Un nuevo zigurat, es lo que deseo...
lunes, 31 de agosto de 2009 by Eleutheria Lekona
He creído tanto en el poder de la palabra, en el verbo como agente transformador, en la capacidad de los hombres para tender puentes a través del diálogo… pero todo esto ha sido un engaño, nada hay más cierto que un muro de silencio distanciándonos.
¡Y yo que he querido construir un zigurat como tributo a la comunicación!
Pero, heme aquí, viendo palidecer a mi antigua deidad, el templo de mis vocaciones, y con ello sumergirse a mis afanes en un océano informe que ya no contiene sino frases erráticas y murmuraciones desprovistas de sentido…
Si lograra devolverle su logos a mi progenie –esa es la palabra- un torrente de divagaciones emergería de la raza humana, pero ya no serían simulacros del pensamiento: volvería a ser el pensamiento hecho palabra, como fue alguna vez, como devendrá después de estos aciagos días que han de terminar.
Amiga Eleutheria
Hoy en día nos hallamos inmersos en un mundo qué ha manufacturado un Zigurat inmenso, totalmente desprovisto de su verdadera naturaleza, es un Zigurat manufacturado con una base fundamentada en la inconsciencia, la intolerancia y la dependencia; cuyas matemáticas han sido malversadas en pro de sus constructores, aquellos quienes no gustan del pensamiento coherente acompañado de su fiel lógica, en sus terrazas se alojan las perversiones de las nuevas eras, los males del mundo racional y civilizado: Consumismo, falsas esperanzas, creencias erróneas, crédito a la vanidad. Y se han dejado del lado los verdaderos valores que per se el ser humano carga desde su nacer, como: La solidaridad, la igualdad, honestidad, equidad, libertad.
El núcleo de éste Zigurat moderno es la verdadera maldad del mundo, y no aquella de las novelas de ficción sino, nacida del más profundo deseo de aquellos ideólogos de su nacer: No permitir el libre albedrío de las personas, no permitir su pensamiento, no permitir su desarrollo, no permitir ver más allá de sus ojos. Sus ladrillos son todas las mentes cautivas a su merced dispuestas a ser utilizadas en pro del beneficio de unos pocos.
Su vitrificado es aquella pantalla mágica qué les presenta una realidad a gusto y placer de ellos, un mundo de fantasía adornado de los más burdos colores: Apatía y sumisión.
¿Podemos derribarlo? Sí, unidos solamente lo lograremos, esperanza es nuestra amiga y acción nuestra arma, las palabras son el don del ser humano para derribar cualquier ente, por más gigantesco, poderoso o vetusto qué éste sea.
¡Ánimo! Hoy más que nunca NO debe decaer nuestra fuerza.
Saludo grande
Piensa y Lee
http://piensalee.wordpress.com/
Solo agregaría unas preguntas a esta excelente analogía de Piensa y Lee sobre el Zigurat moderno que nos rige, con el que coincido plenamente.
¿Hacia donde habría de construirse un puente ?, ¿entre esta infame raza (que no planeta) con que o quien?, ¿cual sería el destino de esa torre y que debiera tener como virtud quien pudiera morarla?
Como antes, igual ahora, solo los dueños de la verdad pueden entrar.
Por eso es que habitamos los propios, este blog tuyo, es un Zigurat al que nos permites acceder.
Hola Eleutheria, no es un engaño, eso creo, la palabra, el lenguaje, bien estructurado y la congruencia en el actuar, son nuestros agentes transformadores. El muro es una verdad, ahí está para impedir que el verbo trascienda, para distorsionarlo. Tenemos que hablar, gritar coherencias para derrumbarlo junto con aquellos que la han construido para aislarnos y, sobre los escombros de esos muros construir tu Zigurat a la comunicación, al entendimiento, sin muros, con puentes que nos mantengan en constante simbiosis a todos para que nunca mas se levanten mas muros y la palabra y la verdad reinen.
¿soy ingenuo? ¿me estoy engañando? puede ser, pero junto a la palabra la obra, se refuerzan mutuamente.
Saludos!
La palabra transforma cuando enlaza a un otro, el malentendido inherente a la comunicación permite que se recojan los sentidos posibles como un ovillo con muchas puntas y así habilita al debate; a veces el silencio es el más pleno reconocimiento del otro, el callar invoca la palabra en el otro (ese juego de tomar por turnos la palabra y el silencio va haciendo lazo).
Tal vez si comenzamos a ver el malentendido, no como fracaso de la comunicación sino como signo de la radical alteridad entre yo y mi semejante, posibilitremos una nueva forma de comunicarnos donde la singularidad no quede anulada por discursos prefabricados que no nos representan sino que cada uno pueda hablar en nombre propio.
Si no se entendió....mejor!
También estuve en tu lugar antes, pero debo admitir, no sé si por la edad, que últimamente creo mucho más en el silencio que en la palabra.
No el silencio de la incomunicación, o de la indiferencia.
El silencio del respeto, de la discresión, del "let it be".
A veces el silencio es un buen bálsamo para el mal de bullicio.
Desde mi ignorancia filosófica, solo puedo agregar que para que la palabra adquiera sentido ha de convertirse en acción y corresponderse con las acciones del emisor, de otra forma, la palabra es solo la fora de decorar el absurdo y la falacia, la falsa promesa, el engaño.
Saludos.
La palabra hiberna pero no se muere: el lenguaje está germinando, aunque no se note, y vendrán días mejores. Gracias por tus comentarios y un abrazo.
SOBRE EL SILENCIO:
el silencio puede decir más que mil sonidos o murnullos que muhas veces puede venir cargado de verdades