Estimar siempre lo que no te encuentre, lo que no llegue a ti, lo que ni siquiera sepa que puede prescindir de tu nombre —porque no sabe que existe tu nombre—, lo que en relación a ti no sepa que puede prescindir y poseer, lo que jamás te toca porque ni siquiera te intuye, porque estás fuera del contorno de las formas, los caminos de sol y los atardeceres. Eres la sombra, la amurallada silente de faz siniestra que con sus gritos ahogados fragmenta la presión de la paz de vidrio, la que sus claroscuros son solo visibles bajo ciertos espectros de la luz, baja la naturaleza corpuscular de la materia. Eres lo que no es, la inexistencia hecha eternidad. La nada que se interna en sí misma y de tanto eternizarse se inmortaliza y se enternece a sí misma. Se nulifica. Eres perfectamente olvidable porque ni siquiera tienes realidad. Eres sombra y tu luz se devora en ti misma. Eres La nada.
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