TRES


—UNO

La más grave violación al derecho es la que proviene del Estado, pues si el encargado de su dotación es al mismo tiempo quien la obstruye, entonces, ya puede pasar todo.

El derecho existe para garantizar a todos sus libertades. El problema es que su dación está regulada también por hombres y, ese hecho, vuelve a dicha dación profundamente frágil y vulnerable, a cada instante.

Poner al Estado de Derecho por encima de la libertad no es nada más un problema de comprensión grave (en algunos casos), sino un proceder fascista en los casos de lucidez (cinismo).

La libertad no existe porque haya Estado de Derecho, a su construcción le precedió la comprensión de ésta. La libertad no pende, pues, del Estado de Derecho. Si después de doscientos años de su invención, seguimos sin entender esto, entonces, apenas si se ha comprendido la Historia o, llanamente, se desconoce.

—DOS

No es nuevo que la postmodernidad haya imputado a los opositores al sistema un viso de resentimiento como motor (Nietzsche lo hizo en cierto modo). Lo extraordinario es que, a la condena como percepción del síntoma, no le acompañara el mismo gesto en el diagnóstico.

De allí, en parte, la conveniencia y utilidad de los relativismos éticos propios de la postmodernidad. La postmodernidad es la gran ideología del capitalismo. Y como suele ocurrir con las ideologías de derecha, la postmodernidad es un idealismo, dicho propiamente (sobre dicho encumbramiento he hablado un poco en esta entrada, por ejemplo; espero poder hacerlo más adelante puesto que no es ésta una aseveración a la ligera).

—TRES

Yo tengo que entender que hay personas que están aprendiendo cosas y ser paciente. Mi pregunta es, ¿aprenderán ellos a respetar al otro en tanto les llega la comprensión? Más específicamente, ¿nuestra estupidez nos da derecho a pisotear la convicción de los demás?

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