La secta de los matemáticos: ¡Soy dios!


No desestimo el atroz silencio en que debiste hundirte tras descubrirte en una habitación sin ventanas ni puertas ni paredes. A pesar de todo, y en la más lírica tradición de un universo infinito pero limitado, te sabías encerrada en un espacio con límites y perfectamente delineado en el cual aquella noche te hallabas inmersa y te acogía. Era un compacto. En mi pensamiento necesito compacidad, te habías dicho alguna vez. Como en el análisis matemático. Un recubrimiento finito capaz de contenerle, habías agregado. Y, entonces, allí te hallabas, prueba materialiter del Axioma de Elección. Elemento único del que no sabíamos cómo ni en qué forma ni en dónde se creaba, pero del que podíamos asegurar su existencia. Y esta vez, la única seña eras tú. Teníamos un dato. Y lo utilizamos y lo exprimimos y extrajimos de él la última gota de conclusión e hicimos y diseñamos todas las correlaciones posibles y todas las pruebas de varianza. 

Nosotros, los matemáticos, somos únicos, y en silencio nos burlábamos de los más elaborados y obtusos argumentos de la teología racional. ¡Ah, los teólogos! Decíamos no sin un dejo de arrogancia. Han buscado por años todas las pruebas ontológicas de la causa sui cuando tenían frente a ellos la única. Nadie ha creado con mayor vigor del universo la nada y no al revés. O bueno, también sí. Ji ji ji, se oía a algún matemático por allí, perdido en algún pasillo, en su eclosión de risas y extravagancia. Todo en una atmósfera de voluptuosa vacuidad, claro está. ¿Y tú qué hacías? Tú te reías con él porque habías sido tú quien había creado aquel pequeño conjunto en el que intersecaban varios otros de una familia no finita de conjuntos de inmensurable belleza. ¡Eras dios!

¿No son ustedes la secta de los matemáticos? Llegó algo agitado el teólogo Juan de Panonia a preguntar. Por supuesto, contestaron los matemáticos y tú con ellos en donde te hallabas. Hemos siempre creído sin el mínimo rubor en la política mundial del nihilismo. Dios ha muerto y nosotros lo hemos sustituído. Somos matemáticos, pero también nos gusta estar a la última en lo que a las más recientes teorías sobre la existencia del hombre se refiere. Tenemos una que otra temática en común con los teólogos, como en general la tenemos con los politólogos, o con los mercadólogos, o con los computólogos, o con los filólogos, o con cualquier asociación profesional.

Entonces Juan de Panonia echó a andar y se cuenta que al regresar a casa sacó apresurado uno de sus últimos palimpsestos y reescribió la historia que allí se contaba.


Para Sin Prejuicios, 4 de noviembre de 2015

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