Comentario a mis lectores en Facebook

Les voy a pedir un favor y a dar un consejo: si por casualidad, algún día leen algunos de los textos que publico y de casualidad les parece interesante algo de lo que escribo, no me lo digan, no lo dejen escrito como un comentario. Es decir, expresen sus opiniones siempre que deseen hacerlo, porque de eso se trata la libertad, pero no mencionen que encuentran algo de belleza, o coherencia o lo que ustedes quieran en mis escritos, ¿por qué? porque cada que alguno de ustedes tiene la puntada de hacer eso, o de llamarme inteligente, o de expresar cualquier comentario positivo hacia lo que yo escriba, a los dos o tres días de haberlo hecho, aparece en alguna de sus publicaciones algún comentario de algún perfil falso, evidentemente administrado por la gente que plagia mis textos, comentando con palabras que se encuentran en mi blog las publicaciones que ustedes escriben y mezclando frases que yo misma he escrito con el solo afán de molestarme. Es decir, utilizando frases de mi propia autoría. No expresen gusto sobre lo que hago, porque eso genera envidia a mi alrededor. La envidia lleva también a la mímesis y al deseo que algunas personas tienen de querer imitar lo que no son en sí mismas y convertirse en algo diferente, lo sé porque es justamente lo que ha ocurrido con la gente que me acosa. En mi blog, siempre tuve lectores que expresaban interés por lo que escribía y eso es parte de lo que me ha acarreado todos estos problemas y el que tanta gente sienta odio hacia mí. Y es horrible, yo no quiero ser centro de la atención de nadie. Yo solo quiero escribir mis ridículas cosas, feas o lúgubres por el simple placer de desbordar lo que fluye desde dentro de mi imaginación, aunque también porque siempre he tenido un fuerte deseo de ayudar a las personas a pensar. Fuerte y genuino. No porque piense que las personas sean idiotas, tengo que aclarar, sino porque estoy cierta de que en mi país mucha gente no tiene el tiempo necesario para hacerlo y porque sus condiciones materiales no se los permiten. Yo cuando empecé a hacer esto, es decir, a escribir reflexiones con mis opiniones sobre lo que ocurrían en la palestra pública, lo hice en primer lugar con mis amigos y allegados, gente de la UNAM que en su mayoría compartían en algún modo mis intereses, o gente de izquierda, con la intención de soliviantar el debate, después lo hice en mi blog porque sentía que con los correos no alcanzaba a llegar a mucha gente y lo hice con tanto entusiasmo que aún hoy, cuando leo mi blog, siento nostalgia por esa mujer ingenua que fui, pero también siento alegría, por haber sido lo suficientemente libre para hacerlo. En esa época yo no sabía que existía la envidia, mis papás no me lo habían enseñado, porque ellos también son almas inocentes. Se podría decir que vivía en una burbuja de bienestar más allá del bien y del mal en la que nadie sentía envidia de nadie, es decir, nuestras bajezas humanas, las cuales por supuesto no eran pocas, no llegaban al grado de querer hacerle daño a nadie. Era en muchos sentidos la niña de la burbuja y en muchos sentidos estaba incontaminada. También era inmune a la idiotez común de las personas porque no me daba cuenta de muchas cosas. Para muchas personas podría haber sido una mujer idiota, pero en realidad solo era una persona sumamente feliz que no había conocido la maldad. Hoy sigo siendo feliz, y muy feliz cabe subrayar, pero ya tuve mi primer encuentro de frente con la maldad o el mal y ya sé que hay personas que no soportan la felicidad de terceros por la llana y simple razón de que no fueron amadas de niños y en su infancia nadie se preocupó por saciar ninguna de sus necesidades emocionales —en ningún sentido— , y en cambio sí les inflamaron el ego por superficialidades, por eso desarrollan psicopatía y son incapaces de empatía hacia los otros, por eso, también, sienten envidia y odian furibundamente y desarrollan personalidades narcisistas. Y esto quiero enfatizarlo, los psicópatas surgen porque de niños no hubo nadie a lado de ellos que se ocupara de colmar sus necesidades emocionales, por un lado, y porque se les premiaba al mismo tiempo por cosas completamente insustanciales y superficiales que alimentaba la construcción de una autoestima o un ego fuera de lo común, que es lo que ocasiona que todos los psicópatas sean narcisistas. Y esto es al margen de la predisposición genética que tenga una persona a la psicopatía. Por eso, además, no creen en la inocencia de las personas y prefieren llamarlas estúpidas y subestimarlas. Porque odian y odian mucho y en realidad son incapaces del más mínimo sentimiento de amor. Simplemente no lo pueden sentir porque tampoco poseen conciencia y porque no lo aprendieron de niños, es un conocimiento que si a cierta edad no lo tuviste, nunca más lo volverás a tener. Son solamente el ello freudiano sin el superyó y un yo muy escaso o un yo prácticamente inexistente. En realidad son personas que apelan en demasía a la mímesis porque nunca encuentran la manera inteligente de ser sí mismas y no saben cómo comportarse ni interrelacionarse en situaciones que impliquen afectividad. El quid, para resumir, es que en un psicópata no hay un yo o un sí mismo que pueda dar mucho de sí y esto es algo que es urgente que muchas personas comprendan para que entiendan la peligrosidad de los psicópatas, para que conecten también que la economía política actual, que surge en el siglo XV en las inmediaciones de los burgos —es decir, el capitalismo— , es producto de este tipo de personalidades y realimenta de hecho a este tipo de personalidades. Tienen que imitar las actitudes de los demás porque no tienen la capacidad de pensar por medio de imágenes ni de manera abstracta más que imitando. La inteligencia de los psicópatas, al igual que su encanto, es una inteligencia superficial y, en realidad, es muy poco sofisticada. Los psicópatas, si no roban ideas, no aplastan a alguien en sus trabajos, o no explotan laboralmente a alguien, no son nadie. Pero por su misma falta de una estructura ética para hacer decisiones y elaborar elecciones racionales, tienen una capacidad demencial para destruir. Todo lo que tienen que hacer para lograrlo es justamente eso, destruir. Para destruir a algo o a alguien solo hay que proponérselo, es fácil, cualquiera lo puede hacer, solamente hay que tener las ganas y el deseo de hacerlo. Lo difícil es justamente lo que los psicópatas no pueden hacer. Eso es lo que nos distingue a las personas empáticas y a las personas no empáticas pero no psicopáticas de los pscópatas. Y esa incapacidad que tienen los psicópatas para constuir y crear es lo que los lleva a odiar a las personas más creativas. Por eso un día a uno de tales especímenes que habitan la red se le hizo fácil rastrear mi actividad en Internet, hackear mi computadora y mis correos electrónicos, y apropiarse de mi personalidad y de mis escritos para plagiarlos, porque los individuos que hacen este tipo de cosas no tienen conciencia, sean del sexo o del bagaje que sean. Los únicos sentimientos que pueden experimentar los psicópatas son placer e ira, placer ante su maldad, o ante la maldad que provocan, e ira ante la gente que, a diferencia de ellos, puede sentir un espectro más amplio de emociones y mucho más agudo. Y peor aún, si tienes la suerte de ser una persona empática o altamente sensible como es mi caso, el psicópata te va a odiar muchísimo. Hoy esa persona enferma y ante la cual siento mucha lástima, utiliza todo ese material que escribí para crear perfiles falsos en las redes y trabajar como ghostwriter atribuyendo mis escritos y pensamientos a otras personas. Esto hace que para mí sea a veces un poco incómodo porque, como yo estoy mucho en redes sociales, y especialmente en mi perfil en facebook, dicha persona o grupo de personas, como algunas veces he llegado a sospechar, tiene la intención de que yo siempre tenga que estar confrontándome a este tipo de infantilismos y al acoso en general, lo cual, por supuesto, no me interesa en lo más mínimo y de allí que haga esta solicitud a las cuatro personas que me leen. Aunque la idea secundaria es también alertar a las personas acerca de la psicopatía y mostrar la relación que tiene con el modelo de producción que se ha ido implementando en el mundo desde hace unos quinientos años; de hecho, no va a haber un estudio completo sobre este modelo económico mientras no se estudie en relación con la psicopatía. Finalmente, también quiero decirles que continuaré, toda vez que la situación me lo permita, formulando las denuncias y acusaciones que he formulado los últimos meses porque para mí es un deber ético y un deber político y no quiero ni puedo renunciar al mismo, también pueden llamarlo neurosis si les parece más apropiado. Gracias por la lectura y por el break. 

Hace muchos años encontré este poema de Louis Glück que expresa esta estupefacción ante la envidia que alguien puede suscitar en otra persona. En su momento su lectura fue un oasis de paz y de comprensión. Lo dejo como un enlace extra para esta entrada.

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