El siguiente epigrama que una vez me compartiera un eventual lector de este blog, me provocó el comentario que, al final, coloco:
"El desasosiego conmigo mismo y con lo que me rodea me ha empujado a la abstracción; intento desarrollar la idea de un progreso infinito de la filosofía, intento mostrar que la exigencia inevitable que hay que plantearle a cada sistema, la reunión del sujeto con el objeto en un absoluto ("yo", o como se quiera denominar) es posible estéticamente en la intuición intelectual, pero que teóricamente sólo lo es mediante una aproximación infinita."
Si Hölderlin se hubiera refugiado en las Matemáticas y no en la poesía, tal vez habría muerto de muerte natural. Una de las razones por las que decidí cambiar a la Filosofía por las Matemáticas, fueron las interminables horas que me la pasaba cavilando; casi siempre llegaba a conclusiones existencialistas. Cuando comprendí que todo es nada, sentí un gran susto y deserté.
¿Mediante un aproximación infinita? Pensé en límites (en el límite de una sucesión, por ejemplo). Claro.
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