Hoy en día es posible comunicarse de formas inusitadas. Con la
tecnología a nuestras disposición, podemos estar conectados con otras
personas alrededor del mundo en cuestión de segundos, através del
ordenador, el teléfono o la tablet. Pero, ¿cuál es el precio que hay que
pagar por esta conectividad? ¿Qué prerrogativas merecemos? ¿Por qué esta situación tan idílica en un medio tan disipativo? ¿Es posible
este acceso casi inmediato a Internet sin la pérdida de nuestros
privilegios? ¿Cómo no perder en privacidad lo que ganamos en rapidez? Y,
finalmente, ¿a quién beneficia esta inmediatez en las comunicaciones?
¿Cuáles son los límites de esta instantaneidad, si los hay?
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