jueves, 9 de septiembre de 2021

La puerilidad de todo, nota suelta

El mundo se vuelve cambiante e irrelevante desde el momento mismo en que necesitamos escribir cosas sobre él, construir relatos para dar cientificidad a los hechos, para volverlos tangibles y fiables como si el solo hecho de su existencia no revelara su necesidad. Ahora bien, esto en ciencia es plausible, pero en literatura se vuelve odioso. Así que, cuanto más escriba una persona para explicar algo, más tedioso se vuelve su relato y más vacuo. Su puerilidad está constituida desde el momento mismo en que se le empieza a nombrarse. La aridez de las Humanidades radica en esa necesidad monstruosa de equipararlas con las ciencias, de sistematizarlas y darles un lugar unívoco, pero esa obstinación, lejos de volverlas atractivas, las vuelve irrecuperables, las aleja para siempre de sí mismas y de su esencia primordial. No obstante, estamos condenados, por la anemia de la época, en continuar con esta perorata infernal. Cuanto más una persona se obstina por explicar algo, más irrelevante se vuelve y, en este mundo de locos, pierde credibilidad. La poesía sería honorable si no se publicase, si alguien guardase en un cajón toda su prosa y toda su lírica y se descubriera cientos de años después, por serendipia, o por cualquier otro evento similar, que esa persona era un Cervantes al que nunca le interesó figurar en la plana de luminarias y best-sellers. ¿Estoy resentida por eso con Benedetti o con Sabines, o con mis más estimados poetas? En lo absoluto, sobre todo porque mis poetas favoritos no escribieron en esta época en que se ha puerilizado y mercantilizado todo. Ellos escribieron en una época en la que era casi un gesto provinciano publicar y tenía, de hecho, una utilidad práctica; buscaba informar a los hombres o llevarlos al desvarío, pero no buscaba un escaparate en instagram, followers, o la desprestigiada fama de los influencers. Por eso, queridos lectores, no prostituyan sus letras ni prostituyan sus ideas, es mejor que los plagien y que pasen completamente desapercibidos por la vorágine de la época, que ser recordados entre la inmunda turba de escritores plagiarios. Incluso, es mejor que con sus textos se construyan relatos falsos, o apócrifos, para atribuírselos a inexistentes intelectuales para propulsar una ideología, que ser recordados por la historia.

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