Retorno a los elementos [Manifiesto]
martes, 25 de mayo de 2010 by Eleutheria Lekona
Si la filosofía no hubiera hecho ningún progreso desde los presocráticos, no habría ninguna razón para quejarse. Hartos del fárrago de los conceptos, acabamos por advertir que nuestra vida se agita siempre en los elementos con los que ellos constituían el mundo, que son la tierra, el agua, el fuego y el aire los que nos condicionan, que esta física rudimentaria delimita el marco de nuestras pruebas y el principio de nuestros tormentos. Al haber complicado estos datos elementales, hemos perdido --fascinados por el decorado y el edificio de las teorías-- la comprensión del Destino, el cual, sin embargo, inmutable, es el mismo que en los primeros días del mundo. Nuestra existencia, reducida a su esencia, continúa siendo un combate contra los elementos de siempre, combate que nuestro saber no suaviza de ninguna manera. Los héroes de cualquier época no son menos desdichados que los de Homero y, si han llegado a ser personajes, es que han disminuido de aliento y de grandeza. ¿Cómo podrían los resultados de la ciencia cambiar la posición metafísica del hombre? Y ¿qué representan los sondeos en la materia, los atisbos y frutos del análisis junto a los himnos védicos y a esas tristezas de la aurora histórica deslizadas en la poesía anónima?
Mientras que las decadencias más elocuentes no nos elevan más sobre la desdicha que los balbuceos de un pastor, y que a fin de cuentas hay más sabiduría en la risotada de un idiota que en la investigación de los laboratorios, ¿no es entonces locura perseguir la verdad por los caminos del tiempo o en los libros? Lao – tzé, reducido a unas cuantas lecturas, no es más ingenuo que nosotros, que lo hemos leído todo. La profundidad es independiente del saber. Traducimos a otros planos las revelaciones de las edades pasadas, o explotamos las intuiciones originales con las últimas adquisiciones del pensamiento. Así, Hegel es un Heráclito que ha leído a Kant; y nuestro Hastío, un eleatismo afectivo, la ficción de la diversidad desenmascarada y revelada al corazón…
Emil Mihal Cioran, Breviario de Podredumbre
¡Cómo eres! :)
A mi me gusta Brevario de podredumbre, y casualmente lo estaba releyendo ayer. Pero de entre todos, ese texto en particular, es el que menos "vibra" conmigo... Puff. Ya sabes. Jejejeje
Un abrazo.
Te podría responder con ingentes líneas…
Por respeto a mis dos lectores, por pudor y por traer incrustadas hasta el tuétano las palabras del viejo Rilke cuando dijo:
"No se observe demasiado. Guárdese de sacar conclusiones apresuradas acerca de lo que pasa en usted"
...
Por éso, sólo te diré:
¡Cómo eres tú! :)
Un abrazo Javier.
Eleutheria.