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Hago allí un alto, en mi cielo* -de eso hablo.





Ningún indulto requiero para ser quien soy porque he sido yo -y nadie más- quien eligió ser esto, quien tomó la senda para llegar hasta aquí. Libre elegí, decidiendo. Cuando se decide, se topa uno con bifurcaciones. Algunas veces -al decidir- puedes tomar más de una elección; otras, las elecciones son mutuamente exclusivas y entonces sólo se toma una. Yo recuerdo varias de las bifurcaciones frente a las que me he parado. Varias de ellas han definido en forma única mi derrotero y, mientras elegía, no sólo era a plenitud consciente de ello, sino que asumía todas las posibles pérdidas que con ello devendrían, creyendo siempre –eso sí- que habría algún modo de recuperar -sigo creyéndolo: se entiende que no sólo veo las pérdidas, también las ganancias. Cada persona posee una única y peculiar riqueza; no existe una sola veta de sabiduría para todas, ni nadie es mejor por haber hecho esto o aquello otro. Uno puede aprender de quien menos se lo espera y el recíproco también es cierto. Ignara no soy –en lo absoluto- de todos los rasgos de mi ser susceptibles de mejora, mas me hallo esencialmente “feliz” –aunque las comillas no son pequeñas- siendo esto que soy. Y sí me siento proclive –en todo momento- a las correcciones. Si con mi ser puedo yo iluminar la vida de otros, dar algo de mí a los demás, gustosa lo haré; lo mismo que recibir la luz de aquellos a quienes amo. Nunca me he tenido que esforzar demasiado para encontrar la poesía en otros, la belleza en los demás y, por ello, me congratulo. Disfruto plenamente de la soledad y, al mismo tiempo, puedo pasar largas y alegres horas en compañía de mis amigos de quienes, sus sonrisas, constituyen de ellos la cosa que más atesoro (es muy claro para mí cuando logro establecer con alguien alguna afinidad y eso es algo que pondero sobremanera porque no todo el tiempo se le presentan a uno tales serendipias). Elijo una palabra para definirme y ésta es simpleza. Simple (y también simplona), sencilla y un poco transparente –como el agua. Por otra parte, entiendo el ser de otros viviendo en la inmediatez, mas yo he prescindido de ello y creo hallarme en las antípodas de tal conducta. Y no me arrogo -no- el derecho a criticar las personalísimas elecciones de los demás. Si alguna injusticia sobre mí o sobre otros es cometida, no tengo miramientos en hacer salir toda la rebeldía de mi espíritu, toda su insumisión. Sublevarme se convierte, entonces, en un acto de contestación. Por otra parte, por lo regular mi espíritu es apacible, juguetón y muy risueño. Hay, también, una parte de mí que se inclina de forma manifiesta hacia la melancolía y hacia todo aquello que toma visos de oscuridad. En estos casos he tenido que ser muy cuidadosa, tomándome sólo las dosis que, infligiéndome placer no -sin embargo-, vulneren a mi espíritu que es, de suyo, frágil.

Hay días que una ingravidez enmudecida se apoltrona en mí o que pareciera vivo a la servidumbre de algún imperio de soledad. Hay días que todo parece absolutamente lejano y la vacuidad toma el trono. No sé cómo exactamente lo logro, pero siempre logro retornar. Quizá sea la estrella que me obsequió mi madre siendo niña; quizá haya ocurrido ese día, aquella noche en que mirando yo embobada al cielo nocturno me dijera ella, tiernamente: “elige un astro, porque ese astro estará para iluminarte siempre y resolver alguno que otro problemita tuyo” quizá esa ráfaga de luz, que a veces es mortecina, todavía ilumina en mí. Tal vez.

Amo el cielo nocturno –la bóveda estrellada-, toda la poesía, el misterio, los símbolos, amo la música, a los planetas, lo que nos ha dado esta tierra, la idea de un infinito. Amo, también, a cada uno de los seres que han tenido influencia en mi vida. Y existe esta melodía que me gusta mucho porque pienso que es mi canto.

Llevo ya tu luz dentro y en mí persiste –aún- este espíritu niño.

Pensamiento homogéneo y deshumanización

Tras comentar un post –con declaraciones aventuradas desde mi óptica- que ciudadano X subió a su blog en relación a la huelga de hambre que miembros del SME llevan a cabo, me puse a pensar que lo que le escribí es parte de lo que yo quisiera decirles a todos aquellos mexicanos cuyos puntos de vista al respecto son similares. Tales puntos de vista parecieran reflejar dos cosas que yo no alcanzo a desentrañar del todo. Por un lado, parecen salidas de personas deshumanizadas que creen estar convencidas de que lo que les ocurre a Cayetano Cabrera y Miguel Ángel Ibarra es algo como una farsa o un chantaje o un mandato de Martín Esparza. En mi opinión, tales argumentaciones, además, subestiman la inteligencia y dignidad de los huelguistas; por otra parte, se muestran complacientes con la pérdida de los empleos de los trabajadores y les parece que la hipotética conducta poco ética de los líderes del sindicato –como Martín Esparza- es razón suficiente para que la empresa completa y sus trabajadores hayan sido liquidados. Como si el placer que les infligiera pensar que Martín Esparza ya no se enriquecerá más a costas de LyFC, fuese superior a la aflicción de pensar que -con ello- miles de trabajadores honestos y escrupulosos –y sus familias- se han quedado sin trabajo y, en algunos casos, sin esperanza; esta idea en sí misma me parece un claro signo de deshumanización y muestra el carácter envidioso de algunas de las personas con tales opiniones. Seres envidiosos que -pareciera- se alegran de ver el dolor ajeno; seres que no soportan que el SME tenga “prerrogativas” (es que el mexicano se ha conformado tanto con los salarios y prestaciones sociales que aquí se dan que a algunos, se les hace, los sindicalizados son privilegiados. Terrible). Algunos de estos mexicanos, en cambio, se muestran demasiado tolerantes y vasallos –es mi impresión- cuando esas mismas prerrogativas son gozadas por los gobiernos –como el de Calderón-, por sus personeros y por sus compadres -la caterva empresarial en el caso del gobierno de Calderón.

Tales apreciaciones han soliviantado el título de este post: pensamiento homogéneo y deshumanización: carencia de ideas propias y falta de nobleza del espíritu. No entiendo cómo, sin esos dos ingredientes, pueda echarse a andar a grupo social alguno.

En relación al post mencionado, deseo compartir en "Eleutheria" lo que comenté. Pero, antes, el post mencionado AQUÍ.


Mis comentarios al mismo (en algunas ocasiones, suelo hacer comentarios así de maratónicos, no es inusual):


Hablas como tooooodos los mexicanos irreflexivos que, como feligresía, se ciñen al decir de la llamada opinión pública. Y no porque hablar como la opinión pública sea en sí mismo descalificable, sino porque no me parece que ésta, realmente, se vuelque –no siempre- al ejercicio de pensar, pensar. Yo me siento ávida de seres que generen sus propias ideas y de que éstas sean pensadas y, lo confieso, me genera cierto escozor ver con qué rapidez se homogeneíza la opinión pública al punto de que hay días que pienso: “O de plano el conjunto de ideas que las personas podemos generar es de cardinalidad casi nula o, de plano, estas personas son víctimas -ya en estado terminal- de la alienación y mediatización de los media”. Aunque cuando pienso tales cosas me convierto también en víctima y olvido que los media son habilísimos para hacer creer que es ése el tipo de pensamiento del ciudadano promedio cuando ello, evidentemente, no necesariamente es así. Por otra parte, lo que se ha dado en llamar “opinión pública” es sólo, en realidad, el pensamiento promedio de una cierta fracción de mexicanos sobre un cierto asunto que suele coincidir, curioso, con el pensamiento que se estandariza desde los mass media y que es, por lo regular, concordante con la ideología del gobierno en turno. Es decir, no se puede negar que el pensamiento de la llamada “opinión pública” sí refleja o recoge los puntos de vista de una cierta parte de la sociedad y que, por tanto, merece un lugar –que no tendría por qué ser preeminente- en el mundo de las opiniones. Así que, la pregunta es, ¿tú piensas, como piensas, influido por la opinión pública o, más bien, tu pensamiento forma parte de la misma, es decir, es una muestra de? Tendré que admitir, como ya lo hice, que la opinión pública no es un fantasma y que también tiene adeptos y artífices; prefiero a los artífices que a los adeptos; espero que –de pérdida- seas de éstos últimos.


Sobre la situación del SME. Me citaré a mí misma: Siempre lo he dicho, posiblemente Esparza es un corrupto (de lo cual, por cierto, no tengo evidencias ni a favor ni en contra) pero ello no tendría por qué desvirtuar la lucha de todo un Sindicato, ni la lucha de sus miembros no corruptos. Tampoco éstos tenían por qué pagar –como pagaron- con la pérdida de sus empleos debido a la presunta mala actuación de sus líderes. Espero que no se te haya olvidado que, de no ser por la maniobra del 11 de Octubre de 2009, ni Cayetano Cabrera ni Miguel Ángel Ibarra estarían ahora poniendo en jaque sus propias vidas. Apelan a su propia dignidad como último recurso para echar atrás una medida que, de origen, es inconstitucional, torpe, inadecuada para la coyuntura económica que se vive y, en consecuencia, fascista. Dediqué también, durante el mes de Octubre, algunos post en los que explicaba que la posible corrupción al interior del SME sí demandaba de una purga, pero que ésta tuvo que haber sido planeado en otra forma y que, además, era inverosímil que otros sindicatos –como el SNTE- permanecieran intocados.


Por otra parte –parece que no lo sabes- los miembros del SME también tienen cerebro y, por ende, voluntad y gente como Ibarra o Cabrera decidieron de forma libre y personal – tal vez no autónoma porque la decisión se tomó como colectivo- llevar la huelga de hambre; qué lamentable que subestimes la inteligencia de estas personas. Que estemos o no de acuerdo con tal medida, se entiende (entiendo que tú no estás de acuerdo), pero que te atrevas, a partir de un vídeo, a decir cosas como (te cito textual): “a mi no me cuadra muy bien que digamos el audio con el vídeo (como dice mi prima Marianita) toda vez que el desgaste ponderal no corresponde con los días que tienen en huelga de hambre, además que escuchar al médico que los atiende (que por cierto es del gremio) deja muchas dudas sobre la realidad de la medida de presión que dicen estar llevando a cabo.”, me hace verte como -y ésta es una impresión subjetiva y muchos disentirán de la misma:


1) 1) Una persona a la que -de pronto- se le olvida que para hacer aseveraciones de tal magnitud hace falta algo más que hacer veredictos médicos a través de una pantalla, aun siendo médico. No, mira, Ciudadano, no dudo de tus capacidades médicas, pero para sugerir tal cosa, hace falta algo más que saber del tema y mirar un vídeo, ¿por qué no te paras al zócalo, por ejemplo, y lo compruebas? y entonces, ahora sí, en calidad de profesional de la salud, nos traes tus impresiones después de haber comprobado, in situ, lo que sugieres.


2) 2) Un ser deshumanizado. Y, perdón, pero no lo entiendo de alguien que se dedica a la práctica médica. Bueno, sí lo entiendo, por eso no me gusta nunca ir al “Seguro”.


Otra cosita, no sé si sepas que los hombres que se adhirieron a la huelga de hambre se sometieron a exámenes médicos antes de iniciarla y que algunos de ellos no se sumaron a ésta por padecer de hipertensión, obesidad y otras afecciones que los habrían quebrantado rápidamente. Quizá por éso, personas como Cayetano Cabrera o Miguel Ángel Ibarra han -a pesar de los embates- podido soportar con tanta entereza este lance. No sé Ciudadano, de pronto siento que hablas con pocos fundamentos. No sé por qué haces éso, tú eres médico y deberías conocer cómo proceden los hombres de ciencia.


“Preguntas Yahoo” –tu termómetro- twitter, facebook, etc. ¿Sabes? Aquí sí creo que has sido más científico, tales lugares y redes sociales son estupendos termómetros de lo que piensa el cibernauta promedio, tan afecto al maremágnum de indiscreciones que se vierten en tales topos virtuales, tan afecto a querer constantemente reafirmar lo que es –él mismo- a través del reconocimiento social, etc. Claro que es innegable que en esos sitios, también, se llegan a soltar dos que tres cosas valiosas y tampoco puede negarse que han servido como interesante punto de encuentro –casi experimental- para aquellos que están genuinamente interesados en la discusión de las ideas; esto último lo menciono, nada más, para sofocar posibles equívocos en aquellos que todavía tienen broncas con la inclusión lógica (no es juicio de valor, en un momento dado, todos podemos llegar a experimentar tales broncas).


¿Sabes Ciudadano? Siento que, de pronto, caes en reduccionismos, Esparza no es todo el SME ni el SME Esparza; no creo que se necesite de un líder moral para que una lucha sea justa; sí creo que se precise de un líder moral para que la lucha tome buen cauce. La ausencia de líderes morales, más que ponernos pesimistas, nos debería llevar a considerar seriamente a qué se debe tal ausencia y qué comportamientos sociales nocivos se reproducen en sindicatos, partidos políticos, cooperativas, etc. para que así ocurra. La reproducción, por otra parte, de dichos comportamientos es sólo posible porque se trata de una conducta que, per se, existe en nuestra sociedad ¿Qué está mal en nuestros mores?


Preferiría que las cuotas de las que hablas se las quedara Esparza con tal de que los trabajadores honestos conservasen sus trabajos y no que dichas cuotas y todo el negocio de la electricidad quede en manos de unos cuantos como, seguramente, quedará (en realidad, el idóneo es que no haya ni líderes corruptos ni empresarios abusivos, sino sólo trabajadores dignos haciendo su labor como parte de una sociedad honesta en la que las empresas tienen buenas ganancias sin llegar a actitudes rapaces). Por ejemplo, esto de los medidores prepago se me hace improcedente en un país en el que la mitad de su gente vive al día. Y aquí sí tengo que decir que yo no pienso como aquellos que están tan acaramelados con el modelo neoliberal y las privatizaciones y la IED y todo ésto que suena tan “progre”. Creo que hay algunas cosas que podrían tomarse, pero no todas. Yo no voy de acuerdo con aquellos seres incapaces de divisar la posibilidad de idear, pensar, proponer un nuevo modelo económico ad hoc a nuestras necesidades, uno que no sea más -ya no- la última adquisición ideológica importada desde EUA. Es hora de idear -sin vivir en una isla, sin despreciar por completo otras experiencias internacionales- nuestras propias políticas. Estoy convencida de que mucho de nuestros males radica en que no hemos hecho sino adoptar –sin adaptar- corrientes venidas de fuera. Es hora de crear y de proponer nosotros.


Tengo una pregunta, ¿por qué afirmas que sus demandas no se corresponden a una lógica planeada?, ¿tú qué harías?, ¿lo harías mejor que ellos?, ¿por qué no los asesoras? ¿Por qué la desaparición de LyFC tiene que significar que ellos pierdan sus trabajos, por qué no al reconocimiento de CFE como padrón sustituto?, ¿dime por qué? ¿Te parecerá, te pregunto, que se desmantele al IMSS –aduciéndose los mismo argumentos mentirosos que se adujeron para desaparecer a LyFC- y que, ergo, toda su plantilla de trabajadores se quede sin chamba?, ¿por qué, a expensas de quién? Y, sobre todo, ¿por qué de sopetón y en la forma vil en que lo hicieron? Economistas como Mario Di Constanzo afirman que los salarios de los trabajadores apenas representaban el 15% de los gastos de LyFC. Y tengo otra pregunta, ¿te has puesto a leer los oficios y comunicados que emite el SME?, ¿has investigado al respecto? Te paso el link a este pronunciamiento de los huelguistas a ver si quieres o puedes leerlo; allí se explica la viabilidad de CFE como padrón sustituto y comprenderás por qué, entonces, exigir la recontratación de todos sus trabajadores no tendría por qué estar fuera de una “lógica planeada”


LINK


Pero, en fin, aquí está el mexicano cangrejo, ponzoñoso, tirándole al SME en lugar de unirse para frenar las corruptelas del gobierno. Y este mexicano ponzoñoso es, además, ingenuo, el mismo que –como marionetita- repetía que si Andrés López ganaba la elección, lo dejaría sin casa y que, por tanto, era un peligro para México, el mismo mexicano que convalidó el Fraude de 2006 y que ahora no aguanta el desgarriate en el que Calderón y su cáfila de nanócratas tienen al “país”. Pero este mexicano ponzoñoso e ingenuo no aprende de lecciones históricas y vuelve a repetir, una y otra vez, los mismos errores. Náuseas.


Bueno, pues después de mi perorata te digo Ciudadano: ¿por qué no encauzar todas estas energías negativas a apoyar al sindicato, con el propósito de que sus empleos les sean restituidos?, ¿por qué la desunión?, ¿por qué la desconfianza? Yo no deseo que Cabrera o Ibarra mueran a causa de una huelga de hambre y, más allá de que estemos o no de acuerdo con el origen de la misma –la extinción de LyFC y la desaparición del SME por parte del “gobierno” (ése que está matando a miles en las calles)-, creo que tendríamos que exhibir más nobleza, respetando la decisión de estas personas y no pensar, NO POR FAVOR, que son héroes o mártires o títeres de Esparza, sino –simplemente- pensar que son hombres congruentes con su lucha. Me da tristeza Ciudadano que no veas éso, que la gente pierda la capacidad para mirar lo que sí vale la pena y, en cambio, se centre sólo en minucias y sospechas infundadas, oscurantistas.


Por cierto, ¿qué me ha resultado valioso en tu post? No el contenido. Sí, que muestra el mismo interés -qué bueno que no lo pierdes- que sueles experimentar hacia con lo que ocurre dentro de tu sociedad.


Con toda sinceridad, Eleutheria L.


Finalizo diciendo: el gobierno ilegítimo de Felipe Calderón no podría haber perpetrado con tanta eficacia la maniobra si no fuera por todos estos mexicanos ponzoñosos e ingenuos que no se dan cuenta de lo bien que sirven a los fines de estos gobiernos tecnocráticos, convalidando con sus "opiniones" las acciones del mal gobierno. Increíble y cierto.


Chimamanda Adichie: El Peligro de creer una sola historia

En “Escéptica” un sitio web de mi suma predilección y al que, sin chistar, recomiendo como un sitio muy adecuado para aquellos ávidos de transitar (o que ya mudaron) de una actitud complaciente y poco inquisitiva hacia el conocimiento hacia una actitud indagadora que busca la certeza científica no como mera categoría sino como modo constante de proceder (ser y hacer). En dicho sitio web me encontré este discurso –enorme- de la novelista Chimamanda Adichie. Sus palabras verdaderamente me movieron, la impecable confección de sus argumentos, una sensibilidad que casi se toca. Qué buena falta le haría a cada humano de esta tierra escuchar estas palabras, pero –sobre todo- lograr interiorizar el más profundo significado que de ellas emanan. Por favor, véanlo, tómense su tiempo. Tiene una duración aproximada de veinte, veinticinco minutos, aunque uno desearía que no terminase:


(No olvides activar los subtítulos)



Tomado de: Escéptica.net

También de interés: www.ted.com


Diatriba No. 2 “La actitud epistemológica”



Una de las preguntas fundamentales de la Epistemología(*), versa sobre la posibilidad del conocimiento y las formas en que conocemos. Dicha posibilidad tiene por centro de gravedad al hombre que, desde esa perspectiva, encarna al sujeto cognoscente. Las dos principales corrientes epistemológicas del mundo moderno –ambas con datación en los siglos XVII y XVIII son el racionalismo y el empirismo. La primera postura nace a partir de un trabajo del filósofo y matemático francés René Descartes, es decir, de sus “Meditaciones Metafísicas”; la segunda corriente tiene en John Locke y David Hume a sus máximos representantes. La síntesis de ambas –su reconciliación- puede hallarse en la Crítica de la Razón Pura de Inmanuel Kant, el filósofo alemán. {NOTA: Pongo al final del post, definiciones escuetas de distintas vertientes epistemológicas [una vertiente epistemológica es aquella que fija una determinada postura frente a la posibilidad del conocimiento (que responde a la pregunta ¿es posible conocer?), frente a los modos o mecanismos que el hombre usa para conocer (que responde a la pregunta ¿cómo conocemos?) y frente al origen del conocimiento (que responde al interrogante ¿de dónde se origina el conocimiento?)]}.

Por supuesto, anteriores a estas filosofías epistemológicas del mundo moderno hay otras propuestas; por ejemplo, el idealismo de Platón y el realismo de Aristóteles y, posteriores, hay –también- otras corrientes que –sin querer caer en juicios históricos- han rebasado a ambas propuestas, predominando -a lo largo del tiempo- el empirismo sobre el racionalismo (me refiero al pragmatismo, por ejemplo); en particular, el racionalismo ha sido objeto de varios ataques al postular un dualismo que separa “mente” y “cuerpo”. En fin, el tema es larguísimo y da para varios cursos de Teoría del Conocimiento a nivel licenciatura o posgrado.

Todo esto lo he mencionado sólo a modo de breviario cultural. En realidad, con este post, pretendo llegar a algo menos especulativo y, sí, más de carácter práctico.



Parto de la siguiente idea –que nace, como ya se dijo, de una genuina inquietud filosófica: el hombre conoce, es un ser inquisitivo que observa su alrededor y, a través de sus distintos sensores, se allega de información en relación al mundo que le rodea. A través de los años, es de esperarse, el hombre ha perfeccionado los métodos e instrumentos para acceder al conocimiento de las cosas. Sin embargo, pareciera que dicha situación queda restringida a un grupo de privilegiados. Dichos privilegiados son, por lo general y sin negar las excepciones, personas con estudios universitarios o posgraduados. Así, por ejemplo, el método científico –como herramienta cotidiana para el conocimiento- queda confinado a los laboratorios y aulas de carreras científicas; el criticismo, la lógica, el racionalismo, el empirismo, etc. parecen ser actitud epistemológica exclusiva de estudiosos de la Filosofía; el pensamiento hipotético deductivo es privilegio de los matemáticos. En fin, que todos estos cachivaches (método científico, criticismo, escepticismo, pensamiento hipotético deductivo, etc.) que son métodos, herramientas y/o actitudes frente al conocimiento, o sea, menesteres epistemológicos parecen estar no siempre al alcance de todos. Menesteres que, no es banal mencionarlo, son los andamios sobre los que se ha construido la ciencia. La ciencia que no es la única actitud, pero sí una de las más legítimas, que restituyen al hombre de una función que le es absolutamente inherente: el pensamiento (aquí, no hago juicio moral; no estoy valorando al pensamiento).

Una conclusión insoslayable que puede extraerse de todo esto es que, cuando el pensamiento está reglamentado, cuando se lo confiere de cierto método, puede uno llegar a construir monumentos científicos que han de resultar de gran utilidad al hombre (el uso de la ciencia con fines utilitarios, belicistas o mercantilistas requiere de un análisis axiológico sobre el comportamiento del hombre; es cierto que, por ejemplo, Robert Opennheimer un gran físico del siglo XX lidereó un proyecto –el Proyecto Manhattan- que habría de culminar en el asesinato sistematizado de humanos japoneses, civiles e inocentes, al calor de la radiación y uno se pregunta ¿cómo un hombre de ciencia pudo consentir esto?, ¿no era también un nacionalista fanático –chauvinista, le llamaría yo- al nivel de cualquier nazi? Sin embargo, el que el conocimiento científico haya sido usado y se siga usando para dañar a humanos, no implica que es un conocimiento que deba desecharse; implica que todos los seres humanos debemos: 1) Tratar de acercarnos a dicho conocimiento para atisbar sus alcances y limitaciones y 2) Vigilar su uso al margen de cualquier acción que perjudique al hombre). Sin embargo, como ya he dicho, dicha posibilidad es prerrogativa de unos cuantos. La desgracia del hombre común de mi tiempo, no radica tanto en su ignorancia como en los método y actitud que utiliza para conocer. Así, por ejemplo, uno puede conocer personas con exiguos estudios y, sin embargo, grandes inteligencia y sentido común; personas que –tal vez como resultado de la crianza- son capaces de adoptar actitudes escépticas y criticistas frente a lo que se diga por aquí o por allá. Puede uno también, además, encontrarse frente a personas con un alto grado de estudios, cultas y, sin embargo, poseedoras de una actitud epistemológica paupérrima. Pero también puedo uno encontrar –y este es el peor escenario- personas incultas, con un grado de estudios bajísimo y con una deficiente actitud epistemológica.



El punto central de todo esto es el siguiente (y esta quiero que sea la nota distintiva de mi post): URGE que nos fijemos, que pongamos atención -más que en el conocimiento en sí mismo (aunque sí en su calidad y esto abre espacio a otro debate)- en los métodos y la actitud epistemológica de que nos valemos para acceder a éste.

Un pueblo culto e instruido es ya un avance, pero un pueblo culto e instruido que es capaz de ser escéptico ante lo que se difunda en un noticiario, por ejemplo; que es también capaz de emitir juicios de forma crítica, que cuestiona lo que sucede a su alrededor, que piensa lo que cree y lo que afirma, que exige pruebas empíricas antes de aceptar afirmaciones asombrosas, que conoce el método científico, que dialoga y que, en síntesis, se atreve a poner en tela de juicio el conocimiento que tiene en frente (llámese noticia, acontecimiento, dato, anécdota, libro, enciclopedia) y que, al hacerlo, está dotado de variedad de métodos y actitudes epistemológicas es un pueblo más libre. Conocimiento es libertad.

Acabo este apresurado post recomendando tres lecturitas que nos pueden ayudar asaz a educar nuestro pensamiento:

“El Mundo y sus Demonios”, Carl Sagan
“Religión y Ciencia”, Bertrand Russell
“Aprender a Razonar”, Fina Pizarro



Vertientes epistemológicas

DE ACUERDO A SU POSIBILIDAD

Dogmatismo (ing. Dogmatism; franc. Dogmatismo; alem. Dogmatismus; ital. Dogmatismo). El significado del término ha sido fijado por la oposición que los escépticos establecieran entre los filósofos dogmáticos, que definen su opinión sobre cada punto, y los filósofos escépticos que no la definen (Dióg. L., IX 74). Desde este punto de vista, son dogmáticos todos los filósofos no escépticos. Un nuevo significado de Dogmatismo fue el atribuido a la palabra por Kant, que identificó el Dogmatismo con la metafísica tradicional y lo entendió como “el prejuicio de poder progresar en la metafísica sin una crítica de la razón”.

Escepticismo. Extrema se tangunt. Los extremos se tocan. Esta afirmación es también válida en el terreno epistemológico. El dogmatismo se convierte muchas veces en su contrario, en el escepticismo (de σχεπτεσυαι = cavilar, examinar). Mientras aquél (el dogmatismo) considera la posibilidad de un contacto entre el sujeto y el objeto, como algo comprensible de suyo, éste la niega. Según el escepticismo, el sujeto no puede aprehender el objeto, es imposible según él. Por eso no debemos pronunciar ningún juicio, sino abstraernos totalmente de juzgar.

Subjetivismo. Limita la validez de la verdad al sujeto que conoce y juzga no hay, por tanto, una verdad absoluta, sino dependiente del sujeto.

Relativismo. Sgún él, no hay tampoco ninguna verdad absoluta, ninguna verdad absolutamente válida; toda verdad es relativa, tiene sólo una validez limitada. Pero mientras el subjetivismo hace depender el conocimiento humano de factores que residen en el sujeto cognoscente, el relativismo subraya la dependencia de todo conocimiento humano respecto a factores externos. Como tales considera, ante todo, la influencia del medio y del espíritu del tiempo, la pertenencia a un determinado círculo cultural y los factores contenidos en él.
Pragmatismo. El escepticismo es una posición esencialmente negativa. Significa la negación de la posibilidad del conocimiento. El escepticismo toma un sesgo positivo en el moderno pragmatismo (de πραγμα = acción). Como el escepticismo, también el pragmatismo abandona el concepto de la verdad en el sentido de la concordancia entre el pensamiento y el ser. Pero el pragmatismo no se detiene en esta negación, sino que reemplaza el concepto abandonado por un nuevo concepto de la verdad. Según él, verdadero significa útil, valioso, fomentador de la vida.

Criticismo. El subjetivismo, el relativismo y el pragmatismo son, en el fondo, escepticismo. La antítesis de éste es, como hemos visto, el dogmatismo. Pero hay una tercera posición que resolvería la antítesis en una síntesis. Esta posición intermedia entre el dogmatismo y el escepticismo se llama criticismo (de χρϊνειν = examinar). El criticismo comparte con el dogmatismo la fundamental confianza en la razón humana. El criticismo está convencido de que es posible el conocimiento, de que hay una verdad. Pero mientras esta confianza induce al dogmatismo a aceptar despreocupadamente, por decirlo así, todas las afirmaciones de la razón humana y a no reconocer límites al poder del conocimiento humano, el criticismo, próximo en esto al escepticismo, une a la confianza en el conocimiento humano en general la desconfianza hacia todo conocimiento determinado. El criticismo examina todas las afirmaciones de la razón humana y no acepta nada despreocupadamente. Dondequiera pregunta por los motivos y pide cuentas a la razón humana. Su conducta no es dogmática ni escéptica sino reflexiva y crítica. Es un término medio entre la temeridad dogmática y la desesperación escéptica.

DE ACUERDO A SU ORIGEN

Racionalismo. El racionalismo establece que las ideas son innatas. Ve en el pensamiento, en la razón, la fuente principal del conocimiento humano.

Empirismo. Doctrina que mantiene que las ideas provienen de la experiencia sensible y que, en general, niega la validez de la metafísica. Opone a la tesis del racionalismo (según la cual, el pensamiento, la razón, es la verdadera fuente del conocimiento) la antítesis que dice: la única fuente del conocimiento humano es la experiencia. En opinión del empirismo, no hay ningún patrimonio a priori de la razón.

Intelectualismo. Mientras el racionalismo considera el pensamiento como la fuente y la base del conocimiento y el empirismo la experiencia, el intelectualismo es de opinión que ambos factores tienen parte en la producción del conocimiento.

Estas definiciones las tomé de tres textos que recomiendo muchísmo:

“Teoría del Conocimiento”, Johannes Hessen
“Introducción a la Historia de la Filosofía”, Ramón Xirau y
“Diccionario de Filosofía” Nicola Abbagnano

Finalmente, querido lector, te pregunto ¿eres dogmático, escéptico, racionalista, pragmático o una ecléctica mezcla de todo? Cuándo escuchas o ves noticias, ¿cuál es tu actitud epistemológica más común? y ¿en tu vida cotidiana?.

(*) A la epistemología también se le conoce con los nombres de Teoría del Conocimiento y Gnoseología.

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