Pequeño comentario sobre la Revolución Mexicana (tomado del diario de una utopista)
martes, 16 de noviembre de 2010 by Eleutheria Lekona
martes, 16 de noviembre de 2010 by Eleutheria Lekona
Posted in: La sociedad civil se organiza, Revolución Mexicana | | |
No hay palabras para expresar la dulzura de sentir que existe todo un mundo del que el Yo se halla totalmente ausente.
Sofia Kovalevskaya
“La formalidad rigurosa de la sintaxis, sólo tiene sentido cuando detrás de ella se encuentra la riqueza creativa de la semántica”. José Alfredo Amor Montaño
¿Sabes qué pasa? Que no me había percatado de que tuviste a bien responder al último comentario que hice en "Despierta Libertad". ...
Me niego a vivir en el mundo ordinario como una mujer ordinaria. A establecer relaciones ordinarias. Necesito el éxtasis. Soy una neurótica, en el sentido de que vivo en mi mundo. No me adaptaré al mundo. Me adapto a mí misma.
Anaïs Nin
"...México es un país extraordinariamiente fácil de dominar porque basta con controlar a un solo hombre: el presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner en la presidencia mexicana a un ciudadano [norte]americano, ya que eso llevaría otra vez a la guerra. La solución necesita de más tiempo: debemos abrirle a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el respeto al liderazgo de Estados Unidos.
México necesitará de administradores competentes. Con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes y eventualmente se adueñarán de la presidencia. Sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queremos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros."
Entrada del diario de Richard Lansing, secretario de Estado del presidente de Estados Unidos Woodrow Wilson, en 1924.
"Si tengo la desfachatez de creerme en posesión de la verdad es porque nunca he amado nada sin a la vez odiarlo."
E. M. Cioran
"Porque el mundo del que somos responsables es éste: el único que nos hiere con el dolor y la desdicha, pero también el único que nos da la plenitud de la existencia; el que nos ofrece un jardín en el crepúsculo, el roce de la mano que amamos; esta sangre, este fuego, este amor, esta espera de la muerte. Este deseo de convertir la vida en un terruño humano."
Matamos lo que amamos.
Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca.
A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia,
a veces menos.
Matamos lo que amamos.
¡Que cese ya esta asfixia
de respirar con
un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos.
Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la
esperanza es poca
y el dolor
no se puede compartir.
El hombre es animal de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.
Ah, pero el odio,
su fijeza insomne
de pupilas de vidrio;
su actitud
que es a la vez reposo
y amenaza.
El ciervo va a beber
y en el agua aparece
el reflejo de un tigre.
El ciervo bebe el agua
y la imagen.
Se vuelve
—antes que lo devoren—
(cómplice, fascinado)
igual a su enemigo.
Damos la vida sólo
a lo que odiamos.
ROSARIO CASTELLANOS
Que me conmines al caos no me aleja de ti ni de tu pretendida astucia para olvidarme. Ya no más celeridad en medio de estos días calmos. Te quiero a ti cual Luna clara en medio de la noche, pareces perla primigenia suspendida en un vacío sin fondo. Llegaré a ti vestida de blanco por si aún te atormenta la ausencia de colores en mi silueta.
¿Quieres escuchar mi voz? Entonces tómate la molestia de escuchar también mi canto. Lograrás aprehender las notas de mis melancólicas melodías y las cantarás después, mucho después de la puesta del Sol, cuando yo ya no esté aquí, sino observándote oculta tras un árbol milenario; entonces estudiaré tus movimientos, tu manera de mirar hacia el horizonte, tu forma de postrar la cabeza cuando –pensativo, ausente o triste- escoges la tierra como receptáculo de tus cavilaciones. Estarás en una isla desierta, sabrás apreciar con todos tus sentidos la belleza de un mar salvaje con cielo eléctrico o la tristeza de un sol abrasador sobre el océano amigo. Pero no memorizaré tus movimientos, sólo los contendré infinitamente en mi alma.
ELEUTHERIA LEKONA
“Es obligación de los pueblos reaccionar cada vez que el engaño pretenda alzarse para posponer la verdad.” Salvador Allende
No eres un asidero al cual yo vuelva para paliar mi soledad o mis tristezas. Tú eres mi soledad y mis tristezas.
Eleutheria L.
Defensa de la alegría
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
MARIO BENEDETTI
Había venido desde lejos a buscar el sol y el sol hallado al fin, me era hostil. ¿Y si me lanzase desde lo alto del acantilado? Mientras hacía consideraciones más bien sombrías mirando a la vez los pinos, las rocas y las olas, sentí de repente hasta qué punto me encontraba sometido a este bello universo maldito.
E. M. Cioran, “Ese maldito yo”
-¿Cenizas? No, yo quiero que los gusanos me roan… que el hedor de mi carne descompuesta azuce a las criaturas del subsuelo. Y yacer envuelta por la tierra.
Eleutheria L.
Escogiste un derrotero de mediocres. El confort de la lejanía. La tibieza de la duda. No una vida vivir. No amar. No ser. Asirte, en suma, a la pregunta metafísica. Al tormento de la nada y renunciar a la lluvia, a las estaciones, al Sol, a los días.
Eleutheria L.
La humanidad permanece irremediablemente en la caverna de Platón, gozando todavía -su antiquísima costumbre- con meras imágenes de la verdad.
Susan Sontag,
On Photography
Cómo quisiera acariciarte con mis palabras…
Rozar tus oídos con mi boca y,
como una danzarina loca,
bailar en rededor tuyo…
Bajo esta lluvia o fuera.
Eleutheria L.
Escucha la pequeña belleza, grillo, escúchala que tú también cantas y con tu música haces de mis oídos laderas de tu voz, de tus historias de silente hablante.
Sé que la escuchas grillo porque ya no hablas y que, lejos, compartes conmigo esta eufonía.
Recuerdo cuando fui luciérnaga y paseaba contigo por el pasto –mojado- y gotas de agua nos bañaban.
Recuerdo grillo, tu compañía de saltarín, de cuasi-saltamontes, en estas geografías de enebro y tulipán y el viento fuerte sobre nosotros tirándonos y nosotros que sobrevivimos a él para transformarnos en gaviotas o en hombres que, como la alegoría del andrógino, buscarnos después –perdidos y nauseabundos de nosotros mismos, revulsivos, grillo.
Yo no supe grillo, del confort de tu cacofonía –que a mí me pareció melopeya vulgar, anodina (no como tú, grillo).
Grillo veraniego, grillo nocturno, de invierno, de casas de campo, de descanso, lejos de mí, a través del viento; frente a un cristal-espejo de mis melancolías. Grillo eterno, de siempre, sempiterno, en lontananza que inventa que le pienso, que te pienso grillo lejos de mí sin sucumbir en mí.
¿Por qué eres grillo?, ¿Por qué ya no eres rostro, ni manos? Grillito tonto. Haces que me parezca luego a una mantis y me crea que Dalí habla de mí en sus libros hechos de moho en bibliotecas de moho también.
¿Ves cómo todo es hermoso, grillo? Desde tu canto, tus manos de grillo, tus ojos de grillo, tu estúpido mirar de grillo incólume que no se inmuta ni frente a una carcajada en contra de él (así es el grillo –ni hablar).
Los grillos me acompañan desde aquellos viajes de infancia. El grillo –con su canto- anunciaba la llegada al lugar. El bosque tropical hacía su aparición, me apeaba ansiosa de clavarme en la agua de aquella poza artificial. El grillo había parado de cantar y me dejaba a mi suerte; me prometía al oído mi libertad para aquellos días y me dejaba tomarme mi raspado de tamarindo después de la chapuza-chapuzón.
Grillo veraz y atroz, delator. Le caían mal mis gatos –de siempre- porque de siempre el gato –necio- me seguía; como hasta ahora que los gatos me siguen.
Y era un grillo pérfido también -¿te acuerdas de la palabra, amigo cometa?
Y un grillo manantial y páramo y erial y nada. Monocorde.
Y no entiendo cómo pueda haber tantos grillos en el mundo y, de tantos, aparezcas tú, hayas sido tú, -¿por qué grillo?
Me vienes tanto, grillo.
Pero ir hacia la oscuridad en la claridad de tu vaivén, de tu huida, de ti que no comprendiste, grillo del tiempo.
Por Eleutheria
Sólo el pensamiento que se hace violencia a sí mismo es lo suficientemente duro para triturar los mitos.
Max Horkheimer y Theodor W. Adorno
Preserva tu derecho a pensar, puesto que incluso pensar erróneamente es mejor que no hacerlo en absoluto. —Hypatia de Alejandría—.
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1. La aplastante minoría
Estoy de acuerdo contigo: la Revolución Mexicana marcó un hito (y no sólo para México) en el devenir histórico. Hay momentos en que los pueblos, hartos de tanta arbitrariedad y violencia solapadas, desatan su furia y cobran agravios. En este sentido una revolución es lamentable: indica que se ha llegado a un extremo intolerable. La lectura de Turner y de Traven (La rebelión de los colgados) siempre me hace pensar en las denuncias de Bartolomé de las Casas. ¿Por qué enceguece a los seres humanos la soberbia, la codicia y la usura (pienso en el viejo Ezra Pound); ¿por qué tenemos que llegar a semejantes extremos? ¿por qué aprendemos tan poco y repetimos (con ligeras variaciones) siempre la misma historia? Recordemos que ya en la Antigua Gracia la “Democracia” excluía, sin rubores, a los esclavos.
Y aunque mi análisis es necesariamente pesimista soy, como quería Gramsci, un optimista de la voluntad. Prácticamente desde los primeros registros históricos el patrón se repite con escalofriante exactitud: aproximadamente 20% de individuos que lo poseen casi todo y 80% que sobrevive apenas con lo necesario. El México de hoy no es la excepción; y aunque la esclavitud está formalmente prohibida no hace falta buscar demasiado para conocer de ese inframundo. Aquí anoto sólo dos ejemplos de los días recientes:
http://www.jornada.unam.mx/2010/11/14/index.php?section=politica&article=008n1pol
http://www.jornada.unam.mx/2010/11/15/index.php?section=politica&article=009n1pol
Pero como no soy dado a las generalizaciones pienso que siempre ha existido lo que yo llamo la “aplastante minoría”. Gente de todas las naciones y condiciones que, aun siendo pequeña en número, tiene una conciencia y una calidad moral que nos salva al resto de los seres humanos.
Arturo
2. ¿Alzheimer colectivo?
Si existe algo así como lo que denominamos “memoria colectiva”, cabe la posibilidad de que también exista el Alzheimer colectivo. De otra manera, ¿cómo explicarse que, según una encuesta publicada hoy por el periódico Reforma, sólo 24% de los encuestados saben que Madero dio inicio a la Revolución? ¿que 41% no sabe quiénes eran los hermanos Flores Magón? Peor aún, que también 41% haya asegurado estimar “mucho o algo” ¡a Victoriano Huerta!
Algo anda muy mal en la educación de nuestro pueblo. Las responsabilidades son múltiples. Que una clase política, en franca connivencia con una plutocracia rapaz, controlen y utilicen las instituciones educativas y los medios de comunicación no debería extrañarnos. Chomsky demostró (Manufacturing Consent) que las “democracias” modernas se pueden permitir el lujo de la disidencia siempre y cuando ésta no salga del ghetto. Las “ideas peligrosas” pueden difundirse solamente en espacios claramente acotados pero nunca llegar a las mayorías. Los medios son para los gobernantes actuales lo que la iglesia cristiana fue para Constantino: estructuras de dominación y legitimación.
El poder sabe que un pueblo ignorante carece de los medios indispensables (identidad, conocimiento de la realidad) para tomar conciencia y, eventualmente, rebelarse. La única elección ética que puede tomar quien tiene el privilegio de saber es la de denunciar, oponerse y hacer lo que esté a su alcance para hacer de este “valle de lágrimas” (Schopenhauer) un lugar más digno.
Arturo
3. Los modernos encomenderos
Así como los medios son los púlpitos modernos desde donde se revela la verdad, desde donde se pontifica, tienes toda la razón de que el sistema financiero mundial es el moderno sistema de esclavitud. Nuestras clases política y empresarial no son sino los modernos encomenderos que, a cambio de míseras migajas, permiten y facilitan la explotación del país y de sus mayorías. Se sienten superiores, casi como sus amos. Eso alivia un poco su complejo de colonizados. Ese estigma que ha marcado de manera brutal a nuestro pueblo. Sus referentes, sus anhelos, no nacen de nuestra historia (que desconocen) sino de la entelequia de mimetizarse con el conquistador, con el vencedor.
Me da mucho gusto leer “yo sí creo que las cosas pueden cambiar” pues, sin esa convicción, todo estaría perdido. Yo también creo que las cosas pueden cambiar y que los sufrimientos y sacrificios de nuestro pueblo no han sido en vano. Por eso estaré el sábado en el Hemiciclo a Juárez para recordar, en el más íntimo sentido que aún conserva esa palabra (re-cuore): volver a pasar por el corazón. Allá nos vemos.
PD. ¿Leíste el comentario que hice a la carta de Nietzsche?
Me exilié algunos días, he vuelto ya y ahora te comento:
1. Aprecio mucho lo exhaustivo de tus comentarios a mis entradas. Cualquier interlocutor afecto al trueque de ideas cae siempre de maravilla (gracias). Además, alimentas no poco mi propia perspectiva del asunto –y de cualquiera que te lea por aquí- con tus comentarios que son profundos no sólo en contenido, sino inteligentes en forma. Gracias más.
2. Sí, sí leí tu comentario a la entrada de Nietzsche. Por ahora, prefiero reservarme mi comentario: al final, mi hermetismo se contradice con mi sed de palabras (aunque nunca he negado que estoy llena de contradicciones y las contradicciones también tienen su propia lógica detrás: no por nada uno decide no hablar, no por nada el mutismo también es bálsamo).
Eleutheria.
Eleutheria:
El agradecido soy yo. Pocas personas me “provocan” tantos sentipensamientos. Si a ello le sumamos el respeto con el que se expresa tu inteligencia es difícil resistirse a la invitación. No me malinterpretes, por favor; cuando te pregunté si habías leído mi comentario a la carta de Nietzsche no lo hice en tono de reclamo: simplemente pensé que podría haberte pasado inadvertido por tratarse de un comentario no reciente. Algo que (intuyo) compartimos es un profundo y verdadero respeto no sólo por las opiniones de los demás, sino también por sus reservas.
Ahora reproduzco aquí algo que escribí hace ya algunos años pero que sigo suscribiendo sin sombra de duda. Con el correr del tiempo siento que, además de ser una declaración de amor, es también una declaración de principios:
Me has dado la posibilidad de ser otro
me has asumido incierto
Me has mostrado una imagen de mí mismo
que desde mis ojos no podía ver
Me has recordado cosas de mí
que con frecuencia olvido,
me has sembrado de fértiles semillas
Has sido cruel, pero inconscientemente,
tengo las cicatrices de duras heridas;
pero sólo califico de inmoral
a la crueldad premeditada y consciente
Nunca has sido piadosa, has sido justa
Me has enseñado a no necesitarte
a prescindir de ti
Me has enseñado a amar a tu silencio
con idéntico amor que a tus palabras
No me has privado de tus abismos
Me has dejado solo
Me has mostrado mis alas
No me has dado tregua
Me has amado
Por todo esto y lo que aguarda:
gracias
Por todo GRACIAS
Arturo
Esas palabras que escribiste hace algún tiempo y que compartes en "Eleutheria", producen un amasijo de sentimientos en apariencia antitéticos; aunque yo creo que –juntos- expresan una dualidad: son la alegría y la melancolía.
Nos seguimos leyendo.
Eleutheria.