Las chicas del #MeToo mexicano que mencionas, no son feministas, son psicópatas. Lo digo yo que sé que hackearon toda mi computadora y mis dos tesis de grado para construir la propaganda mediática que distribuyen por sus perfiles falsos en Twitter con la única intención de detentar poder político. Estas mujeres están liadas a la derecha mexicana y a la derecha latinoamericana, más generalmente. Son mujeres que trabajan para el psicópata cultural Enrique Krauze con la única intención de globalizar esta agenda y sujetarla a nuestro país, ojalá les importaran las mujeres o los oprimidos, pero no les importan, los odian, en realidad. Por otra parte, no dudo que haya mujeres que de manera legítima crean en un movimiento tan desgarbado en sus fines y tan metodológicamente endeble, como es el feminismo, sin embargo, esas mujeres no tienen voz ni son las mujeres que trabajan para Krauze y difunden patrañas en Twitter espiando y plagiando a otra mujer, esas mujeres, más bien, son las mujeres pobres y desclasadas a las que las define mucho más el hambre que lo que las pueda definir un accidente biológico como es el tener útero o no tenerlo. Esas mujeres no tienen ni recursos intelectuales ni tiempo para construir discursos simbólicos vacíos de contenido con la única intención de victimizarse, golpetear a gobiernos de izquierda o causar disrupción política en nuestros países. El feminismo es la gran argamasa político-propagandística que se ha construido el liberalismo occidental los últimos diez años para desideologizar a las masas y a las clases populares. Cualquiera que aspire a una comprensión seria de la historia debería saber que este constructo finisecular llamada feminismo de cuarta o tercera ola –neofeminismo, como a mí me gusta llamarlo– atenta contras los más básicos principios de la libertad del hombre y que, en realidad, este neofeminismo no hace sino agudizar las diferencias de clase que nos atraviesan al exacerbar todas nuestras apetencias individualistas. Pocas cosas pueden ser tan alienantes como ser feminista. Aunque, por supuesto, si somos narcisistas pasivos, igual y la etiqueta nos viene bien y satisface todas nuestras
apetencias relativas a nuestras necesidades más hondas de atención, –las
superficiales y las no tanto–, en donde una simple cantidad ingente de retuits nos
hace sentir menos solas, o menos insignificantes.
Por último, las feministas que provocaron la muerte de Armando Vega Gil en lo último en lo que pensaron con sus denuncias era en liberar a las mujeres. ¿Cómo puedes liberar a alguien si simultáneamente estás atacando a otra mujer de forma subrepticia porque te lo ordena tu patrón Krauze y tu patrón Calderón? ¿Cómo puedes liberar a alguien si eriges un espacio público sin justicia y en forma arbitraria en un ojo biónico que todo lo juzga? ¿En un tribunal en donde la sola palabra basta, sin que se esclarezcan las intenciones, para calumniar a una persona? Todas esas denuncias falsas que presentaron, desde el más vil anonimato, sin evidencia ni respaldo empírico, con la única intención de desbaratar la honra de alguien por el simple peso que la imbecilidad de las masas ejercen en los espacios públicos, no fueron más que denuncias construidas, falsas, sin sustento, valiéndose de todas mis letras para hacerlo. Yo, que escribí todo eso y que conozco los modelos de escritura que utilizaron para producir su baba nauseabunda, lo sé. Armando Vega Gil es solo la confirmación de esta denuncia que presento. Si hubiese sabido —como lo sé— que en sus denuncias usaban mis letras pero no hubiera muerto Armando Vega Gil, me habría quedado un resquicio de duda y me habría puesto a cuestionar mi percepción sobre lo que ocurrió, sin embargo, la muerte de este hombre solo me comprobó que un movimiento honesto no mata ni acosa gente en las redes como, colateralmente, me han acosado a mí todo este grupo de personas.
Es lindo lo que dices, es romántico incluso, pero así no funciona la realidad, nos gobiernan psicópatas. El día que entiendas la dimensión sociológica y los alcances a nivel social que la psicopatía tiene en nuestro mundo, dejarás de pensar que las personas no poseen fines y deseos individuales o que no trabajan con todos los medios a su alcance para concretarlos y lograr sus más aviesos objetivos
de notoriedad y detención del poder. El feminismo, así considerado, se convierte en un horroroso escaparate de gente narcisista y necesitada de atención que se regodea en la muerte de un hombre inocente como en uno de sus logros más importantes. (…)
Los movimientos populares que se dedican a dar publicidad a individuos concretos solo son fábricas de oportunistas. Y me parece que el feminismo que veo en las redes se inscribe en esa delimitación. Nadie se vale de un movimiento popular ni de la colectividad para golpetear a alguien o ensalzarlo, eso solo lo hacen quienes no tienen ni la más remota idea de cómo funciona la moral y cuáles son los límites de la libertad humana. Nunca conocemos las motivaciones individuales de las personas por más que nos puedan parecer simpáticas algunas de ellas, por lo tanto, dar crédito a denuncias públicas sin sustento en los hechos solo porque simpatizan con nuestra idea de lo que es el bien o la opresión, solo nos convierte en cómplices de actitudes nefastas, como las que llevaron a Armando Vega Gil a la muerte. Tu necrológica en memoria a Armando Vega Gil es honesta, pero creo que no alcanza a reparar en lo que verdaderamente está en juego en este tipo de actos.
Personalmente, aun si no supiera que este movimiento es creado, el solo hecho de saber que orillaron a un hombre a la muerte, me habría hecho alejarme de inmediato y me habría hecho cuestionar por qué un movimiento que clama por la justicia crea esta clase de desavenencias,
conflictos y tragedias. Es una lástima que haya gente tan manipulable que no
puede ver cuáles son los verdaderos fines de este movimiento de masas, no para
las masas, sino para la acumulación y por la acumulación del poder. Es una
desgracia que vivamos en tiempos tan violentos y tan desafortunados. Qué infortunio
ser parte de esta generación de imbéciles que se dedican a plagiar mis escritos
y publicar libros y textos con fechas de publicación adulteradas para clamar propiedad
sobre mi producción intelectual, sobre mi propiedad y mis creaciones. Y sí,
seguramente estas palabras que estoy escribiendo hoy 3 de abril de 2021 para modificar
brevemente un escrito que publiqué el 13 de
marzo de este mismo año, van a aparecer plagiadas después en algún libro
que se hizo perdedizo y que aparece de la nada con fechas de edición de 2009,
aun cuando el último tiraje del mismo pertenezca, en realidad, a varios pares
de años después —de 2014 o 2015 en adelante hasta llegar a 2019, 2020, 2021,
etcétera— y por lo cual sea posible que estén plagiando
textos míos de 2009 en adelante aun cuando, aparentemente, sus plagios sean
anteriores a mis escritos, como en el caso asqueroso de Sayak Valencia y Sara
Uribe. No hay otro curso que explique que estén plagiando textos míos posteriores
a la fecha de publicación de sus cerdas ediciones, que el hecho de que esas
fechas de edición estén manipuladas, alteradas y adulteradas. Son unos cerdos y
están haciendo una porquería con mi producción intelectual y a este grupo de
cerdos de mierda pertenecen estas supuestas feministas emancipatorias con cuyos
actos de inusitada y honda reflexión intelectual van a traer la liberación a la
especia humana. Vergüenza les debería de dar ser tan imbéciles, que tengan que
acudir a una mujer tan extremadamente sencilla como lo soy yo. Sin embargo, en
eso consiste precisamente el crimen de odio que cometen conmigo, en creer que
soy inferior a ellos y necesitar de mí para sus cerdeces. Qué infortunio si soy
yo la mejor de ellos y tienen qué plagiarme a mí y qué infortunio ser presa de
caza de estas cerdas narcisistas que se autodenominan a sí mismas feministas y
se dedican a plagiar todos mis escritos. Qué infortunio de época y qué asco.
Es una
lástima que haya gente tan tonta que aboga por estos cretinos sin tener ni la
más lívida idea de cuáles son sus verdaderas motivaciones.