida a la vera de los ríos y montañas de estas geografías, fue muerta a razón de matanzas y masacres –bastante más moderadas que las matanzas hechas por sajones al norte de América o de pestes que, en fin, dieron muerte a gran parte de aquellas viejas culturas. Hoy somos pueblos nuevos con una cauda importante de pueblos viejos y no veo porqué tengan o deban persistir las disparidades. Más precisamente, no veo porqué, quienes habitamos aquí, debamos estar dispuestos a consentir que así deba ser.



“Yo conocí a Bolívar una mañana larga,
En Madrid, en la boca del Quinto Regimiento.
Padre, le dije, ¿eres o no eres quién eres?
Y mirando al cuartel de la Montaña dijo:
˂˂Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo˃˃.”

Un canto para Bolívar (fragmento), Pablo Neruda.

* No sé si a alguien interese el libro que se menciona en la charla, pero puede descargarse desde este link (por el índice y lecturita rápida, se ve que está bueno).

Solicitud

Razonaba el otro día no sentirme lista para la celebración de comicios en 2012 en medio del clima de violencia que se padece. Luego, razonaba en tal modo que extrapolé este sentimiento subjetivo a uno objetivo y ahora creo que este país no está listo para dichas elecciones en el marco de este ambiente siniestro y, entonces, que por ello es bien importante que la sociedad civil que aquí habitamos exijamos el fin de tal circunstancia y aprovechar la coyuntura preelectoral en lo que se podría calificar como de un actitud utilitarista. Como yo quiero que las elecciones no sean motivo para más masacre, entonces, yo quiero que pensemos cómo hacer para que, de hecho, no lo sean. 

Nada más para puntualizar sobre la gravedad de la situación, cito algunos datos.

Primer dato.

En el transcurrir de las dos últimas semanas, se tiene ya registro de los siguientes crímenes cometidos contra activistas:

Julia Marichal, activista y actriz. Distrito Federal (asesinada).
Nepomuceno Moreno, activista social en Hermosillo, Sonora (asesinado).
Norma Esther Andrade, activista social. Cd. Juárez, Chihuahua (baleada).
Trinidad de la Cruz Crisóforo. Ostula, Michoacán (asesinado; su cuerpo hallado hace pocas horas).
Marcial Bautista Valle y Eva Alarcón Ortíz, activistas sociales.  Petatlán Guerrero (secuestrados).

En tiraje reciente, la revista Contralínea dedica un reportaje sobre los más de cien periodistas muertos -o desaparecidos- a lo largo de los últimos once años. Por supuesto, con mucha sensibilidad hacen mención del asesinato de las periodistas Marcela Yarce y Rocío González Trápaga; la primera, reportera y fundadora de dicha revista y, la última, periodista independiente. Se recordará que sus muertes constituyeron un fuerte sacudón para la sociedad, sobre todo cuando se informó que habría sido un ratero de Iztapala quien las habría asesinado tras retirar, ellas, efectivo del cajero.

Nadie supuso que sus muertes podrían estar relacionadas con el hecho manifiesto de ser periodistas contrainformativas. Nadie en el mundo.

Otro dato.

El día miércoles, nada más como ejemplo, se da a conocer en “El Universal” el hallazgo por parte del ejército de siete osamentas en Nuevo León. Dato duro al azar.

Un dato más.

El Alto Comisionado de Naciones Unidas en México ha conminado al gobierno mexicano a inspeccionar prácticas y procedimientos durante los operativos del ejército mexicano y ha puesto de relieve la falta de transparencia y la mucha obstrucción (impunidad) al momento de los denunciantes buscar protección por parte de la autoridad judicial (aquí, reporte de la comisión). Ni la impartición de la justicia, ni la protección a activistas ocurren en forma expedita. De allí que algunos de ellos –Marisela Escobedo, por citar- hayan sido asesinados a escasos metros de alguno de los centros de distribución de justicia del país.

Un dato final.

El propio Netzaí Sandoval documenta en la denuncia ante la CPI, casos diversos de tortura o muerte a civiles a las que, para mi gusto, no resultaría aventurado catalogar como de vil criminalización de las luchas sociales de varios de los activistas de derechos humanos de este país cuyas luchas parecieran ser contrarias al mantenimiento del llamado statu quo. Por cierto, Javier Sicilia, el rector de la UNAM José Narro Robles y otra persona se han sumado ya a la denuncia ante la CPI (aquí).

Algunos comentarios.

Bajo ningún argumento logro concebir dar prioridad a la jornada electoral que se avecina frente a estos hechos. ¿Por qué enfrentar y confrontar estos dos eventos? Porque ambos suceden en esta misma soberanía y porque esta soberanía está enferma. Parte de sus miembros se encuentran en constante estado de vulnerabilidad (por no decir, cualquiera que se interne al interior del país). Sus activistas de derechos humanos están siendo asesinados; por el modus operandi con que se han venido ejecutando estos sucesos, resulta inevitable hablar de criminalización de luchas sociales o de reprimendas. Han muerto, además, civiles en medio del fragor de la guerra entre ejército y cárteles; los periodistas también son acallados. Esta república y sus miembros se hallan en constante amenaza. Cada mañana los periódicos nos avisarán una y otra vez sobre nuevos crímenes. Esta república, cuya soberanía reside en sus habitantes, no podrá tener razón de ser –no habrá cosa- si los habitantes que la fundan y le dan permanencia son candidato a osamenta cualquier buena mañana o noche de sus vidas. No podemos convocar a elecciones si no hay república qué sostener. Es decir, tenemos que acudir a elecciones –y acudiremos- si se garantiza la seguridad de los habitantes de esta república. No pretendo en mi escrito llamar a sabotear las elecciones; tampoco voy con el anulacionismo porque considero no estar listos para esa práctica a razón de la sociedad polarizada que somos desde 2006 y ya antes. No llamo a abstencionismo. Llamo, en cambio, a hacer uso de nuestros derechos cívicos. En razón de ellos, exigir a aspirantes y partidos la cancelación de la lucha anti drogas; esclarecer los negocios de la CIA, DEA, bancos londinenses manejando activos provenientes de cárteles. Determinar cómo pudo ser posible “Rápido y Furioso”. Descartar –y ojalá nos callaran la boca- lo que con tanto cuidado han venido documentando diversos analistas: que esta guerra, en el marco del Plan Mérida no es sino un émulo de la guerra de cárteles echada a andar como parte del Plan Colombia en aquel país y que ambos hechos se circunscriben en el conjunto de acciones de la nación del Norte para control del hemisferio y aprovisionamiento de recursos (con gobernantes y funcionarios mexicanos -y colombianos- en colaboración, y con sociedad apática o temerosa).

Luego, presionar a los aspirantes a la presidencia a solicitar los siguientes mínimos de seguridad y juicio:

1) El cese o suspensión provisional de los enfrentamientos cártel-ejército.
2) La devolución del ejército a los cuarteles.
3) La inmediata despenalización al consumo de estupefacientes y articulación de una política pública de sanidad para lidiar con dicha despenalización. Si no se hace este punto, el 2) es inviable y sólo el 1) en su primera versión.

(Aunque la lista podría extenderse.)     

Finalmente, temo mucho que este clima de represión impere durante la celebración de los comicios; me mortifica pensar se reprima a personas o se las fustigue a causa de su preferencia electoral.

Esta elección pinta a ser fraudulenta y/o manipulada, servirse la mafia priísta de los servicios oligárquicos –como lo ha hecho- en beneficio de su candidato. No sólo poner a disposición del personaje la barra de programas de opinión y noticieros televisivos; no sólo promocionar y parangonar la vida del sujeto con la de un popstar o cosa similar, sino sofocar cualquier intento de levantamiento ante lo que se avecina como una clara imposición.

Tal vez me equivoque; pero pienso que no es inteligente ir a 2012 en medio de este clima de incertidumbre (ojalá me equivoque). Pienso que ciudadanía debemos exigir se lleve a cabo la vuelta electoral libre de ejércitos y cárteles; sin DEA’s lavándole el dinero al narco.

Por supuesto, ir a votar significa soñar con una elección democrática de nuestros funcionarios de gobierno, y no esta plutocracia en que vivimos; significa otorgarnos un voto de confianza a nosotros mismos.

Por cierto, la otra mañana que leía “Fundamentos para una república amorosa” de Andrés López Obrador, muchas cosas en el escrito me parecieron dignas de relieve y reflexión; cito algunas relacionadas con el tema de esta entrada:

Sostiene él la convicción en el pueblo honesto que somos y en que parte del mal se debe a le existencia de grupos de corrupción que se han enquistado en el gobierno y por los cuales, razonablemente dice, el país se ha dejado mangonear por intereses ajenos o intereses meramente de mercado, por ejemplo. (Importante tomar en cuenta que esta experiencia de la honestidad del pueblo le ha venido, en parte, a través de sus viajes por el país, como la visita a todos los municipios de habla indígena en Oaxaca; esto se entresaca leyendo dicho escrito).

Sostiene que habrá de combatirse al narco en base a la reducción de las disparidades económicas de los miembros de esta sociedad; a la instauración de una justicia social y a la elevación de la honestidad a rango supremo (aunque esto último sí me parece inviable y digno de una retórica por la que –otra vez- le van a despedazar. Noble en su intención, torpe en su forma).

Finalmente, AMLO utiliza en su texto el “debemos” una y otra vez. Él ya debería saber –y sus analistas- que esto molesta mucho a personas que, en mi opinión, lo leen muy literal. Y, en realidad, nosotros ni debemos, ni podemos, hacer muchas cosas o mandatarlas. Lo que sí podemos –y ésta es la parte que me parece atractiva del programa obradorista- es crear las condiciones para reducir la incidencia de la negación de los debemos, de aquello que produce malestar.

Yo le diría a AMLO frente a sus dichos -que ya son pasados- que tiene razón y que voy de acuerdo con estos postulados; pero también le digo a AMLO y a sus simpatizantes -entre quienes me sumo- que es de mucho pragmatismo no hacer un pronunciamiento muy nítido sobre la asunción de dicha espera y de ese pragmatismo. Es decir, debe reconocerse que ésa es la esperanza y él de alguna forma asumir a los muertos caídos mientras ella dura: seguramente AMLO espera que llegando él, pondrá orden, pero 1) Nada garantiza que llegará y 2)Quizá resulte más fácil la espera si, a priori, suponemos que no será a alguno de nosotros a quien toque estar entre balas en los próximos meses (se ha normalizado en tal forma la situación que no solamente nos hemos vuelto insensibles a ella sino que damos por hecho que le tocará a otro (para suicidas, nihilistas o almas emo, léase “otro” como un “no-miembro-de-mi-familia”)).

Por supuesto, los candidatos a la presidencia -algunos de ellos- son ajenos a la debacle que se vive, pues no han sido ellos quienes declararan la guerra al narco; no son culpables de la situación. Teniendo bien claro esto, yo creo que la propuesta es razonable. La propuesta es positiva, no negativa. No es pedir anular las elecciones –a lo más, postergarlas. No es llamar a anular o a abstenerse. Solamente es aprovechar la coyuntura electoral.

Sin concreción (de una apreciación intempestiva)

(I)

“La belleza será convulsiva o será nada”, André Breton.

Por alguna razón los estetas revolucionarios son asiduos a citar con cierta periodicidad la frase de Breton con que inicia este escrito (creo que sé la razón y creo que todos aquellos que aniden en sus corazones algo de afanes revolucionarios -y convulsivos- lo sabrán también). Si se le rastrea por Internet a esta frase –la llamaré AB-, podrá verse que está incluida en un libro muy sonado de este autor surrealista francés; se llama “L’amour fou”. He querido conseguir este libro a partir de una mención que hace de él Octavio Paz en ese texto de fábula de él llamado, “La llama doble. Amor y erotismo”; principalmente porque siendo ese texto de Paz uno tan bello y decir, él, en qué medida Breton le inspirase en su erótica (la que nos cuenta allí) pues -ya sabrán- yo quise tener acceso al libro y -nada- al menos por aquí por Internet no he podido encontrarlo; a ver si un día tengo suerte y obtengo un ejemplar. Sí me gustaría.

Tal vez estas palabras me hayan conferido de una ilusión de suficiencia, suficiencia para escribir a partir de ellas. Pero no, yo creo que no es eso. Yo creo que estas palabras le retumban fuerte a cualquiera capaz de sentirse compelido al mayor arrojo -todo-, excepto dimitir a la belleza. Hablaré de mi caso. Cuando decidí estudiar matemáticas hubo varias razones para dicha elección, pero fue -ante todo- una elección estética y un acto hedonista también. Si criaturas que estudiamos carreras relacionadas con el arte, como la matemática o la pintura o la música o la filología, un día vemos satisfecho dicho deseo o un día nos parece huero dicho quehacer, ¿qué vendrá en sucedáneo, qué cosa dará satisfacción, ahora, a nuestra necesidad de goce y a nuestra afección por la belleza?. Viene la pugna axiológica. ¿La que yo soy capaz de percibir o la que existe en sí misma, allí donde esté, con independencia de mi percepción? ¿Una belleza plástica, apolínea, ideal? ¿Una belleza por lo vital, dionisíaca, voluptuosa? ¿O alguna conjunción de ambas? ¿Qué sentido utilitarista, qué falsa apreciación de la importancia de mi quehacer profesional me hará renunciar a ella, fuera de tal quehacer? (en esta última pregunta, ya se aprecia una mutilación de la realidad en la tradición más platónica posible). Obviamente, se llega por una especie de reducción al absurdo a lo que, de principio, pareciera ser un enunciado inaceptable, que la cuestión ética -y luego moral- no se circunscribe a una cuestión estética; que no es la primera subconjunto de la segunda y que esta valoración implicada en el enunciado AB es, como el otro día explicaba en otro post, una idea dicha ya por filósofos anteriores a Breton. Y todo esto, a despecho del embrollo que entraña saber que aun frente a toda valoración hay –después- una decisión y así quedar también la cuestión resuelta (lo que es decidible no se somete necesariamente a algún criterio), pero que, sin embargo, frente a toda esta aparente libertad que nos da el poder decidir, hay también límites o, más bien, necesidades. La necesidad que le hinca al hombre la naturaleza y la necesidad que el azar también nos introduce. La otra que propongo, dado que puede ser que esto sea una manifestación naturalista de nuestro inagotable idealismo, es retirarnos educadamente del mundo ante la manifiesta ausencia de razones para habitarlo (o bien, declarar que ésa es razón suficiente para persistir en él, en nombre de la obstinación).

El argumento principal se me ocurre plantearlo así.

¿Es posible necesitar de la belleza u optar por ella en, por ejemplo, el ámbito profesional y prescindir de ella fuera de este ámbito? Si necesito de la belleza de la poesía, o de la belleza con que flagela a mi intelecto el enunciado de un teorema, o de la belleza de la música, ¿cómo puedo no necesitar de esa misma belleza fuera de esos ámbitos? ¿Cómo puede ser que la belleza del arte -que es creación- satisfaga todas mis apetencias por ella, todas mis pulsiones? La respuesta es: el que es esteta no prescindirá de la belleza doquiera se encuentre y esto es así porque la belleza se halla en todas partes ya que es inmanente a la vida de dentro del cosmos y no posee existencia fuera de ella, es decir, de la percepción que nosotros tengamos de ella. De modo que hay belleza en todo acto cotidiano; en la ida a las compras, en las compras, en no ir, en todo. Y también, por ejemplo, en la muerte, que es parte de la vida. En la vista de un cadáver o en alguna fotografía de él que, en alguna forma, diera inmortalidad al momento último en que dentro de ese cuerpo hubiese habido aún –según se intuía- algún afluente de linfa y sangre.

Así, la muerte no tendría por qué repugnarnos al ser ella misma parte de la vida; si no hay belleza en la muerte, tampoco su imagen atentaría contra ella. ¿Y qué hay de la muerte sistematizada?, ¿de los crímenes de humanidad lesa? A lo mejor sea posible conjurar aquí una estética de lo escatológico en sentido latísimo.

Los últimos dos párrafos exigirían de una asunción doble. Primera parte. Hay una componente de la belleza que yace en el sujeto. Esto es cierto; tan cierto como que un mismo objeto puede ser bello para uno y feo para el otro. Pero –parte segunda- también es cierto que hay una componente objetiva y esto es tan cierto como que hay objetos bellos para todos y objetos que no lo son en absoluto; por ejemplo, cuando se nos habla de proporciones áureas para aludir a rostros que, verificándolas, son considerados bellos.

Con esto, echamos por tierra al argumento platónico (que sólo lo bueno puede ser bello), aunque no necesariamente a su recíproco (que lo bello es bueno) y esa mutilación de parte de la realidad que prescribe dicho argumento, como decía líneas más arriba. Así, la muerte, no por necesidad proscribiría a la belleza y ver en el llamado reino del mal más que la funesta valoración idealista que liquida a parte de nuestras pulsiones. Pregunto, ¿en verdad es así? Yo digo que es al revés. Pero, antes, una consideración. Tal vez haya quien diga que, si se logra soportar la gravidez de la existencia lejos de la música o de los teoremas o de un baile –etc.-, no sea más que a razón del recuerdo que llevamos de ellos durante la realización del resto de nuestras actividades y que, debido a esa memoria, a ese no olvidar, logremos tolerar eventos que sí que son abominables (un genocidio por ejemplo), como parece hacérnoslo verificar la repulsa infligida a la vista de la imagen de una pila de cadáveres (no sé). Algo igual de idealista.

¿Cuál será?

¿Será posible que la causa por la que nos decidimos por el asesinato -o lo rechacemos-, sea una causa que deba estudiarse en terrenos irreductibles de la estética y la ética?, ¿en uno o en otro pero no en ambos, como esas maquinitas xor-exclusivas?

La verdad es que tanta fraseología ya me cansó. Todo esto no es más que nominalismo puro. A las cosas se les nombra porque se aperciben y requerimos hablar de ellas para vivir. Luego, nos metemos en el vericueto de “las cosas en sí” y los noúmenos como dando ya por hecho que, en efecto, hay una metafísica de los objetos, un reino ontológico a nosotros inaccesible.

Lo que quiero yo decir, ya sin tapujos, es que Breton introducía en su enunciado -en su pensamiento- una idea algo contraria a la naciente desesperanza de su época. La idea de la belleza como algo más que elección, es decir, la belleza como  pulsión de vida y de su necesidad. No sólo los objetos del arte como imágenes de dicha pulsión, sino dicha pulsión en sí misma vital. La belleza como necesidad y sólo, después, como elección. Atribuir a toda concepción estética -vital- el significar también una concepción ética (con todo y la infaltable cosmética que probablemente nos pierda, después, de su origen).

Podemos verlo desde el punto de vista del sujeto.

Si la belleza queda asociada al goce estético, entonces la belleza está también anclada al cuerpo en que se produce dicho goce. Si el cuerpo que percibe la belleza es ultrajado, entonces, su capacidad de goce estético queda interrumpida o su intensidad cambia. Cambia la intensidad porque la conciencia del goce -o su sensación- debe ahora destinar parte de sí a la conciencia del ultraje. [Pensar en prácticas sadomasoquistas no me parece constituya un contraejemplo a esto; la conciencia del dolor por amor o de la pena sexual infligida es más una anestésica que una estética (la anestesia del amor y del goce sexual). El sádico, en cambio, apasionado con el sufrimiento del otro, se promueve en la estética del dolor, y de la repulsa, cuando deviene la muerte.]. Como se ve, es pueril situarse en el sujeto estético porque ocurre en menoscabo de la apreciación del arte como proyección estética del conjunto de mores de que se hace el hombre en determinada época, frente a ciertas circunstancias. Problema según el cual, en ausencia de sujetos no hay belleza que percibir -no hay objetos- y ya, por ese simple hecho, condenar la muerte de los sujetos. Cuando, en realidad, pocas cosas hay que exalten más a la vida –o que sean un canto a ella misma- que la creación estética y la aprehensión de la belleza así creada. 

Ahora diré mi rollo autosublimador: está muy cañón que un revolucionario no sea también un esteta. Aunque lo que sí no está nada cañón es encontrarse estetas -de tiempo parcial, a mi gusto- incapaces de exhibir el más leve matiz revolucionario. Yo digo que a esa gente le pasa eso por una razón simple: son amantes de lo bello, pero no conocen, aún, el estremecimiento de lo sublime. Y sucede que a estos estetas pareciera bastarles con el ejercicio de su propagación y el consumo personal de ésta para sentirse muy satisfechos, como si la belleza fuera nada más una cosa de objetos y no de sujetos -excepto ellos mismos-, de instancias pero no de audiencias (pereza). Por fortuna, creo que esto le pasa solamente a algunos cuantos de los llamados intelectuales orgánicos, personas más bien abocadas a promover intereses de grupo a intereses colectivos. Por otra parte, estoy convencida de que a las personas que han hecho las revoluciones las mueve, entre otros varios, el siguiente motivo: no contentarse con poseer nada más ellos la percepción de la belleza o con expresar nada más ellos la vida a través del arte. Por eso no es raro que los ideólogos de las revoluciones salgan más bien de las llamadas clases medias o burguesas que de las clases bajas, estas últimas, difícilmente en condiciones de ser o estar compuestas por grupos de personas que cuenten con los medios económicos necesarios para hacerse de objetos artísticos. Por una parte, me alegra por esta razón la masificación de la cultura a través de los medios electrónicos, esto da más posibilidad a personas de acercarnos al aprecio por la vida a través del arte. También creo que por esta misma razón es también más común ver salir de ambientes rurales a espíritus revolucionarios que de ambientes urbanos. El contacto con la naturaleza, la imagen de las mesetas, el rayo y la tormenta, la mar, el cielo, etcétera, todos ellos espectáculo espléndido de la belleza que se origina en la vida, como cuadros de artistas han plasmado.

Cual sea el modo de referirse a una obra de arte y las muchas obras de arte proverbiales de la clase de objetos a los que nos referimos como bellos –el sueño apacible de la muerte o la muerte misma- son todos ellos prototipo de la vida, la razón sin la cual no nos sería posible dar una opinión y, luego, hasta agarrarnos del chongo con alguien con tal de defenderla.

Termino diciendo que escribí este conjunto de párrafos sí para desarrollar la interpretación de la frase AB –algo que a cualquiera más intrépido le habría tomado dos renglones-, pero, también, que he escrito este conjunto de párrafos como para dar un argumento, quizá típico, de por qué es importante decir ¡Ya basta!, ¡No más sangre!

(II)

Y cuando tome las cenizas de tu cuerpo inerme, y cuando junte tus manos en el color de las trombas, en el color de la lluvia sobre las estepas, en el color de los mares que yo pienso, en el color en que funden todas las aleaciones de los minerales dentro de mi cuerpo, entonces, de nuevo miraré tus manos; pues por esta potencia de la imaginación reconstruiré todo mi sentir: tu ser, tu presencia, la perenne huella de tu paso por mis senderos.

Dedicado a los muertos del sexenio.

(FIN)

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