Un pin sin importancia

Más o menos todo el grueso de nuestra sociedad aparece atravesado por el ideal psicoanalítico y tiende a explicar sus infelicidades en términos de variaciones o de reproducciones fidelísimas de un diagnóstico cuyos pilares más importantes aparecen primordialmente en «El malestar en la cultura». Al margen de las manifiestas críticas frente a las cuales el psicoanálisis, como teoría científica, se cae, lo cierto es que existen montón de anécdotas muy divertidas en toda nuestra cultura de masas que satirizan de forma espectacular la neurosis que, de acuerdo con dichos postulados, aquejaría a nuestra reprimida sociedad contemporánea. Leyendo un resumen de tales postulados —nada cansino, por cierto— encontré algunas citas a otro celebérrimo texto donde se nos ofrece un interesante contraste entre las costumbres que se estilaban en la baja edad media europea y las que nuestros manuales de alta etiqueta preconizan hoy día como parte de esta operación de reprimir y sustituir apetencias. Y ha sido tal la carcajada en que esta irrelevante anécdota me sumió (soy yo quien despierta de su sueño dogmático) que decido compartir el texto. A diferencia de esas otras sátiras tan recurrentes, el texto referido parece ser uno de esos escritos de académicos de humor moderado (seguimos a Freud en esta apreciación*) adonde, no obstante, termina uno riendo a bocajarro. ¡Benvenuti!

«Los preceptos sociales que afectan a la flatulencia pueden servir como metáfora de la represión que la sociedad impone al individuo. En el siglo xv, cuando se planteó el asunto por primera vez, lo más preocupante era el ruido: “Lo mejor es purgarse sin hacer ruido. Pero más vale soltarlo con ruido que aguantarse las ganas [...]. Siempre que se pueda, debe hacerse en soledad. Si no, por cortesía se debe velar el ruido con una tos”. En el siglo XVIII ya nadie mantenía que fuese mejor expulsarlo, en vez de reprimirse: “Es una gran zafiedad soltar un viento estando en compañía, tanto si es por arriba como por abajo, aun cuando se haga sin ruido; y es vil e indecente hacerlo de manera tal que pueda oírse”».

*Si se lee el texto, se verá que sí.

NOTA: Tengo mi propia refutación al psicoanálisis; breve como la de Karl Krauss, aunque bastante menos literaria.

Navidades fuera de casa (y receta)

Esta noche Antonio y yo pasaremos navidades fuera de México; es la primera navidad fuera del país para ambos. Hemos decidido, a pesar de ser ateísimos, celebrar con una cena más bien frugal; pero estamos contentos (no sé si la cena será frugal porque estamos contentos, o si estamos contentos porque la cena será frugal). Tenemos música en casa, pan, vino, pasta y prepararemos una sencilla ensalada con legumbres, que descubrimos apenas, y que nos gusta a los dos. Quiero compartir con ustedes esta sencilla cena: económica y fácil de preparar.

ENSALADA

Ingredientes:

Col
Papas
Pimienta
Mayonesa o algún aderezo a gusto

Se pica finamente la cantidad de col para las porciones de quienes degustarán la cena; se desinfecta por el método acostumbrado y se pone a escurrir. Por otro lado, se pican una o dos papas y se cuecen hasta llegar a hervor —por cada dos personas, yo cuezo una papa—. Se incorporan las papas a la col una vez listas y se añaden pimienta y la cantidad de mayonesa deseadas.

LA CARNE

Para acompañar la ensalada, usaremos dos cortes de buen volumen de pechuga de pollo. Estos se ponen a marinar con sal y pimienta por una hora aproximadamente y luego se fríen a la sartén hasta que estén listos. Ustedes tranquilamente lo pueden intercambiar por pescado o algún corte de carne roja.



PASTA

Además, acompañaremos con una pasta. La pasta acostumbro prepararla por un medio nada elaborado. Aquí va. En una cacerola se agregan tres tazas de agua, un ajo, un chorro de aceite, sal y pimienta. Cuando la temperatura haya aumentado significativamente, se añade la cantidad de pasta de bolsa necesaria y se deja hervir. Tomará entre 10 ó 15 minutos estar lista. Cuidar que cueza bien sin pasar de su punto.

Todo esto puede acompañarse con una buena baguette, queso y un poco de vino.


¡Salud y feliz navidad a mis lectores!

Katia Guerreiro: ‘Meo amor’ [segredos]


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