Diálogo entre Cristina Kirchner y Hugo Chávez previo a la cumbre de la CELAC

¿Por qué decido postear estos videos de una conversación entre Cristina Kirchner y Hugo Chávez, previa a la cumbre de la CELAC?

Decido poner estos videos porque me ha emocionado mucho ser escucha de este diálogo. Allí se aprecia con toda nitidez cuál es el impulso de la conformación de esta cumbre y de la comunidad que allí en definitiva se conforma (la CELAC), de la propia ALBA y del sueño bolivariano.

La cristalización del sueño bolivariano no es tanto un movimiento ofensivo como defensivo. No está acicateado por una intención imperialista, como regionalista. Dar forma política al sueño de Simón Bolívar y de Simón Rodríguez, una Latinoamérica original y sin sujeciones a intereses colonialistas. Esas son la intención y el ánimo que en este momento persiste en varias de las naciones adherentes a esta integración; eso es lo que son ahora el ALBA y parte de la CELAC y esperaría que al correr del tiempo prevaleciera en ellas el espíritu con que han sido fundadas.

A propósito, una cosa que no deja de admirarme sobre las opiniones en torno a Hugo Chávez es aquella muy constante que lo tilda de dictador o de antidemócrata. Por ejemplo, de Castro se podría aceptar ese corrillo de adjetivos, en esta acepción propagandística constitutiva de la agenda estadounidense. Me parece que en Chávez, esto mismo, es mera desinformación, o bien, un asentimiento tácito de la noción de democracia entendida de forma unívoca como liberaldemocracia. O sea, limitada en términos prácticos a democracia representativa, aunque asumiendo de manera implícita un gobierno de libre mercado rindiendo pleitesía al país omnímodo, más la ilusión de ella como la panacea a todos nuestros problemas sociales y con incluidos los sueños de libertad, igualdad, justicia y equidad que típicamente los seres humanos nos refinamos en utopías y no lo que en realidad -y con más frecuencia- ha sido la democracia en nuestros regiones desde la adopción del paradigma neoliberal hace treinta años: plutocracias en activo, putrefactas, fieles a intereses de mercado, seguidoras oligofrénicas de un guión consensuado en Washington, y toda la lista.

Por otra parte, no es difícil explicar a qué se deba la existencia de esta matriz de opinión. Sí –bastante a la propaganda sucia de medios de información de la ultraderecha venezolana bajo el patrocinio de organismos que pasan por el National Endowment for Democracy hasta llegar a los propios organismos financiados por él mismo y USAID (Súmate, Primero Justicia et. al.), pero también al modo previo con que se constituyó el gobierno bolivariano; a saber, el fallido intento de golpe de estado al gobierno neoliberal de Carlos Andrés Pérez en el año de 1992 por parte del MBR.

El MBR (Movimiento Bolivariano Revolucionario) es un movimiento surgido en la década del ochenta con la intención de derrocar por medios revolucionarios a los gobiernos muy corruptos que hasta entonces no habían hecho poco más que enriquecer a una minoría oligárquica a coste de la pobreza del pueblo. Un movimiento articulado por un conjunto de militares en activo conscientes de la precariedad y necesidades de su gente; algunos de ellos sobrevivientes a la lucha de guerrillas durante los sesentas; otros, coroneles con oportunidad de ingreso a estudios universitarios –caso de Chávez- que se hacen en aquel momento de una conciencia histórica muy clara y comienzan a pergeñar una visión socialista -aunque no precisamente entendida en un sentido marxista- de lo que es prioritario para sus regiones.

Antes del intento de golpe de estado al gobierno de Carlos Andrés Pérez por parte de este grupo de militares rebeldes con Chávez a la cabeza, ya Venezuela había dado señales límpidas de su deterioro, como nos lo muestra “El Caracazo”, aquella irrupción violenta de los habitantes de las chabolas a la Caracas de la meseta -donde habitan las élites y clases medias- a razón de una subida abrupta del precio del boleto de autobús que claramente perjudicaba a los habitantes de los cerros. En ese momento, los militares del MBR se vieron incapaces de figurar como la contraparte armada a la insurrección civil debido en parte a hechos de coyuntura. Habrían de esperar hasta 1992, para terminar en el conocido golpe frustráneo con saldo de algunos generales muertos y Chávez en la cárcel, después de públicamente haberse declarado único responsable de la intentona y esa promesa televisiva que el pueblo venezolano tendría muy presente seis años después.

Cuando Chávez sale de la cárcel está determinado a poner fin a décadas de gobiernos corruptos, pero no ya –o no de preferencia- por la vía de las armas sino por el método democrático protocolario, el de las urnas y las elecciones. Cuando en 1994 Chávez es invitado por Fidel Castro, quien ya había puesto sus ojos en el joven oficial, a dar una conferencia en la Universidad de La Habana, Chávez confiesa a Castro estar dispuesto a llegar a la lucha revolucionaria pero no sin antes intentar la opción socialdemócrata. Chávez, en efecto, arriba al poder cargado de sueños y promesas, y mucho gracias al fracaso del gobierno de su predecesor Rafael Caldera, quien también le indultaría de su estadía en la cárcel. Pero cuando en 1999 convoca a una Asamblea Constituyente con el fin de dar redacción a una constitución nueva y quedar allí plasmados los ejes de su gobierno socialista entre los que sobresalen una reforma a PdVSA y un proyecto agrario adverso a los intereses de los viejos terratenientes venezolanos -entre los que figuran la confiscación de tierras estériles-, entonces, la derecha venezolana pone el grito en el cielo y comienza la propaganda sucia contra su gobierno, de entre la que destacan tres momentos clave.

Cito dichos momentos.

1) El golpe de estado de abril de 2002, revertido por militares fieles a Chávez, por la solidaridad del pueblo venezolano y por la coordinación entre dichos militares y población civil como primeros frutos del Plan Bolívar.

2) El intento de golpeteo económico con las protestas y cierre de PdVSA por parte de trabajadores administrativos y directivos, que culmina con el triunfo chavista y el cierre de las instalaciones de la empresa petrolera en Caracas (instalaciones utilizadas después para la creación de una de las universidades bolivarianas), más la purga de funcionarios corruptos de la paraestatal.

Es importante señalar que este episodio ocurre muy en la usanza del golpeteo económico que la derecha chilena le propinara a Salvador Allende cuando éste intenta nacionalizar los servicios de transporte chilenos no poco después de haber nacionalizado el cobre y meses antes de su caída en el palacio de La Moneda, pero que si Chávez sale librado del episodio es debido a la coyuntura del precio del barril del petróleo y a que, en general, ha contado con el apoyo de una alta fracción de oficiales y militares de las fuerzas armadas venezolanas y con el apoyo del pueblo, en el medio de una lamentable confrontación entre éste versus las élites y clases medias, y cuya confrontación ha llevado al pueblo a otorgar mayoritariamente su apoyo a Chávez en connubio contra las élites.

3) El llamamiento a una consulta pública para la organización de un referéndum para refrendar el gobierno chavista en 2004, convocada, financiada y publicitada por la derecha y amparada en la propia Constitución creada a inicios del mandato de Chávez. Por supuesto, estas élites opositoras han hecho valer su derecho a dicho ejercicio más de una vez desde entonces.

De este último momento clave, algo que fue primordial para ganar Chávez el referéndum fue la creación de las llamadas “misiones” que se venían implementando en su gobierno de tiempo atrás, entre la que destaca la misión Barrio Adentro posible de llevar a cabo gracias a la colaboración del gobierno de Cuba que, como parte del programa, había enviado al lugar a cientos de sus prestigiados médicos, equipos y medicinas, en lo que se puede apreciar como un intercambio, en el cual competía al gobierno de Venezuela abastecer de petróleo al gobierno cubano a la mitad del precio en el mercado internacional. Tan populares han sido dichas misiones, que los partidos opositores que intentan llegar al poder, han prometido a la población la permanencia de ellas.

De entre todos esos momentos de crisis, es proverbial la actitud conciliadora de Chávez después del golpe militar y el gesto demócrata de haber aceptado el referéndum. Actitud inútil en el intento de hacer desistir a la oposición, pero útil –desde mi punto de ver al no haber dado elementos a sus impugnadores para que evidenciaran lo que con tanto ahínco han deseado evidenciar desde entonces sin haberlo logrado aún: que Chávez es un dictador.

Y si acaso en algo han minado la popularidad del gobierno chavista –lo cual no descarta que Chávez pueda equivocarse o que no se haya equivocado ya ha sido con la asistencia de la maquinaria propagandista estadounidense o a través de la creación de conflictos en la zona por parte de USA, como la crisis suscitada entre Colombia y Venezuela cuando el gobierno de Álvaro Uribe bombardea a un campamento de las FARC en las fronteras con Ecuador, en aquel episodio dramático en donde murieran jóvenes estudiantes mexicanos de la Facultad de Filosofía y Letras y del que Lucía Morett es una de sus sobrevivientes y, en fin, por los medios desestabilizadores típicos del injerencismo yanqui.

Una cosa que me entusiasma mucho de la revolución bolivariana y de todos los movimientos de manumisión que se están librando al sur del continente es que se trata de movimientos con una visión muy latinoamericana.

Sí -por supuesto- en el caso particular del gobierno de Hugo Chávez no puede negarse la coincidencia con el socialismo europeo (el marxismo-leninismo), pero hay en este gobierno y en este movimiento un ideario enteramente latinoamericano, en la tradición de los libertadores e ideólogos del continente: Simón Bolívar y Simón Rodríguez, Antonio José de Sucre, José de San Martín, José Martí, etc. Hay también, la influencia de los generales del siglo XIX entre los que destacan Ezequiel Zamora (una de las figuras fundamentales en la comprensión del pensar chavista) y, por supuesto, la inspiración de los militares que ya en el siglo XX enarbolaran un ideal nacionalista, como es el caso del peruano Juan Velasco Alvarado, del general Torrijos en Panamá y de alguien que si bien no figura en el panteón de los héroes bolivarianos se inscribe -en mi opinión- en ese mismo orden de hombres, el general Lázaro Cárdenas. 

Pues bien, en este diálogo que he querido incrustar aquí se aprecia mucho de ese fervor, de ese querer instrumentar modos de gobierno ad hoc a las necesidades de los pueblos latinoamericanos, al margen de quimeras colonialistas, con apego a una visión humanista como humanitarista, en respeto a la autodeterminación de las diferentes soberanías de la región, buscando vindicar a los pueblos aborígenes de nuestro continente, desde la conciencia de líderes conocedores de la propia historia y del porqué del contradictorio estancamiento de naciones riquísimas en recursos naturales pero pobrísimas en desarrollo humano y, en fin, en la búsqueda de un orden multipolar en oposición al unipolar que hoy se vive.

Es verdad que los antiguos colonizadores de estas tierras llegaron aquí con ventajas técnicas sobre los antiguos pobladores y que sobre dicha ventaja se les conquistó. En el caso específico de la América Latina, gracias al mestizaje, pervivió algo de la llamada visión de los vencidos –algo de esa visión creo que explica en mí mucho de mi amor por estas tierras, pero también es verdad que parte importante de la estirpe nacida a la vera de los ríos y montañas de estas geografías, fue muerta a razón de matanzas y masacres –bastante más moderadas que las matanzas hechas por sajones al norte de América o de pestes que, en fin, dieron muerte a gran parte de aquellas viejas culturas. Hoy somos pueblos nuevos con una cauda importante de pueblos viejos y no veo porqué tengan o deban persistir las disparidades. Más precisamente, no veo porqué, quienes habitamos aquí, debamos estar dispuestos a consentir que así deba ser.



“Yo conocí a Bolívar una mañana larga,
En Madrid, en la boca del Quinto Regimiento.
Padre, le dije, ¿eres o no eres quién eres?
Y mirando al cuartel de la Montaña dijo:
˂˂Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo˃˃.”

Un canto para Bolívar (fragmento), Pablo Neruda.

* No sé si a alguien interese el libro que se menciona en la charla, pero puede descargarse desde este link (por el índice y lecturita rápida, se ve que está bueno).

Solicitud

Razonaba el otro día no sentirme lista para la celebración de comicios en 2012 en medio del clima de violencia que se padece. Luego, razonaba en tal modo que extrapolé este sentimiento subjetivo a uno objetivo y ahora creo que este país no está listo para dichas elecciones en el marco de este ambiente siniestro y, entonces, que por ello es bien importante que la sociedad civil que aquí habitamos exijamos el fin de tal circunstancia y aprovechar la coyuntura preelectoral en lo que se podría calificar como de un actitud utilitarista. Como yo quiero que las elecciones no sean motivo para más masacre, entonces, yo quiero que pensemos cómo hacer para que, de hecho, no lo sean. 

Nada más para puntualizar sobre la gravedad de la situación, cito algunos datos.

Primer dato.

En el transcurrir de las dos últimas semanas, se tiene ya registro de los siguientes crímenes cometidos contra activistas:

Julia Marichal, activista y actriz. Distrito Federal (asesinada).
Nepomuceno Moreno, activista social en Hermosillo, Sonora (asesinado).
Norma Esther Andrade, activista social. Cd. Juárez, Chihuahua (baleada).
Trinidad de la Cruz Crisóforo. Ostula, Michoacán (asesinado; su cuerpo hallado hace pocas horas).
Marcial Bautista Valle y Eva Alarcón Ortíz, activistas sociales.  Petatlán Guerrero (secuestrados).

En tiraje reciente, la revista Contralínea dedica un reportaje sobre los más de cien periodistas muertos -o desaparecidos- a lo largo de los últimos once años. Por supuesto, con mucha sensibilidad hacen mención del asesinato de las periodistas Marcela Yarce y Rocío González Trápaga; la primera, reportera y fundadora de dicha revista y, la última, periodista independiente. Se recordará que sus muertes constituyeron un fuerte sacudón para la sociedad, sobre todo cuando se informó que habría sido un ratero de Iztapala quien las habría asesinado tras retirar, ellas, efectivo del cajero.

Nadie supuso que sus muertes podrían estar relacionadas con el hecho manifiesto de ser periodistas contrainformativas. Nadie en el mundo.

Otro dato.

El día miércoles, nada más como ejemplo, se da a conocer en “El Universal” el hallazgo por parte del ejército de siete osamentas en Nuevo León. Dato duro al azar.

Un dato más.

El Alto Comisionado de Naciones Unidas en México ha conminado al gobierno mexicano a inspeccionar prácticas y procedimientos durante los operativos del ejército mexicano y ha puesto de relieve la falta de transparencia y la mucha obstrucción (impunidad) al momento de los denunciantes buscar protección por parte de la autoridad judicial (aquí, reporte de la comisión). Ni la impartición de la justicia, ni la protección a activistas ocurren en forma expedita. De allí que algunos de ellos –Marisela Escobedo, por citar- hayan sido asesinados a escasos metros de alguno de los centros de distribución de justicia del país.

Un dato final.

El propio Netzaí Sandoval documenta en la denuncia ante la CPI, casos diversos de tortura o muerte a civiles a las que, para mi gusto, no resultaría aventurado catalogar como de vil criminalización de las luchas sociales de varios de los activistas de derechos humanos de este país cuyas luchas parecieran ser contrarias al mantenimiento del llamado statu quo. Por cierto, Javier Sicilia, el rector de la UNAM José Narro Robles y otra persona se han sumado ya a la denuncia ante la CPI (aquí).

Algunos comentarios.

Bajo ningún argumento logro concebir dar prioridad a la jornada electoral que se avecina frente a estos hechos. ¿Por qué enfrentar y confrontar estos dos eventos? Porque ambos suceden en esta misma soberanía y porque esta soberanía está enferma. Parte de sus miembros se encuentran en constante estado de vulnerabilidad (por no decir, cualquiera que se interne al interior del país). Sus activistas de derechos humanos están siendo asesinados; por el modus operandi con que se han venido ejecutando estos sucesos, resulta inevitable hablar de criminalización de luchas sociales o de reprimendas. Han muerto, además, civiles en medio del fragor de la guerra entre ejército y cárteles; los periodistas también son acallados. Esta república y sus miembros se hallan en constante amenaza. Cada mañana los periódicos nos avisarán una y otra vez sobre nuevos crímenes. Esta república, cuya soberanía reside en sus habitantes, no podrá tener razón de ser –no habrá cosa- si los habitantes que la fundan y le dan permanencia son candidato a osamenta cualquier buena mañana o noche de sus vidas. No podemos convocar a elecciones si no hay república qué sostener. Es decir, tenemos que acudir a elecciones –y acudiremos- si se garantiza la seguridad de los habitantes de esta república. No pretendo en mi escrito llamar a sabotear las elecciones; tampoco voy con el anulacionismo porque considero no estar listos para esa práctica a razón de la sociedad polarizada que somos desde 2006 y ya antes. No llamo a abstencionismo. Llamo, en cambio, a hacer uso de nuestros derechos cívicos. En razón de ellos, exigir a aspirantes y partidos la cancelación de la lucha anti drogas; esclarecer los negocios de la CIA, DEA, bancos londinenses manejando activos provenientes de cárteles. Determinar cómo pudo ser posible “Rápido y Furioso”. Descartar –y ojalá nos callaran la boca- lo que con tanto cuidado han venido documentando diversos analistas: que esta guerra, en el marco del Plan Mérida no es sino un émulo de la guerra de cárteles echada a andar como parte del Plan Colombia en aquel país y que ambos hechos se circunscriben en el conjunto de acciones de la nación del Norte para control del hemisferio y aprovisionamiento de recursos (con gobernantes y funcionarios mexicanos -y colombianos- en colaboración, y con sociedad apática o temerosa).

Luego, presionar a los aspirantes a la presidencia a solicitar los siguientes mínimos de seguridad y juicio:

1) El cese o suspensión provisional de los enfrentamientos cártel-ejército.
2) La devolución del ejército a los cuarteles.
3) La inmediata despenalización al consumo de estupefacientes y articulación de una política pública de sanidad para lidiar con dicha despenalización. Si no se hace este punto, el 2) es inviable y sólo el 1) en su primera versión.

(Aunque la lista podría extenderse.)     

Finalmente, temo mucho que este clima de represión impere durante la celebración de los comicios; me mortifica pensar se reprima a personas o se las fustigue a causa de su preferencia electoral.

Esta elección pinta a ser fraudulenta y/o manipulada, servirse la mafia priísta de los servicios oligárquicos –como lo ha hecho- en beneficio de su candidato. No sólo poner a disposición del personaje la barra de programas de opinión y noticieros televisivos; no sólo promocionar y parangonar la vida del sujeto con la de un popstar o cosa similar, sino sofocar cualquier intento de levantamiento ante lo que se avecina como una clara imposición.

Tal vez me equivoque; pero pienso que no es inteligente ir a 2012 en medio de este clima de incertidumbre (ojalá me equivoque). Pienso que ciudadanía debemos exigir se lleve a cabo la vuelta electoral libre de ejércitos y cárteles; sin DEA’s lavándole el dinero al narco.

Por supuesto, ir a votar significa soñar con una elección democrática de nuestros funcionarios de gobierno, y no esta plutocracia en que vivimos; significa otorgarnos un voto de confianza a nosotros mismos.

Por cierto, la otra mañana que leía “Fundamentos para una república amorosa” de Andrés López Obrador, muchas cosas en el escrito me parecieron dignas de relieve y reflexión; cito algunas relacionadas con el tema de esta entrada:

Sostiene él la convicción en el pueblo honesto que somos y en que parte del mal se debe a le existencia de grupos de corrupción que se han enquistado en el gobierno y por los cuales, razonablemente dice, el país se ha dejado mangonear por intereses ajenos o intereses meramente de mercado, por ejemplo. (Importante tomar en cuenta que esta experiencia de la honestidad del pueblo le ha venido, en parte, a través de sus viajes por el país, como la visita a todos los municipios de habla indígena en Oaxaca; esto se entresaca leyendo dicho escrito).

Sostiene que habrá de combatirse al narco en base a la reducción de las disparidades económicas de los miembros de esta sociedad; a la instauración de una justicia social y a la elevación de la honestidad a rango supremo (aunque esto último sí me parece inviable y digno de una retórica por la que –otra vez- le van a despedazar. Noble en su intención, torpe en su forma).

Finalmente, AMLO utiliza en su texto el “debemos” una y otra vez. Él ya debería saber –y sus analistas- que esto molesta mucho a personas que, en mi opinión, lo leen muy literal. Y, en realidad, nosotros ni debemos, ni podemos, hacer muchas cosas o mandatarlas. Lo que sí podemos –y ésta es la parte que me parece atractiva del programa obradorista- es crear las condiciones para reducir la incidencia de la negación de los debemos, de aquello que produce malestar.

Yo le diría a AMLO frente a sus dichos -que ya son pasados- que tiene razón y que voy de acuerdo con estos postulados; pero también le digo a AMLO y a sus simpatizantes -entre quienes me sumo- que es de mucho pragmatismo no hacer un pronunciamiento muy nítido sobre la asunción de dicha espera y de ese pragmatismo. Es decir, debe reconocerse que ésa es la esperanza y él de alguna forma asumir a los muertos caídos mientras ella dura: seguramente AMLO espera que llegando él, pondrá orden, pero 1) Nada garantiza que llegará y 2)Quizá resulte más fácil la espera si, a priori, suponemos que no será a alguno de nosotros a quien toque estar entre balas en los próximos meses (se ha normalizado en tal forma la situación que no solamente nos hemos vuelto insensibles a ella sino que damos por hecho que le tocará a otro (para suicidas, nihilistas o almas emo, léase “otro” como un “no-miembro-de-mi-familia”)).

Por supuesto, los candidatos a la presidencia -algunos de ellos- son ajenos a la debacle que se vive, pues no han sido ellos quienes declararan la guerra al narco; no son culpables de la situación. Teniendo bien claro esto, yo creo que la propuesta es razonable. La propuesta es positiva, no negativa. No es pedir anular las elecciones –a lo más, postergarlas. No es llamar a anular o a abstenerse. Solamente es aprovechar la coyuntura electoral.

Sin concreción (de una apreciación intempestiva)

(I)

“La belleza será convulsiva o será nada”, André Breton.

Por alguna razón los estetas revolucionarios son asiduos a citar con cierta periodicidad la frase de Breton con que inicia este escrito (creo que sé la razón y creo que todos aquellos que aniden en sus corazones algo de afanes revolucionarios -y convulsivos- lo sabrán también). Si se le rastrea por Internet a esta frase –la llamaré AB-, podrá verse que está incluida en un libro muy sonado de este autor surrealista francés; se llama “L’amour fou”. He querido conseguir este libro a partir de una mención que hace de él Octavio Paz en ese texto de fábula de él llamado, “La llama doble. Amor y erotismo”; principalmente porque siendo ese texto de Paz uno tan bello y decir, él, en qué medida Breton le inspirase en su erótica (la que nos cuenta allí) pues -ya sabrán- yo quise tener acceso al libro y -nada- al menos por aquí por Internet no he podido encontrarlo; a ver si un día tengo suerte y obtengo un ejemplar. Sí me gustaría.

Tal vez estas palabras me hayan conferido de una ilusión de suficiencia, suficiencia para escribir a partir de ellas. Pero no, yo creo que no es eso. Yo creo que estas palabras le retumban fuerte a cualquiera capaz de sentirse compelido al mayor arrojo -todo-, excepto dimitir a la belleza. Hablaré de mi caso. Cuando decidí estudiar matemáticas hubo varias razones para dicha elección, pero fue -ante todo- una elección estética y un acto hedonista también. Si criaturas que estudiamos carreras relacionadas con el arte, como la matemática o la pintura o la música o la filología, un día vemos satisfecho dicho deseo o un día nos parece huero dicho quehacer, ¿qué vendrá en sucedáneo, qué cosa dará satisfacción, ahora, a nuestra necesidad de goce y a nuestra afección por la belleza?. Viene la pugna axiológica. ¿La que yo soy capaz de percibir o la que existe en sí misma, allí donde esté, con independencia de mi percepción? ¿Una belleza plástica, apolínea, ideal? ¿Una belleza por lo vital, dionisíaca, voluptuosa? ¿O alguna conjunción de ambas? ¿Qué sentido utilitarista, qué falsa apreciación de la importancia de mi quehacer profesional me hará renunciar a ella, fuera de tal quehacer? (en esta última pregunta, ya se aprecia una mutilación de la realidad en la tradición más platónica posible). Obviamente, se llega por una especie de reducción al absurdo a lo que, de principio, pareciera ser un enunciado inaceptable, que la cuestión ética -y luego moral- no se circunscribe a una cuestión estética; que no es la primera subconjunto de la segunda y que esta valoración implicada en el enunciado AB es, como el otro día explicaba en otro post, una idea dicha ya por filósofos anteriores a Breton. Y todo esto, a despecho del embrollo que entraña saber que aun frente a toda valoración hay –después- una decisión y así quedar también la cuestión resuelta (lo que es decidible no se somete necesariamente a algún criterio), pero que, sin embargo, frente a toda esta aparente libertad que nos da el poder decidir, hay también límites o, más bien, necesidades. La necesidad que le hinca al hombre la naturaleza y la necesidad que el azar también nos introduce. La otra que propongo, dado que puede ser que esto sea una manifestación naturalista de nuestro inagotable idealismo, es retirarnos educadamente del mundo ante la manifiesta ausencia de razones para habitarlo (o bien, declarar que ésa es razón suficiente para persistir en él, en nombre de la obstinación).

El argumento principal se me ocurre plantearlo así.

¿Es posible necesitar de la belleza u optar por ella en, por ejemplo, el ámbito profesional y prescindir de ella fuera de este ámbito? Si necesito de la belleza de la poesía, o de la belleza con que flagela a mi intelecto el enunciado de un teorema, o de la belleza de la música, ¿cómo puedo no necesitar de esa misma belleza fuera de esos ámbitos? ¿Cómo puede ser que la belleza del arte -que es creación- satisfaga todas mis apetencias por ella, todas mis pulsiones? La respuesta es: el que es esteta no prescindirá de la belleza doquiera se encuentre y esto es así porque la belleza se halla en todas partes ya que es inmanente a la vida de dentro del cosmos y no posee existencia fuera de ella, es decir, de la percepción que nosotros tengamos de ella. De modo que hay belleza en todo acto cotidiano; en la ida a las compras, en las compras, en no ir, en todo. Y también, por ejemplo, en la muerte, que es parte de la vida. En la vista de un cadáver o en alguna fotografía de él que, en alguna forma, diera inmortalidad al momento último en que dentro de ese cuerpo hubiese habido aún –según se intuía- algún afluente de linfa y sangre.

Así, la muerte no tendría por qué repugnarnos al ser ella misma parte de la vida; si no hay belleza en la muerte, tampoco su imagen atentaría contra ella. ¿Y qué hay de la muerte sistematizada?, ¿de los crímenes de humanidad lesa? A lo mejor sea posible conjurar aquí una estética de lo escatológico en sentido latísimo.

Los últimos dos párrafos exigirían de una asunción doble. Primera parte. Hay una componente de la belleza que yace en el sujeto. Esto es cierto; tan cierto como que un mismo objeto puede ser bello para uno y feo para el otro. Pero –parte segunda- también es cierto que hay una componente objetiva y esto es tan cierto como que hay objetos bellos para todos y objetos que no lo son en absoluto; por ejemplo, cuando se nos habla de proporciones áureas para aludir a rostros que, verificándolas, son considerados bellos.

Con esto, echamos por tierra al argumento platónico (que sólo lo bueno puede ser bello), aunque no necesariamente a su recíproco (que lo bello es bueno) y esa mutilación de parte de la realidad que prescribe dicho argumento, como decía líneas más arriba. Así, la muerte, no por necesidad proscribiría a la belleza y ver en el llamado reino del mal más que la funesta valoración idealista que liquida a parte de nuestras pulsiones. Pregunto, ¿en verdad es así? Yo digo que es al revés. Pero, antes, una consideración. Tal vez haya quien diga que, si se logra soportar la gravidez de la existencia lejos de la música o de los teoremas o de un baile –etc.-, no sea más que a razón del recuerdo que llevamos de ellos durante la realización del resto de nuestras actividades y que, debido a esa memoria, a ese no olvidar, logremos tolerar eventos que sí que son abominables (un genocidio por ejemplo), como parece hacérnoslo verificar la repulsa infligida a la vista de la imagen de una pila de cadáveres (no sé). Algo igual de idealista.

¿Cuál será?

¿Será posible que la causa por la que nos decidimos por el asesinato -o lo rechacemos-, sea una causa que deba estudiarse en terrenos irreductibles de la estética y la ética?, ¿en uno o en otro pero no en ambos, como esas maquinitas xor-exclusivas?

La verdad es que tanta fraseología ya me cansó. Todo esto no es más que nominalismo puro. A las cosas se les nombra porque se aperciben y requerimos hablar de ellas para vivir. Luego, nos metemos en el vericueto de “las cosas en sí” y los noúmenos como dando ya por hecho que, en efecto, hay una metafísica de los objetos, un reino ontológico a nosotros inaccesible.

Lo que quiero yo decir, ya sin tapujos, es que Breton introducía en su enunciado -en su pensamiento- una idea algo contraria a la naciente desesperanza de su época. La idea de la belleza como algo más que elección, es decir, la belleza como  pulsión de vida y de su necesidad. No sólo los objetos del arte como imágenes de dicha pulsión, sino dicha pulsión en sí misma vital. La belleza como necesidad y sólo, después, como elección. Atribuir a toda concepción estética -vital- el significar también una concepción ética (con todo y la infaltable cosmética que probablemente nos pierda, después, de su origen).

Podemos verlo desde el punto de vista del sujeto.

Si la belleza queda asociada al goce estético, entonces la belleza está también anclada al cuerpo en que se produce dicho goce. Si el cuerpo que percibe la belleza es ultrajado, entonces, su capacidad de goce estético queda interrumpida o su intensidad cambia. Cambia la intensidad porque la conciencia del goce -o su sensación- debe ahora destinar parte de sí a la conciencia del ultraje. [Pensar en prácticas sadomasoquistas no me parece constituya un contraejemplo a esto; la conciencia del dolor por amor o de la pena sexual infligida es más una anestésica que una estética (la anestesia del amor y del goce sexual). El sádico, en cambio, apasionado con el sufrimiento del otro, se promueve en la estética del dolor, y de la repulsa, cuando deviene la muerte.]. Como se ve, es pueril situarse en el sujeto estético porque ocurre en menoscabo de la apreciación del arte como proyección estética del conjunto de mores de que se hace el hombre en determinada época, frente a ciertas circunstancias. Problema según el cual, en ausencia de sujetos no hay belleza que percibir -no hay objetos- y ya, por ese simple hecho, condenar la muerte de los sujetos. Cuando, en realidad, pocas cosas hay que exalten más a la vida –o que sean un canto a ella misma- que la creación estética y la aprehensión de la belleza así creada. 

Ahora diré mi rollo autosublimador: está muy cañón que un revolucionario no sea también un esteta. Aunque lo que sí no está nada cañón es encontrarse estetas -de tiempo parcial, a mi gusto- incapaces de exhibir el más leve matiz revolucionario. Yo digo que a esa gente le pasa eso por una razón simple: son amantes de lo bello, pero no conocen, aún, el estremecimiento de lo sublime. Y sucede que a estos estetas pareciera bastarles con el ejercicio de su propagación y el consumo personal de ésta para sentirse muy satisfechos, como si la belleza fuera nada más una cosa de objetos y no de sujetos -excepto ellos mismos-, de instancias pero no de audiencias (pereza). Por fortuna, creo que esto le pasa solamente a algunos cuantos de los llamados intelectuales orgánicos, personas más bien abocadas a promover intereses de grupo a intereses colectivos. Por otra parte, estoy convencida de que a las personas que han hecho las revoluciones las mueve, entre otros varios, el siguiente motivo: no contentarse con poseer nada más ellos la percepción de la belleza o con expresar nada más ellos la vida a través del arte. Por eso no es raro que los ideólogos de las revoluciones salgan más bien de las llamadas clases medias o burguesas que de las clases bajas, estas últimas, difícilmente en condiciones de ser o estar compuestas por grupos de personas que cuenten con los medios económicos necesarios para hacerse de objetos artísticos. Por una parte, me alegra por esta razón la masificación de la cultura a través de los medios electrónicos, esto da más posibilidad a personas de acercarnos al aprecio por la vida a través del arte. También creo que por esta misma razón es también más común ver salir de ambientes rurales a espíritus revolucionarios que de ambientes urbanos. El contacto con la naturaleza, la imagen de las mesetas, el rayo y la tormenta, la mar, el cielo, etcétera, todos ellos espectáculo espléndido de la belleza que se origina en la vida, como cuadros de artistas han plasmado.

Cual sea el modo de referirse a una obra de arte y las muchas obras de arte proverbiales de la clase de objetos a los que nos referimos como bellos –el sueño apacible de la muerte o la muerte misma- son todos ellos prototipo de la vida, la razón sin la cual no nos sería posible dar una opinión y, luego, hasta agarrarnos del chongo con alguien con tal de defenderla.

Termino diciendo que escribí este conjunto de párrafos sí para desarrollar la interpretación de la frase AB –algo que a cualquiera más intrépido le habría tomado dos renglones-, pero, también, que he escrito este conjunto de párrafos como para dar un argumento, quizá típico, de por qué es importante decir ¡Ya basta!, ¡No más sangre!

(II)

Y cuando tome las cenizas de tu cuerpo inerme, y cuando junte tus manos en el color de las trombas, en el color de la lluvia sobre las estepas, en el color de los mares que yo pienso, en el color en que funden todas las aleaciones de los minerales dentro de mi cuerpo, entonces, de nuevo miraré tus manos; pues por esta potencia de la imaginación reconstruiré todo mi sentir: tu ser, tu presencia, la perenne huella de tu paso por mis senderos.

Dedicado a los muertos del sexenio.

(FIN)

El mundo como es

Por azar, llegué ayer a esta grabación en donde se oye un debate entre Netzaí Sandoval y Gerardo Laveaga.

Netzaí no parece contundente en sus argumentos, pero esto creo que se deba más –y espero- a una cuestión de temperamento y de experiencia con los medios, que a una cuestión de convicción. Laveaga no lo parece más; eso sí, su lenguaje es poderoso.

Pero su lenguaje exige acotar -en la realidad- las formas en que puede ocurrir el crimen sistematizado. Como si se precisara de una “guerra” o de la proclamación formal de algún estado de excepción -o sea, de una palabra- para la prosecución de dichos crímenes. (Piénsese en la dictadura Argentina y sus desaparecidos a modo de contraejemplo). Bien sabe Laveaga que la formalidad que él exige -o bueno, la que exige la CPI- para considerar como crímenes de lesa humanidad a los documentados en la demanda no sólo son realidad material sino parte de un formalismo, de un código y un discurso que Calderón ha venido machacándonos desde el inicio de su mandato; no por ponerle jiribilla al enunciado, pero fue a Calderón a quien hace algunos años se le antojó declararle la “guerra” al narco.

Por cierto, igual que Calderón, Hugo Chávez tiene ahora una denuncia ante la CPI. Pero Chávez no es Calderón. Calderón es un demócrata, Chávez no lo es (son déspotas del lenguaje como déspotas en general).

Por otra parte, deja Laveaga insatisfecha una duda mía, ¿puede o no Netzaí -y los 23 mil- acusar de lo que se acusa ante la CPI? Y, si no, ¿ante qué corte? Si Laveaga se siente tan naturalmente solidario ante el gesto de Netzaí, ¿por qué no nos hace el favor completo y nos dice, aquí en México, cómo le hacemos para que corra la demanda? ¿Qué código -cuál artículo- nos permitiría demandar penalmente a Felipe Calderón y a ciertas fracciones del ejército mexicano por crímenes de lesa humanidad? ¿Ante qué corte?, ¿ante la que se negó a dar transparencia al proceso electoral de 2006 y por cuya negativa ahora muchos -y con mucha certeza- decimos que esa elección se ganó a la sombra de un fraude?, ¿o ante la que deja indemne al liberal Krauze frente a los dicterios que difunde vía sus Letras Libres?, ¿o ante alguno de los tribunales a los que se dirigieran alguna vez Marisela Escobedo o Nepomuceno Moreno -y esto es todo lo que sabemos- en búsqueda de justicia para sus hijos asesinados para, después, ser ellos mismos asesinados durante tales búsquedas? 

Podrá invocar Laveaga toda la retahíla de artículos de la sacrosantísima ley que alumbra al mundo, pero el mundo seguirá siendo como es; y este mundo –como es- incluye a un México gobernado por un régimen reaccionario que ha vulnerado la integridad física de varios de sus miembros en el marco de su actuar colaboracionista al régimen del país del Norte.

No sé cuáles vayan a ser las lagunas jurídicas en el documento de Netzaí –si las hay. Sí sé que él intenta caracterizar, allí, crímenes que no aparecen tipificados en la ley mexicana y, entonces -ante ese hueco legal- recurrir a La Haya. No me va a extrañar que no procediera su demanda, pero en el simple gesto, en todas las energías que él ha estado movilizando en este asunto, el hecho de movernos a muchos a su firma, el apelar a un canal todavía legal buscando evitar el otro canal, ya nada más por eso, me parece un gesto heroico. Ojalá personas continúen firmando; ante dicha posible convocatoria, las probables lagunas jurídicas en el escrito se reducirían a ser cuestión  de formalidad, ese transcurrir del mundo que, por ene razones, no podría desdeñar aquí ni en ninguna parte.

Charla con Anabel Hernández (hincapié)

Creo que en esta charla Anabel Hernández describe en cuadro muy completo el asunto del narcotráfico en México.


Esta semana La Haya recibe la demanda que ha impulsado Netzaí Sandoval para promover juicio penal contra Felipe Calderón por crímenes de lesa humanidad a razón de los cincuenta mil muertos generados por su gobierno nefando (aquí, el blog con el parte de hechos).

Cuando Anabel señala que Calderón no podrá argüir inocencia ante estos sucesos, mi corazón se subleva, pero también se tranquiliza. Yo todavía tengo horas en que paso devanándome los sesos tratando de imaginar cómo puede ser alguien -o de qué clase sus pensamientos y sensibilidad-, cómo pueden ser estos “alguien” -quiénes son, cómo son- bajo cuya responsabilidad recaen cincuenta mil muertes. Siempre mi explicación mediata es: seguro no saben, de veras son pitiyanquis, el problema de ellos es su educación tecnocrática, etcétera (la historia del mundo versus la historia de las propias anomalías). Pero no, a juzgar por las revelaciones de Anabel Hernández, la realidad es que no es un problema de candidez; no es la estupidez operando en toda su capacidad. Es la voluntad jodidísima de gente que ha perdido el piso o algo más fundamental.

Contra todas las facultades de mi imaginación; contra toda la gama de emociones que al momento me hayan poseído, hay una ineludible realidad: Felipe Calderón ha hecho de esta nación un campo de muerte, y de la institucionalidad -por él tan cacareada-, capo del crimen. Felipe Calderón debe ser sometido a juicio, pero -principalmente- Felipe Calderón debe ser destituido del cargo que usurpa. No en décadas ni en arresto domiciliario en las postrimerías de su vida. No cuando rescatemos las boletas de manos de un tribunal corrupto. Ahora mismo.

Sobre reportaje de “Reporte Índigo”

Reporte Índigo saca este reportaje.

Si la historia del cártel que presenta Reporte Índigo fuera cierta, habría que añadir -a mi juicio- que es improbable que dicho cártel haya hecho lo que hizo actuando en forma absolutamente independiente y sea solamente él el autor de este crimen cuando -se sabe por documentos- varios de nuestros funcionarios de gobierno mantienen relaciones con y forman parte de la industria del narcotráfico y esto en contubernio -también- con funcionarios del EUA-gobierno; es ingenuo pensar que es posible establecer las interconexiones y redes de distribución de facto establecidas por el narco a ojos ciegos de los gobiernos del mundo (y no sólo del gobierno mexicano). En todo caso, si estas muertes son resultado de un crimen planificado -y no de un accidente como apenas es posible aceptar sin suspicacias- este crimen ocurre en el marco de esta industria, de los intereses y bienes económicos que allí se generan, etcétera (bueno, sólo es posible  aceptar esto que digo si se tiene en cuenta el contexto que rodea a estos eventos: el de la cruzada anti narco implementada en México a partir del ingreso de Calderón a Los Pinos y como parte del Plan Mérida financiado por EUA).

Por como se ha venido documentando por diversos autores en libros, periódicos, documentales y otros medios -Carlos Fazio, José Reveles, John Saxe, el propio Noam Chomsky, etcétera-, no me parece horrorosa la hipótesis según la cual podría haber injerencia externa detrás. Pienso que solamente un desconocimiento de la historia de las intervenciones estadounidenses en México podría llevar a alguien a tachar de “conspiranoica” tal hipótesis. Baste conocer -o haberla vivido- la historia del intervencionismo yanqui para no motejar de conspiranoica a esta hipótesis y, simplemente, contemplarla como una hipótesis más, tesis posible. Quien de aquí quiera inferir que yo o quienes así pensamos, poseemos una visión maniquea de la Historia incurre -me temo- en un lamentable error de comprensión (la inclusión lógica al revés). Como se me hace muy extenuante y prácticamente improcedente hacer una explicación de esta incomprensión cada vez que se presente, mejor mando un link a este post; allí ya aparece explicado el caso general.

Afortunadamente, en un mundo ávido de datos duros -y qué espíritus científicos somos cuando nos apegamos a ellos- no va a faltar quien saque a la luz datos fidedignos sobre este evento. Nadie quiere a priori pretender que esto no ocurrió por causa de un accidente; lo que sí querríamos, en cambio, es saber por qué el gobierno calderonista se apresura a escasas horas del percance a desestimar cualquier otra hipótesis. Es este gobierno el que, a priori, parece estar seguro de que no será posible establecer otra causa. Ojalá fueran más honestos de cara a la sociedad.

Por cierto, cuando me enteré del suceso, mi primer pensamiento fue que si esto era producto de un accidente y no resultado de un atentado -como ha sido inevitable pensar-, entonces, quedaba por preguntarse si no sería, más bien, que Calderón es un gobernante con mala suerte. Ya saben por qué lo digo, por aquello de que Francisco Blake Mora es el segundo secretario de gobernación que muere en el aire durante el sexenio calderonista y por toda la nebulosa que quedó detrás de la primera muerte y ese silencio que comúnmente suele acompañar a eventos incómodos relacionados con el gobierno en México.

Sobre la indignación*

La indignación de los pueblos no es legítima porque se eleve contra el actual régimen imperialista, e ilegítima porque no se eleve contra él; la indignación de los pueblos es legítima si se levanta contra la opresión de sus gobernantes, sean éstos o no simpatizantes al imperialismo yanqui**. Dicha indignación -todas estas rebeliones- no son resultado de una prescripción, suceden o no suceden; en todo caso, habría que asegurarse que dichas rebeliones sean, en efecto, un despertar genuino de los pueblos (digo que ese certeza es necesaria si se quiere hablar de rebeliones). La experiencia reciente del proceder yanqui señala que, allí en donde ha habido un régimen disidente u opositor a la norma yanqui, entonces, el país imperialista infiltra a través de sus servicios de inteligencia a diversos grupos, equipo y, en fin, toda una maquinaria y un proceder desestabilizadores al régimen en cuestión ¿Quiere esto decir que no existen rebeliones libres del  flujo de la infiltración, con o sin ésta? Sería difícil determinarlo, pero es muy seguro que toda vez que ha habido una de estas rebeliones -en particular, las llamadas rebeliones árabes-, el imperialismo ha buscado una ganancia para sí. La suma de estas ganancias, son sobre lo que se constituye, propiamente, el poder imperial. Los imperios -la historia lo demuestra- se erigen sobre sus victorias militares, sobre la explotación de los pueblos y territorios colonizados, etc. Es irrealista pensar que EUA no ha estado detrás de todas estas revoluciones y más irrealista pretender que no es posible la existencia de motivos -artificiales o no- por los que podríamos echar a pueblos enteros a pelear entre sí. Y que prenda la mecha -sospecho- es bastante más sencillo de lo que se pueda concebir.

A un levantamiento popular, si es genuino, no se le tiene que comprender. No hay algo como un criterio general para determinar cuándo un levantamiento es más legítimo que otro, sencillamente porque los pueblos y las sociedades que conforman a nuestro mundo son diversos en sus reglas y en sus costumbres. Para comprender por qué pueblos se hallan en sedición, hay que comprender -y primero conocer- la cultura de dichas pueblos, su conformación. Pero aun cuando así ocurriera y lográsemos penetrar en lo más profundo de sus motivaciones, ellos no requerirían de nuestra venia para alzarse furiosos contra lo que los oprime. Es aquí, en este punto, donde el llamado Occidente del mundo (empiezo a pensar que hablar de Occidente es una ensoñación), entra y entra fuerte. Entra con su visión totalizadora de las cosas, con su eurocentrismo recalcitrante, el recurso tirano a valores e ideales, con su querer ajustar la realidad a sus arquetipos -y no sus arquetipos a la realidad- y con (fútil pretensión) pretender esto mismo para pueblos enteramente autónomos en su ser; pueblos cuyo ser puede coincidir con el ser de Occidente o no coincidir en lo absoluto (creo que todo mundo que lea sabrá discernir a qué Occidente me refiero y que lejos estoy de pretender introducir aquí generalizaciones o hacerla de juez).

Para las personas que han sido educadas parcialmente o absolutamente desde la perspectiva de Occidente, quizás resulte difícil comprender que puede haber cúmulos enteros de pueblos que viven en base a prioridades y valoraciones distintas. Aunque, personalmente, yo no justifico -y casi no comprendo- que esto pase. Al contrario, absorber cultura tendría que derivar -casi necesariamente- en entender qué es cultura. Y si se entiende qué es cultura y se entiende que en Occidente y en los países que también estilan estas normas se organizan los gobiernos con el ideal democrático en mente, entonces, también se tendría que entender que existen pueblos que organizan sus gobiernos en base a otros ideales y que la optimalidad de dicha organización, quizá tenga menos que ver con el ideal en uso que con la capacidad de sus miembros de irse adaptando y, en fin, acoplando a lo que ellos vayan decidiendo y haciendo (en gran parte de México y de Latinoamérica se tienen usos occidentales normando nuestras vidas y permeando en nuestra cultura -por no decir, abarcándola por completo- a razón de la llamada conquista, la hibridación de lo español con lo mesoamericano).  

El asunto es que sobre esta incapacidad de que hacen ostensión algunas personas en el llamado Occidente que -como ya dije- yo no comprendo, se llega a convencer a sociedades enteras de que está bien entremeterse en los problemas en Medio Oriente -o con cualquier gobierno opositor- y así justificar que la OTAN y aliados lleven a cabo las masacres que típicamente llevan a cabo.  Por otra parte, para los Sarkozy y esa gente, no hay nada como una incomprensión de esto moviéndolos a sus invasiones; si la hay o no la hay, eso es irrelevante. Su móvil es otro y es de carácter imperial, el mismo que precipitó la Primera Guerra Mundial, por ejemplo (y que es el que acicatea a Israel en sus amenazas de hacerle la guerra a Irán).

Autodeterminación

Existe multitud de personas para los que estos eventos no pasan por ellos o apenas les interesan ¿Qué pasa cuándo sí nos interesa lo que ocurre más allá de nuestro ámbito doméstico? Sin duda, no es posible permanecer impasibles. Cuando se da la toma de posición aparecen -yo he podido apreciar- más o menos dos tendencias opuestas. Una que pugna por la libertad de los pueblos que se están levantando, porque -se arguye- habrán de derrocar a sus dictadores. Y otra que pugna por la libertad de esos pueblos de hacer lo que necesiten hacer sin intromisión de agentes externos. La primera posición puedo admitirla si y sólo si esa posición no consiente la “ayuda” de Occidente para la liberación y que, por el contrario, la combate; también la admito si, en efecto, queda comprobado que no es uno de los tanto movimientos de desestabilización de Occidente para entrar allí a llevarse los recursos naturales de esos pueblos. Si no se dan estas dos condiciones, me parece que es un espejismo hablar de libertad de esos pueblos; porque no es admisible pensar que para liberarse de “sus dictadores” -y se les llama así con relación a los ideales de Occidente y no con relación a los ideales de dichos países- deban, primero, esclavizarse al auxilio de Occidente y lo que ello conlleva (caso de Libia y de Siria).

La segunda posición me parece la más adecuada y sensata posible y ni siquiera es novedosa; se le conoce como principio de autodeterminación de los pueblos, principio que -importante recalcar- prima o se hace efectivo entre países y pueblos y no por necesidad entre los individuos de dichos pueblos. Es un principio que intenta garantizar la libertad de los pueblos de instrumentar forma de gobierno, lengua, mecanismos de solución de conflictos, etc. necesarios a ellos. Y cuando digo que este principio no por necesidad aplica entre los individuos de dichos pueblos lo digo porque las personas nos sentimos naturalmente inclinadas a asistir a personas en problemas o personas que tienen dolores o sufren. Así que si, por ejemplo, un día hubiese una guerra en una de nuestras fronteras creo que sería muy difícil no querer asistir a alguien herido o que sufre, sin importar el bando o por qué sufre esa persona.

Por supuesto, el problema con este principio es que en un mundo de colonialismos, este principio difícilmente puede aplicarse (de hecho, este principio es una de las muchas reacciones al colonialismo).

El otro problema, parece que queda sin resolverse. La objeción más obvia es: entonces porque tienen apoyo de la OTAN y compañía, ¿no deben dichos pueblos levantarse y renunciar así a su libertad? A mí me parece que no deben levantarse sino hasta el momento en que salgan de sus fronteras sus invasores (lo que acabo de decir es de una candidez sin rival); y, por tanto, tener que exigir su salida. Por otra parte, a mí me parece que no tienen por qué renunciar a su libertad, pero que -repito- esa conquista atañe sólo a ellos. Claramente, por otra parte, y por una cuestión de elemental sentido común, la conquista de la libertad de todos los pueblos frente al oprobio imperialista, atañe a todos los pueblos presa de esa esclavitud y aquí sí -me parece- se tendría que marchar unidos para alcanzarla.    

En cuanto a la indignación de Ocupa Wall Street, no hay mucho que decir, más que lo obvio. Son resultado de la obcecación del imperio para con el libre mercado, resultado de la mercantilización de la vida, los quiebres que ésta conlleva en las personas, etcétera. El fenómeno Wall Street por alguna razón me parece mediático. No digo que esa gente no tenga razones para protestar, digo que lo van a desinflar como lo han hecho con varios otros (lástima).

Hasta aquí con esto.

No mando links porque me haya vuelto una pichicata de los datos duros. Asumo que quien lee aquí, en general lee y sabrá cómo informarse sobre estos asuntos; asumo también que son personas críticas y capaces de generar pensamiento independiente.

* Lo escribí hace una semana en forma espontánea y continua como sucede cuando se escribe. Tal vez como una necesidad buscaba terminar de dar forma a mi punto de vista sobre esta situación. Punto que ha quedado plasmado por aquí y por allá en forma de post, tuit o comentario. De inicio, por esto mismo me pareció inútil ponerlo aquí. Luego –ahorita-,  cambié de opinión y aquí está.
** Y, por definición, todo imperialismo es opresivo. Eso es claro.


Punto de vista sobre hallazgo en red social

Encontré esto en la cuenta de un contacto en Twitter.

Cansada un poco de soliloquiar en la red social, hago aquí un comentario -adenda, añadido- de parte de dicho hallazgo.

Hay hechos convertidos a mero símbolo o arquetipo como resultado de la acción cultural y de la tendencia del hombre al idealismo. Es verdad eso; aunque esta verdad demandaría -de principio- buscar volver a dichos hechos en su originalidad. Justamente Nietzsche, en El Origen de la Tragedia del Espíritu de la Música describe dicho proceso de conversión. (Nietzsche, de quienes los postmodernistas se han alimentado hasta el delirio y al que se le tiene considerado como uno de su fauna). Pero se olvida que sus ideas -con todo y lo transgresor que hayan sido- acometen primordialmente contra el idealismo famélico* de la moral cristiana y cuando construye su Metafísica en el mentado libro –y ya antes- y hace derivar su concepción estética a partir de concepciones éticas, y no al revés como se cree en ocasiones, proponiendo esta estética revolucionaria reivindicadora de la voluntad humana (pensamiento) y de su vitalidad –la del acto liberatriz de los instintos naturales en el hombre-, el tejido putrefacto que intenta no sólo reconstruir, sino derribar, es justamente el que el pensamiento griego le aportó al cristianismo, el neoplatonismo, el idealismo griego –judaizado- del que se sirvió el cristianismo para su propia profusión, haciendo de él objeto de degeneración en muchos casos.

Sin embargo, aceptar esto mismo para la Ciencia (a más de cien años), me parece simplemente un retroceso. ¡Claro que hay hechos! Los hechos de la ciencia y otros hechos (y sus interpretaciones, etcétera). Y a no ser porque, por ejemplo, para hacer búsquedas en Google se utilicen ciertas verdades de la Matemática**, no afirmaría esto tan campante, pues -además- ejemplos así, lo re sabemos, hay vastos.

La imagen del cristianismo que pervive hoy en día es una a mi parecer demasiado parcial, demasiado satanizada. A pesar de confesarme prescindir de arquetipos divinos -al menos a la usanza cristiana-, creo que el cristianismo no sólo fue motivo de persecuciones y asesinatos (fueron hombres y no el corpus cristiano quienes organizaron estas cacerías), el cristianismo fue también impulsor de arte, motivo de unidad cultural y sentido de identidad para las personas de épocas pasadas. En general, creo que todo ideal –en su origen- tiene por intención ordenar y dar sentido a nuestra realidad. Así visto, los ideales son necesarios para las sociedades y, nosotros, si queremos eludir una anquilosis ideológica tendríamos que comenzar por preguntarnos, de cuando en cuando, a qué llamamos nuestros ideales.

Es dudable que Nietzsche pretendiera hacer de su pensamiento, fugitivo de la interpretación.

* El que es famélico.
** El principio de Perron-Fröebenius que, recuerdo difusamente, tiene aplicación en procesos markovianos con matrices (creo que la matriz del algoritmo de búsquedas de Google se estaciona en un cierto momento).

Mensaje

Desde este espacio, hago causa de la acusación vertida en este blog; no sé mucho de los intelectuales de aquel país, pero me basta con conocer la honestidad de la bloguera, el proceder imperialista y los más recientes acontecimientos para copiar aquí (aunque no sería muy difícil, por analogía, inferir esto mismo).

En realidad, desde este olvidado espacio querría hacer eco de hechos cotidianamente denunciados por blogueros que hacen de sus plataformas algo más que ocasión para la exaltación del yo (este nuevo idealismo postmoderno).

Pienso mucho en esa parte de la blogósfera; cómo ellos mismos me infunden de impulsos para la acción.

Creo que varios de nosotros traemos atorado en la garganta, corazón, y no se sabe en qué otros sitios, la reciente porquería de las naciones democráticas contra Libia. Pero también pienso que esto último ya la hace nada más de detonador de un cúmulo de tensión psíquica y emocional que venimos arrastrando de años y ya no es posible contener por más tiempo. México y toda Latinoamérica son parte del cochinito, del suculento botín que a precio de sangre y mentiras se envasa este séquito de banqueros, magnates, empresarios, jefes de estado, mercaderes.

Que los latinoamericanos pertenezcamos a las naciones expoliadas y no, como funambulescamente se nos llama “del tercer mundo” o de “economías emergentes”, es razón suficiente –justo- para no permanecer en el impasse. Porque en mi país muere gente a causa de la industria del dinero, me cabrea que muera gente en cualquier parte del mundo a instancias de esa misma causa. A ver cuánto más.

Fin del mensaje.

No nada más necesidad

Es irrisorio que en la retórica privatizadora (para el convencimiento de las benevolencias del libre mercado, etc.), no se haya hecho nunca* evidente que esto de las corruptelas e ineficacias de la actividad industrial a manos del Estado, no es cosa consustancial a la figura del Estado, sino en general consustancial a toda organización humana sin que necesariamente -claro- esto vaya a ocurrir siempre. Que la solución no radica en hacerse a la derecha viniendo de la izquierda, en privatizar después de desnacionalizar, sino que esto pervive como simiente en el ser humano y que -quizá- si nos entregásemos con ese mismo fragor a tratar de entender el mecanismo podríamos concebir mejores soluciones. Que en los planteamientos, etiquetados como de izquierda, se aperciben aspiraciones más humanas, menos venales, sí holísticas, etc., puede ser que sea cierto -es cierto, de hecho-, pero eso tampoco es garante de nada, allí, en donde interviene el ser del hombre; así que no debiera de asustarnos que, por ejemplo, al socialismo soviético se le haya llamado después “capitalismo de Estado”. Que, en todo caso, el móvil debiera ser la constatación objetiva de un modelo o un modo social de organizarnos que consienta la menor ocurrencia posible de injusticia.

La pugna Estado benefactor/Estado neoliberal es la forma que toma hoy la pugna más general que se sucede entre opresores y oprimidos; entre almas que conciben libertad y dan la lucha por ella (y por otros) y las que no. Las que no, puede que actúen así azuzados por el miedo, por la inseguridad y por una esencial falta de fe en la bondad del hombre. La ausencia de acción es también una renuncia a la libertad.

Si es verdad que las cosas se hacen “buenas” o “malas” a nuestra percepción, no lo es menos que en multitud de ocasiones se da el caso en que grupos numerosos de personas parecen coincidir en un mismo punto de vista o percepción sobre lo que es necesario (bueno) para el grupo. Pienso que dicho coincidir es tanto más honesto, cuanto ocurra con espontaneidad, al margen de toda organización demasiado elaborada; el caso de la democracia -me temo- no es precisamente ése. Pero hay ocasiones en que se da el caso más espontáneo, más libre, en que multitud de humanos parecen arribar a una misma apreciación sobre lo que es conveniente para ellos. Desdichadamente, cuando así ocurre, puede ocurrir también que ésto, que es fortuna para muchos, sea infortunio para otros y, entonces, el grupo de humanos en cuestión se vea envuelto en el penoso caso según el cual deban luchar por medios violentos para el logro de su objetivo. Terrible, pero recondenadamente cierto. El caso de las poquísimas revoluciones que se sucedieron en el siglo pasado y cuyas aspiraciones y programas de acción aún se mantienen, pienso que ilustran bien esto.

Tal vez sea recalcitrante en este parecer mío o mi visión abarque muy poco, pero estoy convencida -desde la mujer alineada a la izquierda que soy- que no basta con un programa político o económico, ni -menos- con econometrías; hace falta comprensión entre nosotros. Nos está haciendo falta amor en su sentido más lato: el que arde entre dos cualesquiera seres, pero –también- el amor hacia el lugar que habitamos, amor a otras especies, la comprensión más humilde –y al mismo tiempo bien oronda– de nuestra posición en el universo. 


* Decir "nunca" es una retórica mía.

Un poco de música para esta noche

Ésta que llamo -posesiva- “mi mazurca de Ponce”:



TEMA: Mazurca No. 2
COMPONE: Manuel María Ponce
INTERPRETA: Jorge Federico Osorio

Objeciones

Ahora que me abrí una cuenta de Twitter, me encontré por fortuna –mala o buena- la cuenta de una persona que trabaja en la tele y se llama Paula Ordorica. Entonces, ella recomienda que leamos esto que escribió en el ahora diario de derechas, “Excelsior”. Leo y, al inicio, me parece razonable la serie de su exposición. Al final, llega a una conclusión que no sé cómo la infiere. Le escribo, entonces, una serie de objeciones (aún no tengo respuesta de su parte).

La serie de mis objeciones, las pongo:

T1. Tu columna (“Crimes Against Logic”) está plagada de premisas harto razonables -y verdaderas- y por una conclusión que no.

T2. Se llama argumento válido a uno que necesariamente llega a una conclusión verdadera si se parte de premisas idem.

T3. Semánticamente válido –digo.

T4. Reitero, lo tuyo es otra cosa que una deducción (¿qué es la opinión de un columnista sino otra opinión?).

T5. Así visto, la invalidez de tu argumento es irrelevante.

T6. Lo relevante es que le niegue al movimiento de Sicilia el recurso a la protesta y a la marcha. ¿Por qué?

T7 No entiendo en qué medida la expresión de voluntades populares ha de implicar una falta a la democracia.

T8 Digo que no es válida porque, pregunto, ¿no democracia es –también- la inclusión a la sociedad de los deseos de las minorías?

T9 ¿No se hace esta inclusión aun cuando se trate estrictamente –"en su etimología"- de un gobierno de mayorías?

T10 Y que se trate de un gobierno de mayorías es también –me parece- discutible (por eso las comillas).

T11 Precisamente, una democracia habrá de distinguirse de otros sistemas de gob. por el eco que haga de las resonancias populares.

T12 Y no veo por qué se deba apelar –por necesidad- al criterio adicional del quórum.

T13 Y quiero saber por qué una marcha o protesta –en domingo- atenta contra el espíritu democrático.

T14 Y quiero saber por qué las exigencias populares –del pueblo que gobierna, según la democracia-, son antidemocráticas.

T15 Exigir y articular medidas a fin de que dichas exigencias sean escuchadas no es –per se- antidemocrático.

T16 Supuesto que las exigencias y medidas atentasen contra terceros, entonces, tildar a eso de antidemocrático, sería falaz.

T17 Se le podría tildar de bastantes otras cosas –dependiendo el caso-, pero no de antidemocrático.

T18 ¿Por qué, a priori, suponer que la serie de actos que realice el MNP va contra espíritu democrático? No veo la relación.

T19 Y si nuestro hacer viniera dictado por términos y significados ¡en qué sociedad esclerosada nos estaríamos convirtiendo!

T20 Rechazo esa esclerosis.

T21 Rechazo que la sociedad que construyamos deba supeditarse a términos y acepciones a estos asociados.

T22 ¡Nosotros somos quiénes hacemos los términos!

T23 En mi opinión, tu columna pudo haber sido una gran columna, pero se quedó en el intento.

T24 Te comparto algo que, sobre el similar, hace un par de meses escribiera en mi blog. ¡Saludos!

Lamento si el orden de mis objeciones no me quedó exacto, hube de ordenarlas en sentido opuesto a cómo almacena una pila y, quizá, en el proceso me haya equivocado.

Bien, ahora quiero hacer la pequeña narración de por qué elegí abrir Twitter.

Principalmente porque este semestre se ha reducido notablemente el tiempo que tenga para la escritura aquí en Eleutheria*, entonces, con que al vapor escriba algo –como se logra hacer en Twitter- ya me conformo. Además de hablar allá de si se me cayó la uña seguiré con otros de los temas que me apasionan, entre los que destaca el de la política. Yo creo que hablaré menos de mis uñas y de chismes personales; no es que mis uñas y chismes personales no tengan un lugar importante en mi vida, pero ocupan un escaño menor en el orden de mis prioridades y en el orden de prioridades de cualquier ser humano.

Otra cosa. Ayer que me abrí la cuenta, mi intención era quedar anónima. Pero esta intención no ha podido durarme más de veinticuatro horas. Entre consideraciones morales, mi gran afición por la Web y una vergüenza a fingirme bajo otra identidad, decidíme por no quedar anónima y mejor compartir. También porque las últimas horas he podido apreciar la funcionalidad de aquel sitio. Por cierto, decir que allá se pueden escribir cosas al vapor, no implica subestimar el ejercicio. Creo recordar que la capacidad de síntesis es algo que tiende a gozar de cierta reputación en tanto habilidad cognitiva.

*Aunque –juro- escribiré para Eleutheria todo cuanto pueda.

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