Una opinión sobre el Tren Maya

Tengo sentimientos encontrados con lo del tren maya y les voy a decir por qué:
1. Por un lado, los eternos detractores de AMLO van a aprovechar la coyuntura para golpetearlo más, como de hecho ya lo golpetean, y como si realmente les preocupara el medio ambiente.
2. En todos los sexenios se han realizado obras de infraestructura y megaproyectos y nunca se había hecho tanto escándalo como el que se está haciendo ahorita. Y este escándalo es mediático, no es un interés verdadero por entender lo que realmente está pasando con la construcción de este tren. Salvo en los casos excepcionales de los grupos ecologistas y de la gente que tradicionalmente protesta por estas cosas. Pero, repito, estos casos no son mediáticos a diferencia de los anteriores, son aislados, y si esos grupos tuvieran otras preocupaciones que de algún modo cuestionaran al statu quo pero que al mismo tiempo se opusieran a los intereses de los conglomerados mediáticos, esas preocupaciones no trascenderían por parte de esos conglomerados. En todo caso, si se les da voz a estas agrupaciones en estos momentos, es porque se hace de forma utilitaria.
Lo cual no significa, debo aclarar, que la situación no amerite el escándalo. Pero sí significa que la situación está politizada y que hay intereses más fuertes que la cuestión ecológica para oponerse a la construccion del tren.
A nivel personal, no me interesa que se construya el tren maya, por ejemplo.
3. Desde inicios del siglo XX y fines del siglo XIX todo la ecología y todo el paisaje se han visto modificados por el auge de la industrialización. Miles de animales, árboles, plantas y comunidades enteras han sido maltratados y desplazados para que esta industrialización sea posible. La conciencia ecológica, de hecho, a causa de estos desastres, salvo casos excepcionales, es muy posterior a este hecho, aunque también es resultado de dicha industrialización. Como en el caso de la vaca Cordera, de cuya historia nos habla Leopoldo Clarín, por citar un ejemplo. Pero la verdad es que a nadie le importa que esto sea así y que ocurran estas cosas. ¿Por qué? Porque la dinámica misma del sistema y los procesos emergentes que se producen en su interior superan con mucho las interacciones que ocurren dentro de sus fronteras. También superan la energía, la buena voluntad y el entusiasmo de quienes intentan cambiar las cosas con pequeñas acciones cotidianas. Esto se tiene que ver desde la perspectiva de los sistemas dinámicos para no frustrarse. Sufrirán y morirán las criaturas que amamos como sufriremos y moriremos nosotros mismos.
4. Por esta razón, es decir, por lo expuesto en el apartado anterior, creo que para determinar la viabilidad del tren maya hay que pensar en términos del menor de los males o pensar con una visión pragmática. No es difícil lógicamente entender que desde este punto de vista, el menor de los males es construir el tren para dar trabajo a la población y conectar a una zona estratégica de México con el centro del país. Pero es cándido pensar que esto no se hará bajo un esquema de inversión que lastimará parte de la vegetación en nuestro país y que contradice nuestro ideal anticapitalista. Finalmente, si solo son árboles los que serán dañados y si se pueden resembrar todos esos árboles, tal vez a nivel ecológico la situación no sea tan grave, pero uno se pregunta, ¿hasta cuándo dejaremos de transformar nuestro entorno? ¿Y por qué en un siglo de urbanización en México nadie se había dado cuenta de los daños que conlleva esta urbanización y ahora todos gritan escandalizados por los posibles daños que producirá este tren? La verdad es que la hipocresía en nuestro país en relación al tema es enfermiza. Y ni siquiera creo que en el corto plazo sea posible pensar en un gobierno verdaderamente no capitalista en nuestra tierra.

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