De otra versión de la historia (con minúscula, por lo pronto)

Creo que para hacer un mapeo medianamente veraz de lo que está ocurriendo alrededor del SME y la huelga de hambre y LyFC, etcétera, es necesario conocer las dos versiones de la historia: la oficial, proveniente del gobierno de facto y difundida desde los medios oficialistas (Universal, Reforma, Milenio, etc.) y la versión de los huelguistas –que no de Martín Esparza- que se ha venido divulgando a través de prensa alternativa.


Teniendo el conocimiento de ambas posturas, conociendo también lo que motivó la extinción de la empresa (lo que dicen el gobierno de facto y sus voceros que la motivó y, también, lo que dicen analistas y periodistas opositores desmintiendo la versión oficial), teniendo conocimiento de dichos elementos, se pueda –quizá- formar una opinión más imparcial, menos sesgada de un asunto que, finalmente, en tanto sociedad, concierne de algún modo a todos los que vivimos en la zona centro del país.


Dejo aquí un vídeo con Cayetano Cabrera fijando su posición sobre todas estas maledicencias -lanzadas por los media de siempre- en torno a la huelga de hambre que él y otros miembros del SME llevaron a cabo.



MI EPÍLOGO ( a un simple y nimio post; sí )


Cuando uso términos como "gobierno de facto", "prensa oficialista", "maledicencias", etc. no tengo por finalidad descalificar a tales actores, sino que intento hacer una descripción. No a priori pienso que la prensa es oficialista o que el gobierno es un gobierno de facto o que lo que se dice sobre la huelga de hambre del SME es, en varios de los casos, mera difamación. No siento afección por la defensa de las causas perdidas, tanto como afección por asir nuestra realidad de la manera más imparcial, objetiva y veraz posible. Si nosotros afectamos a la realidad y la distorsionamos con nuestra percepción (en una segunda lectura, es lo que sugieren los relativismos), tal vez ya sólo tenga caso que aquellos cuya percepción sobre la realidad es igual o parecida, se sienten o se junten a perorar sobre sus puntos de vista y que -autocomplacientes- celebren (mos) su afinidad. Yo digo que, si bien éste no sería en lo absoluto un argumento suficiente para rechazar las posiciones relativistas, sí que evidencia la incompletez de las mismas –no encuentro otra palabra- y la necesidad, ergo, de reconocer que existen verdades -locales en muchos casos- que conviene establecer a modo de que el devenir del mundo transcurra más fluidamente. Así, tales grupos podrían disolverse y ya no sólo sería plausible que los que piensan igual o parecido se sienten a perorar, sino que lo hagamos también aquellos que pensamos diverso. La segregación ideológica, ¿a dónde podría llevarnos? La posibilidad de enriquecer nuestras propias perspectivas a través de miradas opuestas, en algunos casos, puede ser tortuosa, pero –en otros- puede llegar a complementarnos de tal manera que uno termina verdaderamente sorprendido y muy a gusto.


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