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Réquiem por un voto muerto (2da. entrega)


[2da. Entrega]


Tenía planeado tratar de dirimir, en esta segunda entrega, los convenientes e inconvenientes de las tres posibilidades que tiene un ciudadano ante la elección venidera del 5 de Julio.

 

Justamente, acabo de escribirle un mensaje a mi vecino de “pocamadrenews” en donde, de manera concisa y concreta digo exactamente lo que tenía planeado decir para esta segunda entrega. Así que me plagio a mí misma y con permiso de mi vecino –que tuvo la primicia- (nótese que me burlo de mí misma) coloco entonces, a continuación, el cuerpo literario de lo que vendría a ser la 2da. Entrega de esto que he titulado: “Réquiem por un voto muerto”:

 

Creo en López Obrador y su movimiento, sé que es un hombre honesto y con ideales. Sé, por otro lado, que el PRI/PAN representan más de lo mismo: rezago, corrupción, privilegios para unos cuantos, estatismo. Sé, además, que el voto nulo si bien es una actitud política legítima no tendrá mayor trascendencia si no se desconoce primero al IFE y si no se logra que voten nulo absolutamente todos aquellos que van a sufragar. Es decir, como somos seres libres, es imposible tener certeza de que la promoción del voto nulo sea adoptada por toda la ciudadanía ya que, pretender eso, sería equivalente a imponerlo. Entonces, el voto nulo, si bien legítimo es también quimérico. 


Por otro lado, el no votar -me parece- es una opción que denota indiferencia, pero tiene un valor que no tienen las otras dos opciones: no legitima al IFE. Votar, por otro lado, es un ejercicio cívico que nos concierne en tanto mexicanos, es -sería- el único mecanismo legal para elegir a nuestros representantes, pero ¿a quién queremos engañar? en 2006 ganó de forma legítima Obrador y, sin embargo, no fue declarado presidente constitucional. Es decir, votar es -en una intención tal vez no tácita- reconocer al IFE y a todas aquellas instituciones que tienen licencia para engañar y hacer fraudes. Votar es, finalmente, dar fe de la legalidad que permite que instituciones como el IFE administren las elecciones y -chachas como son del CCE y los neoliberales de nuestra patria- hagan fraudes electorales. CONCLUSIÓN: No sé qué sea mejor. Realmente no lo sé. Lo ideal sería, en mi opinión, convencer a la ciudadanía de no votar y desconocer al IFE.

NOTICIA DE ÚLTIMA HORA: Mi vecino de "pocamadrenews" ha posteado esto que me parece valioso en sí mismo, en tanto genuina preocupación por esa falsa propuesta que es el voto nulo.


Voy a compartir, en este momento, esto que me han enviado por correo-e compañeros de la resistencia civil. Estoy de acuerdo y no, pero de eso comento luego. Ahora sólo me limitaré a compartir la reflexión.


POR QUÉ      VOTAR

El 5 de julio los mexicanos estamos convocados a las urnas. El resultado de estas elecciones le afectará a usted, a su familia, a todos los ciudadanos.  Porque nuestros intereses, nuestros derechos y casi todo lo que hacemos está marcado por decisiones que se toman en la Cámara de Diputados.  Y lo que se decide el 5 de julio es precisamente quién tendrá la mayoría para tomarlas, por lo tanto sometemos a su consideración lo siguiente:

En octubre del año pasado, Calderón envió a la Cámara de Senadores las modificaciones a la Ley de Seguridad Nacional, que violan flagrantemente la Constitución y los derechos humanos, pues con el pretexto de la “Guerra al Narcotráfico” si usted tiene la desgracia de ser denunciado por un TESTIGO PROTEGIDO, o es objeto de una venganza personal, la policía o los militares, sin contar con la orden de aprehensión emitida por un juez, como lo dicta el Código Federal de Procedimientos Penales, pueden ingresar a su domicilio, robarle sus pertenencias, violar a sus hijas, desaparecerlo a usted o a sus familiares, sembrarle droga, o bien acusarlo de Terrorista y así justificar sus abusos.  Actualmente el ejército es la institución que tiene más de 1,200 demandas ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos por estas violaciones.  Dichas modificaciones ya pasaron a la Cámara de Diputados, y si la derecha representada por el PAN y el PRI  obtienen la mayoría, los derechos sociales y humanos habrán retrocedido varias décadas.

También es necesario recordar en estos momentos que en su campaña, Calderón se proclamó el Presidente del Empleo; sin embargo de acuerdo a los registros del INEGI, el desempleo  del 1 de diciembre de 2006 al 30 de abril de 2009 ascendió a 2’373,224, sin contar con los que se perdieron por la influenza.

No es verdad, como pretende convencernos el PAN que para que la economía se recupere sea necesario facilitar los despidos, bajar los salarios.  despojar a los trabajadores de sus pensiones, desproteger a los desempleados, cobrar el IVA en alimentos y medicinas como es su intención imponer después del proceso electoral,  debilitar la educación pública y la salud que tan nefastos resultados han tenido para nuestro país.

Esta crisis no la hemos provocado los trabajadores, ni las familias.  La ha provocado la codicia y la falta de control sobre los mercados financieros, la falta de previsión de las autoridades hacendarias que la calificaron  como  “Catarrito” y que se convirtió en grave recesión.  Por eso ahora hay que establecer un nuevo orden económico.  Quienes con sus ideas y acciones superficiales  nos condujeron a esta crisis no serán quienes nos saquen de ella.

Otro tema que Calderón, en contubernio  con el duopolio televisivo nos han ocultado en relación a la visita de Hillary Clinton a nuestro país el pasado mes de marzo, es que la secretaria de Estado vino a crear en  el marco

de la Iniciativa Mérida, el Centro Conjunto de Implementación, que tiene como objetivo “Supervisar”  las estrategias de represión y control social utilizadas por las fuerzas armadas nacionales y los cuerpos policiales, a fin de facilitarle sus funciones al próximo embajador de Estados Unidos en nuestro país, Carlos Pascual, quien se especializa en desestabilizar a las democracias débiles, mejor conocidas como “Estados Fallidos”, por  esto:

NI UN VOTO AL PAN, NI UN VOTO AL PRI.                                                                      

Red Ciudadana de Derechos Humanos.  

Conserve esta información y compártala con su familia, amigos, vecinos.

Réquiem por un voto muerto


1era. Entrega


La coyuntura me inflige postear al respecto. 


Estamos próximos a votaciones federales; se renovarán las cámaras de diputados y senadores tras este ejercicio que ficciona democracia.


 

Tres corrientes de pensamiento campean en la ciudadanía:

 

1)               Emitir el voto –aunque sea por el menos peor- ya que, de otro modo, seríamos cómplices –por abúlicos- de este perpetuo estado de corrupción política.

2)             No votar porque al votar estamos, tácitamente, legitimando a la institución mexicana (IFE) que, oficialmente, dirige, administra y coordina las campañas políticas, las elecciones federales, locales y municipales y, finalmente, el conteo de los votos.

3)             Votar nulo. Porque votar nulo es también una actitud política.

 

Dichas corrientes –todas- por más que diverjan en la forma, son semejantes en el fondo. Y el fondo es que la sociedad mexicana padece, en este momento, un agudo desencanto por la forma en que se hace política en su país.

 

¿Es esto gratuito?

 

No, nada de esto es gratuito. Sus orígenes –si seguimos la Historia- se remontan a varias décadas de corrupción política del estado mexicano. Corrupción que ha alcanzado su culmen con el arribo de las políticas neoliberales que se han venido impulsando e implementado desde que México entra oficialmente al GATT –y con ello al libre mercado- en 1986.

 

Pero, si acortamos un poco la memoria histórica y retrocedemos tan sólo un par de años, el antecedente más inmediato de este desencanto se halla en la Elección Presidencial de 2006. Probablemente, la más fraudulenta –por descarada- de todas las elecciones que se han vivido en mi país.

 

El aparato mediático, la maquinaria financiera, las grandes corporaciones transnacionales y el populacho ignaro –todos- unidos, desde la lógica de la invectiva, contra el candidato no oficial.

 

En realidad, Andrés Manuel López Obrador fue el candidato de las corrientes más progresivas de este país, pero sobre todo –y esto fue lo que realmente puso en jaque al status quo mismo y lo que, en consecuencia, alertó a sus agentes- Andrés Manuel López Obrador fue (y yo diría: “es” porque si congelamos la Historia y tomamos una instantánea, volveremos a ver abarrotado al zócalo de la Ciudad de México, llenito todo del pueblo injuriado, rabioso, vulnerado, engañado) el candidato del pueblo.

 

Las Elecciones presidenciales de 2006 constituyen la prueba empírica irrefutable que, traducida en axioma, reza: Este país hermoso, rebosante de recursos y de gente trabajadora es rehén de unos cuantos señores “aristócratas” del CCE, de televisa –la cuna de la naquedad en México-, de grupo modelo, de Bimbo, lacayos de “daddy USA”, devotos del monetarismo friedmaniano, fanáticos del consenso de Washington, oligofrénicos de nacimiento, etc. Que, con telenovelitas y fútbol de quinta, tienen presa a mi país, a mis congéneres, a mis coterráneos.

 

Y bueno, la herida histórica que no termina –ni terminará nunca de cicatrizar-: Andrés Manuel López Obrador gana las elecciones presidenciales de 2006 con una amplia victoria. Cierran las casillas, la ciudadanía -lista ya para celebrar el triunfo- se arremolina en el zócalo y en las plazas públicas de las diversas provincias que conforman a nuestra nación con el propósito de recibir el triunfo. Los resultados comienzan a retrasarse: el algoritmo computacional que, huésped de la UNICOM del IFE, se activaba cada cierto período de tiempo a fin de asignar los votos de Andrés Manuel al candidato de la neoderecha. Tres días después un veredicto a todas luces apócrifo: el triunfo, el robo de una elección. Las huestes de Elba Esther Gordillo, la injerencia que tuvo Hildebrando –empresa del cuñado incómodo- en la programación del software utilizado para el cómputo de los votos, el desafuero, el complot, Fox y el cambio de jinete, las papeletas halladas en el bordo de Xochiaca, las irregularidades en los paquetes electorales, las protestas de los académicos de la Facultad de Ciencias de nuestra Universidad Nacional ante la flagrante irregularidad que empañó la elección, las encuestas sin valor muestral fidedigno, la campaña del miedo, el manipuleo, nuestros intelectuales azorados ante la situación, la indefesión a la que –dolorosamente- nos confrontó Aline Pettersson cuando nos relataba la forma en que su país le estaba doliendo…

 

Entonces, este réquiem no va por el próximo voto a ser emitido, éste es un réquiem por el voto de 2006.

 

Allí comenzó el fraude y aún no ha terminado. 

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