Leía hace una par de días en “La Jornada” que el cineasta Lars von Trier fue considerado en Cannes persona non grata a causa de haber expresado una idea -algo que él piensa- en torno a la persona de Adolf Hitler. La penalización es leve comparada a los castigos que han tenido que purgar diversos historiadores revisionistas del Holocausto y otros personajes.

Por supuesto, el tema del revisionismo histórico y los llamados negacionistas del Holocausto es un tema complejo. Mientras que en Wikipedia uno puede leer que cierta ala revisionista apela a métodos pseudocientíficos para respaldar sus aseveraciones, los revisionistas, por su parte, escriben libros aduciendo eso mismo de los narradores de la versión oficial. Dichos libros, por cierto, se consiguen con relativa facilidad en América Latina publicados por editoriales argentinas: ya se sabe que Argentina fue uno de los centros geográficos al que arribarían no solamente oleadas de judíos antes y durante la SGM –se me ocurren, nada más por pura asociación, los pianistas Daniel Baremboin y Martha Argerich, por ejemplo-, sino oleadas de simpatizantes del Nacionalsocialismo que dieran después lugar a películas tan inclasificables como “Los niños del Brasil”.

Las palabras del realizador danés fueron:

Entiendo a Hitler, aunque hizo cosas equivocadas, por supuesto. Sólo estoy diciendo que entiendo al hombre. No es lo que llamaríamos un buen tipo, pero simpatizo un poco con él.


Lo único que puedo decir es que durante mucho tiempo pensé que era judío y me sentía contento. Luego comprendí que no lo era. Quería ser judío, pero en realidad me di cuenta de que era un nazi, porque mi familia era alemana, lo cual también me agradó.
 No estoy a favor de la Segunda Guerra Mundial ni estoy en contra de los judíos.

Luego, hubo de echarse para atrás y añadió:

Si he herido a alguien esta mañana por las palabras que dije en la conferencia de prensa, sinceramente le pido disculpas.

Incurriré en acto de fe y supondré que esto es todo cuanto dijo el cineasta y que no apareció aquí ese afecto de la prensa a descontextualizar a menudo -y a conveniencia- las declaraciones del personaje público bajo inspección.

Ahora bien, si admitimos con la historia oficial que fue en la reunión de Wannsee de 1942 -presidida por Reinhard Heydrich bajo el Tercer Reich- donde se decidió la Solución Final al Problema Judío, entonces, queda claro por qué cualquier alabo a Hitler podría herir la susceptibilidad judía respecto a la Shóa o, incluso, molestar a cualquier no judío naturalmente inclinado a solidarizarse con el dolor humano. Hasta aquí, se entiende que pueda molestar a algunos el comentario del realizador danés. Tildarlo, además, de persona non grata a mí se me antoja mezcla de contradicción con moralina. Ambas cosas a la vez. [Por cierto, existe una película malísima (Conspiracy) con Kenneth Branagh como Reinhard Heydrich y Stanley Tucci como Adolf Eichmann que trata el tema de la conferencia de Wannsee; la recomiendo a modo de ilustrar la clase de maniqueísmos por los cuales uno termina hastiado de ver cómo se hace del Holocausto tema de encono, en lugar de tema para reflexión honesta y concienzuda].

De las contradicción y moralina

En relación al tema del Holocausto, parece que las implicaciones éticas de tal episodio se viven desde dos ámbitos cuya intersección es no vacía. El ámbito de la vida pública y el ámbito de lo doméstico, subsumido el último por el primero. 

Además, creo que se puede situar el suceso aludido, en el marco de tales implicaciones.

El ámbito de la vida pública

Se entiende que como resultado de una guerra cruentísima cuya razón, dicho muy simplistamente, atendió a cuestiones de poderío con arrojando un vencedor, se hayan celebrado los Juicios de Nüremberg o el propio juicio a Adolf Eichmann. También podemos maliciar cosas muy obvias. Por ejemplo, preguntarnos hasta qué punto las resoluciones tomadas en estos juicios fueron tomadas a legitimidad y si sería drástico colegir que –como dice la máxima- no solamente la historia es escrita por el vencedor, sino también los procedimientos, conformación de jurados, crímenes imputados en juicios de guerra, etcétera.

También es lícito sentir aversión ante estos juicios por la sencilla razón de que crímenes de lesa humanidad de magnitud del Holocausto o magnitud mayor cometidos durante la SGM, no fueron meritorios de sanciones tan draconianas y gozan, hogaño, de apenas mención.

Las indemnizaciones que Alemania a la fecha debe pagar al Estado israelí por motivo del Holocausto es algo que también puede dejarse de lado.

Hay algo más. La industria hollywoodense con sus visiones sensibleras y sesgadas del asunto, podemos tolerarlas porque, además, nos prodigan horas de evasivo entretenimiento y un “conocimiento histórico” exprés de los eventos.

Todo esto anterior es paja porque ya pasó y, acaso, sirva de mina argumental para quiénes rechazamos al Sionismo.

Pero hay dos cosas que sí no pueden ser echadas al olvido por su vigencia, es decir, por los efectos que hoy todavía surten en la vida de muchos. En lo que a mí respecta y desde mi condición de ciudadana del mundo, desearía que se abrieran espacios para el debate de estos dos hechos, hechos que –desde mi punto de vista- tendrían que obligarnos a un replanteamiento de las consecuencias del llamado Holocausto.

1) En Europa, está prohibido en algunos países negar el Holocausto. En algunos, incluso, se pena con cárcel tal osadía (Suiza, Francia, Alemania, Austria, por ejemplo) y parece que la tentativa de la UE sería unificar el criterio y homogeneizarlo. Creo que solamente España es excepcional en este punto, pues privilegió en medio de controversias la libertad de expresión contra el posible daño que supone negar el Holocausto.

Personalmente, rechazo que la condena al Holocausto por parte del bando aliado tras la SGM y, en específico, por parte de la comunidad judía se elevara a estatuto de norma. Es decir, ¿en qué momento y bajo qué criterios, una elección moral como puede ser repudiar el Holocausto, se convierte en norma jurídica? No me parece admisible que una cosa tan personal como elegir racionalmente si uno acepta o no el Holocausto haya de generalizarse e imponerse a grupos diversos de personas. Si es norma, su infracción merece un castigo. Castiguemos, entonces, a la horda de texanos que repudian por motivos raciales a los inmigrantes mexicanos y centroamericanos que cruzan la frontera, por ejemplo. Si se castiga por el mero y abstracto concepto de justicia, ¿en qué forma son ejemplares los  castigos impuestos a causa del Holocausto?, es más, ¿así deben ser vistos? Parece que en algunos casos el castigo que se imputa a aquél que se atreve a decir cosas contra el Holocausto no tiene tanto por finalidad educar a otros en no decir las mismas injurias, como joderse a quien ya las dijo. Se necesita aquí, la inteligencia de varios.

Supuesto que esta prohibición se reduzca a impedir expresar lo que se piensa sobre el asunto y no imponga, en realidad, o prohíba un pensamiento, digo que A) No sería ésta una prohibición menor y B) De hace tiempo, tengo problemas con aceptar el término “libertad de expresión”. Lo explico líneas abajo.

2) Con tantos males en el mundo y tantos problemas en todas partes, pueda parecer baladí exigir se discuta esto ampliamente. Pero no lo es. A pretexto del Holocausto, además de a pretexto de otros desvaríos del frenesí sionista, palestinos en Gaza protagonizan un sufrimiento tan atroz como el que vivieran los judíos del Holocausto. [No es mi intención ser molona, PERO recuérdese que a los judíos sobrevivientes se les indemnizó, además de con otras cosas, con la fundación el Estado de Israel tras reunión de la Asamblea General de la ONU reunida en San Francisco en 1947. Una historia larga de contar que inicia en el XIX y por cuya razón me atrevo a sugerir que a muchos judíos muy decentes nada más se les usa como carne de cañón en medio de este drama].

El ámbito de la vida doméstica

Las repercusiones morales del Holocausto en el ámbito público impactan en el ámbito doméstico por lo ya dicho. Hechos aislados aunque con denominador común sucedidos tras la SGM lo ejemplifican. 1) Un literato de nombre Robert Faurisson blanco de persecución desde el momento en que llamó a una revisión exhaustiva del Holocausto; entre otras cosas, fue cesado de la cátedra de Literatura que impartía en la Universidad de Lyon. 2) Hace dos años, un presbítero argentino de nombre Richard Williamson es expulsado de dicho país por negar el Holocausto.

Parece que el mensaje es: si profieres cosas contra el Holocausto, o bien serás candidato a hostilizaciones –allí está Trier que ni siquiera las dijo-, o bien se te destituirá de tu cátedra en la Universidad –Robert Faurisson-, o te deportará uno de los Kirschner de la pampa –Richard Williamson. Si contra toda esta persecución, de todas maneras, tiro por viaje nos enteramos de personas negándolo o haciendo cuestionamientos al respecto, no nos queda más que inferir –como hubiese sido lógico desde un primer momento- que las prohibiciones y castigos fueron elaborados ex profeso para detener el regadero de esta pólvora -xenofobia- ya que el pueblo judío es, en efecto, un pueblo que vive a la intemperie, descobijado y golpeado por el resto de pueblos del mundo -por vete tú a saber qué alineación de coincidencias que de ningún modo justificarían ninguna clase de xenofobia-, de tal manera que no queda más que protegerle a través de inflexibles leyes jurídicas y que esto es singularísimo pues ni siquiera el pueblo palestino –que bajo ningún concepto es menos querido que el israelí- es digno de tal protección. Un antisemitismo de élite (los judíos sí; los palestinos, no; o, al revés, depende de si plantearon el enunciado en forma afirmativa o en la negativa). Inferir que los negacionistas quizá tengan algo importante que decir a este respecto es algo que parece no tener posibilidad. 

Hay personas, pues, en el mundo, que a causa del problema del Holocausto se arrogan el cargo de objetores de conciencia. Si el sufrimiento del pueblo judío es digno de toda nuestra solidaridad y no debe admitir ni mofas ni agresiones, ¿por qué su condena sí tendría que admitir o mofas o agresiones o cualquiera otra actitud persecutoria de lo que humanos piensan? O, vamos a ser parejos, y protejamos también a otros pueblos que históricamente hayan sufrido vejaciones semejantes a la de los judíos por el Holocausto o por los llamados pogromos, etc.

Razones no me faltarían para hacer de este post una pequeña apología a un cineasta que con sus delirios estéticos ha satisfecho varios de los míos, pero no es el caso.

El caso es que esta inaudita actitud del jurado en Cannes –no menos que aquellas que les hace negar la palma a películas portentosas-, en consonancia con las actitudes ya citadas y la prohibición expresa que impide negar el Holocausto en diversas partes de Europa, parece restringir la libertad de los sujetos a la expresión de determinadas ideas y, muy en el fondo, a su posesión también.

Concretamente, habría que determinar por qué humanos que todavía no nacían cuando el Tercer Reich, tendrían que pagar ahora con su amordazamiento por crímenes cometidos por el Estado Nacionalsocialista, es decir, determinar si procede la colectivización de dicho crimen en aras de su erradicación y en personas que no lo cometieron y que, en todo caso, su único pecado consistiría en mantener una opinión sobre el asunto contraria al dictamen histórico oficial.

Particularmente, el concepto “libertad de expresión” es un concepto que no me gusta no sólo por cuanto me parece manido (so pretexto de la menor paparruchada se le invoca), sino porque considero que es un infortunado paralogismo –y pleonasmo- y porque la hace de eufemismo de una prohibición más violenta, la de pensar. Además de ello, en el caso de este conflicto, sí veo que reducir la prohibición a un problema de libertad de expresión, disminuye falazmente las posibilidades de reconocer que es algo más que una prohibición a expresarse y una posible discusión de esto mismo.

Me resulta terrible pensar que Europa está compuesta de hordas xenófobas y etnocentristas obsesionadas con arruinar al pueblo judío; igual de terrible es pensar que los llamados revisionistas históricos –muchos de ellos académicos- constituyan solamente un conciliábulo que obra contra lo judío. Nada más porque hoy no me imbuye un ánimo sarcástico, no me atrevo a decir que admitir todo esto sería casi conspiranoico.

El asunto precisa pruebas y evidencias ponderadas con imparcialidad. No es cosa del gusto o de la moral de una bloguera diletante de la pirueta mental y la escritura, o de cualesquiera otros sujetos que opinan. Quizá sólo me atrevería a dar una pista: sí creo recomendable leer literatura revisionista –en la Web pulula- para, al menos, conocer las dos versiones del asunto.  

En cuanto a la libertad de expresión concebida como pleonasmo, diré por qué. Porque si se es libre, se es libre en su totalidad. Ser libre ya tendría que implicar pensar con libertad y expresarse con libertad. O, más sinceramente, cuando se habla de la libertad de expresión como un derecho, siento que se nos está intentando lavar el coco.

Pero voy a sustituir este recelo con dos concesiones. La primera es que como la historia de la supresión de esta forma de libertad ha sido -en efecto- tan brutal, entonces, se puede admitir se le haya otorgado esta distinción nominal digamos que a modo de llamada de atención, como para que no se nos olvide y como para restituirle de su importancia. La segunda es conceder que estas comitivas a que comanda la ONU a escribir reportes, directrices, discusiones sobre temas de envergadura como el de la libertad de expresión, están conformadas por gente que actúa de buena voluntad como –de hecho- creo que actúan (se les llama paneles de expertos, ya recordé).

La primera concesión es rarísima porque equivaldría a una suerte de atomización de la noción de libertad que es, precisamente, por lo que califico al concepto “libertad de expresión” como de paralogismo. Como quiera, se hace la concesión. Aunque sí pienso que los casos referidos más el del cineasta, prueban que la buena voluntad no es suficiente para el caso particular del Holocausto.

A lo mejor los mecanismos de las comisiones encargadas de velar la memoria del Holocausto para determinar cuándo alguien sí está negando el Holocausto -por ambigüedad que haya-, son en suficiencia nítidos como para, unánimemente, llamar a reconvención jurídica. Pero el salto que hay entre esto que podría admitirse como norma y la actitud que se adjudicaron los realizadores del festival para tachar a Trier de non grato me parece tan abismal que no puede más que parecerme insólita la actitud de los realizadores del festival. No sé cómo le hizo la gente de Cannes para determinar que Lars von Trier es persona non grata a partir de las cosas que farfulló y, tampoco, quién podrá decir, luego, que Cannes es un festival non grato por esto mismo. Además: a) Lo específicamente dicho por el cineasta ni alude, ni niega al Holocausto, ni –ni siquiera- lo aprueba tácitamente. Él solamente expresó una idea propia sobre Adolf Hitler y sobre el nazismo –ésta última parece incoherente, b) Podría haberle bastado al festival con expresar, en atención a la comunidad judía, no estar de acuerdo con lo dicho por el cineasta en lugar de calificarle de persona non grata.

A pesar de todo, como decir que un B es un k no necesariamente hace de ese B un k, el caso narrado no mueve a escándalo, pero sí lleva a la comprobación –al menos para mí- de las muchas contradicciones que se suscitan en nuestras sociedades y cómo sigue imperando una norma de falsa moral -moralina- por la que si B es un k por una cierta razón puede que, por esa misma razón, C sin embargo no lo sea. Una obviedad.

Me quedo pensando que estas cosas son tan comunes que por eso se les someta a legislación y que esto pueda ser solamente una forma represiva de actuar, que no esté resolviendo de raíz el problema y que, entonces, habría que replantearse cuáles son las ganancias de “nuestros” sistemas jurídicos frente a las pérdidas que infligen. Las pérdidas son enormes e insoslayables, ¿vale la pena seguir manteniendo estos sistemas? No sé si me mueva un radicalismo ultra, pero mi respuesta es no. Creo posible vislumbrar otras formas de actuar y de vivir que podrían ser mucho más efectivas que la norma jurídica punitiva y la costumbre autómata.  

Hasta aquí con el post.

Y ya ansío ir a ver el filme de Lars von Trier presentado en Cannes:  M e l a n c h o l i a. . .

16 comentarios:

    Bien después de un intento fallido. para publicar mi comentario, en el que perdí la cuartilla escrita resumo:
    El holocausto o "SOLUCIÓN FINAL" es un tema que aparece en los documentos del nazismo, es un hecho que ocurrió.
    Sin embargo, se producen a traves del tiempo miles de casos de racismo en el mundo. Lo especial del hecho del holocausto es que se instrumento una de las maquinarias de estado mas poderosas de la época para perseguir la extinción de un grupo racial, es decir la barbarie alcanzo un refinamiento escalofriante. Toda la estructura monumentalmente organizada y precisa que levanto el nazismo fue orientada a un fin destructivo sin precedentes.
    Es por eso que un hecho de tales magnitudes y consecuencias no debe permitirse que sea puesto en duda. Pues los limites de la "libertad de expresión" de un individuo, grupo o estado; se encuentran en donde empiezan los derechos de cualquier individuo, grupo o estado y viceversa. Tales derechos son aquellos que pretende suprimir cualquier racicidio, los derechos a la vida.
    Promover el olvido de un hecho tan deleznable como el holocausto o la matanza de croatas, serbios o kurdos, debe de ser condenado. Pues no debe olvidarse que la barbarie puede arroparse de refinamiento y eufemismo.

     

    1/2

    Hola Carlos, en primer lugar, me da gusto saludarte.

    Ahora bien. Entiendo tu punto porque creo incluso está planteado en mi escrito; lo entiendo, además, porque coincido contigo en impedir la condena al pasado de cualquier genocidio (ojalá que con el mismo ahínco instituido que se recuerda el Holocausto, se recordaran los hechos de Hiroshima y Nagasaki u otras masacres).

    Pero no coincido en lo siguiente:

    1) Que con cárcel se va a resolver la “necedad” de algunos de negar el Holocausto.
    2) Que se trate realmente de un asunto de “libertad de expresión”; para mí, más bien -como planteo en el texto- se trata de un asunto de libertad en general y, quizá –podría admitirlo- de libertad para pensar y aventurarse a cuestionar públicamente hechos consignados en las páginas de la Historia. La cosa es así:

    Existen grupos de personas autodenominados revisionistas históricos y, en un caso más extremo, negacionistas del Holocausto. Vamos a suponer que todas estas personas que no son pocas -y allí está el Institute for Historical Review como ejemplo- están acicateadas por alguna especie de odio para actuar así, por xenofobia. A alguien un buen día (y tiene nombre, se llama Paul Rassinier) se le ocurre hacer, después de haber militado en filas izquierdistas, una revisión –quién sabe si minuciosa- sobre los hechos alrededor del Holocausto, los gaseos y todo aquello. Entonces, resulta que los instrumento que utilizó el fulano para hacer su investigación son inadecuados y sus resultados son pura chirigota pero -como quiera-, se publican, se dan a conocer y esto trae por consecuencia proveer de razones ideológicas y políticas a hombres xenófobos que por puro odio a la comunidad judía –que se pasan por el arco del triunfo los Juicios de Nüremberg y otros castigos ejemplares- desean negar el Holocausto -con conciencia o sin ella-, pero negarlo (olvidémonos de toda la persecución que Paul Rassinier sufrió por esto). Y se empecinan en esto. En respuesta, jurisdicciones europeas –dado que la eclosión tiene que contenerse de alguna manera y en afán de preservar la memoria de aquel horror-, determinan que estas personas precisan de cárcel. Pues bien, a mí me surge una pregunta y una sugerencia: ¿por qué castigar a estas personas –fanáticas- con cárcel u otras penas en lugar de reconvenirlas por otros medios a una interpretación sana y honesta del Holocausto –exenta de odios y visceralismos- de tal modo que estas personas tengan oportunidad de revirar, de cambiar de parecer?

    No es un asunto de libertad de expresión Carlos, es un asunto de libertad, en general, y no me parece que suprimiendo a los hombres de ahora de sus libertades, se reviva a los muertos de ayer por una guerra que, además, fue orquestada y promovida por Estados, no por personas. En esos años, no sólo se padecía del supremacismo ario; Europa se había sumido en la locura de contarse historias fantásticas sobre una supuesta superioridad que se adjudicaban y en esos períodos –que eran también períodos de neocolonialismo- le daban duro a esas ideas. De hecho, EUA, a mí parecer, tomó esto como herencia [utilicé una figura retórica llamada sinécdoque; decididamente no pienso que todos los europeos sean así ni los estadounidense, y menos ahora].

     

    2/2

    Ahora, ¿no te parece que Europa es contradictoria en esto? Por un lado, hace muy bien en impedir enérgicamente se olvide la barbarie del Holocausto; por el otro, vota en Consejos de Seguridad de una tal ONU a favor de más barbarie.

    Lo dicho hasta aquí, Carlos, lo he sostenido admitiendo la Historia oficial porque no he querido –porque no me parece honesto- hablar desde el conocimiento de la otra versión de la historia al que he tenido oportunidad de acceder leyendo literatura revisionista, cuyos dichos –cabe aclarar- no los tomo por sacrosanta verdad y sí intentado oponer, todo lo posible, un espíritu escéptico.

    Voy a hacer por esta ocasión una excepción y te voy a platicar qué es lo que dicen los revisionistas en sus escritos –a sus más recónditos pensamientos todavía no tengo acceso- y cómo lo dicho por ellos diverge con algunos de los dichos de Wikipedia.

    Los negacionistas cuestionan –ni siquiera niegan categóricamente- tres cosas:

    1) El plan de exterminio.
    2) Los campos con cámaras de gas –ofreciendo argumentos.
    2) La cifra de 5 a 6 millones –ellos plantean alrededor de 1 millón.

    Aceptan

    1) La persecución de los judíos bajo el Tercer Reich.
    2) La existencia de campos de concentración y deportaciones, además del sufrimiento y muerte de comunidades no judías.

    Esta gente, según he visto en su literatura, pide una discusión del asunto; no piden la supresión de la Historia del sufrimiento de la comunidad judía en los años del nacionalsocialismo, ni conminan a la barbarie. No dudo, por supuesto, que haya quiénes sí hagan esto, pero yo creo que eso ya más bien sería propio de psicópatas y allí el tratamiento exigiría no la cárcel, sino el psiquiátrico. Por otra parte, yo me siento incapaz de determinar si los métodos de los revisionistas son fiables o no, aunque sí sé que oficialmente se les niega de dicha cualidad.

    Entonces, como espectadora de todo esto, lo que a mí me gustaría es que el tema pueda discutirse con libertad y de cara al público. La entrada que escribí estaría hecha en ese ánimo.

    Más de una ocasión he dicho admirar a más de un ser humano de los autodenominados judíos. En la música, en la ciencia, en la literatura, en la filosofía.

    Es todo por mi parte.

    Te saludo.

     

    Si no creo que el Holocausto fue tal y como nos lo cuentan o si lo relativizo afirmando que no fue el peor ni el último de los Holocaustos es posible que esté arropando con refinamiento y eufemismo la barbarie.
    Pero si creo y proclamo la versión oficial, si absolutizo el Holocausto, ¿no estaré arropando con el mismo refinamiento y eufemismo -solo que éste, además, más cómodo- la barbarie de los Holocaustos presentes que, por su condición de actuales, deberían cuando menos reclamar más nuestra atención que los pasados? ¿No estaré, en concreto, mediante el refinamiento y eufemismo de seguir hablando de un Único Holocausto arropando el otro holocausto vulgar que hoy practican los que se dicen víctimas del Único?

    La barbarie no se arropa con un análisis objetivo y sereno -pero no por ello carente de compasión y humanidad- de cada Holocausto. La barbarie se arropa con la vestidura chillona del Holocausto elevado a mito. La sangre de Nuestro Señor -dijeron- caiga sobre el pueblo deicida. Y la de los judíos de la Shoah -parece que añaden ahora- caiga sobre el mundo entero.

     

    Arropar la barbarie o exorcizarla

    Expones elocuentemente parte de la verdad sobre el Holocausto. Por otro lado, pienso que, mientras para algunos discutir serena y analíticamente el Holocausto equivalga a su arropamiento, para otros, exigir esa discusión o realizarla –probablemente con bastante menos de serenidad y análisis objetivo- sea algo más que intención compasiva o humanista, es el deseo firme de exorcizar al Holocausto de este planeta y cualquier otra forma de barbarie –sobre el cuerpo o sobre las ideas.

    Posiblemente, la firmeza puesta sobre nuestros deseos y ejecuciones, les confiera de cierta languidez. Creo que la historia de las ideas no hace más que confirmárnoslo. A pesar de ello, el hombre no deja de asirse a cuanta conceptualización del mundo le apetezca y a su exposición también. Rodemos, pues, sobre el carril de la Historia y de sus vástagos, las ideas. Quizá en el ínterin podamos desfardar a alguien de su perplejidad o brindarle alguna pequeña alegría.

    Un abrazo Dizdira.

     

    Bueno vamos a ver,de acuerdo total con Eleutheria,No soy negacionista si no revisionista,hay muchos puntos oscuros que no se permiten ni investigar del holocausto igual que los hay sobre la IIGuerra mundial.Si el ser revisionista me convierte en antisemita,bueno que decir en mi familia hay judíos y de semitas no tienen nada,eso ya veo lo sabe Eleutheria, que sabe separar muy bien judío de semita,el escrito lo podría alargar mucho,ya que hay muchos datos que no concuerdan con versiones oficiales,pero no quiero marear, personalmente no me agrada que se este siempre usando el holocausto para fines económicos,provocar otros,y hacer un eterno victimismo de un grupo humano que tiene cierta religión,y no se permita ni indagar en él.Es totalmente aberrante que por solo pensar diferente ,negacionismo, se te condene,incluso ser revisionista que es tan solo el querer esclarecer la verdad ,verdad de algo que aun arrastramos y eso que ya llovió mucho de ello,y los actuales holocaustos?En cambio no se haga nada por la protección por ejemplo de los palestinos,como bien dice Eleutheria.
    Que decir de la UE que quiere la persecución de gente por pensamientos sobre el holocausto,y luego vota a favor ,o comete crímenes actuales.
    Por cierto Eleutheria, hollywood, hace muchas pelis de esas y arrastrándolas hacia el bando interesado, porque los productores de allá muchos son judíos.
    Porque tanto miedo, a que se sepa exactamente lo que paso?

     

    Dejo un enlace sobre el tema aclarar que es suave, en el tema pero ayuda quizás a entender el porque el holocausto es aún tan actual si hay temas de actualidad y crímenes que o se les presta atención,

    http://www.youtube.com/watch?v=_k0EGxterPY


    Lástima no encontré otro que hablaba de ciertos temas históricos.

     

    Hola.
    No sabía de esta norma demente de castigar la curiosidad o el cuestionamiento a ciertos eventos históricos que se toman como absolutos.

    Y es igual de sano controvertir los métodos de investigación de los revisionistas (detalle que ya has aclarado).

    El comentario de Dizdira me lleva inevitablemente al recuerdo del holocausto refinado que cada 11 de Septiembre, nos restregan como el más grave o único del nuevo siglo.

    Te saludo.

     

    Corvus, suspendí un par de actividades para echarme el documental que envías y creo que fue buena decisión por dos cosas: 1) Algo en la calidad visual de la película resultó agradable a mis ojos y 2) La gran oportunidad que constituye re-equilibrarse.

    Brevemente, te narro la impresión que me dejó.

    Pienso que esa vivencia de los chicos que van a Polonia a instruirse directo sobre la Shoá es una cosa que atiza el odio. “No olvidar, no perdonar” –dice el muchacho; el paso entre esta consigna y más genocidio apenas ha de ser de micras; Medio Oriente lo sabe bien. Si la cosa allí terminara, no me generaría tanta oposición, pero allí no termina, entra en ciclo. No es un cáncer entrando en remisión, es un cáncer que se alimenta de sí mismo, iterativamente.

    Y es como si, en paralelo, avanzaran dos clases de sentimientos: 1) El que siente el sufrimiento de un grupo humano 2) El que sabe del uso exacerbado que se la ha dado a dicho sufrimiento para expolio de aquellos por quiénes se exacerba y para usufructo de aquellos por quiénes también se exacerba –tenemos dos grupos distintos.

    Entonces, como el humano tiende a la propia preservación y actúa en atención a ella, vale poco cualquier barbarie con tal que no se cometa contra mí mismo o mis intereses. Mientras así no suceda, prosigamos con la compasión o, en su caso, con la “defensa”.

    Todos somos culpables o, dicho de otra forma, está en cada uno de nosotros que las cosas sean distintas –si queremos, si nos interesa.

    Muchas gracias por leer y comentar y por el material compartido.

    Te envío saludos.

     

    Siempre disfruto enormemente tus comentarios fre; algo distinto le añaden a este blog.

    Te regreso el saludo.

     

    Mi pretensión era que se entendiera el porque aun es tan actual,como las chicas esas interpretan a los viejos también es sorprendente,el como ni se plantean entender que dicen.Tan actual que aun a este país hace poco ,menos de un anyo,se le pidió una indemnización de una burrada de millones de dolares,por haberse usado las vías de tren para transportar judíos a Polonia,era una demanda desde New York,cosa que obvio aquí se ha desestimado, cuanto además de lo ilógico como se lleva este tema, no hay dinero ni para salvarnos,no podemos atender a demandas de gente que ni igual tienen relación parental con los supuestos viajeros de dichos trenes,además que culpa tenemos.
    Lo de mi email ,era porque quizá deba acercarme al DF pronto, y ni idea de donde se puede buscar páginas sobre alojamientos,no era ninguna propuesta indecente.XD
    Un saludo y cuídense.

     

    Hola Corvus.

    No te he dado de alta en el correo por olvido; si quizá vengas al D. F. y tienes preguntas yo -con gusto- te asesoraré en todo lo que sepa. Guías y cosas del estilo las puedes conseguir por Internet, pero sí te puedo orientar sobre lugares céntricos para hospedarte, rutas de viaje, tipos de transporte, horas pico para viajar, recomendarte algún museo, etcétera. Si hay cosas en las que te pueda orientar mejor que Internet –como supongo las hay-, desde luego, cuenta con ello (:

    Sobre la película

    Sí, la película tiene intenciones muy claras hacia mostrar la utilidad política, económica, ideológica que brinda a sus constructores el Holocausto; cuando hacen esa interpretación falaz de los comentarios de los polacos que señalas, da tristeza porque esos muchachos se convierten en sólo títeres. Cuando algún día logren autonomía mental, quizá también logren desprenderse de todo eso.

    Aprecio la utilidad de conocer ciertos sucesos históricos; pienso que conocer las dimensiones exactas del Holocausto en contraste con el conocimiento de otros hechos, es parte de lo que nos permite entender –y luego decir- que otras masacres e ignominias de hoy demandan más nuestra atención y, también, que mucho del poderío israelí se basa en un constante manoseo de ese hecho; y esto resulta inmoral para quiénes sí tienen muertos en campos de concentración nazis porque es, ni más ni menos, hacer negocio del dolor. Y veo una mejor comprensión de lo que –hoy- es Gaza si se comprende bien lo que es –también hoy- el Holocausto.

    Quién sabe si un día logremos un conocimiento de hechos históricos sin propender a llenarnos la cabeza de rencores; les sucede a los chicos israelíes de la película, lo mismo que a jóvenes palestinos dispuestos a dar sus vidas en un atentado-bomba.

    Gracias por escribir.
    Saludos.

     

    Ok gracias,lo tendré en cuenta,de momento es un 70% seguro me toque ir,pero creo aumenta con el tiempo.
    Un saludo y abrazo.

     

    uff, en que terrenillo tan escarpado andas hoy jaja. Yo no soy tan leída en esos temas, sin embargo hay cosas que me llaman la atención y creo que es algo que hace de este tema especialmente sensible, la proximidad temporal que tenemos a este periodo. Tengo amigos alemanes cuyos abuelos y cuya familia fue nazi, amigos daneses o polacos cuyos abuelos murieron o estuvieron en campos de concentración. Hace poco leí un comentario respecto a otro tema que era la guerra civil española que creo ilustra un poco mi punto. Ahora mismo hay mucha gente que desea olvidar el pasado y seguir adelante porque finalmente este tipo de conflictos separan a la población (los genocidas y las víctimas o los que simplemente se tapan los ojos). Alguna vez había un comentario en un periódico que decía esto, porqué no somos capaces de seguir adelante y olvidar. Y alguien le contestó que decía eso porque el cuerpo de su abuelo no estaba perdido por alguna cuneta. Yo creo que la situación es esa, que no es una situación que pueda juzgarse con lógica y la frialdad de las reglas, es una herida todavía abierta que no solo duele a los judíos sino a los propios alemanes que cargan con su vergüenza.
    Y como se asume que este tipo de cosas son tan dolorosas para algunas personas (talvez nosotros que salimos de otro continente no nos parezca tan cercano) la gente no habla de ello no como un asunto de libertad de expresión sino como un acto de cortesía.

     

    El problema es que no se trata de que sea o no sea herida abierta ,que por ello si no viste el documental, es algo que se trata de evitar que se cierre,el problema que muchos datos no encajan, y un echo que se usa para extorsionar y seguir pidiendo dinero, que es a lo que van,no se puede acceder a muchos documentos para poder esclarecer,porque están en manos de Israel, y también no me parece muy democrático el prohibir y penar ,el pensamiento.
    Por lo que dices del país de Espanya,allí el problema es que no se limpió nada, y aun siguen personas que adoraban al régimen dictatorial y están en la clase política como si nada,además que se esta o parece intentando suavizar y que no parezca tan malo lo que pasó,que por cierto se olvidan de muchos espanyoles que fueron a los mentados campos de concentración nazis, y los propios campos de concentración espanyoles,aun salen fosas comunes y no se habla.
    Creo que ante ciertos crímenes tan cacareados al menos se debería poder buscar la verdad, y no prohibirlo.

     

    En general, estoy de acuerdo con lo que afirmas lovespit. Quizá valdrían algunos añadidos, pero creo que ya están contenidos en el post y en algunos de mis comentarios y no quiero ser más redundante o atarragar con conceptos.

    En lugar de ello, sólo voy a decirte que a través de tu comentario llego muy claramente a la siguiente idea: tal vez no haya un modo de accionar humano; tal vez no existe algo tal como una “naturaleza humana”, sino que son nada más nuestras acciones y lo que vamos haciendo cada día (en la línea temporal de un solo individuo), o cada época (en la línea temporal humana) lo que define esa naturaleza, en cada instante, en cada época. No hay un sustrato. No hay eso; eso es casi metafisiquería, es decir, no con esa fatalidad. Podríamos, en todo caso, hablar de ciertas predisposiciones del ser –quizá abunde sobre esto más adelante.

    Saber que tales acciones parecen ir encadenadas sea, acaso, una de las cosas que tendrían que precavernos a actuar de un cierto modo o, en su defecto, inclinarnos a otro actuar.

    Tú y Dizdira más o menos coinciden frente a la utilidad de estas charlas; si bien por causas disímbolas opinan similarmente, me parece que tienen mucha de razón. Cuidemos, pues, a quiénes necesitan hoy cuidado y respetemos a los que padecen hoy de un dolor (como ya dije: no me parece que la revisión histórica o la discusión del tema obste a lo que ustedes sugieren ni viceversa).

    Materialmente hablando -de todas formas- uno más o menos se va entregando a los temas que le apasionan o que le parecen de utilidad. Es en el cruce donde se ve pa´ dónde jalan las sinergias.

    Gracias por tus inteligentes palabras lovespit.
    Saludos a ti y a Corvus.

     

Blogger Templates by Blog Forum