¿Las palabras importan? La tipografía aún más
lunes, 5 de julio de 2010 by Eleutheria Lekona
Me molesta que blogspot –y no sé por qué ocurre ésto- no siempre me permite elegir el tamaño de letra que más me gusta, el tamaño “normal”. Entonces, tengo que hacer variadas piruetas para lograr darle -a mis letras- el tamaño anhelado: cambiar la tipografía elegida, tamaño, otra vez tipografía, tamaño, etc. Hasta, por fin, llegar al resultado más cercano a lo deseado –no diré que es el resultado deseado porque realmente no lo es, sólo se aproxima. Pero cuando el tamaño por fin cuaja, resulta que lo hace con mi segunda tipografía favorita de las que ofrece blogspot: Georgia (la primera es Trebuchet). Claro que hay posts que son dignos de ser escritos en “Georgia”, ésta última es una letra más romántica, más seria y formal, más parecida a mí; por éso la reservo para ciertos posts, no para todos. Pero, veamos. He dicho que Trebuchet y Georgia son mis tipografías favoritas en blogspot; en realidad no lo son. Bueno, una de ellas sí, algo. Trebuchet es una letra enjuta y gorda a la vez, muy postmoderna, vacua e insípida, pero dame la impresión de que combina, que hace buena química con la fachada de “Eleutheria”. Me gusta cómo se ven los posts en Trebuchet.
Y, lejos de Eleutheria, ¿tengo tipografías favoritas? Oh sí, sí que las tengo. En especial pongo cuidadoso esmero en elegir letras hermosas para mis trabajos escolares y me gusta ser versátil. Ésto no tiene tanto qué ver con el tema del trabajo, como con la necesidad que en ese momento tenga yo por determinada estética. De pronto tengo mis períodos en que siento demasiada afección por una determinada tipografía y, entonces, casi todo lo que escribo lo hago con tal, pero ésto no dura mucho, pronto abandono y siento una especie de hambre, como de ansiedad por una nueva letra. Entonces me pongo a navegar frenéticamente, en busca de nuevas cosas, “fonts” que aún no yazcan en mi acervo y soy tan feliz cuando encuentro algo que verdaderamente deleite a mis sentidos que, ah, no tardo mucho en escribir algo, cualquier cosa, con el mero pretexto de estrenar mi nueva letra (en la computadora). Me alegra que estas máquinas me ofrezcan la posibilidad de mutar tan así, tan relativamente fácilmente; pero tampoco es algo privativo de estos artefactos. Mi letra, la que sale de mi mano –una pequeña mano, huelga decir- es también multifacética, refleja algo de mis multipolaridades y debo admitir que no son pocas las veces en que lo hago deliberado: cambio a la a, por otra a; a la z por otra z; a la n por otra n o agrego un cierto rasgo, un cierto nuevo y leve trazo que acompaña, no sin cierta delicadeza, a una cualquiera de mis letras. Hay algo, sin embargo, raro en ésto. Cuando por casualidad me pongo a revisar algunas de aquellas viejas libretas en las que escribía, por ejemplo, cuando iba a la carrera, me encuentro con una caligrafía no siempre constante y que no se parece al recuerdo que yo tenía de mi letra, en aquel momento. Por éso supongo que algunos peritos le dan un cierto valor a la grafología, es cierto que allí se ven nuestras locuras, nuestras inclinaciones perversas –si las tenemos- o lo impoluto de nuestra conciencia, pero ésto no es una dicotomía: lo impoluto y lo perverso se mezclan en nuestras mentes y si la policromía del resto se inclina más hacia uno de dichos colores, todo pronunciamiento moral es, de antemano, inútil.
Y volviendo a mis libretas de universitaria, no sé por qué, pero es un hecho curioso observar que mis libretas de Optimización, Programación Dinámica, Procesos Estocásticos, Series de Tiempo, es decir, de todas aquellas materias en donde lo estocástico aparece transversal, son posesas por una letra que fue escrita con mayor cuidado: uniforme, disciplinado, militar.
Pero mi letra, ah, la historia de su evolución, es algo que no merece apenas sino un comentario.
La tipografía en los libros, la caligrafía antigua, el deseo de escribir no sólo como catarsis para el espíritu… ah, me acuerdo de una película maravillosa de Peter Greenaway que lleva por título “The Pillow Book”.
NOTA: Escribí este post mientras escuchaba a Astor Piazzolla…