México: El amasiato PAN y PRI pelea de día para reconciliarse en la oscuridad, mientras el PRD toma partido
sábado, 13 de marzo de 2010 by Eleutheria Lekona
sábado, 13 de marzo de 2010 by Eleutheria Lekona
Posted in: De Argenpress, La colusión de los tres partidos grandes | 2 comentarios | |
jueves, 30 de julio de 2009 by Eleutheria Lekona
Adán Salgado Andrade (especial para ARGENPRESS.INFO)
Huichapan Hidalgo, México. Cuando uno se entera de la violencia cotidiana que se comienza a extender ya por todo el país, es obligada pregunta cuestionar: ¿de qué ha servido la estrategia gubernamental de prácticamente militarizar varias zonas, emprendida contra la llamada “delincuencia organizada” y que además, torpemente, fue empleada como lema de campaña electoral por el panismo para justificar la reelección partidista de sus diputados y senadores? De nada, como evidencian los problemas que enseguida expongo (y que en muchos lugares de México están sucediendo, por desgracia).
Huichapan, este histórico, pintoresco municipio hidalguense, famoso por sus balnearios, que antes se jactaba de ser pacífico y de que nada sucedía allí – y en general, era algo que los gobernadores de Hidalgo alardeaban, que su estado era uno de los más estables del país –, en años recientes, ha mostrado una nueva cara. En particular, en Huichapan, las actividades económicas se han deteriorado mucho, más ahora con la crisis económica mundial, especialmente la estadounidense, ya que antes, Estados Unidos era efectivamente una válvula de escape para el sonado desempleo que siempre ha existido en este lugar (y esto se aplica a todos los pueblos y pequeñas ciudades del país, los cuales constantemente han padecido de un crónico desempleo debido a la tendencia nacional de concentrar en unas cuantas ciudades y polos de desarrollo las actividades económicas de todo tipo). Al pasar frente a la estación local de autobuses, pueden verse los letreros que anuncian las conexiones de autobuses que se ofrecen con ciudades estadounidenses como Dallas o Houston, en Texas, dirigidos a los potenciales huichapenses que pretendan probar suerte en ese país. Pero ahora ya son cada vez menos quienes se arriesgan, pues cuentan ya con los testimonios de muchos de sus “paisas” que han debido retornar de allá, debido a que se quedaron sin empleo y no pudieron hallar otro en muchos meses (Ver mi trabajo en Internet: “El regreso sin gloria del ‘otro lado’ de un indocumentado mexicano”).
Así que desempleo, más crisis, más los valores materialistas-consumistas tan inculcados por el capitalismo salvaje que nos sigue dominando, a pesar de la actual debacle económica, son un muy excelente caldo de cultivo para que todo tipo de actividades ilegales y delincuenciales se gesten, como ya desde hace unos tres años se ha venido desarrollando aquí.
Platico con Carlos (no es su verdadero nombre), residente de una comunidad cercana a Huichapan (por razones de seguridad omito decir el lugar y a lo que Carlos se dedica), quien ha podido dar cuenta del deterioro social que aquí y en los alrededores se ha venido dando. “Pues mira ¬– platica –, yo hace tres años tuve la oportunidad de venirme aquí por razones de empleo, era una muy buena oportunidad y que nos venimos mi esposa y mis dos hijos pequeños. La verdad es que nos encantó el lugar. Nosotros venimos del DF, de un lugar muy conflictivo, y cuando llegamos aquí, pues ¡nos enamoramos! Ni lo dudé en comprarme una casita por aquí para cambiar de residencia y quedarnos a vivir aquí…”.
Y así fue, Carlos, junto con su familia, disfrutaron de la tranquilidad que supuestamente la provincia ofrece, con menos contaminación, menos tráfico, menos gente, menos problemas, más convivencia con los vecinos… en fin, todo cuanto vivir en zonas rurales puede ofrecer.
Aunque algo de esa tranquilidad que tanto valoraban y presumían a su familia y amigos que siguen viviendo en la ciudad, se alteró un poco cuando comenzaron a secuestrar a gente de dinero de Huichapan desde hace poco menos de dos años. La gente decía que eran los “zetas”. Por ejemplo, un muy sonado caso fue el de un vendedor de barbacoa, apodado el “Cholito”, cuyo local es de los más afamados y concurridos del mercado local. Llegaron por él al puesto del mercado en donde tenía su negocio cinco sujetos haciéndose pasar por agentes judiciales y con lujo de violencia, a pesar de las decenas de clientes que en ese momento comían, lo golpearon y arrastrándolo lo metieron a un vehículo. Pedían dos millones de pesos a su familia por soltarlo. Y según se refiere, como no tenían todo el dinero, su mujer logró que lo dejaran libre pagando el rescate, parte en efectivo y parte con varios vehículos casi nuevos, como camionetas y autos caros, que la familia poseía. Bastante golpeado, pero, por fortuna, vivo, el famoso barbacoyero fue liberado por sus plagiarios.
Pero de plano la relativa tranquilidad que a pesar de aquellos hechos delictivos siguieron disfrutando Carlos y su familia, se vio interrumpida brutalmente del todo cuando fueron testigos de una terrible balacera que les heló, literalmente, la sangre, a unos cuantos metros de su domicilio, entre las “fuerzas del orden” y una supuesta banda de secuestradores, acantonada a unos cuantos metros de la casa de quien esto me refiere.
“Mira, pues eran como las cinco de la mañana, era martes, me acuerdo rebien. Yo ya estaba levantado, como siempre, preparándonos mi esposa y yo para alistar a nuestros hijos para que fueran a la escuela, que se levantaran, se bañaran, desayunaran y todo eso. Salí de la casa para ir al carro a sacar unos papeles que necesitaba… ¡y que veo pasar varias patrullas y camionetas de la AFI (se refiere a la ya disuelta, por corrupta e inepta, Agencia Federal de Investigaciones) y que me gritan ‘¡Métansen pa’dentro de su casa y no salgan para nada!’ y ya que me meto volando y que le digo a mi mujer lo que vi y pues nos quedamos de a tres… porque, ¿pues a qué iban esos cuates allí? Y pues luego luego supimos, porque al ratito que me metí, ni dos minutos pasaron, cuando comenzamos a oír los disparos, así, como cohetes, cuando truenan juntito a ti… ¡sí, así se escuchaba de fuerte la balacera!”.
Cuenta Carlos que más de dos horas duró el tiroteo entre los agentes federales y los supuestos secuestradores y que ellos se subieron al segundo piso de su casa. “¡Pues yo pensé que si nos tocaba una bala perdida, ahí íbamos a estar más seguros, porque no sabes cómo estábamos de espantados, en serio…!”. Y lo peor es que ya que terminaron los balazos, les ordenaron los de la AFI que no salieran para nada, hasta que ellos les dijeran, pues si lo hacían, serían considerados sospechosos. “Un señor que vive también cerca, que se le ocurre salirse como a la una, pues porque como no había ido a trabajar, pues quería ir a avisar, para que no lo fueran a correr, ¿no?, y que ya lo andaban agarrando, diciendo que era secuestrador, pero que les enseña sus credenciales y que lo dejan ir, ¿tú crees?”.
Quedaron tan afectados, que la esposa de Carlos, ese mismo día quería ya regresarse al DF, a la casa de sus papás, en donde vivían antes. “Pues yo que me pongo a platicar con ella, que pensara que no era justo que por la balacera, dejáramos todo lo que tanto esfuerzo nos había costado para vivir allí y ella me decía que cómo era posible que en el DF, a pesar de que era tan conflictivo y peligroso, nunca hubiéramos vivido esas cosas tan fuertes tan de cerca.”
Pienso, en efecto, al platicarme Carlos los acontecimientos referidos, y que todavía muestra cierta afectación al recordarlos en ese momento, que realmente antes, cuando aún no vivíamos en un narcoestado, una muy alta probabilidad de vivir violencia así sólo podía darse en una aglomerada, desquiciada ciudad como la de México y sus zonas aledañas, pero no en un pueblito tranquilo y pintoresco, como en el que viven Carlos y su familia.
“¿Y todavía quiere regresarse tu esposa?”, le pregunto. “Pues… no, ya se resignó. Como le dije, pues ahora, como están las cosas, esto puede suceder en cualquier lugar, ¿no?, y pues ya está más tranquila”.
Pero nuevamente Carlos y ella se han intranquilizado al saberse que por estos días, a pesar de que, se dice, mataron a varios de los secuestradores durante el espectacular y violento operativo y al resto los encarcelaron, secuestraron al hijo de unos acaudalados canteros (se les llama así a los dueños de los bancos de cantera, muy abundante mineral pétreo en esta región, bastante demandado en la construcción) y que no han podido arreglar aquéllos que lo suelten. “Pero entonces, ¿para qué sirvió el operativo?” cuestiono. Carlos se encoge de hombros. “Pues no sé… a lo mejor nada más fue la finta, ¿no?”, responde. Y me dice que ese caso no es el único que la gente platica, sino que se sabe de muchos otros acontecimientos que evidencian el fracaso de la lucha contra el “crimen organizado”, emprendida por esta inepta mal administración panista. “Mira, ¿ves ese cerro que está por allá? – me señala Carlos un cerro que domina el horizonte hacia el sur del lugar –, pues ahí, atrás, se rumora que hay un rancho muy grande, como hacienda, que se llama ‘El Astillero’, y que es un narcolaboratorio, y que está muy bien cuidado y vigilado por narcos… dicen que hasta el ejército lo cuida y que cuidado con el que se meta allí, que luego luego lo matan… ¿cómo ves?”
Suena lógico que, de ser cierto, cerca de Huichapan se procesara droga, pues por tantos inmigrantes, indocumentados o no, que iban a EU, no hace mucho tiempo todavía, quizá algunos de ellos sirvieran como distribuidores. “Pero, como te digo, eso es lo que se rumora entre la gente”, me vuelve a aclarar Carlos. “Y ya ves que dicen que la gente muchas veces prefiere a los narcos y hasta los protegen, que porque éstos la ayudan y todo, ¿no?”
En efecto, recuerdo qué tan querido era Caro Quintero entre sus paisanos cuando estaba activo, pues los ayudaba mucho, les construía escuelas, parques, iglesias… o que es lo mismo que hace la organización criminal “La Familia”, que opera en Michoacán, con su red de, digamos, “ayuda social” que brinda a muchos pobladores (no hace mucho, por ejemplo, estuve en un pequeño pueblo michoacano, y quedé muy sorprendido al entrar a un café-Internet y ver que se contaba con muy modernas y rápidas computadoras, dotadas de grandes pantallas de cristal líquido y una increíble, muy rápida conexión a red inalámbrica que ni siquiera se ve en sitios como en la ciudad de México, muy excesiva infraestructura computacional para los escasos usuarios que acudían al sitio, razoné en esa ocasión).
“¿Y qué has pensado, Carlos, vas a seguir aquí?”, pregunto finalmente a mi entrevistado. “Pues sí, cómo le digo a mi esposa, qué nos queda, ya tengo mi trabajo aquí y ya estamos establecidos… ahorita, como están las cosas, a cualquier lugar que te vayas va a pasar lo mismo… y ya ves que se las da el gobierno de que está combatiendo a los narcos… la verdad es que es puro cuento, hasta han de ponerse de acuerdo con ellos, ¿no crees?”, responde.
Sólo me queda asentir tristemente ante su resignada reflexión y concluir que, en efecto, vivimos, muy convenientemente ya para los mal administradores panistas y sus ansias de militarizar a todo el país, en un narcoestado (Ver mi trabajo en Internet: “La muy oportuna ‘descomposición’ del estado mexicano, pretexto del gobierno para incrementar y recrudecer la represión gubernamental”).
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No hay palabras para expresar la dulzura de sentir que existe todo un mundo del que el Yo se halla totalmente ausente.
Sofia Kovalevskaya
“La formalidad rigurosa de la sintaxis, sólo tiene sentido cuando detrás de ella se encuentra la riqueza creativa de la semántica”. José Alfredo Amor Montaño
¿Sabes qué pasa? Que no me había percatado de que tuviste a bien responder al último comentario que hice en "Despierta Libertad". ...
Me niego a vivir en el mundo ordinario como una mujer ordinaria. A establecer relaciones ordinarias. Necesito el éxtasis. Soy una neurótica, en el sentido de que vivo en mi mundo. No me adaptaré al mundo. Me adapto a mí misma.
Anaïs Nin
"...México es un país extraordinariamiente fácil de dominar porque basta con controlar a un solo hombre: el presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner en la presidencia mexicana a un ciudadano [norte]americano, ya que eso llevaría otra vez a la guerra. La solución necesita de más tiempo: debemos abrirle a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el respeto al liderazgo de Estados Unidos.
México necesitará de administradores competentes. Con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes y eventualmente se adueñarán de la presidencia. Sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queremos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros."
Entrada del diario de Richard Lansing, secretario de Estado del presidente de Estados Unidos Woodrow Wilson, en 1924.
"Si tengo la desfachatez de creerme en posesión de la verdad es porque nunca he amado nada sin a la vez odiarlo."
E. M. Cioran
"Porque el mundo del que somos responsables es éste: el único que nos hiere con el dolor y la desdicha, pero también el único que nos da la plenitud de la existencia; el que nos ofrece un jardín en el crepúsculo, el roce de la mano que amamos; esta sangre, este fuego, este amor, esta espera de la muerte. Este deseo de convertir la vida en un terruño humano."
Matamos lo que amamos.
Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca.
A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia,
a veces menos.
Matamos lo que amamos.
¡Que cese ya esta asfixia
de respirar con
un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos.
Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la
esperanza es poca
y el dolor
no se puede compartir.
El hombre es animal de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.
Ah, pero el odio,
su fijeza insomne
de pupilas de vidrio;
su actitud
que es a la vez reposo
y amenaza.
El ciervo va a beber
y en el agua aparece
el reflejo de un tigre.
El ciervo bebe el agua
y la imagen.
Se vuelve
—antes que lo devoren—
(cómplice, fascinado)
igual a su enemigo.
Damos la vida sólo
a lo que odiamos.
ROSARIO CASTELLANOS
Que me conmines al caos no me aleja de ti ni de tu pretendida astucia para olvidarme. Ya no más celeridad en medio de estos días calmos. Te quiero a ti cual Luna clara en medio de la noche, pareces perla primigenia suspendida en un vacío sin fondo. Llegaré a ti vestida de blanco por si aún te atormenta la ausencia de colores en mi silueta.
¿Quieres escuchar mi voz? Entonces tómate la molestia de escuchar también mi canto. Lograrás aprehender las notas de mis melancólicas melodías y las cantarás después, mucho después de la puesta del Sol, cuando yo ya no esté aquí, sino observándote oculta tras un árbol milenario; entonces estudiaré tus movimientos, tu manera de mirar hacia el horizonte, tu forma de postrar la cabeza cuando –pensativo, ausente o triste- escoges la tierra como receptáculo de tus cavilaciones. Estarás en una isla desierta, sabrás apreciar con todos tus sentidos la belleza de un mar salvaje con cielo eléctrico o la tristeza de un sol abrasador sobre el océano amigo. Pero no memorizaré tus movimientos, sólo los contendré infinitamente en mi alma.
ELEUTHERIA LEKONA
“Es obligación de los pueblos reaccionar cada vez que el engaño pretenda alzarse para posponer la verdad.” Salvador Allende
No eres un asidero al cual yo vuelva para paliar mi soledad o mis tristezas. Tú eres mi soledad y mis tristezas.
Eleutheria L.
Defensa de la alegría
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
MARIO BENEDETTI
Había venido desde lejos a buscar el sol y el sol hallado al fin, me era hostil. ¿Y si me lanzase desde lo alto del acantilado? Mientras hacía consideraciones más bien sombrías mirando a la vez los pinos, las rocas y las olas, sentí de repente hasta qué punto me encontraba sometido a este bello universo maldito.
E. M. Cioran, “Ese maldito yo”
-¿Cenizas? No, yo quiero que los gusanos me roan… que el hedor de mi carne descompuesta azuce a las criaturas del subsuelo. Y yacer envuelta por la tierra.
Eleutheria L.
Escogiste un derrotero de mediocres. El confort de la lejanía. La tibieza de la duda. No una vida vivir. No amar. No ser. Asirte, en suma, a la pregunta metafísica. Al tormento de la nada y renunciar a la lluvia, a las estaciones, al Sol, a los días.
Eleutheria L.
La humanidad permanece irremediablemente en la caverna de Platón, gozando todavía -su antiquísima costumbre- con meras imágenes de la verdad.
Susan Sontag,
On Photography
Cómo quisiera acariciarte con mis palabras…
Rozar tus oídos con mi boca y,
como una danzarina loca,
bailar en rededor tuyo…
Bajo esta lluvia o fuera.
Eleutheria L.
Escucha la pequeña belleza, grillo, escúchala que tú también cantas y con tu música haces de mis oídos laderas de tu voz, de tus historias de silente hablante.
Sé que la escuchas grillo porque ya no hablas y que, lejos, compartes conmigo esta eufonía.
Recuerdo cuando fui luciérnaga y paseaba contigo por el pasto –mojado- y gotas de agua nos bañaban.
Recuerdo grillo, tu compañía de saltarín, de cuasi-saltamontes, en estas geografías de enebro y tulipán y el viento fuerte sobre nosotros tirándonos y nosotros que sobrevivimos a él para transformarnos en gaviotas o en hombres que, como la alegoría del andrógino, buscarnos después –perdidos y nauseabundos de nosotros mismos, revulsivos, grillo.
Yo no supe grillo, del confort de tu cacofonía –que a mí me pareció melopeya vulgar, anodina (no como tú, grillo).
Grillo veraniego, grillo nocturno, de invierno, de casas de campo, de descanso, lejos de mí, a través del viento; frente a un cristal-espejo de mis melancolías. Grillo eterno, de siempre, sempiterno, en lontananza que inventa que le pienso, que te pienso grillo lejos de mí sin sucumbir en mí.
¿Por qué eres grillo?, ¿Por qué ya no eres rostro, ni manos? Grillito tonto. Haces que me parezca luego a una mantis y me crea que Dalí habla de mí en sus libros hechos de moho en bibliotecas de moho también.
¿Ves cómo todo es hermoso, grillo? Desde tu canto, tus manos de grillo, tus ojos de grillo, tu estúpido mirar de grillo incólume que no se inmuta ni frente a una carcajada en contra de él (así es el grillo –ni hablar).
Los grillos me acompañan desde aquellos viajes de infancia. El grillo –con su canto- anunciaba la llegada al lugar. El bosque tropical hacía su aparición, me apeaba ansiosa de clavarme en la agua de aquella poza artificial. El grillo había parado de cantar y me dejaba a mi suerte; me prometía al oído mi libertad para aquellos días y me dejaba tomarme mi raspado de tamarindo después de la chapuza-chapuzón.
Grillo veraz y atroz, delator. Le caían mal mis gatos –de siempre- porque de siempre el gato –necio- me seguía; como hasta ahora que los gatos me siguen.
Y era un grillo pérfido también -¿te acuerdas de la palabra, amigo cometa?
Y un grillo manantial y páramo y erial y nada. Monocorde.
Y no entiendo cómo pueda haber tantos grillos en el mundo y, de tantos, aparezcas tú, hayas sido tú, -¿por qué grillo?
Me vienes tanto, grillo.
Pero ir hacia la oscuridad en la claridad de tu vaivén, de tu huida, de ti que no comprendiste, grillo del tiempo.
Por Eleutheria
Sólo el pensamiento que se hace violencia a sí mismo es lo suficientemente duro para triturar los mitos.
Max Horkheimer y Theodor W. Adorno
Preserva tu derecho a pensar, puesto que incluso pensar erróneamente es mejor que no hacerlo en absoluto. —Hypatia de Alejandría—.
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