¡Último día del año!



A escalas humanas, la vida es en esencia la misma de una generación a otra; o de varias centurias a otras o incluso entre milenios. Solamente el ser humano puede ser tan necio y tan estúpidocomo para querer solazarse en el cambio, en lo nuevo. La sabiduría de los antiguos no debería tener nada de sorprendente. Ni siquiera sorprendernos en igual forma el hecho de saber que nos hayan precedido ya, hombres superiores a nosotros. La vida siempre es la misma para todos los hombres, para todas las generaciones aquí en la Tierra. Se necesitarían eones de existencia humana para registrar, para ser perceptible el cambio. Y ni siquiera puede ser que eso sea posible puesto que las escalas cósmicas no sé si estén reservadas para nuestra especie, tan frágil, tan pequeña y, a veces, tan pendenciera, pedante y carente de humildad. La vida cósmica, ¿podremos aprehenderla más allá del poder que nos dan nuestros instrumentos de detección?, ¿sentir palpitar al Cosmos entero y distinguir algún ritmo, alguna sinfonía, su ser punzante con nuestra pequeñez dentro?

"Sólo un poco aquí..."


 Yo Nezahualcóyotl lo pregunto:

¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?
Nada es para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
Aunque sea de oro se rompe,
Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
Sólo un poco aquí.

Nezahualcóyotl

Emily Dickinson´s


To hear an oriole sing
May be a common thing,
Or only a divine.

It is not of the bird
Who sings the same, unheard,
As unto crowd.

The fashion of the ear
Attireth that it hear
In dun* or fair.

So whether it be rune,**
Or whether it be none,
Is of within;

The “tune is in the tree,”
The sceptic showeth me;
“No, sir! In thee!”

EMILY DICKINSON


________________________________ 
*Marked by dullness and drabness.
**Mystical poem or incantation.

FICHA. Wetzsteon, Rachel (Intr. y notas). The Collected Poems of Emily Dickinson, Barnes & Noble Classics, New York, 2003.

Sobre un pronunciamiento y un artículo


EXORDIO

Pensando que pudiera llegar un lector nuevo al blog, creo conveniente situar. Entonces, remito a esta liga.

DESARROLLO

Por lo que acabo de leer en el análisis de Robles Maloof (aquí), es claro que en los eventos del 1 de diciembre pasado sí hubo una confrontación entre policías y otro grupo pero que, al parecer, dicho grupo escaparía (o varios de ellos) pues al menos poco más de la mitad de los detenidos no se corresponden en los hechos con los protagonistas de la misma y que, probablemente, para no llegar la policía sin botín frente a sus altos mandos (o sea, con las manos vacías), optasen por agarrar a otros y ahora estén pagando justos por pecadores en la cárcel. Hay también la opción de que esto haya sido hecho por grupos de choque y entonces no quepa hablar de huida alguna (o puede ser que haya habido ambos).

Así, tenemos lo que parecen ser dos opciones: A) O se inventaron unos daños vía unos grupos de choque para desde lueguito EPN avisarnos que la lucha social, así nomás, va a estar criminalizada en su sexenio o B) En efecto, hubo una insurrección civil estudiantil contra la imposición de EPN.

Si es A) con toda energía tiene que pedirse la liberación. Si es B), yo digo que antes de condenar, cabría entender el porqué de la misma y, de entrada, sacarnos cinco minutos el término “vándalo” de la cabeza antes de empezar con las alocuciones.

Las insurrecciones pasan, son luchas sociales. Sobre todo cuando se ha llegado a un punto tan crítico como el nuestro. Recurrir al discurso condenatorio me parece una salida fácil. Creo que sería un ejercicio de mayor lucidez (aunque también más exigente) comprender las razones del cansancio social, retrotraernos al día después de la elección y recordar todo aquel malestar. Esta gente fue a protestar contra la imposición, son diferentes a nosotros en eso, ¿son criminales? No desde mi punto de vista. Están reaccionando a un sistema criminal, a la violencia a que cotidianamente se ven expuestos (nos vemos) bajo dicho sistema.

Después de haber leído la reivindicación que el grupo Acampada Revolución hace de los eventos asumiendo como suyos a los Presos Políticos (aquí), me parece que la hipótesis de Robles Maloof (que comparto) no es tan descabellada (su tesis es que los detenidos no son quienes hicieron los destrozos, pero él no conjetura algo particularmente sobre la identidad de los mismos).

Me falta algo por añadir.

No, yo no quiero que la gente se mate en las calles contra los granaderos; yo querría, como es lógico, otra vía. Como muchos mexicanos llevo tiempo, desde mi pequeña trinchera, intentando hacer salir las cosas por los llamados canales institucionales. En todos los casos en que he estado allí junto con miles de mexicanos (y a veces hasta del orden de los millones), la respuesta de quienes detentan el poder de la oligarquía ha sido una y la misma: violentar la institucionalidad, violentarnos a todos. A pesar de ello, he decidido personalmente mantenerme en la llamada lucha pacífica junto a otros mexicanos (quizá en parte porque mi cuerpo frágil no da para más, no sé).

El punto es que yo sí entiendo que haya gente, juventud muy erosionada en este punto, y con un performance de respuesta diferente al mío. Y esto me da mucha tristeza porque, como he dicho en el penúltimo post de mi blog, temo que este clima de inseguridad tenga por allí, si no promotores, sí alguna ganancia que pueda dar al grupo en el poder. Incluso, la ganancia es palpable desde ahora: los hechos tienen dividida a la sociedad en opiniones en este momento (y a veces con antagonismos que llegan a la ofensa verbal, etcétera), en lugar de mantenerse unida que es como, en mi opinión, tendríamos que estar a modo de exigir, vigilar, fiscalizar, etcétera, a quienes gobiernan. A modo de, simplemente resistir este sexenio que empieza.

EPÍLOGO

Quiero dedicarme a pensar que no estamos en una encrucijada y que, si unimos fuerzas, coraje, convicción, etcétera, tal vez podamos ayudar a que disminuya la rabia que traen encima los probables perpetradores de los disturbios (en argot falsimedia) y que esa ayuda pasa por comprender a esta gente, antes que acorralarla, confinarla y, luego, verles radicalizarse más. No sé.

NOTA AL MARGEN

Ahora que inevitablemente he leído ciertas columnas y frente al clima de lo que pasa, recordé este pensamiento del escritor francés Jules Romains*, que me parece muy descriptivo de cierto sector muy regresivo en mi país que, honestamente, pareciera que no se conforman con laudar el saqueo, sino que además se dan el lujo de insultar impunemente a la sociedad: “Situarse a la derecha es temer por lo que existe”.


En el algún minuto avanzado en el vídeo, se ve lo que parecen ser grupos
de choque, en especie de coordinación con la policía.


*Después de haber militado en la izquierda, Jules Romains habría de terminar en las filas del fascismo según nos cuenta Simone de Beauvoir en uno de sus ensayos.

PARTE


Vengo llegando de la marcha que hubo hoy del Ángel al Zócalo para exigir la libertad a los Presos Políticos.

Apenas empezar el sexenio y ya tenemos nuestros primeros 68 presos políticos. 68 de los detenidos han sido ya procesados a Santa Martha y al Reclusorio Norte, aunque algunos de los padres no saben aún si se encuentran en uno u otro de los centros.

Se les ha procesado, desde luego, en medio de las más flagrantes violaciones a sus derechos humanos, civiles, etcétera. Sin cargos, salvo el de uno cuya pena llega a ser tan severa como la imputada por el cargo de terrorismo: ataque a la paz pública (por terrorismo llegan a echar 30 años según entiendo).

Asistí al lugar libremente. No tanto para oponerme al gobierno de Enrique Peña Nieto (cosa que sin chistar sí haría), como para exigir la libertad de estos estudiantes, maestros, procesados, lo mismo que saber de primera mano qué está pasando.

Se concentraron en el acto diversos actores y organizaciones sociales; representantes del #Yo132, Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad y otros colectivos.

Desde luego, la zona y su periferia aparecen resguardadas por policía.

Para mí, esto es lo mínimo que puedo hacer por una gente que está luchando contra la imposición, que son llanamente luchadores sociales y a los que ahora se les está criminalizando. Es el mínimo acto de solidaridad (quizá simbólico) que me siento compelida a hacer por esta gente heroica y digna.

Llegué a casa y cuando abrí mi cuenta Twitter y supe del evento, me fui corriendo al lugar. No marché desde El Ángel, pues no alcancé a estar allí, sino que me uní al contingente en Bellas Artes. Me quedé en la concentración, adonde se dio una información importante. Querría redactarla ahora, pero tendrá que esperar para próxima ocasión.

Está muy fuerte la bronca. Ojalá gente empiece a sumarse para dar apoyos. En mi opinión, se precisa de mucha unidad ahora. No sé.

¡¡PRESOS POLÍTICOS LIBERTAD!!

Muestro una pequeña galería de fotos que tomé:
















El asunto es:

1) Sí hubo vándalos; sí hay grupos de choque. Sí los hay.

2) Pero también hay descontento social. Entonces, si tú tienes dinamita y le prendes fuego, vas a provocar una conflagración. No se quiere confrontar que al pueblo se le ha violentado, pareciera que esa violencia inmuta menos. No se logra entender que se llama actuar defensivamente.

Un poco por esto, he insistido en Eleutheria y otros medios, en no consentir que a la gente que esté enojada y responda a la opresión/represión, se la tilde de violenta. Niego categóricamente como válido dicho calificativo. Sin embargo, en mi discurrir nunca ha habido una invitación a la violencia. Las cosas son muy fáciles de separar en sus partes:

Ante la violencia del Estado (que detenta el monopolio de la violencia alegando preservar así el orden social), el pueblo tiene el inconculcable derecho a defenderse y eso no lo hace violento. Pero incluso, la gente que decide ese camino (como guerrilleros y revolucionarios), está actuando defensivamente también y no me parece que pueda decirse que hay violencia allí, salvo que la hubiera (lo que pasa es que a los pueblos, nada más por mero hobby, les gusta de cuando en cuando enfrascarse en trifulcas y terminar en la cárcel o en el panteón).

Ahora bien, una cosa es no compartir puntos de vista de reaccionario (llamarle vándalo a un luchador social, por ejemplo), y otra es azuzar la violencia o preconizarla.

Claramente, no estamos en un punto histórico en donde por una vía armada puedan desmantelarse las actuales estructuras de poder, a menos que se tuviera mucha estrategia, pero esto requeriría —además— de mucha unidad popular, de mucha gente experta en diversos campos (cómputo, cifrado, entrenamiento militar, etcétera), de visión de conjunto, líderes y, en fin, encontrarnos en una situación cuasi apocalíptica, onda Mad Max que, irremediablemente nos llevaría a una suerte de interregno; un escenario que, más tarde que temprano, sucederá con alta probabilidad —con o sin Mad Max. No sabemos cuándo, pero así será. Está en la historia. Si uno checa un manual sobre revoluciones, comprenderá que esto es cíclico. Así es la cosa.

¿Qué hacer nosotros en estos momentos?, ¿qué hacer entonces?

Desafortunadamente, la única arma efectiva que tenemos ahora es la Resistencia Civil. ¿Por qué digo desafortunadamente? No porque la herramienta sea ineficaz en sí misma, sino porque, a mí parecer, la sociedad mexicana no está lista en su conjunto para esto. Estas cosas van gestando a fuego lento. Lo que llevó al Caracazo en Venezuela, lo mismo que a las desobediencias comandadas por Gandhi, fue un sistema de dominación y opresión verdaderamente insostenible y, aunque nosotros estemos cerca de alcanzar dicho estado de insostenibilidad —por no decir que ya estamos en él—, el problema es (es decir, lo que no tenemos a nuestro favor) que nuestras condiciones sociohistóricas son algo distintas: están determinadas esencialmente —a ese grado— por la Globalización Neoliberal que desde el salinato viene aplicándose ininterrumpidamente en el país y que esta Globalización, va acompañada también de unas ideas, de unos pensamientos (consumismo, postmodernismo, etc.) que favorecen a la perpetuación del sistema. Prueba de ello se ve en redes sociales: gente que muestra cero empatía hacia los verdaderos agraviados, gente que, como han dicho tuiteros, se inmutan por los vidrios rotos del Starbucks y son incapaces de experimentar la mínima indignación por un hombre que trae la masa encefálica expuesta (las dos cosas a la vez). O sea, absurdos. Como sea, me parece que en estos momentos ésta puede llegar a ser la forma más efectiva de oponerse al gobierno impuesto de Enrique Peña Nieto. Pero así como nos queda la Rebelión Civil y Orquestada, nos tiene que quedar, forzosamente, la estrategia. Si no jugamos con estrategia, estaremos condenados a la fragmentación, a ser blanco de desapariciones, encarcelamientos y toda esa maravillosa lista (amén del estrés que inflige lidiar con el pensamiento más reaccionario de este país que fluye imparable en prensa oficial).

Quiero finalmente apuntar aquí un escolio al discurso de AMLO del día de ayer (algo que seguramente él comprende), y es: Que el uso de la protesta social* no vaya a ser la solución, no niega el derecho a unos de usar esta vía; no es algo que puede evitarse. Y más que derecho, yo diría que es una cosa de libertad, así, menos acotada.

ALGUNAS NOTAS RELACIONADAS

NOTA 1

El día de ayer ante lo ostensiblemente barbárico de los hechos que se sucedían, corrió rápido por las redes el rumor de que ya había muertos. Yo misma, en un gesto de indignación y de solidaridad impotente, reenvié unos tuits que informaban eso. Hasta estos momentos, lo único oficial aceptado es que las dos personas de quienes se dice, son las más gravemente heridas, continúan en estado crítico hospitalizadas. En el caso particular del maestro de teatro, hasta hace unas horas —de hecho—, en redes me tocó ver la difusión de una entrevista a la hija de dicha persona narrando sobre lo delicado de la situación del padre. En cuanto al chico con desprendimiento de retina (la gente comentaba en redes que había perdido un ojo), está hospitalizado en Balbuena y agentes del ministerio han acudido allí a interponer una demanda, de éstas que les están poniendo a los detenidos, aduciendo cargos que habrá que probar (y dudo que tengan cómo) y con penas, bueno, igualmente vergonzosas.

Hay algo también que me inquieta, he estado viendo unos vídeos, algunos comentarios de un contacto en FB que le tocó asistir al lugar (ver aquí), tuits de una chica en Twitter, etcétera, en donde me parece encontrar una suerte de reivindicación de los hechos  de modo que, como es lógico, creo que hemos llegado a un punto en donde sí hay ya gente muy cansada, gente joven que fue allá a San Lázaro asumiendo lo que podría pasar y que actuaron en consecuencia defendiéndose; lo mismo que acudieron grupos pacifistas. También leí apenas este relato de Pedro Echeverría, en donde este hombre afirma que a esos a quienes se les está llamando vándalos son, en realidad, grupos de anarquistas. Yo aquí tendría dos comentarios: 1) Si hubo anarquistas allí, yo no voy a aceptar que a esta gente, con sus ideales y su derecho a defenderse se les llame vándalos. Vándalos los hampones que estaban ayer en el acto de la imposición y, antier, en el circo del gabinete y que probablemente, incluso, hayan ordenado algunos de ellos la reprimenda. 2) Si este grupo decide emprender una lucha, este grupo lleva todas las de perder no solamente porque carezcan de pertrechos y el estado sí o porque para esta gente simplemente no haya cabida en una sociedad de domesticados, etcétera, sino principalmente porque, aun cuando esta gente tiene fuerte convicción sobre lo que está haciendo y asume las consecuencias, es probable que se les esté utilizando y estemos frente a un escenario promovido desde fueras (no quiero ahondar sobre esto porque la idea es una tesis bastante paranoica mía y que ésta incluye la razón de la existencia del 132 y de cómo se les usa a sus miembros).

Me viene a la mente invitar a estos jóvenes anarquistas a evaluar la eficacia del método (la bronca es que esta gente no está casada con ideas como “eficacia”, “performance”, “conveniencia” y todo eso que nos meten en la escuela; esa gente goza de una libertad y una visión de las cosas tan al margen del promedio que les llegan a parecer insólitas semejantes peticiones).

NOTA 2

Quizá sea éste un buen momento a solicitar a las izquierdas del mundo a que comiencen a reproducir lo que sucede en México, pero cuidado con la versión que demos, no podrá ser la misma que dé falsimedia y es importante hacer hincapié en que quizá esta situación de caos sea una fabricación (ver este vídeo).

Aunque como he visto en Twitter, quizá la solicitud sea innecesaria; la gente solidariamente se adhiere a la causa con libertad. En fin, la cosa es unirnos todos.

A comenzar a trabajar.



Él es el famoso Uriel Polo, cuyo caso parece estar ya en manos de defensores de derechos humanos. Como se ve, él asume las consecuencias de estar allí, no es una persona que se esté victimizando de nada; amén de que no hace falta que ellos se victimicen, el sistema ya lo hizo antes por ellos.


*La clase de protesta a la que mentalidades retrógradas confunden con violencia.

TRES


—UNO

La más grave violación al derecho es la que proviene del Estado, pues si el encargado de su dotación es al mismo tiempo quien la obstruye, entonces, ya puede pasar todo.

El derecho existe para garantizar a todos sus libertades. El problema es que su dación está regulada también por hombres y, ese hecho, vuelve a dicha dación profundamente frágil y vulnerable, a cada instante.

Poner al Estado de Derecho por encima de la libertad no es nada más un problema de comprensión grave (en algunos casos), sino un proceder fascista en los casos de lucidez (cinismo).

La libertad no existe porque haya Estado de Derecho, a su construcción le precedió la comprensión de ésta. La libertad no pende, pues, del Estado de Derecho. Si después de doscientos años de su invención, seguimos sin entender esto, entonces, apenas si se ha comprendido la Historia o, llanamente, se desconoce.

—DOS

No es nuevo que la postmodernidad haya imputado a los opositores al sistema un viso de resentimiento como motor (Nietzsche lo hizo en cierto modo). Lo extraordinario es que, a la condena como percepción del síntoma, no le acompañara el mismo gesto en el diagnóstico.

De allí, en parte, la conveniencia y utilidad de los relativismos éticos propios de la postmodernidad. La postmodernidad es la gran ideología del capitalismo. Y como suele ocurrir con las ideologías de derecha, la postmodernidad es un idealismo, dicho propiamente (sobre dicho encumbramiento he hablado un poco en esta entrada, por ejemplo; espero poder hacerlo más adelante puesto que no es ésta una aseveración a la ligera).

—TRES

Yo tengo que entender que hay personas que están aprendiendo cosas y ser paciente. Mi pregunta es, ¿aprenderán ellos a respetar al otro en tanto les llega la comprensión? Más específicamente, ¿nuestra estupidez nos da derecho a pisotear la convicción de los demás?

DE LAS LIBERTADES (ANTÍDOTO)

A la libertad de quienes se adaptan a las sociedades de consumo, se opone frontalmente la libertad de quienes son explotados para y por la libertad de estos consumistas. 

Con dicha comprensión en mente, me parece que algunos de ellos lograrían cierto sosiego, disminuir esa zozobra—, propinada a sus espíritus o a su equilibrio interno tras ver desmoronarse vidrios de la tienda Starbucks (o similar) durante los disturbios del pasado 1 de diciembre.

Ejercicio de admiración (la obsesión)


De Lágrimas y de Santos fue el segundo libro que leí de Cioran; iba en la preparatoria, sobra decir lo joven que era en ese entonces [1]. Leerlo la primera vez me reveló que esa necesidad rayana algunas veces en lo mórbido por comprender la experiencia religiosa, no era en todos los casos una disposición exclusiva a una persona creyente sino también posible en la figura de un ateo. Era como una especie de envidia mística, y una nostalgia por todas las obras producidas bajo ese éxtasis. No era —no es Cioran—, en ningún modo, un hombre religioso, ni un hombre con un sentimiento de lo místico. Yo más bien diría que es absolutamente lo contrario, un espíritu estéril en materia metafísica, alguien incapaz de creer en el absoluto; hambriento de éste, y de su fantasía.

Quizá por eso no sea extraño que los pensadores a quienes más haya admirado Cioran, Eliade, Marcel, y también sus amigos (valga decirlo), fueran, precisamente, hombres de profundas convicciones místicas. Hombres que en el siglo del crimen lógico —en la expresión de Camus—, se hayan atrevido a enarbolar una metafísica de lo inasible.

(Y con inasible, por supuesto, me refiero a todo aquello que se le escapa al hombre cuando no se le escapa ya cualquier certeza).

Pero momento, hay algo incompleto en mi narración. Lo mismo que a Marcel, o a Eliade, Cioran se arrobó también con espíritus más bien en las antípodas de los primeros: Paul Valéry, Benjamin Fondane o un Fitzgerald. ¿Cuál es, entonces, el denominador común entre estos hombres?, ¿cuál es la materia común que los reúne y hace de ellos motivo de encomio en el filósofo rumano? La respuesta es: la obsesión.

Y la obsesión solo le es dable a dos clases de espíritus, o a los locos, o a los desgraciados.

En los primeros puede fructificar en formas inusitadas. La locura escapa a más de un instrumento de detección y lo mismo impulsa a un megalómano a conquistas de origen muertas (pienso en Napoleón) que a un santo a la nostalgia mística (pienso en Juana de Arco).

Que haya sido la obsesión en Cioran, aquel motor con el que un hombre llega al fondo de sus convicciones y toca fondo (sin punto de retorno muchas veces) y no la comprobación, aquel territorio neutro en donde las obsesiones combustionan, solamente prueba que en la cadena de nuestras pasiones el efecto precede a la causa por una suerte de proceso de inversión involuntario en donde todas nuestras esperanzas se invierten también, y ya sea que emprendamos empresas imposibles, o que hagamos de nuestra degradación motivo de sublimación, entonces, o bien ocurrirá que escapemos de este proceso de alimentación iterativa —negándolo como lo hacen los esquizofrénicos—, u ocurrirá que hagamos de él motivo de nuestras transformaciones —como ocurre con los santos y los hombres místicos.

Los lindes de ambos procesos son apenas distinguibles.

NOTAS

[1] Llegó a mis manos como un obsequio.

[2] Hace un par de semanas me dio por releer uno que es, para mi gusto, el mejor texto de Cioran, Ejercicios de Admiración y otros Textos. Volví a experimentar, como a lo largo de todo este tiempo que he escrito para mi blog y otras palestras virtuales, esa necesidad de aparador de mostrar alguno de ellos; en particular, dos que exhiben alguna de la prosa ensayística —siglo XX— más preciosa que haya podido leer hasta ahora y con el potencial de remover tantísimas cosas: Fascinación del mineral (Roger Callois) y Los comienzos de una amistad (Mircea Eliade). En lugar de colocarlos, se me ocurrió rendir similar homenaje (este arrojo) al filósofo de la lucidez. Comparto mi ejercicio de admiración.  

[3] Quizá este sea el tercer post que le dedico a Cioran en Eleutheria; uno que recuerdo mucho es Mentira en la Mentira que, dicho sea de paso, no ha dejado de ser la epistemología del amor más honestamente expuesta que le haya podido leer a algún filósofo.

[4] Por supuesto, ya encarrerada, me re-refiné el libro con el que inicio el escrito. Agradezco que en todo este trajín, sea solamente mi estilo el que haya quedado muy infectado por la experiencia (espero).


Bach: Toccata In C Minor, BWV 911


La memoria como moralidad [Gaza]

No sé si la memoria sea la condición de la moralidad, pero desde luego es la condición de su posibilidad. Y seguramente, tras chunche transitivo, no sería exagerado concluir que, de hecho, la memoria es la condición de la moralidad.

La moralidad es la preservación de unas mores o costumbres previa una experiencia, tras la cual se ha observado la conveniencia de esos usos para un grupo o comunidad en un determinado tiempo. Pero esa preservación no nada más ocurre en la oralidad o en los relatos, que vendrían a constituir la memoria histórica colectiva, sino que precisan de un imaginario personal, adonde cada individuo vaya implantando su concepción de esa memoria, a veces libremente, a veces no tanto. Es una memoria colectiva que va extendiéndose en cada miembro de la comunidad para que pase de ser una invocación a un hecho establecido, a un uso. En el proceso de implantación, dicha memoria corre el riesgo de distorsionarse y, de hecho, casi es imposible que no lo haga pues se supone —de acuerdo con lo que dicen corrientes epistemológicas y teorías cognitivas—, que los hechos pasan siempre por el tamiz de la interpretación del sujeto y que dicho tamiz le hace cosas a la información que llega (algo que pasa, por ejemplo, cuando se aprecia una obra artística, como comentaba en esta entrada hace meses).

El tiempo, como nos lo dijo primero Kant y como nos lo comprobó después la teoría de la relatividad especial, no es un fenómeno absoluto; el espacio y el tiempo —decía Kant— constituyen las formas de la sensibilidad, por lo tanto, no es que estén allí existiendo autónomamente en algún topos, sino que son relativas a la observación humana, son un a priori sensible humano. De esto, quizá se deduzca que las nociones mismas de causalidad y de cambio, no sean más que eso, intuiciones humanas, y no hechos que tengan existencia por sí mismos. Como el problema del tiempo es un problema de medición, del marco de referencia del observador y, por tanto, de la perspectiva que se tenga sobre un fenómeno desde el propio marco de referencia, no sería demasiado exagerado extrapolar esto mismo a las mediciones que los pueblos hagan del tiempo y la forma en cómo han apreciado distintos fenómenos. Por supuesto, en el caso del tiempo como entidad física, se trata de un hecho correlativo a la medición y, por ende, susceptible de ser sometido a comprobaciones experimentales como de hecho ocurre. Luego, extrapolar biunívocamente este hecho para fundamentar un relativismo cultural que, de suyo, no pasa de justificar más que las observaciones de un grupo pero no lo que fuera de él en sí mismo ocurra, de una vez adelanto que no busco esta extrapolación para dar sustento a tal ocurrencia puesto que personalmente creo que el marco de referencia humano es lo bastante común, inmenso e incluyente, como para suponer que en todos los casos unos vean unas cosas, y otros, otras y, entonces, resulte imposible sostener acuerdos. Sin duda, hay regiones que nos son completamente desconocidas a unos de otros; pero hay otras que nos son compartidas universalmente, que el solo hecho de nuestra condición humana nos impele a compartirlas.


Pero vayamos a aquello que no compartimos. Es más, dividámoslo en dos partes. I) Lo local relativo a cada grupo y sin resonancias universales; y II) Lo universalmente compartido.

I) Lo local relativo a cada grupo y sin resonancias universales

Para entender a detalle la memoria, las costumbres, los mitos, hierofanías de que cada grupo es copartícipe, hace falta algo más que paciencia y disposición, hace falta tiempo; pero más o menos todos sabemos que hay departamentos en las universidades, eruditos y grupos académicos completamente volcados a estudios culturales cuyos resultados aparecen en publicaciones, boletines, libros, enciclopedias a los que es posible tener eventualmente acceso y aprender. De estos estudios se han observado los siguientes comportamientos que aparecen más o menos comunes, en su ocurrencia, a todos los grupos y particulares en su manifestación (de este listado, se infiere el inciso II).

a) Cada grupo articula en un relato el conjunto de sus creencias.
b) La transmisión del mismo —su reproducción—, constituye su legitimidad.
c) A lo largo de la transmisión, el relato va deformando parcialmente, adecuándose a necesidades del momento.
d) Cuando la digresión en c) se separa demasiado de la realidad, seguramente es para legitimar posiciones de poder de algún subgrupo en ascenso o en camino a.
e) En el relato se inscribe una cosmogonía, normas prácticas, la condición del saber, una jerarquización de los elementos del grupo en subgrupos o capas, etc.
f) Al interior del relato, aparece el subrelato que lo legitima y, con ello, el statu quo que allí se establece.
g) Aunque la condición del saber del grupo social (sigo aquí a Lyotard), reproduce en sus instituciones toda la estructura necesaria al funcionamiento del statu quo, también es verdad que es regularmente desde este propio saber, de donde emergen los críticos y detractores del relato mismo (esta última idea es un diferendo que tengo con Lyotard). El grupo se realimenta a sí mismo: de su propio seno emergen sus revoluciones.
h) El grupo alternativamente recurre a su propio relato para legitimar o deslegitimar sus acciones.
i) Al margen del gran relato suscrito por todos, siempre aparece latente el pequeño relato más íntimo, más familiar de las costumbres; cuando este relato contrae, el grupo entra en crisis.

II) Lo universalmente compartido.

a) El mamífero humano se aglutina en manadas o grupos (quiero decir, nosotros).
b) La moral cristaliza en un relato y, si el relato modifica, la memoria lo hace. Se relativizan valorizaciones en favor de:

  1. Necesidades prácticas.
  2. Cotos de poder.
  3. Aportaciones del saber que desmitifican antiguas valorizaciones.
c) La relativización puede operar en base a condiciones objetivas (por ejemplo, descubrimientos científicos) o subjetivas (cuando sucede por poder).
d) La moral se supedita a un relato, es decir, a una memoria.
e) Por su oralidad, los relatos muchas veces quedan plasmados en fuentes documentales por lo que todo el tiempo es posible revisar las condiciones del saber, las aseveraciones que se hagan sobre el pasado y, muy principalmente, la legitimidad de la moralidad de un grupo (con legitimidad no me refiero a la validez de una moral en turno, sino a determinar el grado de su imposición, cuando la hay).
f) Si el gobierno del grupo no cuenta con su legitimización, entonces, el gobierno no puede hacer nada.
g) No siempre es común el contenido del relato (la moralidad) a todos los grupos. Es común la existencia del relato en sí y el uso de una moralidad determinada.
h) Algunas veces los grupos entre sí se horrorizan de los otros relatos, pero es objetivamente posible evitar conflictos sobre este particular si cada grupo se limita a reconocer que el otro tiene también su relato y prescinde de la tentación de condenar (desde su propio criterio) el relato antagónico. Por supuesto, las críticas no condenatorias parecen aportar salud a los destinatarios.

Todo esto apunta —y éste sí es ya un comentario a título personal— a que en todo momento el sujeto será libre de determinar, no ya la validez sino la legitimidad de su relato. Pensar en la validez exige incursionar en consideraciones sobre ética, y no en consideraciones morales. Creo que he expuesto en ocasiones anteriores mis puntos de vista sobre esto y, a fuerza de no ser imperativa con ello, prefiero no expresar mis opiniones. Solamente que, la única forma posible de actuar desde la más pura amoralidad no es prescindiendo de un canon moral (eso es imposible), sino de una concepción ética y afirmativa de la vida (valga el pleonasmo).

Hasta aquí con este resumen.

¡¡ ALTO A LA MASACRE EN GAZA

Unos comentarios sobre MoReNa y la izquierda mexicana*


Más que de amiguismo, Andrés Manuel padece de cierto aristocratismo intelectual, y el problema es que ha sido con dicho aristocratismo en tanto criterio de elección que se han estado seleccionando a los representantes de MoReNa, como ha podido verse en los últimos días. Desde luego, mucha gente está molesta por esto y lo está con toda razón. A mí parecer, sobre este hecho cabría hacer al menos las siguientes consideraciones:

1) Esto no debería de extrañarnos por dos cosas A) La democracia es y ha sido siempre un despotismo-aristocratismo (Kant extendido) y solamente si se fuera muy ingenuo o muy superficial en el análisis, se podría llegar a concluir con convicción que la democracia vaya a ser el medio por el cual la humanidad termine de dotar de una vez y para siempre, a las sociedades postmodernas, de plena igualitariedad entre sus miembros. Esto sucede no solamente porque detrás del proceso de elección de representantes haya un criterio aristocrático para elegirlos, sino porque las democracias de nuestro tiempo son, en realidad, liberaldemocracias, o dicho explícitamente, sistemas políticos funcionales al sistema económico vigente (el capitalismo). Y en el capitalismo la igualdad es imposible porque el capitalismo es un modelo estructuralmente injusto. B) Ya en 2006 este mismo criterio acompañó el proyecto enarbolado por AMLO; no se trata de algo nuevo (pero su “antigüedad”, obviamente, no necesariamente le blinda de críticas, no tendría por qué).

2) ¿En qué momento la izquierda pasó de sostener un proyecto revolucionario, que busca la aniquilación del capitalismo, a sostener como su máximo ideal al socialdemócrata? Y con ello, hacerla de comparsa, de estructura legitimadora del capitalismo y sus desequilibrios (como lo hacen los partidos políticos, como lo está queriendo hacer MoReNa ahora mismo).

3) ¿Qué es la izquierda y cuáles son sus reivindicaciones más importantes? ¿Qué no se supone que las reivindicaciones de la izquierda son de linaje humanista? Hasta tenemos a grandes humanistas como Sartre en el siglo XX, reabasteciendo al marxismo de su razón de ser (y eso por no hablar de los intelectuales de izquierda mexicanos que tanto han enriquecido en ese sentido, el relato de la izquierda), con el propósito de darle esa nota distintiva, destinada a convertirla en una ideología superior a la sostenida por la derecha o eso se pretende. De modo que, con esta premisa en mente, ¿cómo puede concebirse auténticamente de izquierda alguien que no hace suya dicha reivindicación? Y hacerla suya, no nada más es gritarla a los cuatro vientos: es vivirla en la acción. El humanismo entraña una postura ética con tesis fortísimas, entre las que destacan: la asunción de la libertad humana y, por consiguiente, el derecho y el respeto al otro. Si no somos capaces, la gente de izquierda, de dialogar entre nosotros con respeto a quien se tenga de interlocutor, ¿cómo podemos al mismo tiempo sostener dicha ideología? No abandonar la autocrítica, yo creo que esa debiera ser nuestra primera convicción como gente de izquierda, antes que ver robustecido el ego a instancias de los reconocimientos hechos a nuestras personalísimas contribuciones. Quien no quiera reconocer que MoReNa ha incurrido en graves errores (y, desde luego, Andrés Manuel), creo que está faltando un poco a ese principio básico tan necesario y quizá radicalmente definitorio del provenir de la izquierda y su permanencia. Si no sabemos MoReNa para qué (y con esto quiero decir, por qué sería necesario este movimiento y qué lo hace distinto de otros) y si tampoco sabemos cómo, entonces, mejor dejarnos de retóricas infladas de elocuentes pretensiones que bien podrían pertenecer al catálogo de cualquier prontuario de izquierdas de cualquier país.

4) Gente muy inteligente de este país entre los que destacan intelectuales como Héctor Díaz Polanco, Pedro Miguel y otros, encargados de redactar los documentos fundacionales de MoReNa, sostienen que si se opta nuevamente por este camino de la democracia y la posibilidad de hacer de MoReNa un partido político, además de un movimiento ciudadano, es en parte porque las experiencias de izquierda exitosas latinoamericanas recientes, muestran que se ha arribado allí por un camino electoral. Nada más, que yo veo aquí un problema: Queremos los resultados que han logrado otros países de izquierda, pero no asimilamos los procesos (radicales) que varios de dichos países han tenido que librar para llegar adonde están ahora, procesos que llegan a durar del orden de las tres o cuatro décadas. No estoy conminando a esas vías “radicales” (la peor cosa que se puede ser en estas fechas), estoy señalando que a la gente de izquierda de este país, al intelectual de izquierdas, le está haciendo falta obstinarse menos, mirar tantito de lejos su convicción y preguntarse si basta con la ética (el proceder político pacífico, demócrata y muy institucional) para lograr las metas deseadas. A mí parecer, hay un enorme vacío entre los objetivos previstos y los métodos para alcanzarlos (el objetivo es la justicia y la igualdad; el método, la socialdemocracia electoral).

*El escrito se originó por unos reclamos inadecuados que me tocó presenciar en FB.

¡The Elegy Song!, in a solitaire ejecución




"Mala fe" en Sartre


"Si hemos definido la situación del hombre como una elección libre, sin excusas y sin ayuda, todo hombre que se refugia detrás de la excusa de sus pasiones, todo hombre que inventa un determinismo, es un hombre de mala fe."

EL EXISTENCIALISMO ES UN HUMANISMO, Jean Paul Sartre

El filósofo es el poeta muerto


La ración de vitalidad que le toca a la especie —tan natural— y que sabe tan perfectamente encarnar el poeta en su canto, perece un poco bajo el ojo del filósofo y de su lucidez.

Por esa razón, el filósofo es el poeta muerto: porque a la exposición de su razón, deviene el análisis libre de metáforas: de cómo esa ración de vitalidad que nos es dada, es en realidad frágil, fugaz y, sobre todo, precaria.

Yo creo que da igual que lo llamemos Día de Muertos o Halloween. En el nombre no se preserva la tradición si no se ha preservado ya en los hechos.

La petición de “calaverita” por parte de niños disfrazados la noche del 1, creo que es una prueba irrefutable de esta tendencia que incorpora una costumbre sajona a nuestras tradiciones. Creo que sería más fácil reconocer que entre la cultura hispanoamericana del mexicano y la cultura occidentalizada del yanqui se ha efectuado ya un proceso sincrético, en lugar de negarnos a aceptar dicha realidad reduciendo el asunto a una cuestión nominal y, en cualquier caso, frívola. 

Y si no me parece más frívola, es porque omito detenerme a hablar del otro sincretismo-influjo que se padece ya en la música y en otras expresiones del arte. 

Por supuesto, a mí no me desagrada ese sincretismo: el arte (hablo del arte) en general más bien me alegra el entendimiento o, dicho con toda la fuerza de mi postmodernidad: me alegra el corazón el arte (hablo del arte).

Una nota sobre Poesía y Psicoanálisis


La poesía es hermosa pero intoxicante. Me gusta dejar pasar varias semanas, o hasta meses, antes de leer poesía. Cuando vuelvo a algún libro de poesía —y casi siempre ocurre como necesidad— es como si me estuviese internando en un bosque mágico, en una terapéutica. Como un acto balsámico.

En eso los lacanianos han tenido razón, solamente que este descubrimiento es anterior a ellos y no pasa necesariamente por adscribirse a sus teorías. Cualquiera humildemente puede llegar al descubrimiento.

Ya los poetas de estas tierras (Nezahualcóyotl pienso) daban esas curaciones a sus pueblos. El icnocuícatl, ¿no es acaso un conjuro metafísico para el mexica afrentado?, ¿no lo fue acaso?

La palabra en general y no nada más la poesía. Las palabras como algo más que una abstracción estéril.

Y me imagino que los mejores psicoanalistas son, fundamentalmente, o filósofos o literatos. Los yerros del psicoanálisis descansan sobre su tradición hermenéutica, aunque sobre eso mismo se cierna también su fuerza como terapia.

Autogobierno: comentarios a ese post


Hace un par de meses publiqué una entrada aquí en el blog a la que intitulé Autogobierno. Es una entrada breve y desde el momento en que la terminé pensé que quizá podría tratarse de un texto no muy claro debido a una cierta dosis de ironía con que estaba escrito (hablo aquí de ironía como figura retórica y no como burla o sarcasmo).

Debido a unos comentarios que me hizo Navegaciones en Twitter sobre dicha entrada, quiero ahora hacer una versión comentada de la misma (yo creo que me va a quedar más larga dicha versión que la entrada en sí).

La entrada puede leerse completa aquí.

Lo que voy hacer a continuación es tomarla en cada uno de sus párrafos, desde el primero al último, e ir comentando lo que pretendo expresar en cada uno de ellos. Usaré el formato Párrafo k, Comentario al párrafo k.

Párrafo 1:

La necesidad de los gobiernos (su existencia) revela que el hombre, incapaz de autogobernarse, cede el control de parte de sí a un órgano coercitivo. Pero aun si el hombre se conquistara a sí mismo, este órgano coercitivo no habría de desaparecer por completo pues existe una región supraindividual (allí donde concurren todas las dinámicas individuales interactuando) en cuyo seno insurge un mecanismo o ente que como suma de partes constituye a uno particular de los diversos sistemas vivientes por largo tiempo caracterizado; hablo del denominado sistema social (recordar que un sistema no existe porque exista su abstracción, su abstracción ha sido necesaria para la descripción de un fenómeno real).

Comentario al Párrafo 1:

Sostengo aquí que es verdad que el hombre, a lo largo de toda su existencia, ha buscado su autogobierno. Con autogobierno quiero decir: moderar sus pasiones, su pathos. Y que como se trata de una empresa en la que, de una u otra forma, se alcanzan solamente logros parciales, entonces el hombre que no cesa en su búsqueda,  desde muy tempranas épocas pudo encontrar una forma de dar salida al asunto instituyendo un catálogo de acciones a que debía someterse el colectivo en aras de, en parte, dar satisfacción a dicha búsqueda. Ese catálogo y sus mutaciones, por la obligatoriedad que prescribe en el grupo, constituye lo que hoy día conocemos como órganos coercitivos (códigos, códices, mandamientos, reglamentaciones, etcétera). Esto me parece que ha ocurrido en la vasta mayoría de las civilizaciones y grupos humanos, desde el neolítico hasta nuestros días.

Justamente hace apenas unos días, publicaba una entrada en donde platicaba cómo me había dado mucha risa leer unos mandamientos taoístas que implícitamente revelan algunas de las tonterías que cometía el hombre de aquellos tiempos (tonterías que en algunos casos se siguen cometiendo). Las religiones y sus estatutos, me parece, surgen también de esa búsqueda humana por la moderación de las pasiones. Cuando el hombre introduce estos códigos por primera vez, el hombre ha introducido también una comprensión ética de la vida y dicha comprensión casi necesariamente implica una asunción dualista sobre la existencia. Incluso en el misticismo monista de ciertas doctrinas de Oriente, al aterrizar los credos al obrar práctico, hay también una conversión hacia algún dualismo.

De la observación anterior, da la impresión de que perviviera en el hombre un interminable jaloneo entre el despliegue de sus pasiones y las consecuencias de dicho despliegue. Es decir, a esa necesidad de ir moderando su pathos, el hombre ha ido oponiendo la comprensión de algún ethos. Por supuesto, hay humanos que han decidido en contrapartida, renunciar a cualquiera de dichas comprensiones éticas (yo digo que eso es sólo parcialmente posible) y, así, deshacerse del agobio que dicha comprensión pudiera producirles, pero ésa es otra historia.

Continúo. Después, comento que aun si el hombre lograra cierta perfección en su autogobierno, tendría necesariamente que existir, por limitado que fuera, un gobierno para todos (común), a instancias de aquella región supraindividual mencionada en el texto en la que confluyen las dinámicas de todos los individuos interactuando, y adonde ya no llega el papel rector del autogobierno. La vida social dicho llanamente.

Bien, antes de ir con el siguiente párrafo, quiero aclarar que lo que he planteado en este primero que acabo de comentar, es una descripción general de la condición del individuo en relación al dominio que tiene de sí y cómo, a razón de un autodominio imperfecto o insatisfactorio (que puede incluir, entre otras cosas, lesiones a terceros), han surgido órganos coercitivos que no han hechos más que normalizar convenciones hechas por el social a fin de introducir (o eso ha creído el hombre) armonía en sus relaciones (el surgimiento de religiones es la primera forma de estos órganos y por eso no es raro que en la antigüedad el gobierno estuviera normalmente amarrado a la religión, los llamados órdenes teocráticos).

Termino con esta puntualización: En este primer párrafo de aquel texto considerado como descripción el párrafo, no hay juicios de valor míos, ni preferencias, ni deseos expresados.

Párrafo 2:

Lo que en cambio sí podría ocurrir es la llamada utopía. Es decir, si nuestra hipótesis se hiciera cierta, entonces contaríamos con todos los elementos para positivamente ver arribar un mundo en donde la capacidad coercitiva de los gobiernos fuese reducida a su máximo posible. El corolario es claro: por utópica que sea dicha posibilidad, es una a la que no deberíamos de renunciar tan fácilmente; simplemente porque, como ya dije, dicha reducción sería un indicador de la buena conducción del individuo, de cierta eficacia en su autogobierno.

Comentario al párrafo 2:

Aquí lo que simplemente estoy diciendo es que pareciera verificarse alguna especie de relación proporcional inversa entre el dominio del individuo o autogobierno y el grado de coerción de los gobiernos: a mayor autodominio en los individuos, menor grado de coerción de los gobiernos y, por ende (pienso) menor riesgo de vivir sojuzgados por tiranías. Desde luego, asumir esto no presupone que las interacciones sociales deban cancelarse; solamente que esta situación idealmente tendría que derivar en mejores relaciones sociales entre las personas. El autogobierno individual (de la parte) vendría a ser una versión a escala del autogobierno social (del todo).

Párrafo 3:

Hay todo un perorar largo que podría derivarse a partir de esta idea. Pero ahora quiero ser sucinta y llegar a la conclusión más útil posible y pronta de extraer de esta consideración: que muy a pesar de todo y muy por encima de esa pequeña legión de orates queriendo someter a poblaciones enteras a su mentecato gobierno, resulta siempre saludable cualquier acción encaminada a hacer reducir el papel coercitivo de un gobierno cualquiera a menos que queramos ver su instauración por medios aún más indeseables: el de la cancelación del mayor número de interacciones sociales entre los individuos; el de un gobierno no coercitivo sólo posible por la vía de hombres eremitas diseminados por el orbe, sabios lo suficiente como para respetar a los demás y, entonces sí, la desaparición del gobierno a instancias del autogobierno (por supuesto, una reducción drástica en la tasa poblacional haría posible la vuelta a pequeñas comunidades en donde la pugna gobierno/autogobierno apenas si subsistiría).

Comentario al párrafo 3:

Aquí termino con un absurdo y es adonde comienzan las inyecciones de ironía. Sugiero que sería ridículo tener que llegar al extremo de cancelar las interacciones entre los individuos —esa región supraindividual— como única forma posible de evitar la existencia de gobiernos coercitivos y lo sugiero con una ironía. Es lo que estoy diciendo. Pero aunque ironizo, y todo, no deja de brillar allí también la idea general que se sostiene en todo el texto: la del autogobierno. O sea, la autoconstrucción del individuo como condición sine qua non a la instauración de un gobierno poco autocrático o poco coercitivo y lograr entonces armonizar mejor entre los societales. Del absurdo allí planteado, se deduce que siempre serán preferibles —y necesarias—  cualesquiera acciones del colectivo encaminadas a hacer reducir las tiranías de los gobiernos que cancelar las interacciones sociales y, con ello, el gobierno de todos. Por lo tanto, todo hay en mi texto, menos la intención de atomizar.

Finalmente, en ese mismo párrafo planteo que ésa no sería, como es obvio, la única forma de obrar en dirección a hacer reducir el papel coercitivo de los gobiernos (quizá debería añadir en este punto que cuando escribí dicho texto lo hice algo divertida a causa del argumento ad reductio —reductio ad absurdum— que, como ocurrencia, estaba utilizando a fin de hacer concluir su contrario).

El último párrafo creo que es manifiesto en su significado y me ahorro la copia y el comentario.

Termino con esta explicación (no me excuso, solo explico):

Pienso que si hay algún pecado* de que se me pudiera acusar en aquel texto, entonces ese pecado sería abstraer en exceso y no, en sí, generalizar**. Generalizo en el primer párrafo y en los subsiguientes me reduzco a desarrollar la idea dejando multitud de casos particulares intocados (no tocarlos no implica su negación).

Ahora bien, si incluso ofreciendo esta explicación, se considerara de todas maneras se trata de un texto demasiado generalizador, entonces yo acepto la crítica porque a lo mejor hay algo que yo ya no estoy alcanzando a ver. Es posible.

*Es una hipérbole.
**Por supuesto, también están el estilo o la escritura pero esto no lo tomo muy a pecho porque nunca he tomado clases de escribir y es normal que lo haga con muchas deficiencias.

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