Conservar ese buqué de algo inconcluso, que se renueva constantemente a pesar de la fragilidad de su existencia y de sus precarias condiciones materiales es lo que tal vez precipita el milagro en las personas. La palabra pan, la palabra cosa, el hecho de sentirlas en los labios y comunicarlas. El hecho de frotarlas en el inconsciente y darles un lugar en el espacio no nebuloso de los objetos atesorados, hace de ese paladar con su buqué no deshecho un lugar para lo impensable y para lo imposible.
Apuntes biográficos que se desbaratan en el suelo, hasta cierto punto eso constituye mi cabeza.
junio de 2020, eleutheria
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