jueves, 6 de enero de 2011

Hacinamiento (post atrasado 4/15)

Hace varias semanas, en un viaje relámpago a Zumpango, en el que el autobús nos internó en la carretera hacia Pachuca, divisé –en fila- varios de esos fraccionamientos que se pierden entre los vastos páramos que flanquean a la carretera. Hablo de estos fraccionamientos en los que centenares de casas, una al lado de la otra, minúsculas, homogéneas, aparecen cohesionadas por el perímetro de una barda, dando la impresión de que se trata de alguna fortaleza de la que no es posible escapar. Luego, varios cientos de metros de tierra desolada y, otra vez, fraccionamientos, intercalándose. El sentimiento que experimenté fue variopinto porque pasas de comprender la necesidad de las personas, a no entender cómo se permiten vivir así. Mi pensamiento básico fue: uno no debiera permitirse vivir así. Uno no debiera porque no es posible que, siendo habitantes de un territorio tan extenso como es el mexicano, aceptemos un cacho de tierra que, lo que menos tiene, es tierra. Una casucha construida en 60 metros cuadrados, una estancia en la que no sabes si meter la sala o el comedor o cómo hacer para “tapar” la cocina –ni hablar, a comprar cocineta, lucirá menos mal. Un piso segundo con dos recámaras en las que, hasta a la más sana de las mentes, le provocaría claustrofobia. Un patio frontal con un césped allí monón –muy ecológico-, para guardar el coche. E insisto, uno no debiera permitirse vivir así porque a mí me parece que vivir así es aceptar una forma moderna de sometimiento. Es aceptar que un trabajador, después de años y años de estar cotice que cotice en el Infonavit, lo mejor que puede merecer o lo mejor –peor- a lo que puede aspirar es a una de esas viviendas uniformes, despersonalizadas, frías, en las que, me pregunto, ¿podrá crecer una plantita, le llegará la luz del Sol? o, ¿podrá uno tener en esos patios de servicio exiguos, pero –eso sí- “funcionales” un animalito como un perro?

Yo he tenido la particular fortuna de vivir, casi todo lo que llevo de vida, en lugares con un espacio normal o medio –con muchos sacrificios, pero mis padres siempre hicieron ese esfuerzo. Y entiendo perfecto que mi país está repleto de personas muy pobres a las que no les queda más que vivir en alguna ciudad pérdida a orillas de la urbe, bajo una casa de cartón o láminas –desvencijada- cubriendo un área diminuta. Pero tales personas son o pertenecen, por lo regular, a los pobres del mundo, al conjunto de personas que todo en su vivir es arreglárselas para conseguir el pan diario. Y, por tanto, el hambre y miseria que padecen, poco les da para pensar en otras formas de vivir. Estos humanos tan lastimados y marginados por la propia forma en que está configurado el mundo, no cuentan siquiera con un trabajo estable y una paga regular, no tienen seguridad social, poseen poca o nula instrucción, en fin, se trata de humanos totalmente viviendo a la intemperie –en sentidos literal y figurado.

Yo presupongo que la situación de muchas personas en mi país es tan precaria que, ni hablar, no queda más que aceptar la casita que te entreguen allá, en Los Reyes, la Paz, para vivir, lejos, en un huevo. Y lo presupongo porque yo misma no vivo en la bonanza, porque ya sé qué significa ser responsable de un hogar –mi pequeño hogar- y salir a trabajar para cubrir los servicios y tu alquiler, etcétera. A pesar de todo, yo digo -me digo-, uno no debiera permitirse vivir así.

Una vez platicando con un querido amigo, le decía que yo mejor me iba a vivir a la milpa, antes de aceptar vivir en uno de esos departamentos. Hay mucho campo allá afuera, mucha tierra –y mar- para empecinarnos en vivir hacinados alrededor de la ciudad (y lo dice alguien que ama a esta ciudad). Ahora diré una pirada. Mi sueño es terminar con mis intereses académicos acá, y luego irme cerca del mar –cualquier mar, de cualquier parte del mundo-  en donde pueda con un botecito, internarme de pronto en sus aguas.

Ya hace tiempo viví en el estado de Morelos, por dos años, y fue de las mejores cosas que pude tener en mi vida; tengo la perfecta capacidad para vivir lejos de la ciudad. Todavía recuerdo -con mucho cariño- los arroyuelos en los que nos deslizábamos, mis hermanos y yo –especie de tobogán- con el Iztaccíhuatl como fondo.

Vuelvo a decir, uno no debiera permitirse vivir así; mostremos una mínima de indignación, que parezca que por nuestras venas todavía fluye sangre, que no hemos perdido la rebeldía. Rechacemos estas casuchas de unicel, permutémoslas por aire, tierra y un cielo estrellado –uno que pueda admirarse.



10 comentarios:

  1. El problema es que cuando uno busca una casita digna ya sea en el DF o en cualquier parte cercana de la ciudad , lo único que encuentra son elevadísimas rentas o los costos por las casitas de apenas 2 recamaras son inalcanzables para las personas que trabajan a diario y tienen un sueldo "seguro". Ahora que permitirse o no el vivir en esas condiciones, no depende de nosotros, simplemente que no todos tienen la misma posibilidad. acuerdate que, los espacios no son los que nos hacen felices, sino nosotros mismo somos quiene tenemos la capacidad de llevar la felicidad al espacio en el que te encuentres, ésa es la esencia de la Libertad.

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  2. Danitza, yo más o menos pienso similar a ti en cuanto a que cosas tan abstractas como la felicidad, el sentido de libertad, la angustia, las cárceles, los infiernitos los lleva uno -digamos- por dentro. Aunque mi post no va en esa tónica. Yo no dudo, por ejemplo, que hasta en la cárcel -una cárcel real- un hombre pueda hallar felicidad. Pero aquí me refiero a algo sustancialmente distinto; me refiero, específicamente, a que no entiendo quién y cómo decide los criterios bajo los cuales un trabajador que lleva años cotizando en el Infonavit tiene qué conformarse con estas micro-casitas de unicel para “vivir”. Y me refiero también –aunque de manera secundaria- a que yo no le encuentro la lógica al querer vivir hacinados alrededor de la urbe cuando hay abundantísimas extensiones de tierra que podríamos comenzar a habitar y crear allí, luego, más ciudades con universidades, hospitales, tiendas, etcétera (aunque esto sería, otra vez, replicar a la polis actual que, al menos a mí, se me apetece ya algo monótona). Además, yo difiero contigo, yo creo que sí depende de nosotros. Todo lo que vivimos, tenemos, somos, depende de nosotros. En mi opinión, somos nosotros los que alimentamos a este sistemita (y eso es como muy obvio ¿no?; ya lo hemos disertado).

    Danitza, te quiero muchísimo.

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  3. Hace poco comentaba con mi hermano por teléfono esta cuestión de "hacerse de una casa" en este país; que era tremendamente difícil y surgió la paradoja de aquello que te comentaba sobre el libre tránsito en este planeta que antaño, hará cosa de un siglo, las personas podían ir y venir entre distintos territorios de la faz de la Tierra, mientras que hoy en día, es igual de difícil hacerte de un espacio de tres por tres metros para vivir EN TU PROPIO PAÍS...o sea, ni de aquí, ni de allá.
    Y recuerdo una escena de la película de "Lo que el viento se llevó" donde decían que "La tierra era lo más importante", haciendo alusión a no perder una casa, su siembra y su ganado. Pero es que antes había más apego por la tierra en el sentido de estar en contacto con ella, con ir al pozo por el agua, con cosechar los frutos del huerto sembrados y regados por uno mismo, de levantar un techo con las propias manos. Creo que en esas condiciones, tener una casa era más que levantar y habitar una construcción cualquiera. Hoy en día esos fraccionamientos me recuerdan a módulos de maquetas de mis clases de diseño. No hay un contacto con la tierra, no hay una apego por el exterior, sólo por el interior.
    He escrito bastante respecto al diseño y sus distintos usos, sus beneficios y sus "francamente" maldiciones. Antaño, en los años 60's, con la aparición de nuevas tecnologías para transformar materia prima surgieron materiales muy innovadores y la incipiente, pero igualmente voraz mercadotecnia, creó miles de productos de diseño novedoso: lámparas, sillas, juguetes, teléfonos, y cualquier objeto cotidiano que te puedas imaginar. Las casas estaban decoradas con alfombras de peluche, tapices rimbombantes, cortinas garigoleadas, las famosas carpetas sobre los muebles, espejos, portar retratos, adornos, adornos y más adornos para vestir el interior y exterior de las casas. pero claro, hace 50 años habían los empleos, los sueldos y la gente para gastar tiempo y dinero en ésto. Actualmente las casas ya no son decoradas excesivamente, unas ni siquiera tienen adornillos, si acaso algún mueble o cuadro por allí...las casas ya no son vestidas, quienes son vestidas son las personas. Ahora (sin generalizar) los decorados son simples y sencillos pero cuando la gente sale de sus casas salen recargadas de adornos, se cragan miles de prendas y accesorios, se cargan el cel, la compu, el iPod, el dvd portátil, el perfume, la botella de agua, el paraguas, el sandwich, las galletas, el famoso tupper con "algo" pa "picar", el suéter, las aspirinas y e alkazeltser, una pluma, libreta, agenda, cosméticos...y le paro de contar. Mi teoría (muy simplista y al aire) es que las personas cargamos con todo encima y ésto aunado a la falta de contacto con la tierra al natural, con un lago, con un huerto, con animales...hace que las familias actuales logren adaptarse con insultante rapidez a esas cajas que infonavit da por casas...y tienes razón en que alimentamos el mismo sistema porque como dice un amigo mío de su casa de interés social: "pues como trabajo como burro todo el día, ni estoy en mi casa".
    Qué cosas!

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  4. ...continúo...
    He escrito bastante respecto al diseño y sus distintos usos, sus beneficios y sus "francamente" maldiciones. Antaño, en los años 60's, con la aparición de nuevas tecnologías para transformar materia prima surgieron materiales muy innovadores y la incipiente, pero igualmente voraz mercadotecnia, creó miles de productos de diseño novedoso: lámparas, sillas, juguetes, teléfonos, y cualquier objeto cotidiano que te puedas imaginar. Las casas estaban decoradas con alfombras de peluche, tapices rimbombantes, cortinas garigoleadas, las famosas carpetas sobre los muebles, espejos, portar retratos, adornos, adornos y más adornos para vestir el interior y exterior de las casas. pero claro, hace 50 años habían los empleos, los sueldos y la gente para gastar tiempo y dinero en ésto. Actualmente las casas ya no son decoradas excesivamente, unas ni siquiera tienen adornillos, si acaso algún mueble o cuadro por allí...las casas ya no son vestidas, quienes son vestidas son las personas. Ahora (sin generalizar) los decorados son simples y sencillos pero cuando la gente sale de sus casas salen recargadas de adornos, se cragan miles de prendas y accesorios, se cargan el cel, la compu, el iPod, el dvd portátil, el perfume, la botella de agua, el paraguas, el sandwich, las galletas, el famoso tupper con "algo" pa "picar", el suéter, las aspirinas y e alkazeltser, una pluma, libreta, agenda, cosméticos...y le paro de contar. Mi teoría (muy simplista y al aire) es que las personas cargamos con todo encima y ésto aunado a la falta de contacto con la tierra al natural, con un lago, con un huerto, con animales...hace que las familias actuales logren adaptarse con insultante rapidez a esas cajas que infonavit da por casas...y tienes razón en que alimentamos el mismo sistema porque como dice un amigo mío de su casa de interés social: "pues como trabajo como burro todo el día, ni estoy en mi casa".
    Qué cosas!

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  5. Completamente impersonales, fachada tras fachada, todo igual. En mi pueblo, no muy lejano de Zumpango, hubo campo, campesinos. Conforme fui creciendo iban dejando de crecer el maíz y el frijol y las vacas y los caballos, y mientras tanto iban creciendo las casas, todas ellas iguales, ocupando lo que fueron campos de cultivo.
    No, no deberíamos permitirnos vivir así, así como no deberíamos permitirnos tener literalmente que pelear por un lugar en el metro o en el autobús, parece que aquello de la ganadería intensiva, donde las extensas áreas de pastoreo se cambian por los establos, se aplica muy bien al hombre, a nosotros. Ahora ya nosotros en los establos, a reproducirnos en y desde los establos, ¿qué producirá al carácter de una persona sentir el techo de su casa a cincuenta centímetros de su cabeza? ¿achicará pues el desarrollo de algo? me asusta.

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  6. Tienes razón en toda tu reflexión Jen. Hasta históricamente sabemos que en los 60's en México, por ejemplo, con un peso la gente se podía comprar muchas más cosas de las que se compra ahora. Creo que el "milagro mexicano" data de poco antes de ese período. Incluso todavía en los 80's las cosas pintaban mucho mejor que ahora. Mis padres, a principios de los 80’s, por ejemplo, compraron su primer casa -de "interés social"- en Izcalli, pero esta casa -a diferencia de las de ahora- tenía 3 recámaras amplias en el piso superior; un estudio en la planta baja; bañito completo arriba y abajo; un balcón amplio en la recámara principal; zotehuela en la cocina; jardín amplio en el frente y un patio trasero casi igual de amplio y, con el plus: estaba frente a un hermoso lago. De hecho, la casa que en aquella época compraron mis padres hoy pasa -casi- como una casilla, dos, tres, de cierto estatus. Si no me equivoco, esto ocurrió en el sexenio de López Portillo -él sale en el '82 de la presidencia-, el último sexenio populista que tuviera México. Llevamos casi treinta años de gobiernos que atacan virulentamente los populismos-nacionalismos, pero lo chistoso es que con esos gobiernos se vivía con un poco más de dignidad. El hurto y el pillaje por parte de esos gobiernos era también una constante -además, el PRI de ahora (mexicanos, abran sus ojos) no es ni mortecinamente el PRI de antes de De la Madrid. Se trata, sin duda, de la aplicación rapaz de un modelo nefasto.

    Y eso que tan bien adviertes tú de que sale la gente hasta con el molcajete encima, pues sí, supongo que es una defensa psicológica: por lo menos lo que llevo conmigo, me pertenece (aunque, yo más bien diría: le pertenezco a lo que llevo conmigo).

    ¿Sabes? me gusta cómo, cada quien -desde lo que sabe- hace la hermenéutica de la realidad. A ti, que eres diseñadora, se te van haciendo patentes los cambios en el mundo a través de las fachadas de las cosas, de los diseños y materiales con que se construyen, etcétera. Uno debe intentar ver las cosas con todos sus sentidos (el visual, el auditivo, el del tacto, el olfato y hasta el gusto) e intentar activar el uso de ambos hemisferios cerebrales. Yo a veces me descubro usando demasiado “el pensamiento”, “la razón” –aunque también soy muy visual y auditiva. Una vez me hice un test en un libro muy bueno que tengo sobre cómo mejorar la inteligencia y que no se nos atrofien nuestros cerebros a causa de casi no usarlos. Mis poderes son de tipo 1) verbal y 2) auditivo y visual, en mismos porcentajes estos últimos (a ver si luego te lo paso); aunque, según otro test , uso bastante bien mi hemisferio derecho. Ya sabemos que el hemisferio derecho es el que usan más los artistas; aunque, según estudios hechos por científicos de la Universidad de Melbourne en Australia y por miembros del ejército estadounidense –publicado en la revista “Neuropsychology”- parece que en los genios matemáticos, la cooperación de ambos hemisferios es más óptima que en el resto de las personas, es decir, ambos hemisferios trabajan mejor juntos –que en otras personas- a fin de sintetizar la información proveniente del exterior –véase. Y, no lo dudo, para ser topólogo o geómetra debes poseer una enorme inteligencia espacial. Por otra parte, es también muy interesante lo que en épsilones.com se dice sobre, cómo, músicos y matemáticos avezados usan las mismas partes del cerebro a la hora de procesar info ; aquí la nota. No sé, pero estas cuestiones sobre el funcionamiento del cerebro y los tejemanejes cognitivos que allí se producen, me resulta muy atractivo.

    ¡Saludos!

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  7. Kikillo -de "Peluguetes y pitomates"-, yo creo que el desarrollo de algo ya está achicado desde antes.

    Saludos.

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  8. saludos. la imprenta de far tiene nueva dirección: laimprentadefar.blogspot.com

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  9. Hola R.A.F.A.E.L, gracias por el aviso. Creo que ha quedado actualizado.

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  10. Tres intiresno, gracias

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