Sistema o de una epistemología hecha a la medida (borrador)
domingo, 20 de febrero de 2011 by Eleutheria Lekona
domingo, 20 de febrero de 2011 by Eleutheria Lekona
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No hay palabras para expresar la dulzura de sentir que existe todo un mundo del que el Yo se halla totalmente ausente.
Sofia Kovalevskaya
“La formalidad rigurosa de la sintaxis, sólo tiene sentido cuando detrás de ella se encuentra la riqueza creativa de la semántica”. José Alfredo Amor Montaño
¿Sabes qué pasa? Que no me había percatado de que tuviste a bien responder al último comentario que hice en "Despierta Libertad". ...
Me niego a vivir en el mundo ordinario como una mujer ordinaria. A establecer relaciones ordinarias. Necesito el éxtasis. Soy una neurótica, en el sentido de que vivo en mi mundo. No me adaptaré al mundo. Me adapto a mí misma.
Anaïs Nin
"...México es un país extraordinariamiente fácil de dominar porque basta con controlar a un solo hombre: el presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner en la presidencia mexicana a un ciudadano [norte]americano, ya que eso llevaría otra vez a la guerra. La solución necesita de más tiempo: debemos abrirle a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el respeto al liderazgo de Estados Unidos.
México necesitará de administradores competentes. Con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes y eventualmente se adueñarán de la presidencia. Sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queremos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros."
Entrada del diario de Richard Lansing, secretario de Estado del presidente de Estados Unidos Woodrow Wilson, en 1924.
"Si tengo la desfachatez de creerme en posesión de la verdad es porque nunca he amado nada sin a la vez odiarlo."
E. M. Cioran
"Porque el mundo del que somos responsables es éste: el único que nos hiere con el dolor y la desdicha, pero también el único que nos da la plenitud de la existencia; el que nos ofrece un jardín en el crepúsculo, el roce de la mano que amamos; esta sangre, este fuego, este amor, esta espera de la muerte. Este deseo de convertir la vida en un terruño humano."
Matamos lo que amamos.
Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca.
A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia,
a veces menos.
Matamos lo que amamos.
¡Que cese ya esta asfixia
de respirar con
un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos.
Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la
esperanza es poca
y el dolor
no se puede compartir.
El hombre es animal de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.
Ah, pero el odio,
su fijeza insomne
de pupilas de vidrio;
su actitud
que es a la vez reposo
y amenaza.
El ciervo va a beber
y en el agua aparece
el reflejo de un tigre.
El ciervo bebe el agua
y la imagen.
Se vuelve
—antes que lo devoren—
(cómplice, fascinado)
igual a su enemigo.
Damos la vida sólo
a lo que odiamos.
ROSARIO CASTELLANOS
Que me conmines al caos no me aleja de ti ni de tu pretendida astucia para olvidarme. Ya no más celeridad en medio de estos días calmos. Te quiero a ti cual Luna clara en medio de la noche, pareces perla primigenia suspendida en un vacío sin fondo. Llegaré a ti vestida de blanco por si aún te atormenta la ausencia de colores en mi silueta.
¿Quieres escuchar mi voz? Entonces tómate la molestia de escuchar también mi canto. Lograrás aprehender las notas de mis melancólicas melodías y las cantarás después, mucho después de la puesta del Sol, cuando yo ya no esté aquí, sino observándote oculta tras un árbol milenario; entonces estudiaré tus movimientos, tu manera de mirar hacia el horizonte, tu forma de postrar la cabeza cuando –pensativo, ausente o triste- escoges la tierra como receptáculo de tus cavilaciones. Estarás en una isla desierta, sabrás apreciar con todos tus sentidos la belleza de un mar salvaje con cielo eléctrico o la tristeza de un sol abrasador sobre el océano amigo. Pero no memorizaré tus movimientos, sólo los contendré infinitamente en mi alma.
ELEUTHERIA LEKONA
“Es obligación de los pueblos reaccionar cada vez que el engaño pretenda alzarse para posponer la verdad.” Salvador Allende
No eres un asidero al cual yo vuelva para paliar mi soledad o mis tristezas. Tú eres mi soledad y mis tristezas.
Eleutheria L.
Defensa de la alegría
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.
MARIO BENEDETTI
Había venido desde lejos a buscar el sol y el sol hallado al fin, me era hostil. ¿Y si me lanzase desde lo alto del acantilado? Mientras hacía consideraciones más bien sombrías mirando a la vez los pinos, las rocas y las olas, sentí de repente hasta qué punto me encontraba sometido a este bello universo maldito.
E. M. Cioran, “Ese maldito yo”
-¿Cenizas? No, yo quiero que los gusanos me roan… que el hedor de mi carne descompuesta azuce a las criaturas del subsuelo. Y yacer envuelta por la tierra.
Eleutheria L.
Escogiste un derrotero de mediocres. El confort de la lejanía. La tibieza de la duda. No una vida vivir. No amar. No ser. Asirte, en suma, a la pregunta metafísica. Al tormento de la nada y renunciar a la lluvia, a las estaciones, al Sol, a los días.
Eleutheria L.
La humanidad permanece irremediablemente en la caverna de Platón, gozando todavía -su antiquísima costumbre- con meras imágenes de la verdad.
Susan Sontag,
On Photography
Cómo quisiera acariciarte con mis palabras…
Rozar tus oídos con mi boca y,
como una danzarina loca,
bailar en rededor tuyo…
Bajo esta lluvia o fuera.
Eleutheria L.
Escucha la pequeña belleza, grillo, escúchala que tú también cantas y con tu música haces de mis oídos laderas de tu voz, de tus historias de silente hablante.
Sé que la escuchas grillo porque ya no hablas y que, lejos, compartes conmigo esta eufonía.
Recuerdo cuando fui luciérnaga y paseaba contigo por el pasto –mojado- y gotas de agua nos bañaban.
Recuerdo grillo, tu compañía de saltarín, de cuasi-saltamontes, en estas geografías de enebro y tulipán y el viento fuerte sobre nosotros tirándonos y nosotros que sobrevivimos a él para transformarnos en gaviotas o en hombres que, como la alegoría del andrógino, buscarnos después –perdidos y nauseabundos de nosotros mismos, revulsivos, grillo.
Yo no supe grillo, del confort de tu cacofonía –que a mí me pareció melopeya vulgar, anodina (no como tú, grillo).
Grillo veraniego, grillo nocturno, de invierno, de casas de campo, de descanso, lejos de mí, a través del viento; frente a un cristal-espejo de mis melancolías. Grillo eterno, de siempre, sempiterno, en lontananza que inventa que le pienso, que te pienso grillo lejos de mí sin sucumbir en mí.
¿Por qué eres grillo?, ¿Por qué ya no eres rostro, ni manos? Grillito tonto. Haces que me parezca luego a una mantis y me crea que Dalí habla de mí en sus libros hechos de moho en bibliotecas de moho también.
¿Ves cómo todo es hermoso, grillo? Desde tu canto, tus manos de grillo, tus ojos de grillo, tu estúpido mirar de grillo incólume que no se inmuta ni frente a una carcajada en contra de él (así es el grillo –ni hablar).
Los grillos me acompañan desde aquellos viajes de infancia. El grillo –con su canto- anunciaba la llegada al lugar. El bosque tropical hacía su aparición, me apeaba ansiosa de clavarme en la agua de aquella poza artificial. El grillo había parado de cantar y me dejaba a mi suerte; me prometía al oído mi libertad para aquellos días y me dejaba tomarme mi raspado de tamarindo después de la chapuza-chapuzón.
Grillo veraz y atroz, delator. Le caían mal mis gatos –de siempre- porque de siempre el gato –necio- me seguía; como hasta ahora que los gatos me siguen.
Y era un grillo pérfido también -¿te acuerdas de la palabra, amigo cometa?
Y un grillo manantial y páramo y erial y nada. Monocorde.
Y no entiendo cómo pueda haber tantos grillos en el mundo y, de tantos, aparezcas tú, hayas sido tú, -¿por qué grillo?
Me vienes tanto, grillo.
Pero ir hacia la oscuridad en la claridad de tu vaivén, de tu huida, de ti que no comprendiste, grillo del tiempo.
Por Eleutheria
Sólo el pensamiento que se hace violencia a sí mismo es lo suficientemente duro para triturar los mitos.
Max Horkheimer y Theodor W. Adorno
Preserva tu derecho a pensar, puesto que incluso pensar erróneamente es mejor que no hacerlo en absoluto. —Hypatia de Alejandría—.
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ASI COMO EL ORDEN Y EL CAOS SE COMPLEMENTAN,
LA RAZON Y LA SIN RAZON SON EXTREMOS DE UN MISMO FENOMENO.
(1/2)
IEl problema que planteas seguramente será el más apasionante de toda la historia de la filosofía.
La clave del problema del libre albedrío está en mi opinión perfectamente formulada por Kant en la tercera antinomia de la Razón Pura.
La antinomia consiste en:
-Por un lado, no podemos aceptar que algo (en este caso una decisión nuestra) no tenga una causa, pues algo sin causa repugna a la razón.
-Por otro lado, si aceptamos que mi decisión tiene una causa -por ejemplo, un determinado proceso bioquímico de mi cerebro- éste debe tener a su vez otra, y éste otra y así hasta el infinito, de modo que nunca podríamos encontrar una primera causa, pues también de esta cabría preguntar por su causa.
Ante esta antinomia, la solución que me parece más razonable es establecer (no dos mundos), sino dos modos de considerar a un único mundo.
(2/2)
-Según el primer modo de considerarlo, este mundo es tal y como lo percibe la mente humana: un conjunto de fenómenos físicos trabados por nexos causales. Considerado así, el mundo y nosotros, como parte de él, estamos absolutamente predeterminados por relaciones de causa y efecto: no somos libres.
-El segundo modo de considerar al mundo es hacerlo tal y como es en sí, con independencia de nuestras estructuras de pensamiento, de cómo lo percibamos. Como la causalidad, el espacio o el tiempo son meras estructuras cognitivas de nuestra mente,en el mundo tal y como es, reina una absoluta libertad.
Es cuando lo consideramos o percibimos cuando le colocamos esa estructura causal y entonces todo no puede sino ser explicado por ella, del mismo modo que un pensamiento expresado en palabras exige una estructura sintáctica que indefectiblemente convierte al pensamiento en verbos, sustantivos, adjetivos, etc.
En este sentido creo que científicamente estamos determinados a hacer lo que hacemos, pero metafísicamente somos absolutamente libres.
Con respecto al papel de la razón, yo no creo que con la razón decidamos nada. La razón solo nos sirve para considerar una variedad mayor de opciones y para justificar o rechazar a posteriori lo que nuestra voluntad ya ha hecho.
Saludos
Puedo aceptar la segunda interpretación si, en efecto, las relaciones causa-efecto de los fenómenos del mundo existen no per se, sino como resultado de nuestra percepción. Por otro lado, estoy de acuerdo en que, por nuestra percepción, los fenómenos o hechos del mundo se nos aparecen como causales; lo mismo que, por nuestra percepción –y como afirma también Kant- el tiempo es una forma a priori de nuestra sensibilidad, por ejemplo.
Entendida la causalidad como un esquema cognitivo con el que el hombre concibe el mundo y, además, como una cosa -la causalidad- que la mente humana comprende, ¿no será que pensar en el mundo como lo que es en sí y, posiblemente, sin dicha causalidad es, de todos modos, estar pensando con arreglo a ella –su negación, su ausencia- en el supuesto de que, el mundo, como es en sí, carezca de ella? Y esto me recuerda a cuando en Matemáticas defines algo por lo que no es, como a menudo ocurre en análisis, por ejemplo. Obrar así es, de cualquier manera, explicarnos las cosas como podemos explicárnoslas, por nuestros medios. De tal suerte que yo no sabría decir si somos libres ontológicos o no lo somos. Me gusta, eso sí, pensar que lo somos.
Así limitados, como parecemos estar frente a la percepción que tenemos del mundo, comienzo a creer que la libertad -como su negación- es charada, y me hundo en un solipsismo imposible.
En fin, me quedo con la idea de libertad como de hermosa utopía, ¿quién no adora su posibilidad?
En cuanto a la dicotomía razón/voluntad
Bueno, yo creo que yo no estoy entendiendo qué es voluntad; traigo con eso o una bronca psicológica, o nominal o de algún tipo.
Entiendo que con nuestra voluntad tomamos decisiones, vaya, que es nuestra voluntad la que decide. Entiendo que en muchísimos casos es por voluntad -mera voluntad- por lo que elegimos cosas; como cuando, por ejemplo, elijo comer un helado de fresa y no uno de uva o como cuando me gusta más un chico que otro. Situaciones en las que, digamos, priva nuestro instinto o nuestra naturaleza (aunque ya no sé, hasta qué punto, tales decisiones serían realmente hechas a voluntad).
Por otro lado, en otras decisiones que -al igual que las anteriores- se toman por voluntad hubo, sin embargo, una cadena de pensamientos detrás de la decisión tomada. Es verdad, como bien dices, que la razón actúa muchas veces a posteriori y hay casos, también, en que no ocurre así.
En fin, sospecho que tendré que hacer largas caminatas por este tema antes de llegar a alguna conclusión –como espero que suceda. Mientras, valoro muchísimo que me compartas tu pensamiento al respecto.
Dizdira, no tienes idea de lo mucho que me emociona que vengas a este desolado paraje, te intereses por mis peroratas e ilumines el lugar con tu muchísima inteligencia. Muchas gracias.
Eleutheria.
El ángel caído, dices y no dices cosas. “Orden y caos se complementan” –afirmas-; no tengo modo yo de no estar de acuerdo contigo. Pero, mi pregunta es, ¿cuál es ese mismo fenómeno a cuyos extremos se hallan razón y sin razón? Me agradaría saberlo, intentar conocer más a detalle tus palabras y comprenderte de veras.
Muy gentilmente te saludo,
Eleutheria.