(ahora ya conozco a mis hermanos)
que llevan en el pecho como un agua desnuda temblando.
Que tienen manos torpes
y todo se les quiebra entre las manos;
que no quieren mirar para no herir
y levantan sus actos
como una estatua de ángel amoroso
y repentinamente degollado.
Raza de la ternura funesta, de Abel
resucitado.
Rosario Castellanos
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