domingo, 19 de mayo de 2013
by Eleutheria Lekona
Por supuesto, como expuse hace unos meses aquí en el blog en un texto al que intitulé Autogobierno, no suscribo el anarquismo. Pero a lo que no doy cabida es a este texto de Javier Sicilia pretendiendo que sea el pueblo quien deba sostener el orden roto por el Estado. Le guste o no a Sicilia, le agrade o no el mentado Bakunin —o a quien quiera él citar—, existen las revoluciones. Y en este país se ha expoliado en suficiencia al pueblo como para estar cerca de una revolución o de una insurrección civil importante. Estos señores, todavía se ponen a invocar la cultura y la civilización como si fueran pruebas irrefutables de nuestra progresía. Ignoran categóricamente la barbarie, ignoran categóricamente la opresión que se vive; quieren que sus monumentos sagrados (como si en unos siglos no fueran a quedar todos derruidos e irreconocibles), se erijan como pruebas incontrovertibles de nuestra evolución por más que todos los hechos denuncien lo contrario.
Siempre es posible encontrar a algún teórico para sostener una idea. Por eso me parece peligroso citar todo el tiempo a otros para decir lo que se piensa, como si no se tuviera el valor de decirlo sin protectores o como si se negara la realidad misma. Estoy de acuerdo con él, el anarquismo contiene implícitas unas asunciones de carácter ético sin las que, en última instancia, no sería posible su articulación, pero ¿no es acaso eso la más pura irrealidad en México? ¿Cuál ética goza aquí de qué privanza? Ninguna que no sea la ética del saqueo, del pillaje, del nepotismo, del compadrazgo, del dinero. ¿De qué mundo está hablando Javier Sicilia?
Es odioso comprobar que los analistas de prensa de nuestro país renuncien a sus ideas con tal de hacer embonar un discurso famélico —e irreal— con el discurso opresor del Estado.
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No conozco bien, como es lógico, la sociedad mexicana. Lo que me transmiten lecturas, noticias y comentarios de gente conocida que ha ido. Es un ejemplo muy distinto al de España (mi país). Para empezar allí el todo/uno no se discute (creo), aquí la discusión del todo/uno como razón identitaria es casi la (triste) razón identitaria. En todo caso el planteamiento Estado/Individuo es siempre interesante. Ideal sería esa utopía a la que aludes en "Autogobierno" y ver reducido el Estado al mínimo común indispensable. Estoy de acuerdo contigo (y con él): el anarquismo (y no sólo el anarquismo, eso es lo malo) requieren un quamtum ético del que no se dispone.
Me cuesta porque siempre me ha costado simpatizar con el concepto Estado, si bien nunca supe si es por cómo es la doctrina por la que me llega o por el concepto en sí, que hoy por hoy, guste o no, se incline uno más o menos o nada por lo utópico, resulta indispensable.
A mí me encantó desde que lo leí el poema "Alta traición" de tu paisano José Emilio Pacheco.
Quizá yo te diría que no te fíes demasiado de mi juicio en lo que concierne al estado de la política en México. Estoy situada en eso que malamente llaman "radicalismo". Por otra parte, me parece que la mala racha que ahora mismo se vive en tu país, la bella España, se explica por más o menos la misma razón de la mala racha que viene golpeando al mío desde hace décadas: neoliberalismo. Habrá que ver qué lo hace implotar.
Me emociona que conozcas algo de la poesía de mi país.
Gracias por comentar.
Saludos.
Les comparto mi poema, dedicado a . . .
EL GRAN SICILIA
Que triste desgracia, la del gran Sicilia,
la pena de su alma, nadie reconcilia,
se fue su querer, su entraña, su ser,
ha perdido al hijo de su amanecer.
Su sangre, su vida, lo que era su huella,
pasó a ser motivo, un ángel, su estrella;
su amor, su pasión, convierte en palabra,
su quebranto llora, le duele lo que habla.
Expresar pausado, sensible, calmado,
corazón, un hueco apesadumbrado,
tragedia que empaña al hombre más fiel,
abrigo curtido que cubre su piel.
Un sombrero tapa su humilde cabeza,
del cerebro brota toda su entereza,
ya su pensamiento vaga por el mundo,
pregona justicia, la ley es su rumbo.
Adoptó el camino que lleva a la paz,
véanle su cuerpo, su barba, su faz,
sus pies, sus zapatos, que siguen en marcha,
sus ojos infaustos se llenan de escarcha.
Hoy, su sensatez, está más que alerta,
al gobierno pide . . . ¡por Dios, ya despierta!
la voz del poeta se vuelve exigente,
de su pecho brota reclamo valiente.
Más, nadie lo oye, ¿porqué nadie escucha?,
sus quejas al aire, ¿es vana su lucha?,
no teme amenazas, ni a la propia muerte,
él es guía y líder de conciencia fuerte.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., a 09 de julio del 2012.
Reg. INDAUTOR No. 03-2012-083012362100-14
Muchas gracias Gonzalo Ramos Aranda por compartir su poema a Javier Sicilia.
Saludos.