sábado, 19 de diciembre de 2015
by Eleutheria Lekona
16 de septiembre de 2012
A veces, tú tienes la más genuina intención de dar una opinión, de hacer una crítica constructiva, pero la gente no puede creer esto y está normalmente a la defensiva. Tal vez transfieran sus propias motivaciones a las motivaciones de los demás. No sé. Antes, esto me afligía mucho, ahora, nada, admito que es parte de lo que hay aquí y hay que aprender a coexistir con esa clase de emociones habitando también en el humano (no puedo evitar volver a Albert Camus). Yo por mi parte me siento libre en ese sentido. Sé de mi claridad, de mi transparencia en ese proceder. Quizá hasta haya algo de ingenuidad en mí por ese modo de ser. No me importa. Ésa sí es una de las cosas que aprendí a defender y reivindicar de mí misma: yo no puedo hacer mías las amarguras del mundo. Mejor me ocupo de exorcizar las propias y punto. Entiendo que algunas personas se vayan endureciendo-agriando y construyendo corazas a su alrededor, sin embargo, es algo que no quisiera adoptar para mí.
O de este adagio:
De cuando una persona traslada toda una discusión hacia una crítica que le ha sido hecha y ya no es capaz de ver nada más.