“Si en la jerarquía de las mentiras la vida ocupa el primer puesto, el amor le sucede inmediatamente, mentira en la mentira. Expresión de nuestra posición híbrida, se rodea de un aparato de beatitudes y de tormentos gracias al cual encontramos en otro un sustituto de nosotros mismos. ¿Merced a qué superchería dos ojos nos apartan de nuestra soledad? ¿Hay quiebra más humillante para el espíritu? El amor adormece el conocimiento; el conocimiento despierto mata al amor. La irrealidad no puede triunfar indefinidamente, ni siquiera disfrazada con la apariencia de la más exaltante mentira. Y, por otra parte, ¿quién tendría una ilusión tan firme como para encontrar en otro lo que ha buscado vanamente en sí mismo? ¿Un retortijón de tripas nos dará lo que el Universo entero no ha sabido ofrecernos? Y, sin embargo, ése es el fundamento de esa anomalía corriente y sobrenatural: resolver entre dos –o más bien, suspender- todos los enigmas, a favor de una impostura, olvidar esta ficción en que flota la vida; con un doble arrullo llenar la vacuidad general; y –parodia del éxtasis- ahogarse, finalmente, en el sudor de un cómplice cualquiera…”
Emil Mihal Cioran, Breviario de Podredumbre.
En términos lógicos, la mentira de la mentira, aunque no tiene por qué ser la verdad, al menos abre la posibilidad, o la esperanza, de la verdad. Este hermoso texto de Cioran me recuerda el final de Tristán e Isolda de Wagner. Quién sabe si lo escribió bajo su influencia. No sería raro, porque Cioran valoraba por encima de todos a Wagner y a Bach:
ResponderEliminar"Con Bach, uno ya no está en el mundo a causa de Dios; y con Wagner, a causa del amor. Lo importante es que los dos son decadentes, que ambos desgarran la vida con una especie de ímpetu negativo, los dos nos invitan a morir fuera de nosotros. Y ninguno de ellos puede ser entendido sino en el cansancio, en las nadas vitales, en los goces de la aniquilación. Ni uno ni otro puede servir de antídoto a la tentación de no ser."
P.D.
ResponderEliminarPor cierto, hace tiempo que quería comentarte esto y siempre lo olvido. Me parece que tu apellido (Lekona) es de origen vasco. Su forma habitual en Euskadi es Lekuona y significa "lugar (leku) ona (bueno)." Quizá ya lo sabías, pero, por si acaso.
Saludos.
Lindas tus palabras Dizdira… cargadas de un cierto buqué que me trae a colación una impresión que, milagrosamente, no se difumina.
ResponderEliminarY sí, no sería raro –como dices- que Cioran haya sido en algún modo influido –quizá no de forma consciente- por el “Tristan e Isolda” de Wagner a la hora de escribir éste que –tú sabes- es colofón a “La mentira inmanente” contenido en el breviario, colofón, curiosamente, como la parte de “Tristán e Isolda” que te hace evocar.
Por cierto, por cierto –y en un orden de ideas quizá bastante alejado-, eso que dices sobre que la negación de la negación no tiene por fuerza que ser la verdad, me ha hecho ponerme a pensar –otra vez- lo contrario a la intuición que es ese principio de la lógica clásica conocido como “el tercio excluso” y cómo, paradojas incomodas como la paradoja de Russell son, por tal principio, mera atrofia de la intuición que lo contrarían –y cómo no. Así que, muy a pesar de mi gran afecto por la Matemática en tanto tautología de tautologías, no dejo de reconocer que las lógicas multivaluadas modelan mucho mejor las inmensas respuestas que ofrece nuestro pensamiento de lo que lo hace la lógica clásica con sus respuestas binarias. Bueno, otras muchas cosas tendría que decir sobre esto, quizá después.
Te dejo un saludo y gracias por comentar.
Por cierto, Dizdira, se me olvidaba decirte que sí sabía ya que mi primer apellido es de origen vasco y que sí tenía también conocimiento de su significado (según, incluso, su heráldica representa un “zarzal”). Bueno, que me alegra mucho que seas tú quien me confirme su etimología porque, no sabiendo yo euskera : ( no tenía ni modo de verificarlo, salvo por el traductor de google que siempre me lo traduce a su forma castiza. En fin, bagatelas -ni más ni menos- con las que uno se entretiene.
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