Los vínculos que nos unen al pasado exhiben una rotura

Los vínculos que nos unen al pasado exhiben una rotura; en parte porque hay una suerte de tendencia a desgastarlos, pero en parte porque las personas hemos sido cómplices indolentes de esa no inusitada tendencia, una tendencia que pone en jaque nuestra experiencia de sujetos no libres. Tendencia y condición sintética que muy pocas personas se atreven a discurrir y, mucho menos, a cuestionar. Ahora bien, si cuestionar y discurrir ya es inusual, aceptar se ha vuelto paradójico. Aceptar es la marca de todo lo que caracteriza a mi época. Aceptar la maldad, aceptar la inmanencia, aceptar el dolor, aceptar la falta de empatía con los sujetos que se perciben diferentes, aceptar los cánones estético-morales que nos hayan sido expuestos desde el exterior, aceptar cualquier consigna estéril y estúpida que supuestamente clama contra la injusticia, aceptar la existencia de hechos insólitos y no explicables que ponen en duda la capacidad humana para discernir el bien del mal, aceptar cualquier modalidad de erudición que no atisba en los fundamentos, aceptar la propia carga de conciencia por hechos de los que nos sentimos culpables sin siquiera haber sido partícipes de ellos, pero que históricamente nos han sido legados como si fuera nuestra función resolver las posibles y no improbables diferencias de reyertas pasadas, aceptar, en fin, cualquier cúmulo de cosas que intuitivamente suponemos contra natura pero que muy pocas veces nos atrevemos a poner sobre tela de juicio. Y cuando digo contra natura, no me refiero únicamente a lo que opera contra la moral, sino, más precisamente, a lo que opera contra la razón. Porque si la moral se supone que debe de estar fundamentada sobre la razón, toda vez que cometemos un acto de inmoralidad actuamos secundariamente contra la razón, por lo que todo malentendido que se desprende de nuestra razón pura es básicamente un malentendido que se pone en marcha y cobra fuerza a través de la razón práctica. Así, en la realidad, cada vez que atentamos consciente o inconscientemente contra la razón —ya sea a través de la moral o sin ella—, termina por quedar patentizado que nuestro juicio estético también ha quedado comprometido en ello, toda vez que se acepta —como lo hicieron los pensadores más avezados de este último siglo— que la moral es una forma de la belleza y que en el juicio estético está comprometido el último fundamento de nuestra moral. Así, me pregunto, ¿qué lleva a tanta gente a creer en teorías propagandísticas cuyo único fin es satisfacer su propia necesidad de creer en algo para no sucumbir ante el desvarío o su propia necesidad de no sucumbir a sus propios temores? El temor a perder sus casas, el temor a perder sus bienes, el temor a perder su status socioeconómico, temor a perder ese último cacho de felicidad sobre el que se asienta nuestra cómica existencia. Porque si algo es capaz de lograr la barata propaganda que se propaga desde las máquinas del pensamiento que velan por la prevalencia del statu quo, es obnubilar el pensamiento, es paralizar la mente, es dar cierre a todo posible camino de acción y diálogo entre los seres humanos; pareciera como si se tratara de dividirnos eternamente e impedir nuestra comunicación más honesta, aquella capaz de ocurrir fuera de los suburbios del adoctrinamiento ideológico, aquella falsa ideología que supone que ningún otro mundo es posible y, menos aún, uno en el que no concurra toda la gama de dispositivos tecnocientíficos, tecnoideológicos, tecnopolíticos, que han hecho del hombre del siglo xxi, el hombre masa, el hombre que se acrisola desde las periferias. Periferia política, periferia ideológica, periferia religiosa, cultural, o inclusive económica. Hemos pasado de ser el hombre de la caverna que se solazaba con imágenes curativas para enmascarar la verdad, a ser el hombre perdido en la masa informe de falsos debates y de falsos problemas para ceder paso a la más pura y la más putrefacta estulticia humana, que es otra forma de la maldad. Hoy, en pleno siglo xxi, la gente sigue peleando por defender un modelo a todas luces fallido, un modelo que ha dejado desierto y desolación a su paso, un modelo que no sirve, ni siquiera, para fijar los más elementales condicionamientos para el debate, un modelo que significa muerte, malestar y dolor para millones de seres humanos alrededor del mundo. Por eso, no solo nuestra moralidad está debilitada, lo está también nuestra memoria, nuestros sueños, nuestra esperanza en el presente, nuestra capacidad de autorrenovarnos para crear un futuro hecho para todos en donde todas las posturas puedan pervivir y en donde todos podamos escucharnos. ¿Por qué en lugar de intentar ridiculizar nuestras posturas rivales, no intentamos rescatar lo mejor de aquellas y ver cómo y en qué medida estas se pueden embonar-pegar con nuestras propias creencias y con los hechos ya existentes? ¿Por qué permitimos que quienes mueven los hilos abonen con su amargura y sus tentativas manipulativas a la separación? ¿Por qué? ¿Por qué todo tiene que ser ganar en lugar de escuchar? ¿Por qué todo tiene que estar equiparado con una competencia en lugar de con un sano diálogo o con un cuerpo comunitario de ideas en donde todos participen y cooperen? ¿Por qué nuestras más arduas diferencias no pueden suponer pluralidad de voces? ¿Por qué escuchar a quienes insisten en polarizarnos?, o, peor aún, ¿a aquellos de quienes insisten en la aniquilación de las ideas a través de la caricaturización de quienes las crearon?, ¿por qué no asumir de una vez que existe el mal y que hay que separarnos de él? Es en especial necesario poner atención a la existencia de la psicopatía. Aun si somos conscientes de que hay algo que está muy mal funcionando alrededor de nosotros —ajenos a nosotros y que no podemos controlar— la única real manera de luchar contra todo aquello que nos quiere ser impuesto es uniéndonos, pero uniéndonos, no para tal o cual servicio ideológico, no para tal o cual puesta en marcha de algún ideal largamente acariciado, por bónhomo que este pueda ser, no para exorcizar tanto como para conjurar, no, en suma, para dividir, sino para sumar. ¿Por qué no podemos comunicarnos? ¿Por qué todo tiene que ser demostrar la supremacía de nuestros ideales?, ¿por qué no mostrar flexibilidad y dar cabida a ideales que pueden incluso chocar con los nuestros? ¿A dónde lleva el fanatismo? He aquí la respuesta: a la nada, a la muerte y la desolación y, en último término, al fascismo. Incluso si estamos tan seguros de la urgencia de la situación y nos sentimos en una etapa cataclísmica de la historia de la humanidad, rayana en los apocalipsis y las distopías más alocadas imaginables propias de algún momento finisecular, aun si eso es cierto y nos sentimos desmembrados como sujetos ideológicos y políticos, siempre es posible arreglar nuestros más fundamentales desacuerdos sin polarizar más. Por favor, escuchemos al otro, apelemos al más básico ejercicio de la razón. El mundo no se va a resolver mostrando la supremacía de nuestras ideas, el mundo se va a resolver logrando acuerdos. El mundo se va a resolver con acciones concretas que nos alejen de la posibilidad más real frente a la cual nos enfrentamos la especie humana en estos momentos: la aniquilación de la especie, la posibilidad de fenecer víctimas de nuestro propio impasse, de nuestra propia podredumbre, de nuestro propio egoísmo; tendencias que, evolutivamente, no logran ser erradicadas del todo de todos los sujetos no autónomos que habitan el planeta dado que, desafortunadamente, no en todos los sujetos ha evolucionado con la misma celeridad la corteza prefrontal y, el neocórtex, en muchos casos, es solo parte de los sujetos más avanzados, de los únicos que serán capaces de sacar adelante al planeta pero que, por estadística, representan al más pequeño porcentaje de la población: suena ridículo, pero es simple: la selección “natural”, queridos todos, opera aleatoriamente y nos rigen parámetros normales. Es real y no es retórico, el calentamiento global por causas antropogénicas está llevando a la humanidad a un anticlímax y la única forma de acabar con ello es entendiéndolo. Si ese calentamiento deriva o no en una miniglaciación o en alguna suerte de enfriamiento o de ciclos de climas extremos que alternan entre sí, es tema de otro debate, lo que es relevante aquí es concentrar todos nuestros esfuerzos en mantenernos a flote con el menor número de bajas posibles, tanto de la especie humana como de todos los órganos vivos en general, plantas y animales y, aun microorganismos. Lo relevante es sacar adelante a nuestro planeta con el menor número de daños posibles. Lo relevantes es, pues, lograr un entendimiento al respecto y solucionarlo. Irrelevante es también, por cierto, si esto está siendo exponenciado por las élites y si se magnifican los daños de cara a la opinión pública para imponer aquella o esta agenda económica. Lo perentorio aquí es que debemos unirnos en la medida de nuestras posibilidades. Eso es lo más urgente que hay que entender.

Y, ojo, este entendimiento debe darse sobre esta base: hay alguien que nos quiere separar y la unión debe de ser toda nuestra respuesta. Si hay una política de exterminio poblacional, debe discutirse en otro momento.

25 de junio de 2021

Ética-estética moralizante

Hola “Piensa” he leído con suma atención tu escrito. De entrada, hay algo que es innegable: hay una desesperación tuya –rayana en la frustración– ante el status quo por el que atraviesa hoy nuestro país. En ese sentido, estoy segura de que tu preocupación es genuina y de que eres una de esas personas a las que (¡por fin!) se les ha caído la venda de los ojos y han reparado en toda la descomposición que campea en nuestro núcleo social y, más importante, ha caído en la cuenta de que –nosotros como suma de partes tenemos un rol esencial en dicha descomposición. Hasta este punto voy de acuerdo contigo, por lo demás, disiento plena y profundamente.

A diferencia tuya –lo sabes– creo en la organización de las sociedades como forma efectiva para acabar con los males que se padecen, pero –ciertamente– dichas formas han sido inútiles, mas –a diferencia tuya– creo que es así no porque éstas sean en sí mismas sólo paliativos, sino porque en una sociedad escindida y polarizada como la nuestra ninguna forma de organización será fructífera. Pero aquí los culpables sí que somos nosotros: con nuestra apatía, con nuestra inconmensurable abulia, con nuestra inhabilidad para no morder el anzuelo del “DIVIDE ET IMPERA” que es una de las máximas con las que se controla a las masas. Estoy plenamente convencida de que las sociedades unidas y bien cohesionadas pueden lograr grandes cambios a través de las marchas, los paros y otras formas de actuación y me parece reduccionista tildar a estos métodos de “old fashioned” o cosa por el estilo. La moda, en mi opinión, no puede ser criterio de actuación de una sociedad. Aunque -como tú bien señalas- en este país de indiferentes, su efectividad se reduce a muy poco. A pesar de ello, hace unos pocos meses vivimos una coyuntura en donde la movilización social fue fundamental para impedir que se perpetrara la privatización de PEMEX por la puerta grande. Ciertamente la “reforma” resultó ser un inapelable triunfo de la derecha, pero éste no pudo ser más nocivo de lo que fue, gracias a toda esa gente hermosa (me refiero a las adelitas, la resistencia civil, etc.) que se entregó sin ambages a la defensa de una de nuestras conquistas históricas insignia. De modo que cuando dices “no podemos continuar marchando por nimiedades” me duele profundamente que así lo afirmes porque omites y subestimas a miles de mexicanos (yo en ese grupo) que con toda buena fe acudimos a las marchas en la defensa de nuestros más legítimos privilegios, heredad de nuestros abuelos y que hoy quieren ser escamoteados con “argumentos” carentes de sustancia y rebosantes de verborrea y demagogia neoliberal.

LA SOLUCIÓN QUE PROPONE “PIENSA”

Decir “Mexicano, la cura contra el mal de México eres TÚ” es decir una gran verdad, pero las consecuencias de dicha verdad serán estériles si no se repara en que el cambio no vendrá por añadidura, como si se tratase de maná cayendo del cielo. El mexicano no va a cambiar de un día para otro, de la noche a la mañana; tienen que suceder auténticas catástrofes o hechos inauditos para que la conducta del hombre cambie, pero ello no es –ni remotamente- una solución. En general, no es nada más el mexicano el que hoy día está extraviado, lo estamos la humanidad entera amantes del consumismo, del ipod, del iphone, de la cooltura sajona con todo y sus bazofias. El hombre vive una indolencia, una exacerbación o disminución de sus sentidos que le impide percibir la realidad lo más objetivamente posible. Pero, ¿cómo podemos cambiar esto?, ¿con peroratas moralizantes como la del vídeo éste que posteaste y que, particularmente, me huele a retoricismo puro?, ¿asumiendo una actitud petulante y como mirando desde encima a los demás, adjudicándonos estultamente una cierta supremacía intelectual y, con ello, alejando de nosotros a los que necesitan ayuda de los avatares?, ¿sintiendo que nosotros estamos bien y que, ¡míralos a aquéllos!, ¡pobres ignaros de la verdad!? NO, amigo “Piensa”, no es así como las cosas mejorarán. Nuestras crisis económicas, sociales, culturales, políticas, etc. no son sino crisis de valores y esto sólo será curado de fondo desde:

1) La Moral (no me refiero a la moralina pseudo que impone falsos valores desde una ética autoritaria).
2) La Filosofía (entiéndase: el amor por la verdad, la sabiduría y el conocimiento).
3) El amor (el sentimiento que es, quizá, nuestro más auténtico rasgo evolutivo).
4) El conocimiento (el conjunto de saberes que, como acervo, hemos construido los hombres a lo largo de nuestro pasar por los siglos; el conocimiento en tanto producto cultural).
5) El pensamiento, el rasgo más definitorio de nuestra especie, lo que nos hace humanos.

Es decir, sólo desde una ética humanista (que define lo que es bueno como aquello que es bueno para el hombre) podremos salir adelante. Y esto no es algo que se me haya ocurrido a mí, desde hace siglos se les ha venido ocurriendo a nuestros más dignos filósofos; encarnados en la postmodernidad, en hombres como Bertrand Russell, Ernesto Sabato, Carl Sagan, Erich Fromm, Martin Heidegger, Friedrich Nietzsche, etc.

Lo que el hombre necesita –incluido el mexicano, creo yo– es replantearse sus objetivos en tanto especie: ¿qué queremos?, ¿hacia a dónde vamos?, ¿qué caminos o atajos hemos tomado para alcanzar nuestros objetivos?, ¿no hemos, acaso, confundido los fines con los medios?, ¿podemos, a pesar de los señalamientos, caer en un impasse?, ¿no, acaso, hoy más que nunca, debemos tener valor y actuar con inexorable valentía en aras de salvar lo que somos?

Así que, a aquellos que creemos que –de alguna forma– estamos menos alienados, menos contaminados, nos queda sólo una alternativa: educar a los otros, ayudar a los demás –fuera de toda afectación o de actitudes arrogantes– a despojarse de toda la insania que hoy se respira en el ambiente.

En este punto, vuelvo a recordar las palabras de aquel luchador civil muerto por sus ideales, Martin Luther King. Jr.:

“Nosotros nos tendremos que arrepentir en esta generación, no sólo de las palabras odiosas y las acciones de la gente malvada, sino también del aterrador silencio de la gente buena”

Tengo tantas cosas que decir ante tu post, hay tantos pensamientos que me fluyen en el cerebro, pero el tiempo no es mi aliado en estos días y no me queda más que pararle aquí (en particular, evité meterme en la reyerta sobre el SME porque para mí, no son santos, ni demonios; son sólo humanos a los que, de un día al otro y con toda ilegalidad, se les despojó de su trabajo y, lo más paradójico del asunto es que los ejecutores de dicho despojo son las auténticas sanguijuelas de mi vulnerable nación…).

A falta de tiempo, te quiero invitar a que des lectura a una reflexión que ya hace algunos meses posteé en “la ciudad” y que, expone con mayor detalle mi pensamiento (por incompleto que éste pueda ser).

http://la-ciudad-de-eleutheria.blogspot.com/2009/06/del-letargo-y-otras-opciones.html

GRACIAS “Piensa”.
Pletóricos saludos te dejo,
Eleutheria. 

noviembre 1, 2009 https://piensalee.wordpress.com/2009/10/29/phenomedia-xvii-%c2%a1que-se-vayan-todos/

Manipulación y polarización

En las presentes notas intento resumir algunas observaciones que ya he hecho en torno al tema de las élites globales y la manipulación que se da en el ámbito mediático y de las redes sociales con la intención esta manipulación de que dichas élites puedan hacer efectivas sus agendas. Las notas las presento a modo de prontuario puesto que pienso que es una manera más efectiva de hacer claros todos estos conceptos.

No. 1. Los poderes fácticos, grupos oligárquicos y las élites mundiales viven de separarnos a través de explotar las diferencias naturales que hay entre nosotros. Para ello, obviamente, es necesario manipularnos y polarizarnos socialmente.

No. 2. Pero, ¿por qué es necesario manipularnos y fracturarnos socialmente? Porque, de otra manera, si en lugar de fragmentados, la sociedad se mantuviese unida, entonces, en vez de que prosperasen los dos o tres intentos preexistentes que buscan hacer prevalecer las élites como sus puntos de vista, nos uniríamos en contra de estas y, simplemente, les quitaríamos el poder. Es decir, lo perderían.

No. 3. Sin embargo, para que podamos luchar unidos, es menester, primero, darnos cuenta de que nos están explotando y, segundo, advertir que estamos desunidos.

No. 4. Ahora bien, puesto que entre muchos de sus propósitos figura el que no estemos unidos, el alienarnos es uno de sus propósitos fundamentales, puesto que, alienados, no nos daremos cuenta ni de que no estamos unidos ni de que nos explotan.

No. 5. ¿Y qué mejor manera de alienarnos, por cierto, que hacer de la desunión y la polarización la estrategia común a la que acuden para fragmentarnos? Una estrategia que inconscientemente los seres humanos buscan, puesto que es parte de nuestra herencia milenaria el hecho que busquemos la confrontación al descender directamente de tribus. Es decir, a los seres humanos nos es necesaria la polarización y la lucha y por eso funcionan tan bien este tipo de estratagemas.

No. 6. Me explico. Dado que la masificación de la información a través de las nuevas tecnologías hace casi imposible que los actuales seres humanos no se den cuenta del grado de descomposición que hay en el sistema actual, es imposible que las élites sigan manipulándonos por la vía de la ignorancia apostando a la desinformación; por tanto, lo que les queda, en este caso para controlarnos, es explotar el hecho de que ya hay seres humanos que se han dado cuenta del presente engaño —puesto que este sistema nos lleva directamente a la deshumanización—, para seguir controlándonos. ¿Pero cómo lo logran? Lo logran contrapunteando a quienes ya se dieron cuenta de todo este montaje, contra quienes, inconscientemente, rechazan cualquier cambio posible o cualquier tentativa de cambio (o quienes, en general, rechazan cualquier cambio de dirección), y, para hacerlo, no hay más que tomar el discurso de aquellos que ya son conscientes de la situación, masificarlo y generar una polarización constante entre los dos bandos; aunque, por supuesto, cabe pensar que hay mucho más de dos bandos en juego. Grosso modo, yo solo los caracterizo así con el simple afán de simplificar, pero es de esperarse que haya otras formas posibles y abigarradas aun (formas mixtas), de congregarse políticamente. Por cierto, para polarizarnos usan técnicas tanto conductuales, de estímulo-respuesta, como teorías y conceptos de psicología profunda.

No. 7. Ahora bien, ¿por qué he entendido esto? Lo he podido entender gracias al acoso que he sufrido y al plagio de mis escritos; más específicamente, he podido entender que el negocio de las élites en México es que estemos polarizados, ya sea, por un lado, incitando el fanatismo de los sectores de derecha y sectores conservadores o, por el otro, promoviendo la indignación entre la izquierda a través de una simple técnica: seguir sacudiendo a sus militantes emocionalmente.

No. 8. Una vez que a la izquierda le han llegado al corazón, la izquierda ya no piensa y, si la izquierda ya no analiza, es fácil manipularla; esta es, a propósito, una de las formas más eficientes que han utilizado hasta ahora las élites para desmembrar a la izquierda. Por tanto, es importante que la izquierda siga pensando.

No. 9. En términos súper honestos, cabría decir incluso que la izquierda no existe ni ha existido jamás más que como proyecto; la izquierda es una utopía que ha sido construida por diversos pensadores, poetas, hombres de conocimiento, que han soñado con un mundo mejor, un mundo menos deshumanizado, en el que los hombres puedan vivir dignamente, sin necesidad de explotar a nadie más, con el fin de emanciparnos… pero en la praxis no ha sido implementada como tal por la sencilla razón de que todo estado o nación socialista que ha existido hasta ahora sobre la faz de la tierra lo ha hecho en el marco de una sociedad capitalista. Es decir, todos los intentos por instaurar un gobierno de izquierda sobre la tierra han sido hasta el momento fallidos.

No. 10. Para entender esto, el quid radica en reflexionar lo siguiente: todos los gobiernos socialistas que han existido hasta ahora, ya sean socialdemócratas o de cualquier otra índole, han existido al interior de una sociedad mundial cuyo sistema económico es de corte capitalista. Ningún gobierno capitalista, en cambio, ha existido al interior de un gobierno mundial socialista. Lo que aquí se tiene que entender es que el capitalismo lleva indefectiblemente a la mundialización o, como la llaman ahora, globalización, y por tal razón la sociedad de naciones se ciñe y trabaja exclusivamente de acuerdo a los lineamientos de esta mundialización y obstaculiza de manera deliberada —en contraparte— el menor atisbo de prosperidad que pueda surgir para cualquier gobierno de izquierda o gobierno no capitalista; ergo, dicha sociedad rechaza por definición cualquier cosa que se oponga a ella. Por lo tanto, cabe decir que desde el surgimiento mismo del capitalismo, no ha imperado otro sistema que no sea el capitalismo mismo.

No. 11. Dicho esto, ¿cabe esperar que un régimen de gobierno socialista en una aldea global capitalista tenga éxito? La respuesta es no y lo que hemos tenido hasta ahora solo han sido simples socialdemocracias.

Obvio, es diez mil veces mejor tener esas socialdemocracias que no tenerlas. Por supuesto, el hecho de tenerlas no significa nada y por ello es necesario involucrarnos de forma participativa para conservarlas. La existencia de un determinado gobierno en apariencia efectivo, no garantiza nada si no hay una transformación correspondiente a nivel de los individuos para trabajar en aras de la vida pública y de nuestras polis.

No. 12. Existen diferencias naturales en una sociedad, esas diferencias son aprovechadas por los poderes fácticos para impulsar sus agendas y llevar a cabo las reformas necesarias para instaurarlas a un nivel político. Por un lado, se perfilan estos grupos de poder con sus deseos económicos y, por el otro, crean ellos mismos las condiciones necesarias y suficientes (léase, el clima político) para que puedan implementarse sus directivas económicas; a estas directivas económicas los politólogos suelen llamarlas agendas, ¿por qué?, aunque suena trillado dicho adjetivo, pienso que no es un nombre desechable en lo absoluto. No es gratuito que se le llama agenda a un prontuario o programa de gobierno que contiene un conjunto de directivas que deben seguir quienes se suscriben a dicha agenda, el cual se basa en principios y fundamentos. Estas directivas fundan un paradigma. Las agendas políticas, entonces, instauran un deber ser —no necesariamente basado en una ética racional— cuyo enunciado engloba y guía los principios que deben seguir sus suscriptores a fin de consolidar al paradigma. Ahora bien, en el caso particular de los grupos económicos actuales, el paradigma es muy simple: el de la globalización de la economía con la consiguiente implementación de los cambios tecnológicos que ello implica —porque la globalización así lo demanda—, puesto que la globalización ha creado un nuevo prototipo tecnocientífico que sigue fortaleciéndola y que exige de ella un programa más nocivo cada vez contra la población. Aquí el quid de todo radica en entender que estamos en los albores de la 4ta. revolución industrial y que esta 4ta. revolución industrial significa ganancias económicas para quienes están impulsándola. El paso al clean energy, por ejemplo, no es gratuito ni tampoco es altruista, es egoísta en realidad.

No. 13. Por otra parte, paralelamente a las agendas globales, existen agendas individuales de sujetos oportunistas que aprovechan la debacle para obtener ganancias personales a costas del bienestar social. Por eso es tan difícil que un proyecto político, el que sea, prospere a plenitud.

No. 14. Ahora bien, para que este programa y esta globalización funcionen una condición es necesaria: polarizar los sectores sociales y, más concretamente, llevar a cabo la instrumentalización de la izquierda al servicio de esa polarización. Particularmente, el arma más preciada a este respecto para las élites para poder llevar a cabo su proyecto es el feminismo. No porque el feminismo contenga ideas esencialmente nocivas —en realidad, es una agenda insulsa con contenidos demodé—, sino porque lo utilizan como una herramienta para el golpe blando y para fabricar el neogolpismo.

No. 15. El feminismo, desde esta perspectiva, tendría como única función el oponerse a los gobiernos que no estén ciñéndose puntualmente al nuevo paradigma global y apoyar o legitimar a aquellos que sí lo hacen. El feminismo, por otra parte, ha infiltrado tanto a sectores de derecha más o menos decentes, los cuales, a pesar de aceptar el liberalismo, no aceptan el pillaje, como a sectores de izquierda, que, comprometidos tradicionalmente con la defensa de los derechos de los desprotegidos, suscriben sin chistar la agenda feminista.

No. 16. En este sentido —es necesario que lo entendamos—, la izquierda, como tal, no existe. Solo existe como aspiración, pero no existe como proyecto económico por la sencilla y simple razón de que no es posible su instrumentación en una sociedad capitalista como tal, y, por otra parte, porque no existe como proyecto político puesto toda vez que ha habido un intento legítimo por instaurar un programa de izquierda en algún país, este intento ha sido borrado de la faz de la tierra de forma automática (como en el caso específico del bolivarianismo de Hugo Chávez o de la vía chilena al socialismo intentada por Allende) o ha sido intervenido para imposibilitar el desarrollo de cualquiera de las naciones que intentan implementarlo. El caso de Cuba es en este aspecto un caso paradigmático y representa la excepción que confirma la regla. El odio a la revolución cubana no es para nada circunstancial. Otros ejemplos que cabría destacar son el peronismo en Argentina, por un lado, o cualquier movimiento nacionalista en Latinoamérica, por el otro, pero como siempre, y como ya hemos señalado, esos proyectos terminan siempre por irse a pique puesto que siempre han persistido en medio de una economía de mercado o economía global capitalista.

No. 17. Ahora bien, en el caso particular de México, a nivel de los vecindarios mediáticos y los entornos culturales, la izquierda está totalmente cooptada y la titularidad de la misma está en manos de personas que trabajan directamente para intereses extranjeros, por conspirativo que pueda sonar y aun cuando en sus bases haya personas honestas y bienintencionadas (y, en lo particular, no solo suena conspiranoico, sino que me entristece pensar que un sector importante de la militancia en Morena con base en periódicos de prestigio (analistas, escritores, caricaturistas, periodistas, figuras públicas, etcétera) trabajen directamente para intereses extranjeros y para impedir el desarrollo de México a nivel intelectual, cultural, tecnológico y social). Aquí es importante puntualizar que no siempre la izquierda se da cuenta de este utilitarismo y que muchas veces miembros de la izquierda son agentes involuntarios de este tipo de encomiendas. Sin embargo, también es obvio que 1) Muchas veces sí hay conciencia de este utilitarismo y del hecho de que la izquierda está infiltrada y 2) Y como ya había señalado en posts pasados, la mayoría de las veces es difícil dilucidar cuáles son las intenciones más recónditas de una persona y resulta, por tanto, cuasi imposible, apoyar un movimiento de masas sin oponer suspicacias. Las suspicacias son necesarias, de hecho. Finalmente, es importante decir y subrayar —casi enfatizar— que también hay personas valiosas dentro de Morena y al interior de La Jornada por la simple razón de que ignoran lo que está pasando. Una aclaración que sería obvia. No obstante, es importante empezar aprender a identificarlos. Respecto a este punto, debo añadir que siempre he simpatizado abiertamente con un proyecto de izquierdas. Sin embargo, como ye he dicho, eso no me hace ciega a la forma en que la izquierda está siendo infiltrada y controlada desde el exterior.

No. 18. En resumen, las élites no quieren que la gente desarrolle un pensamiento analítico —las élites no lo soportan— porque eso significaría la emancipación de nuestros pueblos y nuestras naciones y, sobre todo, porque ello significaría la liberación de la dictadura económica que han impuesto por décadas. Ellos no desean que la gente sepa lo que está ocurriendo, ni que pueda separar sus necesidades emocionales de la capacidad analítica que se necesita para entender que el mundo se está desmoronando, porque sin esa separación la manipulación sería mucho más difícil. Solo buscan que la gente reaccione o que la gente viva enajenada, pegada al fútbol y las telenovelas (o sus correlatos actuales) para que simple y sencillamente no se den cuenta del gran engaño en el que vivimos y, más importante, para que no se den cuenta del atraco constante y continuado del que somos objeto, en el cual, y por medio del cual nos es extraída toda nuestra vida para fungir como eternos aplaudidores de uno u otro modelo, de una u otra iniciativa. Por no mencionar, que somos quienes generamos la riqueza y somos los últimos en recibirla. Y, más recientemente, buscan vernos polarizados. Hechos, por cierto, que no desrresponsabilizan a las personas de sus deberes cívicos ni políticos y por lo cual no es posible culpar únicamente a las élites de lo que está ocurriendo.

No. 19. Si leen todo lo que he denunciado a través de este blog y de mi blog en medium respecto al acoso, y analizan cómo se comportan las redes sociales y cómo se desenvuelven las dinámicas sociales en dichos espacios (especialmente Twitter, la red favorita de los oligarcas y la más peligrosa), descubrirán que todo está montado, que no hay dispositivo social que allí ocurra que ocurra de manera natural o espontánea y que quienes participan en las redes con más popularidad (creada con bots y apelando al cerebro límbico de las personas) son agentes de la agenda de las élites y dichos agentes se aglutinan tanto en la izquierda como en la derecha, por molesto que esto pueda parecer a nuestro entendimiento, o conspirativo, para consumar su agenda. Todos estos “combates”, “persecuciones” que se publican allí son hechos previamente planificados.

No. 20. Ahora bien, la agenda de las élites no es neutral y requiere de monaguillos para instaurarla. Tales monaguillos no solo son necesarios como actores naturales en la derecha, son también necesarios como actores políticos que trabajan a la luz del día para la izquierda pero que en realidad sirven para las élites. Hay mucha gente en Morena y La Jornada, desafortunadamente, que no tienen otra misión que esquilmar a las personas, dañar a México e impedir un cambio verdadero en nuestro país. Solo están allí para obstaculizar nuestro desarrollo, no es otro su fin por mucho que, de cara a las personas, parezcan genuinos promotores de una agenda de izquierda. No lo son, son promotores de la agenda de las élites. Lo único que están haciendo —su única tarea— es canalizar el descontento social y dirigir al ganado. Capitalizar el rencor que naturalmente existe entre los oprimidos en contra de los oprimidos mismos (aunque parezca lo contrario) en favor de las élites y sus intereses. Esto, personalmente, me entristece muchísimo porque me reconozco abiertamente simpatizante del proyecto político de Andrés Manuel López Obrador, el cual ha cristalizado a través de Morena, sin embargo, el hecho de que yo reconozca la honradez y la honestidad del actual primer mandatario de nuestro país y el hecho de que reconozca la viabilidad de su proyecto, no significa que no me dé cuenta de lo que está pasando y no reconozca hasta qué punto el proyecto Morena y mucha de la gente alrededor de él, está manipulada por las élites. Por el punto 19 es que es ostensible para mí este hecho.

No. 21. ¿Y cuál es el blanco de las élites en estos momentos? El blanco es el populismo de izquierdas como el de derechas, el nacionalismo y el socialismo. Es decir, cualquier cosa que no signifique la articulación del estado mínimo y su reducción. De hecho, ya he tratado estos temas en otros momentos y los puedes consultar aquí, aquí o aquí.

Para finalizar, lo único que les puedo decir es que procuren no tomarse tan en serio las riñas que se suceden en las redes, ya que todo ello es un show escenificado cuyo único fin es dañar a México y a otras economías nacionales. Es en esta tónica que es muy importante entender que hay una estrategia de polarización para México que viene de alguna parte del exterior y hay mucho dinero invertido para hacerla efectiva. En el ínterin, muchas cosas están pasando para que la gente no se dé cuenta de este hecho. Sin embargo, tarde o temprano se hace manifiesto que la gente termina por darse cuenta de lo que está ocurriendo y es capaz de dilucidar que hay un elemento desestabilizador en México, —o más, en realidad—, más o menos permanente a lo largo de todo lo que está ocurriendo en la vida pública de nuestro país. La gente es inteligente, mucho más inteligente de lo que le gustaría a los líderes mundiales, y las élites deben constantemente cambiar de estrategia de acuerdo a las respuestas que emitan las mayorías. Por eso las ideas son importantes, como lo he dicho un sinnúmero de veces, pues nos permiten contrastar la realidad de lo que acontece en nuestro día a día contra lo que los medios nos dicen acerca de esta realidad. De allí que sea importante, no solamente alzar la voz y hacer notar que esta manipulación y esta alienación están ocurriendo, sino mostrar caminos para liberarse de las mismas. El camino más mediato, sin duda alguna, son las ideas y de allí que resulte radical para nosotros no abandonarlas nunca y no dejar de señalar a los perpetradores de este cuantioso engaño. Pero, más importante: poder liberarnos de este hospicio de servidumbre siempre que seamos capaces de hacerlo acudiendo al pensamiento. La invitación, entonces, con este escrito, es hacer de la reflexión uno de nuestros estandartes más cotidianos y no abandonar nunca nuestro derecho a disentir de las decisiones de un colectivo que se aparece como fantasma.

28 de mayo de 2021

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Una serie de preguntas en un blog

Ciudadano X, lo que hace falta es educación y valores para nuestro pueblo; el gobierno hace una parte, pero nosotros, como sociedad, debemos también hacer nuestra parte. Dime ¿tú qué haces para educar a otras personas?, ¿te importa?, ¿darías de tu tiempo para que personas menos privilegiadas que tú puedan adquirir mejores preceptos?, ¿estarías dispuesto a ir a una ciudad perdida a instruir a estos hijos del olvido? No me vayas a contestar como Fox.

Sin afán de demeritar a nadie, he podido constatar que entre camioneros y microbuseros desfilan personas muy ignaras, con mentalidades muy pobres y con muy malos modales (ello no implica, lógicamente, que todos los camioneros y microbuseros sean así; de hecho, muchos no son así). Yo viví gran parte de mi vida en Cuautitlán Izcalli, Edo. de Méx. Hasta hace tres años que vine a vivir al D. F. y ¿sabes cuál fue mi primera impresión de la ciudad capital? Vaya, aquí los choferes de camión y microbús sí que tienen educación: se esperan a que bajes del camión para arrancar, es difícil que hagan la parada en un lugar no indicado, no corren a exceso de velocidad, etc. Y pensé ¡cómo se ve que los capitalinos que se quejan al respecto nunca han vivido en el Edo. de Méx.!

¿Tienes idea, Ciudadano X, de la cantidad de muertes que hay al año en la Autopista México-Querétaro debidas a los choferes de transportes públicos?, ¿tienes idea de las velocidades tan estrepitosas con las que manejan?, ¿tienes idea de lo majaderos que son?, ¿de lo caro que es el transporte allí (diez pesos del metro Toreo a Izcalli; trece pesos de metro Chapultepec a Izcalli)?, ¿de la forma tan nefanda en que manejan, metiéndose siempre en el carril de los coches pequeños? ¿Sabes que allí sí existen mafias de transportistas como la de Axel García, otrora presidente municipal de Cuautitlán Izcalli? ¿Sabes que esas mafias han asesinado a simples choferes por interferir en sus intereses?, ¿sabes que es imposible que el gobierno del Estado de México no sepa de esto?, ¿sabes que las cosas no cambian allí, sino que siguen peor?, ¿sabes que esto se debe al cruce de dos factores: por un lado, la corrupción del gobierno del estado; por el otro, la suma ignorancia, falta de instrucción y de valores morales por parte de estos trabajadores? Por supuesto, todo esto no justifica que del segundo piso caiga un camión de basura; no justifica que las autoridades (pero las autoridades son varias personas en coordinación) no pongan el orden allí. Pero, te repito, mientras nuestro pueblo siga todo lo corrompido que está: sin valores axiológicos, sin capacidad de pensamiento crítico, sin inventiva para proponer alternativas de solución, mirando siempre la novela del “canal de las estrellas”, alienados viendo esa cosa atrofiante que es el fútbol, tomándose a pie juntillas todo lo dicho en los medios oficiales, desconociendo su Historia, prefiriendo una cerveza a un buen libro, conformándose con cualquier logrito insignificantes, etc. Mientras mi pueblo siga así, las cosas seguirán así.

Es hora de una revisión autocrítica de nuestra idiosincrasia (leerse El Laberinto de la Soledad de Octavio Paz o El Pueblo que no quería crecer de Ikram Antaki podría ser un buen comienzo), de los valores que nos conforman. Vivimos en un país en el que los más jóvenes dan la vida por un ipod, cuando lo que debería arrancárselas es la posibilidad de construir máquinas que compitan con iPods —máquinas hechas por mentes mexicanas— como hacen, por ejemplo, los indios (hindúes, si se prefiere).

Mirémonos y preguntémonos ¿qué está mal en lo que hago cotidianamente?, ¿basta con ser personalmente exitosa para que mi país avance?, ¿basta con el trabajo que hago en lo individual? ¿Qué, acaso, no debemos trabajar, en paralelo, desde dos vertientes: la vertiente individual (la de mis logros y anhelos personales) y la vertiente colectivista (aquella en la que me reconozco como elemento de un grupo —mi sociedad— y en la que, en consecuencia, debo trabajar como parte de dicho grupo)? ¿Soy una persona honesta o mentirosa?, ¿soy solidaria?, ¿soy envidiosa o me da alegría saber que a otros les va bien?, ¿Debo molestarme porque otros sepan más o sean mejor que yo y estúpidamente tildarlos de presumidos o debo, mejor, trata de emular los aspectos positivos de estas gentes? ¿Soy consciente de que siempre habrá gente sabiendo más y menos que yo?, ¿soy tolerante?, ¿discuto por ganar una discusión o por llegar a la verdad?, ¿admito que puedo equivocarme?, ¿reconozco que la fracción de la realidad que ignoro es vastísima y que, por ende, debo intentar conocerla más?, ¿reconozco cuando me equivoco?, ¿ayudo a los demás desinteresadamente? ¿Busco la verdad por encima de todas las cosas —y aquí no admitiré ningún relativismo epistemológico—?, ¿cuántos libros leo al año?, ¿conozco toda la Historia de mi país o, por lo menos, soy un gran conocedor de alguna parcela de la Historia de México (por allí se empieza)?

¿Leo el Diccionario? ¿Me interesa conocer la estructura de otras lenguas?, ¿cuántas lenguas romances hay además del español? ¿Conozco el método científico, ese modo de proceder a fin de allegarme de conocimiento válido, legado a toda la humanidad por las mentes renacentistas e ilustradas más lúcidas de su época? ¿Creo en esas charadas de los ovnis? Si creo en Dios, ¿por qué lo hago?, ¿por fe?, ¿por tradición?, ¿porque así me lo inculcaron mis padres?, ¿Porque experimento un genuino y profundo sentido de espiritualidad que me hace sentir unida al Cosmos? o ¿Porque me siento sola y desamparada ante la imposibilidad de un ser superior? o, peor aún, ¿porque ya no tendré a quién pedirle por la salud de los míos y por su bienestar material? ¿Qué representa la virgen de Guadalupe en mi mexicanidad? ¿Soy malinchista-snobista? ¿Soy nacionalista?, ¿entiendo que el buen nacionalismo es el que rechaza todo imperialismo?, ¿Me da miedo ser nacionalista porque ya no está de moda? ¿Conozco a los más grandes pensadores de mi país (José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Rosario Castellanos, Octavio Paz, José Revueltas, etc.) o me conforma conocer el pensamiento de los filósofos alemanes (Nietzsche, Kant, Heidegger, etc.)? ¿Tengo una postura frente al origen del hombre?, ¿soy creacionista o evolucionista o ninguna de las dos? ¿Tengo conciencia del vivir de otros pueblos, de sus idiosincrasias, de sus aportaciones? ¿Conozco la trayectoria de los presidentes que han gobernado a mi país? ¿Sé en qué período sexenal México tuvo su mejor desempeño? Y, ¿a qué se debió esto?, ¿a factores internos, externos o a una mezcla de ambos? ¿Es conveniente el modelo de libre mercado (el neoliberalismo, vaya) para mi país?, ¿por qué sí?, ¿por qué no? ¿En qué está sustentado?, ¿quiénes son sus ideólogos y cuáles son sus postulados? ¿Cómo son las relaciones internacionales de México con el resto de los países del orbe? ¿Sé, por ejemplo, que el 90% de nuestras relaciones comerciales se celebran con USA sometiéndonos con esto a una dependencia económica que data de los años del avilacamachismo?, ¿sé cómo ha evolucionado o involucionado el campo en mi país a raíz del TLCAN-NAFTA? ¿Sé cuáles son todas las diferentes lenguas que se hablan en mi país?, ¿además del inglés y el español, hablo alguna de dichas lenguas?, ¿por qué?, ¿es que someto todo a un rasero utilitarista?

¿Conozco la orografía de mi país, su geografía aunque sea en mapas? Aparte de mi perfil profesional, ¿qué talentos tengo, qué me interesa?, ¿me inclino por el arte o por el deporte o por una mezcla de ambas cosas? Cuando voy al súper, ¿me aseguro de comprar productos mexicanos —y con ello alentar la producción nacional, tan muerta, por cierto, a raíz del nuevo liberalismo— o prefiero lo “made anywhere, except in México”, ¿amo la poesía?, ¿miro las estrellas?, ¿quiero y cuido a mis hermanos, los animales?, ¿sé disfrutar de una tarde dominical bañada en luz?, ¿la sonrisa de un niño, cualquier niño, me devuelve el aliento?, ¿subestimo a mis semejantes?, ¿me siento superior a todo mundo?, ¿soy amable cuando voy a las compras o soy una cretina que maltrata a medio mundo?, ¿amo el conocimiento per se?, ¿he plantado un árbol?, ¿he rescatado a alguno de esos pajaritos que tristemente caen de sus nidos? ¿Leo el periódico diariamente?, ¿me informo con objetividad sobre la situación nacional?, ¿me importa si los demás se informan?, ¿sé si la señora de la esquina no se informa porque no tiene Internet o porque no le alcanza para el periódico?, ¿y si le digo que una muy buena opción es el radio? ¿Qué es la democracia?, ¿realmente es ejercida en nuestras naciones? ¿Asisto a las juntas vecinales a fin de enterarme de lo que ocurre en mi localidad y opinar al respecto? ¿O me espero a que se tomen malas decisiones y, ergo, me limito a quejarme? ¿He leído a los griegos? ¿Qué conozco de la cultura antigua, la azteca, que precedió a los españoles?, ¿qué sé sobre los mayas?, ¿cuántos millones de años tiene la Tierra de formación?, ¿qué es el Big Bang? ¿Conozco la teoría del campo unificado?, ¿qué es la mecánica cuántica, ¿qué es un agujero negro?, ¿qué dice la relatividad especial de Einstein? ¿Por qué explica mejor —a escalas cósmicas— el funcionamiento del Universo que la mecánica newtoniana? Dado que llevé clases de aritmética en la escuela elemental, debo saber distinguir a un número natural de un número entero, a un número racional de un número entero. ¿Por qué la Matemática es tan fundamental en el progreso del hombre? ¿La matemática se limita a saber hacer cuentas, no debería ser eso trabajo de contador? Si los matemáticos no sólo se dedican a contar, ¿qué más hacen? ¿Quiénes son los más grandes matemáticos de la Historia? ¿Y de México?

Las leyes jurídicas ¿por qué son importantes?, ¿he leído alguna vez la Constitución mexicana? ¿La Biblia? ¿Sé en qué año se formó la ONU y cómo está constituida?, ¿sé a qué responde el conflicto árabe israelí? ¿Cuándo el patrón oro dejó de ser vigente y por qué? ¿De cuándo data la dolarización de los mercados?, ¿por qué la especulación financiera es responsable de la crisis económica mundial y hasta qué punto los gobiernos del mundo —incluido el mío— auspiciaron esta barbarie? ¿Realmente Hugo Chávez es ese monstruo que la propaganda mediática presenta o hay una razón de otro tipo para que nos lo presenten así? ¿Cómo se gobierna en Venezuela? ¿Cuál ha sido su crecimiento económico? La Historia, ¿debo aceptar la Historia oficial de los libros como verdad revelada?, ¿hasta qué punto es menester revisar la Historia en los libros escrita? Las preguntas que tengo sobre la vida ¿debo sofocarlas?, ¿debo suprimirlas? Por ser mujer, ¿mi esfera de acción está circunscrita al hogar, al cuidado de los hijos y a la reproducción? ¿Puedo querer no tener hijos y ser sólo ser humano?, ¿Puedo querer sí tener hijos y no sentirme por ello “old-fashioned”? ¿Es la Selección Mexicana de Fútbol realmente la selección mexicana?, ¿no son, acaso, un grupo de once individuos elegidos arbitrariamente por los dueños del dinero (los dueños de los equipos de fútbol)? ¿Y si al mejor jugador mexicano de fútbol nunca lo conoceremos porque, sencillamente, juega en un llano y es un joven humilde al que no le interesa la notoriedad ni el dinero, sino sólo disfrutar del balón? ¿Y si lo mismo pasa con poetas y músicos? ¿Y si la gente más sencilla es la más hermosa y si no? ¿Y si entiendo que compro y compro y compro y nunca hallaré satisfacción porque la sociedad de consumo que me alberga me ha condicionado a ser un esclavo de sus productos? ¿Y si todo el tiempo inquiero y no me conformo con cualquier explicación dada?, ¿y si me atrevo a disentir y, con ello, a pensar? ¿Pienso?, ¿soy?, ¿acudo al silencio? ¿He planteado todas las preguntas fundamentales? y, ¿puedo enriquecerme con las de otros?

—¿Y si a veces me relajo y soy tontísima?

—Bueno, eso es evidente, pero tú —de todas maneras— no dejes de preguntar.
 
Lo escribí en 2010 en un debate en el blog referido con la intención en ese entonces de ayudar a bien pensar a mis contemporáneos. Se suprimió únicamente el primer párrafo, que es muy breve, a fin de no restar de coherencia y sentido al escrito. En esa época no había tanta gente escribiendo para plantear preguntas y pensar. ¿Por qué? Simple, porque no habían dado con mi blog para plagiarme. De ese es el tamaño de la vergüenza que tienen los idiotas que un día se toparon con mi blog y se dedican a plagiarme: saberse ordinarios, zafios y estúpidos y para ocultar su propia vergüenza y su sentido de oprobio contra mí (¡yo, que osé a superarlos!), se dedican a plagiar mis textos y masificarlos al tiempo que me acosan selectivamente en las redes, de forma planificada. Jajaja Las preguntas originalmente las publiqué en este enlace: Publicado el 20 de enero de 2010, tomado de aquí:
 

El párrafo que le quité en un principio es éste:

Eleutheria Lekona 20 de enero de 2010, 20:31

PRIMERA PARTE

Se cayó porque, en realidad, se trata de una vía a la que tienen prohibido el acceso este tipo de camiones. Es muy paternalista de tu parte -otra vez- que quieras que el gobierno pague por algo que él no decidió hacer. Y mira que este gobierno de Ebrard tiene bastantes cosas para espetársele, pero no me parece que ésta sea una de dichas cosas. 

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