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Ahorita que estoy leyendo “México Bárbaro” de John Kenneth Turner, me pegó fuerte este comentario de Andrés Manuel López.

Pero antes, tres comentarios alusivos a la Revolución Mexicana que yo misma tengo por hacer:

1. 1.  Si bien con la Revolución Mexicana no se alcanzan –aunque con ella empiezan- todas las conquistas sociales que, finalmente, habrían de reivindicar y restituir a los miserables de este país sus más elementales derechos, sí creo que la Revolución Mexicana fue el cauce más natural y decoroso que pudo haber tomado el pueblo mexicano que, acicateado por sus grandes ideólogos (los Flores Magón, Juan Sarabia, Madero, etc.) y por sus caudillos (Zapata, Villa, Felipe Ángeles, etc.), finalmente se entregó a esta lucha. Nada de lo que haya ocurrido después –los separatismos, los cambios de bando, etc.- tendría por qué desvirtuar este hecho. En mi opinión, los más genuinos frutos de la Revolución Mexicana habrían de recogerse varias décadas después, durante el cardenismo, y ello es también una muestra de que las cosas no permanecieron iguales después de ésta; así que yo no soy de la opinión de subestimar los logros que se obtuvieron tras su acontecer (por supuesto, hubo otros logros; pero éste es sólo un pequeño comentario. Leyendo y analizando uno los rastrea).

2. 2. A la luz de una revisión crítica de este acontecimiento, exijo que se estudie a sus figuras insignia en sus tinos y desatinos para con la revolución, que se estudien las causas y consecuencias de las acciones de todos sus protagonistas en relación a cómo impactaron éstas en el devenir de la nación mexicana. El estudio de los personajes en sí mismos –considerados como totalidad humana: sí protagonistas de la revolución, pero también humanos con errores y virtudes- creo que también puede llegar a arrojarnos datos valiosos y la oportunidad de hacer un cuadro más completo de las motivaciones de estos hombres, pero considero que este trabajo hay que dejárselo a quienes hacen biografía novelada o a algún psicoanalista y que, su examen, quede disponible para quien quiera abordarlo. Como miembro de una nación –y eso no excluye que me sienta parte íntegra de mi mundo- sí prefiero la historia crítica y objetiva. Es verdad que muchos aspectos de la vida doméstica de un ser humano te otorgan datos importantísimos sobre quién es ese ser humano, pero un balance honesto sobre el actuar de estos hombres no incluye para mí justificar sus horrores –el caso específico de Porfirio Díaz- parapeteando su infancia o sus glorias pasadas –su desempeño en la Batalla de Puebla, por ejemplo. Díaz fue quien ordenó la deportación de indios yaquis y ópatas a la zona henequera de Yucatán; indios yaquis, ópatas, mayas y algunos chinos vivieron -en la opinión de John Kenneth Turner- en condiciones aún más vejatorias que los de la Siberia rusa -justo cuando leía esta parte del libro, me parecieron casi benignas las historias de Alexander Soljenitsin. Lo ocurrido en Valle Nacional, fue de una magnitud aún más atroz que lo ocurrido en Yucatán; por espacio de varios años, murieron anualmente 15 mil esclavos en esa zona. No sé por qué no se dice con sus cinco letras, pero México tuvo un clarísimo período esclavista que vino a culminar con la Revolución Mexicana.

3. 3. El sistema de opresión en este país aún no cesa del todo (las modernas tiendas de raya son los bancos y, ahora, cientos de mexicanos viven eternamente en deuda pagando sus casas, sus autos, su ropa, comprando todo a crédito). Todavía hay mucho por hacer, mucho por cambiar, mucho por mejorar, mucha injusticia por extinguir. Es cierto que el país está tomado por un puñado de adoradores del ultraliberalismo, que el saqueo de los recursos en México está en su punto álgido, que las condiciones de los trabajadores evidencian un claro retroceso si se comparan sus “prerrogativas” actuales con los logros laborales que –en parte, fruto de la Revolución Mexicana- se habían alcanzado, que la muerte y represión en Copala tiene que ver con el saqueo de nuestros recursos, lo mismo que la extinción del SME y de LyFC, que la oligofrénica lucha contra los cárteles es el subterfugio perfecto sobre el que EUA mantiene control sobre el país –lo cual no sería posible sin el servilismo de Calderón-, que es inverosímil pensar que en lo que va del sexenio espurio han muerto más de treinta mil humanos, que, en fin, el país atraviesa ahora mismo por uno de sus períodos de mayor oscuridad y que, si bien todo esto es cierto, yo sí creo que las cosas pueden cambiar. Unidad, organización y una buena defensiva ideológica que contrarreste el impacto de los media en nuestros hogares, puedan ser un buen inicio; la Revolución Mexicana a mí me sirve de ejemplo y de inspiración y espero la llegada del veinte y la memoria centenaria de los inicios de esta lucha, llena de orgullo.

Y ahora sí, Andrés Manuel:


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