Sí, era legítimo, porque se hablaba de una nueva tecnología y nosotros no sabíamos nada, tampoco comprendíamos cómo sería posible, sin perjuicios, que esa tecnología se acelerara en diez años y generara una vacuna tan poderosa. Además, cabe admitir, era doblemente legítimo, porque nos bombardearon con toda suerte de información charlatanes, curanderos, católicos sudamericanos, para hacernos desistir de la posibilidad de vacunarnos. Era legítimo también porque teníamos miedo de ser modificados genéticamente. Porque nos decían que, de vacunarnos, ya no tendríamos hijos. Era legítimo, en principio, porque no sabíamos hasta qué punto todo lo que los agoreros nos decían sería la verdad. No, no te vacunes. No, quedarás estéril. No, modificará radicalmente tu genoma humano, decían. Pero luego ya, las aguas se aclararon, se presentó el Dr. Fauci en la universidad y logró explicarnos que la vacuna era segura biológicamente y que el consenso para elaborarla no había implicado ninguna violación a la ética. Fluyó información, asimismo, que explicaba con más detalle en qué consistía la nueva tecnología y esta información era fidedigna. Además, navegamos Internet, seguimos teniendo acceso a todo tipo de información a pesar de la pandemia y logramos comprender que el quehacer científico nos aseguraba que esta vacuna no sería más ni menos segura que ninguna de las vacunas que se han producido los últimos treinta años, digamos. Por eso, ahora, apoltronarse en el lugar de quien cree que vacunarse es rebeldía o representa la comprensión de un conjunto de hechos que los demás no alcanzamos a comprender, simplemente implica negarse a conocer la verdad de la vacuna, determinar de qué está hecha y cómo funciona. Por lo tanto, aunque en un principio fue legítimo y comprensible dudar de la vacuna y tener miedo de ella, a estas alturas resulta impráctico seguir temiéndola y creo que lo mejor, considero yo, por dicha causa, debe ser entregarse a averiguar sobre la vacuna y asegurarse en verdad si va a modificar nuestro genoma y va a hacernos pedazos como se nos anuncia. Hacer de lado la ideología en esta empresa, el odio al globalismo, el miedo, la tirria a los emporios empresariales y, en resumen, determinar con toda libertad y conocimiento si es inseguro vacunarnos, como nos aconsejan o si, más bien, no hacerlo, es lo que nos puede perjudicar realmente. Pienso que, en último término, el criterio de evaluación para decidirnos al respecto debe de ser el siguiente:
¿cuáles son los riesgos que enfrentaríamos al no vacunarnos y cuáles son los riesgos que implicaría vacunarnos? ¿Es más riesgoso vacunarnos o es más riesgoso exponernos al virus sin estar inmunizados?
Es un análisis de riesgos muy sencillo que además implica tomar en cuenta el impacto social que puede significar no haber recibido la vacuna.
Así pues, conmino a quien lee este texto a que se informe por sí mismo y tome la decisión.
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