El estilo de los blogs y nuevos formatos de publicación

Mi blog ya es un blog viejo, a nadie le interesa visitarlo. Su fachada no es novedosa, tampoco es divertida, ni ágil, ni dinámica. Sino cansina, inmóvil y estática. De alguna manera, su portada y diseño están en la retaguardia del diseño de páginas web y webmagazines en el mundo. Poca gente podría desear entrar a un blog tan antiguo, tan poco actualizado, que pareciera no tener en cuenta a los lectores. ¿Por qué cansarlos, por ejemplo, con tan estrechos márgenes laterales? ¿Y por qué la columna principal no es nada ancha? Y sí, ironizo, porque comparados uno con otro con la amplitud del espacio dedicado para la escritura, propiamente dicho, tenemos entonces otro miniblog dentro de otro blog. O un blog a dos columnas con una de ellas especialmente flaca y la otra especialmente gorda. Como si compitieran, y una estuviera destinada a sobrevivir y la otra a morir, olvidada. Hambrienta, o sedienta tal vez. Y este blog en la hambruna, entonces, con una columna desgarbada que apenas alcanza para amontonar las letras dentro de ella y esta otra columna llena de datos y señalamientos, ¿por qué no cambia de portada? ¿Por qué no se actualiza? ¿Por qué no utiliza colores menos chillones y manda de una vez al diablo al naranja?

Ahora bien, esto en lo tocante a mi blog. Pero, ¿qué pasa con el resto de blogs? ¿Es solo el estilo lo que les da ese punch que los perfila tan atractivos? ¿Será permanente esta tendencia?

¿Qué pasará con el estilo, por ejemplo, de las páginas web en el futuro? ¿Cómo irán a ser las portadas de los blogs dentro de cien años? Me pregunto. ¿Será tan poco fashion para ese entonces mi blog como es ahora? ¿O será visto como una reliquia entretenida que nos recuerda cómo fueron tiempos mejores? 

¿Pero a alguien le importará la vanidad de una portada? ¿De un color? ¿Del contorno de una irreverente letra? 

Más allá de cuál sea la respuesta a todas estas preguntas, el punto es que el blog, para sobrevivir, como espacio de comunicación de ideas y de pensamientos —o de sentimientos apasionantes tal vez, para algunos—, necesita de un empaque corpóreo que sea funcional, ligero, reblandecido y apenas perceptible, que no moleste al lector, que no lo canse, pero tampoco que lo neutralice y lo hunda en la desgana, en la desidia o en el fastidio. 

Así, tal vez, es buena idea pensar que en algún tiempo no muy lejano todo lo que unificará a los blogs será no, sus contenidos, sino, más bien, las formas o formatos que den sostén a dichos contenidos. La palabra entonces será sencillez y simplicidad, aunque sin rayar en el pazguato minimalismo. Todo se limitará a la funcionalidad y quedará de lado el estilo. El estilo, de hecho, estorbará y será parte de lo que hará más o menos funcional a un blog. Aunque la ausencia de estilo no será considerada una forma del estilo. Ni la existencia de uno muy particular, un exceso de tal. Simplemente se privilegiará la funcionalidad y la estructura, sobre las formas. El tiempo lo amerita desde ya, ahora mismo.

Instantaneidad, conectividad e inmediatez en las redes

Hoy en día es posible comunicarse de formas inusitadas. Con la tecnología a nuestras disposición, podemos estar conectados con otras personas alrededor del mundo en cuestión de segundos, através del ordenador, el teléfono o la tablet. Pero, ¿cuál es el precio que hay que pagar por esta conectividad? ¿Qué prerrogativas merecemos? ¿Por qué esta situación tan idílica en un medio tan disipativo? ¿Es posible este acceso casi inmediato a Internet sin la pérdida de nuestros privilegios? ¿Cómo no perder en privacidad lo que ganamos en rapidez? Y, finalmente, ¿a quién beneficia esta inmediatez en las comunicaciones? ¿Cuáles son los límites de esta instantaneidad, si los hay?

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