La episteme capitalista

Un mecanismo de defensa común y engañoso del hombre masa contra la homogeneización capitalista ha consistido en proclamar la singularidad de lo llamado ego. La respuesta en sí misma encierra una paradoja, pues es denotativa de toda nuestra similitud, incluso si ésta hubiese sido resultado de consumir la misma cultura o de estar normados por los mismos criterios éticos, estéticos y epistémicos. (Hasta nuestra gramática conspira contra dicha pretensión).

¿Por qué, sin embargo, se afana el hombre de estos tiempos en adherirse a prácticas culturales que se discurren a sí mismas como singularísimas? En mi opinión, porque hemos confundido el hecho de una episteme totalitaria concreta —una entre muchas otras—, es decir, de la episteme totalitaria capitalista, con la universal inclinación humana a la posesión de una episteme, de unos criterios normativos y de una cultura (en esta entrada, ya había planteado algo similar).

Nunca hemos estado más lejos de nosotros mismos que bajo el ascendiente de esta episteme colonialista, pues no solamente por sus técnicas productivas lleva ésta a los hombres a la confrontación, alejándolos; sino que estos se alejan cada vez más de sí mismos, ineptos para retomar los caminos que ya poseían. Que no eran, por cierto, más que metanormativos y metaepistémicos.

3 comentarios:

    Tal vez el mundo sea esencialmente paradoja y no somos más que sujetos confundidos en el mecanismo paradójico. En "Libertad" de Jonathan Franzen (en mi opinión una excelente novela) se plantea en un determinado momento el uso y abanderamiento del concepto de libertad precisamente para cercenarlo. Puede ser que esa universal inclinación humana a la posesión de un conocimiento, norma o cultura indiscutible no sea más que el reflejo de una debilidad: el miedo a la verdadera individualidad, a la libertad de elección y al libre pensamiento. Es más cómodo ser masa y tomar una dosis de "soma" en momentos de crisis, se necesita creer en un sistema (aunque sea artificial) que funcione aun con sus defectos y sus ciclos.
    Tienes un espacio estupendo lleno de interesantísimas reflexiones, me alegra haberlo encontrado :)

     

    Tocas muchos temas e, ineludiblemente, me desbordé en pensamientos. A ver si no te canso. Aquí van.

    Por supuesto, creo en la moderna construcción cartesiana de la idea de «individuo». Y me parece que la idea que planteas (muy interesante) de esta sociedad que toma su soma y renuncia a la libertad, es la metáfora de lo que más o menos se plantea en la entrada, pero desde la perspectiva de esos mismos individuos en masa.

    Comenzamos siendo una horda de animales más o menos salvajes actuando en manada (necesitando del otro) para sobrevivir; una horda que, de uno u otro modo, se hizo de la adaptación del lenguaje y del pensamiento. La sofisticación de ambas adaptaciones nos ha permitido incrementar nuestro potencial técnico e incrementar asimismo los medios para el dominio de la naturaleza. El punto en que nos encontramos, parece sugerir que se trata de uno de los más oscuros en la historia de la humanidad, pues aunque condiciones externas de épocas pasadas (la enfermedad, el clima, etcétera) hicieran casi tan vulnerable al hombre de aquella época como al de ahora, la diferencia aquí —la gran paradoja— es que al hombre no le bastó el dominio del mundo para colmar su seguridad y extinguir sus temores: ahora quiere extinguirse a todos los demás; parece como si la proclamación de la individualidad —para algunos— implicara necesariamente la negación del yo del otro: el miedo del hombre no se agota y, ahora, hay que destruir también a la horda.

    Hay, sin embargo, una luz intensa que brilla en el medio de todo esto: a mí me parece que los individuos de ahora, aquellos que se sustraen a beber del soma —siguiendo tu metáfora—, son en una forma lúcidos, independientes y libres, como en poco tiempo lo había logrado la criatura. Es por esta razón que (creo) la especie se encuentra todavía lejos de fenecer.

    A Franzen le vengo siguiendo la pista desde hace tiempo; me atrajo por su negativa —un poco de misántropo— a utilizar Twitter. Lo he leído en entrevistas y lo he visto en documentales. Tengo ganas de leer Libertad y, ahora, con tu recomendación, creo tener una razón de más para hacerlo.

    Ha sido un placer leerte en tu comentario.
    Gracias.

     

    No me has cansado, todo lo contrario: me apetecía seguir leyéndote. Además, dices cosas que hay que volver a releer antes de seguir y eso es bueno (y raro).
    Ese sofisticado proceso de adaptación me parece fascinante, me lleva a pensar en el porqué de muchas cosas. Por qué, por ejemplo, a un sujeto de una especie le dio por empezar a caminar sobre dos patas y no sobre cuatro y con ello iniciar el camino de una nueva especie que no sabemos adónde llegará. Por qué, por ejemplo, hay un ave como el pinzón cebra que tiene un determinado grado de desarrollo del lenguaje en el que incluso cuenta con una estructura de “maestros”, que implica que cada pinzón joven tiene un tutor que le enseña una melodía que luego elabora para construir su propio canto.
    No quisiera (además no podría) ni siquiera intentar calibrar el grado de luz o de tiniebla en el que estamos hoy, pero me parece terrible esa posibilidad. Como me parece tan terrible como cierta esa expresión tuya de que “el miedo del hombre no se agota” (hay tanto daño en ese miedo, bueno, creo que no el miedo sino en la gestión de ese miedo). Pero quiero decirte que me encanta el contrapunto optimista del final… ah, me parece tan importante y se está perdiendo tanto en este momento… Sí, me encanta eso que formulas y que tiene trazas de esperanza. Creo que quien hoy vale mucho vale realmente mucho porque no se dan precisamente las condiciones adecuadas. Esas personas sobresalientes, excelentes, son las que tienen que contribuir a que ciertas cosas cambien de dirección y a digerir correctamente esta especie de paz de desigualdad y de guerras implícitas (todo paradojas).

    El placer ha sido mío. Gracias a ti que las mereces mucho más.

     

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