Hace unos tres años, cuando preparaba mi examen de ingreso a la maestría, sintonizaba por las noches el programa “México de mis amores”* que conducía Alicia Muñoz y que era transmitido por “ABC Radio”. En un par de sus emisiones, Alicia Muñoz invitó al General brigadier Gallardo quien, a causa de haber sugerido la creación de un ombudsman al interior del ejército mexicano, fue preso de conciencia, por algunos años, en alguna cárcel del país hacia la década de los noventas. Desde luego, escuchar aquella charla dejó una fuerte impresión en mí, pues no es usual que un militar exhiba un pensamiento tan liberal –en el buen sentido- y que, además, se atreva a cuestionar y contrariar no sólo los procedimientos e ideologías de un gobierno o de un presidente, sino al funcionamiento mismo de instituciones y relaciones de poder dentro de dicho gobierno. Aquí y aquí pueda indagarse mejor sobre este punto.
¿Y a qué se debe que sea poco común –al menos en México- que un militar formule propuestas de este tipo y, más aún, que -en general- las haga? O, dicho de otro modo, ¿qué puede ser lo que lleva a grupos completos de hombres -enrolados en un ejército- a ejecutar, a pie juntillas, todas las órdenes que les son dadas?.
Me limitaré a emitir mi propio punto de vista y no a centrarme tanto en el asunto de qué puede llevar a un hombre a tal sumisión (ejecutar órdenes a pie juntillas sin detenerse a pensar sobre la conveniencia o no de dicha obediencia, sin contemplar elegir el desacato si no hay tal conveniencia –y, en cambio, sí, perjuicio-, etcétera, es, llanamente, un acto de sumisión).
Y si no voy a centrarme mucho en este punto es porque aquí -en este blog- he perorado largamente, abundantemente sobre cómo el ser humano de nuestro tiempo ha perdido paulatinamente y, quizá sin darse cuenta, autonomía ante sus propias decisiones, ante el derrotero que sí quiere él para su vida y no tanto el que exteriormente le viene impuesto. Sobre lo que quiero acotar es, entonces, sobre 1) Los criterios de conformación de los ejércitos alrededor del mundo que, como fácilmente puede deducirse, vienen determinados por los fines por los que dichos ejércitos son conformados y 2) ¿Cómo en particular son los miembros del ejército mexicano? (bueno, esta pregunta es una pregunta mía con respuesta obvia. Basta ver todos los abusos que ha cometido el ejército mexicano en el marco de la llamada lucha anti narco, para darse una idea).
1) La mayoría de los ejércitos de alrededor del mundo, salvo casos contados, están diseñados –o eso argumentan- para defender a la patria de posibles ataques provenientes de otras naciones. Entonces, una cosa a que debe estar dispuesto un miembro del ejército, en caso de guerra, es a defender a la patria de sus invasores. Pero “defender a la patria” podría significar, en algunos casos, ofender, atacar o, incluso, asesinar (no sería raro para mí oír decir a algún miembro del ejército una cosa como: “toda táctica defensiva ha de integrar una táctica ofensiva”). No es pues extraño que, adherido a la idea de defender a su nación –e incluso creyendo que así lo hace- un hombre pueda estar dispuesto a matar a otro hombre (si se piensa, es aberrante tal disposición).
La gran bronca de todo esto estriba en que no siempre un hombre que mata a otro o da la vida propia en aras de salvaguardar la soberanía de su país lo hace -en realidad- salvaguardándola, sino, muy posiblemente, infringiendo la soberanía de otro país como ocurre con la mayoría de los países imperiales. Así que, al final, la mayoría de los hombres que sirven a un ejército creyendo que sirven a la patria, sirven a fines aviesos, oscuros, incluso incomprensibles para ellos mismos. Pero estos fines aviesos para los que ellos sirven no serían tan eficazmente ejecutados si no ocurre que estos hombres sean –como de hecho son- hombres poco proclives a reflexionar sobre el asunto, a preguntarse con cierta mínima dosis de sentido común si -en verdad- el fin detrás de todo esto es uno de esencia noble. Si no ocurriera, sencillamente –como ocurre- que la mayoría de hombres que sirven para un ejército son hombres alienados (y alienado puede significar: un hombre esclavo, una persona con escasa instrucción, un potencial neocom o un neocom en su fuero interno declarado. Al final, estamos frente a hombres que han perdido su libertad y, sobre todo, aquello por lo que libremente hacen el siguiente tipo de elecciones: aquellas que no provocan –al menos no de manera consciente- algún daño a terceros. Y éstas se hacen pensando).
De modo que, si a una persona en una charla de amigos se le oye decir algo como: “los ejércitos están hechos para obedecer”, no se piense que se trata de un individuo con prejuicios, seguro lo dice porque ha analizado ya el asunto. Aunque lo que diga un individuo en una charla de amigos no es tan relevante como los criterios de selección de personal dentro de un ejército: no se puede ser tan tonto como para no comprender que el criterio de selección de personal de la mayoría de los ejércitos del mundo es, por lo menos, de dos tipos: 1) Buscando reclutar a hombres dóciles, de baja instrucción escolar, que poco propendan al pensamiento 2) Buscando reclutar ni a hombres dóciles ni a hombres de baja instrucción, pero sí hombres cuya ética ponga por encima de la vida humana intereses de otro tipo (a mí me cuesta mucho trabajo aceptar que, como resultado del pensar, no se llegue a una Ética y a una ética humanistas).
Insurgencia
Dicho esto anterior y siguiendo ese hilo, no es difícil que llegue uno a simpatizar con la idea de insurgencia al interior de los ejércitos o con la existencia de insurgencia al interior de ellos. No hablo con ligereza. En primer lugar, no estoy pensando en hombres apertrechados, dispuestos al combate, a la violencia, como si sus vidas no importasen y sus muertes menos. Cuando hablo de insurgencia hablo de hombres que posean independencia de pensamiento, que conozcan su historia –la de sus pueblos- y el historial de vejaciones a las que los estamentos populares han sido sometidos por siglos. Hombres proclives a empatía para con las necesidades de los sectores desprotegidos, hombres no fáciles de cooptar, pero –sobre todo- hombres que no van nunca a tornarse en contra de su propio pueblo. Hablar de insurgencia dentro de un ejército implique, quizá, contradicción. No la implicaría si abandonamos la concepción occidental, neocolonialista de lo que un ejército debe ser y la permutamos, entonces, por una nueva concepción. En esta nueva concepción, los ejércitos tendrían por funciones tareas más nobles que las de la guerra. Por ejemplo, brindar ayuda tras alguna catástrofe ambiental, llevar asistencia –de algún tipo- a comunidades rurales de difícil acceso, cuidar la flora y la fauna de ecosistemas dañados, etcétera. Y esta alocución gana fuerza si –como sucede- goza de un buen correlato empírico. Me refiero al caso concreto de la República Bolivariana de Venezuela.
De todos es conocido –al menos para quienes no nada más se informan vía prensa alineada- el papel fundamental que ha tenido el ejército de aquella nación dentro de su proceso de emancipación (Hugo Chávez lo comprendió poco después de “el Caracazo” o acaso antes). Si hoy en Venezuela se puede hablar de un firme crecimiento económico, de la creación de las universidades bolivarianas a lo ancho de todo el país, de acceso a servicios de salud y viviendas dignas para sus habitantes, pero –sobre todo- si se puede hablar de la autonomía del gobierno venezolano a la hora de tomar decisiones(completamente al margen de la voluntad del gran hegemón, EUA) es porque la derecha venezolana fracasó -en 2002- en la intentona de golpe de estado en contra el gobierno de aquel país. Y ese fracaso –como se sabe- es resultado de la lealtad que las filas del ejército le prodigaran a Hugo Chávez Frías en horas que fueron decisivas para contrarrestar el ataque (no puedo evitar pensar en lo bien que le hubiese sentado a Allende una situación similar, por ejemplo).
Pienso que lo que sucede en Venezuela con Hugo Chávez o en Bolivia con Evo Morales o en Argentina con los Kischner o en Cuba con los Castro o en todos estos regímenes disonantes a los dictados de Washington, es una buena prueba de que es posible vivir al margen del capitalismo económico, que es posible construir otras alternativas de producción y de relaciones de producción entre las personas de modo que haya una derrama más equitativa entre los sujetos que protagonizan dichas relaciones. Esto no significa que todos los países del mundo tengan que, necesariamente, arribar a estos modelos. Sólo creo que ni el capitalismo, ni el neoliberalismo (su versión plus) ni el globalismo económico son –como pontifican sus paladines- los únicos sistemas posibles a los que ha de llegar la humanidad (y, menos, “naturalmente”, como ellos dicen).
Cierro este punto con la siguiente reflexión. Hay ejemplos en la Historia de que no todo lo que sale de los ejércitos ha de poseer, por necesidad, visos de violencia o derivar en totalitarismos (el neoliberalismo es un totalitarismo y la mayoría de los presidentes que siguen este modelo se asumen como grandes demócratas). Referiré el caso específico de un militar de impresionante altura de miras que una vez tuvimos en México, Lázaro Cárdenas.
Lázaro Cárdenas fue un presidente nacionalista, un hombre con ideario humanista, un gobernante justo, quien al final de su vida, incluso, no mostró ningún rubor en admitir sus simpatías hacia la revolución cubana. Hombre que devolviera -aprovechando la coyuntura de vulnerabilidad que sufría EUA a causa de la SGM- el petróleo a México después de años y años de problemas por la tenencia de éste a manos de extranjeros (como la invasión a Veracruz en 1914), que creara el IPN (Instituto Politécnico Nacional), que proveyera a muchísimos campesinos de tierras a través de la figura del ejido, que recibiera a buen número de españoles expulsados de su patria tras la guerra civil del ’36, que se negó a permitir –pero esto ya como Secretario de Defensa del gobierno avilacamachista- la injerencia y violación de nuestra soberanía por parte de EUA cuando, éste, debido al hundimiento de los buques “Faja de Oro” y “Potrero del Llano”, contara con el pretexto idóneo para hacer de México su aliado vía aquél enflaquecido “Escuadrón 201”. Una de las pocas cosas que puedan objetársele es el apoyo que brindó a Manuel Ávila Camacho -y no a Francisco J. Múgica- con rumbo a la sucesión presidencial. Creo con honestidad que Cárdenas ha sido el mejor presidente que ha tenido este país después de la Revolución Mexicana.
2) La mayoría de los hombres que conforman al ejército mexicano son hombres lo suficientemente zafios, pedestres como para salir a las calles a protagonizar la guerra absurda que protagonizan. O puede ser también que sean hombres temerosos. En cualquier caso, son hombres que no creen en la fuerza de su organización. Quizá como ellos -mucho más que cualquier civil- mantienen contacto directo con “la autoridad”, sus estamentos, jerarquía y funcionamiento, sean, ergo, mucho más realistas en relación a las consecuencias de un posible desacato. Yo no sé si sea factible la creación de insurgencia al interior del ejército mexicano, no creo tampoco que, con EUA al Norte, sea fácil aquí un golpe militar. Sí creo que los soldados de dicho ejército –como ya dije- han sido reclutados de acuerdo a los criterios que mencioné puntos arriba pues, de otro modo, el desacato ya tendría que haber ocurrido. No es posible que la guerra absurda de Calderón siga avante. Pero esto tampoco es posible si no se cuenta –como se cuenta- con la colaboración de los miembros del ejército mexicano (¿su insurgencia, en dónde está?, ¿en la cárcel?, ¿como alguna vez lo estuvo el general Gallardo?, ¿habrá manera ahora -ante la cruel sujeción del ejército mexicano a los intereses de EUA- de crearla?).
Nota: Dejo este esclarecedor texto del general Gallardo. En éste explica él con grandes lucidez y elocuencia –y muy buenos fundamentos- lo que significa el ingreso de México a la ASPAN (otra forma de entender esta absurda guerra).
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Una noticia feliz, buen sabor de boca para media semana:
El próximo 8 de marzo José Narro reinaugurará –después de labores de remodelación- el que vendría a ser el más reciente museo universitario, el Museo de la mujer.
Muy interesante el blog...la vida es un camino (con caminitos)...
ResponderEliminarLázaro Cárdenas no tenía la fuerza suficiente para contener el levantamiento armado que hubiea surgido si impone a J. Mújica, para más detalles busca en Despierta Libertad el post ¿Quién mató a Colosio?.
ResponderEliminarEn el libro que cito en ese post también se explica el por qué es imposible un golpe de Estado en México, no tiene que ver con Estados Unidos, tiene que ver con la estructura del poder en México, te adelanto algo: los militares en México no aspiran al poder porque siempre lo han tenido.
En cuanto al tema central, la selección no se hace al entrar al ejército sino durante el entrenamiento, aquellos con las características que señalas (aunque encuentro una inexactitud en la ignorancia, digo hay todo un Colegio Militar y las Escuelas del Ejército tienen nivel de excelencia académica, además, para ascender todo soldado debe acreditar estudios dentro del ejército, si no no pasan de soldados rasos), se mantienen dentro, aquellos con un poco más de salud mental se dan de baja o desertan.
Muy buena reflexión y muy necesaria. Desde los años 60 se ha instalado en el complejo ideológico de la izquierda la idea de que todo ejército y toda violencia son condenables. Como si el triunfo de la revolución cubana por un lado y la tragedia de Chile, por otro, no fueran suficiente lección para comprender que el pueblo necesita al ejército para defenderse de la oligarquía.
ResponderEliminarLos criterios de selección que se están implantando y que describes para México ocurren igualmente en España o en EUA. El ejército ha dejado de ser una fuerza armada nacional, generada desde dentro y formada por ciudadanos y se ha convertido en un contingente de mercenarios, para cuya selección se busca, como bien dices, a personas desarraigadas, bien sea por deficiencias económicas, psíquicas o sociales.
A estos nuevos ejércitos les trae sin cuidado el bienestar de los suyos, de sus conciudadanos, porque su marginalidad social les impide tener algo a lo que considerar suyo y a lo que defender. Ejecutarán sin pestañear la orden de fusilar a su vecino, porque no tienen vecinos.
En resumen, y sin exagerar demasiado, el debilitamiento de los estados y su sustitución por las oligarquías transnacionales, ha conllevado la transformación de las fuerzas armadas nacionales integradas por ciudadanos en bandas paramilitares formadas por delincuentes, psicópatas y carne de cañón.
Saludos.
DINOBAT, gracias por el comentario.
ResponderEliminar1
ResponderEliminarIndio Cacama, tomo nota de todas tus recomendaciones y muy en cuenta el comentario que haces sobre por qué Cárdenas no eligió a Francisco J. Múgica como su sucesor, aunque, en lo personal, ¿te digo?, no me parece, ésa, una razón. Estoy convencida de que Cárdenas habría podido lidiar con ello y Francisco J. Múgica, también.
Qué bien recibo este comentario que me haces sobre el punto de la ignorancia. Me hace muy bien porque veo que me faltó precisión en, por lo menos, una cierta parte de mi discurrir: justo aquella en donde listo como criterio de selección –además de otros- el de la ignorancia. ¿En qué me faltó precisar? En el tipo de ignorancia a la que me refería (creo que todas las personas -por muy instruidas que seamos- somos poseedoras de más de una ignorancia; eso es muy evidente para mí). La ignorancia de estos hombres la veo de dos tipos: una ignorancia esencial (aquella por la cual –si no se posee- se respeta la vida de otros, y que es casi la misma por la que somos conscientes de nuestra propia libertad) y una ignorancia mecánica, la del funcionamiento de las relaciones de jerarquía y avasallamiento que hay entre los diversos países que conforman al mundo y, también, al interior de estos.
Sobre la instrucción que reciben los miembros de un ejército
Claro que muchos militares son hombres instruidos, claro que asisten a escuelas de militares. La cuestión es, hasta qué punto, en esas escuelas, les enseñan a valorar la vida de otros, a desacatar órdenes necias, a poseer independencia de pensamiento. A mí me parece que en una escuela militar se forma y se educa a militares, es decir, se les forma estimulando en ellos el tipo de pensamiento y características deseables en un militar. Por otra parte, en mi comentario no hay una intención de infravalorar las dotes intelectuales de un militar –sería muy tonta si yo pretendiera eso. Casos hay muchos de hombres brillantísimos en las filas de un ejército (pienso en Felipe Ángeles, en varios de los muy renombrados generales que participaron en las dos guerras mundiales, en los propios Lázaro Cárdenas y Hugo Chávez que cito en el post; pienso en el general Gallardo que posee un doctorado en ciencia política por nuestra Universidad Nacional y que, es además, un hombre que piensa por sí mismo). Todo esto que he dicho lo he dicho asumiendo que tú y yo sabemos que haber recibido instrucción no nos garantiza el pensar.
Sobre en qué momento se recluta al personal de un ejército.
No hay una parte en mi disertación en donde yo diga que esto se hace a su ingreso. Sólo supongo que debe hacerse en algún momento y, sea cual sea ese momento –lo digo ahora-, tienden a seleccionar a personas que –salvo circunstancias- posean los perfiles ya señalados. Pienso que en las diversas etapas de su entrenamiento, hay formas de ir corroborando que se trata de las personas deseadas.
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ResponderEliminarSobre por qué del ejército mexicano no podría salir una insurrección militar en contra de los oligarcas en vez de las insurrecciones que sí salen en contra de los miembros de nuestra sociedad, la mexicana
No dudo que el ejército mexicano esté tan descompuesto (miremos -otra vez- la lucha anti narco) que resulte poco posible una insurrección militar en contra de, por ejemplo, Calderón el usurpador. México también es un fractalito y en cada una de sus estructuras de poder, se itera, se repite el patrón éste de jefes y subordinados. Sin embargo, ¿sabes? yo no podría decir tan livianamente que EUA no esté, en alguna forma, también detrás de esto. EUA cuenta con muchos mecanismos (los organismos internacionales sobre los que gobierna –él los creó-, sus servicios de inteligencia, guerras económicas, campañas mediáticas, bueno, la lista es larga) para poder inclinar la balanza -en el acontecer de una determinada nación- a su favor.
Pongo algunos ejemplos.
Como tú sabes, el gobierno estadounidense estuvo detrás del golpe militar a Allende. El gobierno estadounidense estuvo detrás del derrocamiento a Noriega –otrora su aliado- en Panamá. El gobierno estadounidense apoyó a los Talibán cuando este grupo combatía -hacia la década de los ochenta- a la Unión Soviética para, más tarde, hacerles la guerra pretextando lo acaecido con las torres gemelas, etc. En los siguientes libritos, por ejemplo, se detalla muy bien sobre estas cuestiones:
1) Globalización. Crítica a un paradigma, coordinado por John Saxe Fernández.
2) La Tiranía de la Comunicación, Ignación Ramonet.
3)Guerra Imperial y Desinformación, Carlos Fazio.
4) La Sociedad Global, Noam Chomsky/Heinz Dieterich.
5) El terror como política exterior de EUA, Noam Chomsky.
Es más, voy a transcribir aquí, parte de lo que dice John Saxe Fernández en “Globalización. Crítica a un paradigma” sobre el caso Allende:
“Uno de los estudios mejor documentados sobre la relación entre la cúpula empresarial y la financiera de Estados Unidos y las políticas económicas, diplomáticas y militares que eventualmente transformaron a ese país en potencia beligerante durante la segunda guerra mundial ha sido ofrecido por Laurence H. Shoup y William Minter en Imperial Brail Trust, Nueva York, Monthly Review Press, 1977. La masa documental sobre la estrecha relación entre el Estado y la corporación durante la guerra fría es fundamental en este tipo de indagación. Consúltese por ejemplo los archivos oficiales del Senado y la Cámara de Diputados de Estados Unidos, que contienen descripciones pormenorizadas en las audiencias del llamado Comité Church sobre las formas de relación, cooperación y apoyo entre la CIA y las corporaciones estadounidenses en el proceso de “desestabilización” que desembocó en el golde de Estado contra el gobierno de Salvador Allende en Chile. Es incomprensible que quienes han tratado en detalle la relación Estado-corporación, por ejemplo, en el llamado complejo militar-industrial de Estados Unidos [véase R. Barnet, Guerra Perpetua, México, FCE, 1976] o han estado profundamente afectados por esta estrecha simbiosis entre el Estado y las CMN (Corporaciones Multinacionales) en el caso chileno, simultáneamente y sin evidencia empírica profesen la creencia en torno a la proliferación de las stateless corporation.”
NOTAS:
1. El libro de Fazio se consigue y descarga desde la Web; yo lo descargué y me imprimí una versión para poder leerlo en papel.
2. El libro de Ramonet también se consigue en la Web. Sin embargo, yo tuve la oportunidad –fue una gran serendipia que lo haya visto entre un montón de libros- de conseguirlo en un remate a cambio de pagar diez pesos (lo conseguí hace muy pocos meses así que, sí, pagué nada).
Saludos Indio Cacama, Eleutheria.
¿Sabes Dizdira? En lo que va de mi andar por los temas políticos, he sido una de esas personas –casi prototípicas- que se inclinan por un modo de hacer, ser y actuar lejos de la violencia (supongo que lo opuesto sería una contradicción). Pero también es verdad que en lo que va de mi andar por estas cuestiones y por una revisión histórica que de ellas he tenido necesidad de hacer, se me revela con toda claridad cómo por medio de la violencia, es decir, del aparato represivo (militar y policíaco) se ha logrado el sojuzgamiento de las naciones débiles y de los pueblos. La situación de vulnerabilidad por la que actualmente atraviesa EUA -y la forma en cómo ha sorteado los obstáculos que con ello devienen- ejemplifica muy bien esto que digo. Lo que mantiene en pie a EUA en medio de esta crisis es, justamente, el impresionante aparato militar con que cuenta, que no sólo tiene por finalidad reprimir y controlar a las poblaciones, sino que es, además, toda una industria, toda una actividad que genera enormes ganancias económicas.
ResponderEliminarPor su puesto, la cosa no funcionaría tan bien si los aparatos represivos no formaran parte de un mecanismo más sofisticado. Este mecanismo incluye el uso de propaganda vía los medios masivos de información (el que mantiene dopaditas a las masas), los servicios que los llamados organismos internacionales brindan a las naciones hegemónicas, la infiltración de los servicios de inteligencia de dichas naciones en toda clase de asuntos de competencia de otras naciones (sobre todo, de aquellas de envergadura geoestratégica), etc. Estos parias, estos hombres de escasa capacidad crítica, etc., que llenan las filas de los ejércitos son producto de la aplicación de toda una serie de políticas que son diseñadas e implementadas por estas distintas componentes del mecanismo éste sofisticado.
Entonces, bueno, no debería extrañarnos ver nacer a un Hugo Chávez de las líneas del ejército venezolano, ni tampoco que un ser que es en sí mismo pacifista y rechaza la violencia, un buen día caiga en la cuenta –con mucha tristeza- de que al hombre se le ha violentado terriblemente y que, como se le siga violentando, este hombre buscará -legítimamente- el modo de no ser, más, objeto de dicha violencia. Pensar en que los ejércitos sirvan a los intereses del pueblo y no a los de una minoría rapaz y asesina –como bien señalas- es, me parece, algo que debe considerarse con toda seriedad.
Y no Dizdira, no exageras, habría casi que carecer de entrañas –yo sí exagero- para hacer toda la clase de vilezas que algunas secciones de algunos ejércitos del mundo han hecho.
Recibir tus comentarios es siempre motivo de una pequeña alegría.
Te saludo : )
Hola, Eleutheria. Esto no tiene que ver del todo con el tema de tu post, pero he leído un artículo de un colega blogger que me ha parecido interesante. Seguro que tú ya estás al tanto de la existencia de la Escuela de Chicago y sus implicaciones globales, pero en mi opinión, el tema está expuesto de una forma muy sintética y clara. te lo recomiendo por si te interesa. Saludos.
ResponderEliminarhttp://quebrantandoelsilencio.blogspot.com/2011/01/el-consenso-de-washington-mas-vigente.html
Hola Dizdira, veo que, más o menos, andamos en la misma frecuencia. Justo ayer leía este post que me comentas. Lo consideré tan valioso, bien articulado, conciso, ilustrativo -y el etcétera- que hasta tuve a bien enviarlo a mis contactos.
ResponderEliminarY sí, claro, claro que estoy al tanto de la existencia de la Escuela de Economía de Chicago (apologista del trabajo de Friedrich von Hayek) y, también de lo que sus “Chicago Boys” –los chicos Friedman- lograron en Chile y, en general, en toda América Latina hacia las décadas de los setentas, ochentas (la caída de los precios del petróleo en México a su cuarta parte y, en general, en el mundo hacia los ochentas, fue resultado de la implementación –casi por primera vez- de las directrices monetaristas dictadas por esta escuela (aunque habría también que considerar otros factores del escenario internacional de aquellos años). La llamada “década perdida de América Latina” tiene todo que ver con este drástico decremento de los precios del petróleo. No olvidemos que mucho del auge de los países latinoamericanos –incluido México- durante los setentas se logró gracias al boom petrolero (como resultado de la decisión de los países árabes pertenecientes a la OPEP de elevar sus precios debido a la guerra de Yom-Kippur). Por supuesto, la ineptitud o falta de visión de sus mandatarios –el caso de José López Portillo, presidente de México durante dicha coyuntura- ayudó mucho a que el golpe fuera lo letal que “debía” de ser).
Y sí, uno echa imprecaciones contra el ultra liberalismo no por ocio o por conspiranoia (ayer que te leía en tu último post sentí que leía –como en mucho tiempo no me ocurría- a alguien que entiende muy bien qué cosas se pueden lograr con terminajos tan estultos, mal intencionados y –peor- eficaces, como el de “conspiranoico”). Uno las echa porque se tiene la honestidad, el cuidado de informarse primero y después -sólo después- emitir un juicio. Ahora se le llega a llamar conspiranoico al que, informado, hace la denuncia de cuestiones tan reales como las funestas y claras consecuencias de la aplicación de las tesis neoliberales en el mundo; quedan así desvirtuados los esfuerzos de muchas de las personas que están entregadas a la labor de dar a conocer información adversaria al sistema.
¿Y por qué es tan eficaz la falacia de la conspiranoia? Consiste en hacer sentir atrasadas, ignaras, acientíficas a las personas que denuncian –porque primero lo advirtieron- la existencia de un orden mundial que está llevando a la humanidad a una severa crisis. Yo lamento que se propale la existencia de tales términos (vilipendios, en realidad) y lamento más –eso es en realidad lo que lo posibilita- que personas no tengan valor para informarse sobre el asunto pensando que, quizá, eso les vuelva unos “conspiranoicos” (como si se tratara de una enfermedad contagiosa o algo).
Y sí, sí me he preguntado por qué hay personas que a través de la Web hacen la denuncia de la existencia y aplicación de un nocivo nuevo orden mundial y, al mismo tiempo, creen y sostienen que Hillary Clinton y Obama son reptiles (por ejemplo). Lo explico desde un punto de vista, digamos, antropológico. Pienso que personas tendientes a las fantasías las hay por doquier y que, entre los anti sistema, esto tampoco falta. En cualquier caso, qué bien le viene al sistema que no solamente críticas veraces, fundadas y serias, sino también “conspiranoias”, se hilen a su alrededor.
Saludos.