Yo a veces creo que no todas las cosas tienen sentido, que darles un sentido depende de nosotros mismos y de nuestra posición frente al mundo. A veces nuestra posición puede ser de pletórica abundancia y de ingente comodidad, en todos sentidos. En el sentido emocional, mental, intelectual y físico. Pero otras veces podemos encontrarnos en las más profunda orfandad y en la más profunda aridez. Pero siempre depende de nosotros mismos virar de dirección, hacer un alto y replantearnos el porqué de las cosas y, sobre todo, el porqué de nuestras elecciones. ¿Por qué elegimos una cosa y no otra?, ¿o por qué a pesar de que nuestra elección parece no errada, algo parece no satisfacernos? ¿Pero es que es posible estar satisfechos todo el tiempo? No, error, no es posible y, sin embargo, eso no significa vivir eternamente anclado al desasosiego, al trasnoche y la ansiedad. Hay que asegurarnos de hacer de esos períodos inciertos y estériles, períodos plenos y abundantes. Nutritivos, que viertan su savia vital sobre nosotros mismos y nos sensibilicen. El disfrute, en la capacidad de disfrute, allí está todo. Pero en un sano equilibrio entre un hedonismo sin forma ni fondo y una superpolitización. Necesitamos ser sujetos políticos revolucionarios pero plenos y dichosos a la vez. El amor y el goce sensual es lo que debe guiar nuestros días. Pero también la amistad, la honestidad y la risa. La libertad. Enlace. 7 de Mayo de 2020.
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