domingo, 6 de octubre de 2019

Post informativo sobre los plagios y más temas

Otro estilo que plagia Avelina Lésper es el de la filósofa estadounidense, de origen neoyorkino, Susan Sontag, todas sus notas sobre lo camp son una transcripción, casi literal, aunque levemente modificada, de las notas de Sontag sobre lo camp. Podría afirmarse que es una permutación de los textos de Sontag dedicados al arte con ligeros añadidos. Lo camp en Sontag, por ejemplo, son las óperas de Bellini, lo sabrá quien quiera que la lea, en, Lésper, cuyas ghostwriters siguen religiosamente la ruta de Sontag, sería Versace. Avelina no hace más que imitar, descaradamente y con poca inventiva, las ideas y los escritos de esta importante escritora estadounidense.

Respecto a esto y dado que Lésper y todo el club de “escritoras” adscritas a Letras Libres mencionadas plagian mis textos y mi estilo escritural, tengo una teoría, mi teoría es que la copia de Lésper a Sontag está ocurriendo porque para crear a este personaje que se supone se dedica a hablar del arte de formas nunca antes vistas -dado que la idea es seguir mi ruta e invisibilizarla-, se basaron en un texto mío llamado El Arte, en donde expongo en forma crítica mi propia concepción del arte y en el que cito a Susan Sontag textualmente y de forma bastante explícita.

Sontag, además, aparece en mi canon literario y en la ruta intelectual que yo misma he dibujado a lo largo de varios años, la cual ha sido plasmada a través de mi blog y de diferentes espacios. Particularmente, mis perfiles en Facebook. De hecho, el quid de esto, o un corolario que se desprendería secundariamente de esto, a partir de éste y un montón de eventos relacionados, es que están siguiendo, con precisión casi cronométrica, la ruta intelectual y literaria que yo misma he seguido.

Por cierto, los plagios que se producen de mi obra son una permutación, con leves modificaciones, de todos mis textos. En algún sentido, hacen con mi obra lo mismo que están realizando con la obra de Susan Sontag. Es, para quien se dedique al fino arte de leer, un elaborado y fraudulento acto de apropiación de la obra intelectual de un tercero, que es completamente desconocido, autentificándola por diversos medios, las más de las veces viles y serviles -miserables-, como lo es el hecho de que hayan hackeado mi computadora, hayan extraído todas mis letras y continúen espiando mi actividad intelectual a través de la red.

El acto en sí de decodificar el plagio e identificarlo para alguien que no se dedique a los libros y no conozca mis letras (o sea, la mayoría de la gente), es prácticamente imposible, pero resulta fácil de decodificar e identificar para mí misma, obviamente, pues yo misma soy quien ha creado todas esas letras.

Y con arte fino de leer, no me refiero a un acto reservado a gente refinada en un círculo exclusivo, me refiero a leer minuciosamente, con lupa, cualquier libro, texto, enciclopedia, etcétera.

La gente honrada, que no le gustan los timadores, se sentiría molesta ante este hallazgo y se retiraría de inmediato del mundo fraudulento de Avelina, Fernanda Melchor, Sara Uribe, Sayak Valencia, Laura Lecona, Estefanía Vela Barba, Rosario Loperena, Silvana Ávila, Tania Tagle y un inmensurable etcétera -al menos en lo particular, yo elijo no consumir este tipo de porquería-, sin embargo, vivimos en un mundo en donde prima el odio, la envidia y la rivalidad sobre los verdaderos valores, por lo cual no es improbable que la gente elija quedarse con estas escritoras plagiarias, cuyo motor principal son el narcicismo y la psicopatía, en vez de arropar a los escritores originales.

Y lo mismo creo que podría pasar con la obra de Susan Sontag, que la gente rechace su estilo original y en cambio adopte el estilo fraudulento de Avelina, o de cualquier escritora con las mismas cualidades. Este siglo es el siglo de la inoriginalidad y la gente busca distracciones y actividades en consecuencia. Ergo, la gente no disfrutará de los escritores verdaderos, la gente disfrutará de los escritores que presenten sin solidez versiones reducidas de los escritores verdaderos. Sí, la gente gustará de leer la basura que nos presente esta u otra Avelina, sin remordimientos.

No dudo, además, que pueden engañar a mucha gente debido a que no mucha gente ha leído Contra la interpretación ni conoce a Susan Sontag. Desgraciadamente, por ser la directamente afectada y por haber leído de manera abundante a Susan Sontag, no puedo contarme entre esa gente engañada. De hecho, es chistoso que, de no haber sido porque descubrí los plagios que Lésper hacía a mi obra, probablemente jamás habría descubierto que se está dedicando a plagiar a Susan Sontag. Sin embargo, por lo que ya expliqué, más bien, Lésper jamás habría plagiado a Susan Sontag de no haber leído mi obra. Yo soy el vínculo y el puente entre ambas escritoras.

Para mí es evidente que están siguiendo la ruta crítica que dejé marcada en mi página en facebook para crear a estos personajes inoriginales, aunque atribuyéndola a diferentes “escritoras” para que de esa manera no sea notable que plagian, acosan e imitan a una misma persona. Si varias personas me plagian a la vez, será mucho más difícil establecer el plagio. Por otra parte, la ruta que he seguido literariamente e intelectualmente la conocen a la perfección porque no solo se metieron a hurgar mis redes sociales y mi blog, como ya dije, sino porque hackearon mi computadora y yo siempre hacía listas de mis libros favoritos, de mis películas favoritas y dejaba recortes de los libros que leía online en carpetas.

Ahora por ejemplo, le han atribuido a Fernanda Melchor lecturas de textos muy amados de cuyo significado hablé a profundidad en mi computadora en referencias que dejé en los textos que hackearon. Al mismo tiempo que están atribuyéndoles lecturas de autores que jamás han leído pero de cuyos contenidos hice resúmenes pormenorizados que cualquiera que accediera a mi computadora, como ellos accedieron, podrían leer, como es el caso específico de los ensayos que entregué en la maestría al Dr. Zorrilla sobre Marco Tulio Cicerón en mi clase de Ética y que ahora atribuyen, a causa de ello, la lectura de un pensador latino a Silvana Ávila, de nombre muy similar, aunque curiosamente delatándose porque parafrasea de forma casi idéntica el inicio de varios de mis posts para hacerlo, como el caso específico de mi post sobre Cioran.

¿Alguien podrá entender que la psicópata que trabaja de ghostwriter para tales escritoras me toma como modelo a seguir, o imitar, y como algo que debe ser superado y que utiliza mis escritos y mis letras para producir los textos de estas escritoras fraudulentas? Porque para mí es clarísimo que esto está ocurriendo. Es lo que de hecho está ocurriendo.

Véase, Silvana Ávila dice, “la primera vez que escuché hablar de Marcus Aurelius fué en la preparatoria, en mi clase de Historia de la Cultura”, en tanto que yo digo en mi post “De Lágrimas y de Santos fue el segundo libro que leí de Cioran, iba en la preparatoria, sobra decir lo joven que era en ese entonces” y en este otro, “cuando estaba a punto de ingresar a la universidad (y esto quiere decir: cuando estaba a punto de ingresar a la Facultad de Filosofía y Letras que fue mi primera facultad, y no Acatlán, en donde habría de estudiar más tarde matemáticas aplicadas y computación) un muchacho que conocí en la preparatoria y que hoy es doctor en física espacial me dedicó un texto de Emil Mihal Cioran de nombre el que lleva este post” y, sí claro, en su puerca obsesión con mi persona, con lo que amo, leo y escribo, tiene que hacerse esta patológica mención de Marco Aurelio como si en verdad este escritor latino fuera significativo para estas patéticas sujetas. Lo cual por supuesto hicieron ad nauseam con los posts plagiados (y desde luego no escritos por ella), de Estefanía Vela Barba, una charlatana que supuestamente pugna por el feminismo en las redes y la sororidad entre las mujeres, al mismo tiempo que permite que los posts que le escriben sus ghostwriters sean escritos basados en los míos. De la misma manera que lo permiten Avelina Lésper, Laura Lecuona, Silvana Ávila, Sara Uribe, Luna Miguel, Sayak Valencia, Fernanda Melchor y todas las sujetas ya mencionadas.

Es decir, quien hackeara mi ordenador iba a saber qué libros estaba leyendo en un momento en específico del tiempo y cuáles serían mis libros favoritos, por ejemplo, libros que se han estado utilizando para asignárselos a otras personas.

Toda esta información que cito, además de muchísima más información, datos y detalles, que me sería imposible mencionar en un solo post, han estado utilizando en la construcción de estos personajes fraudulentos, idóneos e ideales, eso sí, para embrutecer a las mayorías.

En cuanto al post citado de Silvana Ávila, quien debe ser alguna dibujante que se presta a la tarea fraudulenta de poner su cara y sus dibujos para hacer creer que los textos que “escribe” son también de ella, calculo que este post, a pesar de que en su virulento y fallido blog se indica que data de diciembre de 2018, el mismo debió haber sido escrito no antes de abril de 2019, ¿por qué? Porque en ese intervalo de tiempo fue cuando yo envíe por correo mi ensayo de De los oficios y los deberes, de Marco Tulio Cicerón, al Dr. Zorrillo, cuyo contenido, por cierto, puedo subir cualquier otro día al blog para cotejar, enviado, por cierto, para una puntualización que necesitaba en ese momento por parte del Dr. Zorrilla y que él cortésmente accedió a proporcionar; de hecho, más concretamente, los envié entre fines de marzo y mediados de abril de este año, de modo que ese post patético debió haber sido escrito después de esas fechas y no en diciembre de 2018 como se indica.

Los resúmenes, cabe mencionar, existen, el correo al Dr. Zorrilla también existe, pero, por desgracia, también existe el odio y la mentira y la necesidad de los seres humanos de ser sometidos a niveles exorbitantes de sojuzgamiento. Existe, en suma, la envidia humana.

Incluso no dudo que la sujeta en cuestión haya llegado por su propia cuenta a mi blog y que esté plagiándome por sus legítimos méritos, en cuyo caso me da náusea. Tiene un podcast, por ejemplo, en el que habla literalmente sobre la “importancia de aprender a identificar las emociones y los sentimientos que llevamos dentro, pues a partir de las emociones y sentimientos que vivimos día a día construimos nuestra realidad, ya que si cambias la manera en la que te sientes a nivel emocional, cambias la manera en la que te sientes a nivel físico. Prestar atención a los sentimientos es muy importante cuando queremos hacer cambios en nuestra vida emocional porque una vez que hacemos cambios a nivel emocional empiezan los cambios a nivel físico ya que si cambias la manera en la que te sientes por dentro haces nuevas selecciones para crear nuevas realidades, atraer nuevas personas y vincularse a nuevos círculos sociales”, lo cual es una transcripción letra a letra de una conversación que yo tuve con mi hermana los últimos meses a partir de la crisis que tuvo de pareja y de la cual he estado hablando recientemente a propósito de este tema, si bien supuestamente su podcast data de diciembre de 2018.

Para poder construir este discurso y atribuírselo a otras personas han tenido, lógicamente, que intervenir mi teléfono como en los hechos lo han hecho. Suena demencial, suena inoperante, pero es asquerosamente real. Y si bien, como en otras ocasiones he sostenido, yo no puedo probar por medios empíricos irrebatibles que esto narrado sea verdad, lo que en cambio sí puedo hacer es mostrar a través de mi blog que estas son mis letras y mi manera de hablar, puesto que esa manera única de hablar que tiene cada persona es algo a lo que científicamente calificamos de idiolecto. Por lo tanto, si bien cabe la posibilidad de que esta nauseabunda sujeta haya llegado a mi blog por sí misma y plagie mi obra por cuenta propia -puesto que es un hecho que plagia mis escritos-, lo cierto es que el uso de estas palabras en su podcast y de muchas otras palabras mías en muchos otros de sus nauseabundos posts, muestra -o al menos mostraría para cualquiera que conociera mis palabras- que la hipótesis de acoso, plagio y espionaje es la más plausible, puesto que está utilizando directamente material que es producto de mi trabajo intelectual, y de mi inventiva, y al que solo podría tener acceso alguien que me escuchara o que hablara conmigo de forma cotidiana, como de hecho sucede con mi hermana a través del teléfono. Y, como ya he dicho, no tengo modo alguno de demostrar que esto sea verdad, sin embargo, sí tengo modo de narrarlo.

Es un hecho, esta gente ha hecho una porquería con mi obra y siguen haciendo una porquería con ella, al mismo tiempo que espían mi actividad intelectual a través de las redes y de algún modo tienen acceso a mis dispositivos electrónicos y a mi computadora.

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