Estructuralmente es imposible que nuestras sociedades funcionen bien. Habría que preguntarnos con más regularidad sobre las maneras en las que organizamos a nuestras sociedades, o en cómo las ensamblamos y en cómo cada uno de nosotros contribuimos con nuestras actitudes a dicha dinámica, y pensar un poco menos que el culpable está irremediablemente en otra parte.
Ese podría ser un buen principio para ayudar a nuestros países a prosperar, lo mismo que contribuir a que nuestras sociedades se organicen por la vía democrática y garantizar de forma comprometida la participación de todos. En el entendido de que por esas mismas razones, las democracias son estructuralmente limitadas.
Creo más en la organización, en la cooperación y en la democracia que en la barbarie, la confusión y el caos. Estas últimos dan sustento a las desestabilizaciones.
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