domingo, 8 de julio de 2012
by Eleutheria Lekona
Las
siguientes ideas las fui redactando mientras leía Contra la Interpretación. Más
que ser objeciones a los puntos de vista de su autora, creo que intentan
complementar, para mí, lo que ella misma escribió; aunque no dudo que esto
ocurra desde un tono bastante más desapasionado. En parte, porque creo comprender
que este ensayo constituye la respuesta muy virulenta por parte de Sontag a este
afán de sus contemporáneos de querer aplicar el método psicoanalítico también a
la obra de arte y extraer interpretaciones —o significados— que no
necesariamente están allí, en la invención del artista (o que si lo están, lo están
con bastante frivolidad). También hay un ataque de su autora a la
interpretación marxista de la historia tan en boga en su época, etcétera.
Lo
diré una vez más. Esto no es una reseña ni una crítica al texto de Sontag,
éstas son solamente las ideas que me fueron disparadas durante su lectura. En
cierta medida, también esbozo aquí mi propia y muy breve idea de lo que es el
arte.
EL ARTE COMO EXPRESIÓN FIGURATIVA,
SUSCEPTIBLE DE INTERPRETACIÓN
El
arte como expresión sensitiva es una mímesis pero no por eso pierde su valor. Quizá
pierda su valor —y en esto coincido con Sontag— frente al abigarramiento
excesivo de ciertas producciones culturales en las eras industrial y
postindustrial con una consecuente atrofia de nuestras experiencias sensoriales.
No es en la obra de arte como figuración de la realidad en donde debe buscarse
el delirio por la interpretación, esa manía es solamente una expresión de una
cierta atmósfera de vaciedad propia del sujeto postmoderno.
El arte
es otra expresión del problema de conocer.
Nuestras
representaciones (en tanto síntesis) son comunicables. Es decir, existe el
sujeto que se representa la realidad —y a su representación se le llama arte
(por satisfacer los cánones que sean) — y existen quienes se representan, a su
vez, dicha representación. Toda representación de la realidad es, en cierto
modo, una interpretación. Y Sontag, desde luego, no niega este tipo de
interpretación. Ella interpela a quienes quieren encontrar en la obra de arte
un significado más allá de su propio y verdadero significado. Ella consigna
así, un valor objetivo a la obra de arte (objetivo solamente para quienes no la
produjeron). En este sentido, debo admitirse que la obra de arte es susceptible
de interpretación.
Toda
teoría del arte es una teoría del conocimiento.
LA CONCEPCIÓN
DUALISTA FORMA Y CONTENIDO
La
forma de la representación de la realidad es otra manifestación de su
contenido. La forma de los objetos del arte —es decir, la forma del arte—, no
está disociada de su contenido. No existe ese divorcio. Es una expresión
subjetiva de una realidad exterior (el arte). No hay dualidad; no existe la
antinomia forma y contenido más que como ilusión. Es otra forma de conocer;
otra posibilidad (el arte).
EL ACTO DE INTERPRETAR A LA OBRA DE ARTE
El
acto de interpretar a la obra de arte es también un acto de representación y,
por su método, probablemente produzca más arte o, al menos, experiencias
sensoriales susceptibles, en potencia, de dicha categoría.
Aunque
el objeto del arte no consista en ser sujeto de interpretación; el arte es
sujeto de interpretación.
Aunque
el objeto del arte no consista en ser objeto de interpretación; el arte es
objeto de interpretación.
Dejemos
que los críticos de arte, especializados y aficionados de la interpretación,
quieran hacer del arte un acto intelectivo. Y aceptemos, por otro lado, la
propuesta de Sontag de tender hacia una erótica del arte, más que hacia su
teorización. Pero no neguemos nunca que, si el arte nos despierta y concita
emociones, no es menos cierto que queramos hablar de ellas o, después,
pensarlas. La misma autora lo aclara en el prólogo redactado para su propia obra
treinta años después: “Apelar a una «erótica del arte» no significa
menospreciar el papel del intelecto crítico.”
LA OBRA DE ARTE COMO UNA METAFÍSICA
Pero
si se pretende un valor per se del
arte —y en esto no coincido con Sontag—, entonces se conjura una metafísica del
arte.
El
arte no es una forma sublime de representación de la realidad. Es una forma de
su representación sublimada. Por lo tanto, el arte no debiera ocupar un lugar
privilegiado entre las formas de producción del conocimiento. Es sólo
conocimiento que se quiere concebir a sí mismo sublimado. Es mímesis, arquetipo,
mito y elusión.
¡Despojemos
al arte de su carácter sagrado y, con ello, dejemos de banalizarle!
Por
si a alguien le interesa esta lectura, paso la ficha.
Sontag,
Susan; Contra la interpretación;
Ed. Alfaguara, Argentina, 2005.