Despeñaderos metafísicos

Hay una componente metafísica en los textos que llegan a nuestros manos cargados de furor. En esencia nos recuerdan la flaqueza de la noche o la austeridad de la madrugada. No son la navaja de Ockham que nos permite acceder limpiamente a ellos por su simpleza. Son más bien una sutura y un estampado. Pero en el fondo esconden un cadáver. No es el cadáver de la muerte, obviamente, es el cadáver de la agonía y de los despeñaderos en los que se vierte el cuerpo cuando todo se colapsa y se antiquintuplica por las prisas, se minimiza y se ametralla en su mínima expresión formando olas de suciedad que se levantan contra el tiempo y esconden el rostro de lo cuadrado sin fervor ni sin temor ante la inmundicia. Cabría pensar en este sentido en un rompecabezas o, mejor, en un acertijo. Pero no hay palabras, decía mi vieja abuela, que no puedan ser descifradas. Entonces mi abuela mira de rabillo por la ventana y se echa a reír. Hay entes cargados de vino y de témpanos de tiempo que se detienen ante la serenidad de la noche. Oh, se escucha un aire sutil, un soplido del viento, un murmullo de la madrugada y, aquí, justo en el precipicio, se termina de taladrar el tiempo. Las palabras vuelven a dormir.

Uno de los textos que típicamente les escribo a algunos de mis contactos denunciando los acosos:

Esto es un plagio, saludos. Y esta es una cuenta falsa. Discúlpame por la honestidad. “Link”. Lee todo mi blog y lee todo los posts de este espacio y lo descubrirás, http://la-ciudad-de-eleutheria.blogspot.com/, https://www.facebook.com/je.suis.eleutheria. Hasta mis ensayos de la maestría, que fue en Enseñanza de las Matemáticas los están plagiando. Parece que su acoso y su deseo de colapsarme emocionalmente es infinito. En fin, ya no digo nada porque empiezan a pensar que estoy delirando o que soy conflictiva, cuando lo único que me interesa y que me molesta es que se engañe a tantas personas. Pero, por favor, tú sigue leyendo lo que tú quieras. Ten una linda tarde y un lindo día.

La resiliencia, como una herramienta del futuro

 

 Una de las cualidades que más sorprenden en las personas, es la capacidad para resistir los embates. A esta capacidad en la actualidad se le llama resiliencia, pero no sería despreciable en algún modo acudir a los griegos y a los pensadores latinos –a Séneca, por ejemplo– para saber cómo se concebía en aquella época a este tipo de capacidad en el hombre.

Séneca en particular se refería a esta habilidad como una habilidad para la existencia, es decir, una habilidad a través de la cual el hombre enfrenta la adversidad. Por ejemplo, en uno de sus libros Séneca afirma: “Las cosas prósperas suceden a la plebe y los ingenios viles: y al contrario, las calamidades y terrores, y la esclavitud de los mortales, son propios del varón grande. El vivir siempre en felicidad, y el pasar la vida sin alguna turbación del ánimo, es ignorar una parte de la naturaleza. ¿Eres un gran hombre? ¿Cómo saberlo si no te ha dado la fortuna oportunidad con que ostentar tu virtud? Viniste a los juegos de Olimpia y en ellos no tuviste competidor: llevarás la corona olímpica, pero no la victoria”, en donde es claro que Séneca otorga un sentido de grandeza a quienes no sucumben a sus propios derroteros y se ciernen sobre el vulgo que los aprisiona. Pero en donde es también ostensible que Séneca valora en gran manera la capacidad del hombre para apartarse de la muchedumbre y el pensamiento común y en este sentido hacer gala de su propia capacidad para trascenderse y trascender la esfera de lo ordinario como una forma de acrisolarse. 

Asimismo, es posible establecer una relación entre la resiliencia, concebida como la capacidad para resistir la adversidad, y la suerte, suerte sobre la cual Séneca sentencia con las siguientes palabras: “La fortuna no quita sino lo que ella dio, y como no dio la virtud, no puede quitarla: ésta es libre, inviolable, firme, incontrastable, y de tal manera fortalecida contra los sucesos, que no sólo no puede ser vencida, sino siquiera inclinada.” Es decir, para Séneca, como se observa, no hay modo de hacer que la suerte empeore, porque nuestro destino no está sujeto a veleidad, nuestro destino está en nuestras manos y nos pertenece inexorablemente. Es de los idiotas pensar lo contrario y de los sabios tener fe en nuestra propia templanza y en nuestro propio juicio, juicios y templanza a los que cabe llamar virtud. 

Séneca finalmente entendió la injusticia inherente al mundo y en este sentido sentenció que a las personas más afortunadas no les estaría permitido la procrastinación, el ocio y, en algún sentido, el no ser partidarios de la resiliencia. Séneca afirma con estas hermosas palabras: “Muchas cosas no son lícitas para ti que sí lo son para los hombres humildes que están despreciados en los rincones: la grande fortuna es servidumbre muy grande.”

Y tú, querido lector, ¿qué opinas de las posiciones de Séneca? ¿Piensas que es posible conciliar y contrarrestar la adversidad de la vida con una buena dosis de resiliencia? 

*La imagen ha sido tomada de Internet. 

Rosario Castellanos, la filósofa

¿Por qué todos sentimos adoración por Rosario Castellanos? Supongo que porque hay violencia y verdad en sus textos. Yo la leía por primera vez mucho antes incluso de ingresar a la universidad y fue a través del seno materno que tuve contacto con esta autora. Sin embargo, mi encuentro más contundente con ella lo tuve cuando tuve entre mis manos Mujer que sabe latín, por un lado, y una edición en pastas blancas de Poesía no eres tú, por el otro. Mi lectura de sus textos no era la de una iniciada, era obsesiva. Pero la obsesión no me venía a instancias de algo definible en su prosa ni en su biografía. La obsesión radicaba en la cualidad racional que hay en sus escritos, en el análisis que hay en sus textos, en la contundente filósofa que habla incluso para escribir poesía. En Rosario Castellanos hay inteligencia y hay lamentos, pero no un lamento que se deja llevar por un gusto por lo irracional, sino todo lo contrario, un lamento que renuncia a no ser racionalizado y en ese sentido puede entenderse por qué algunas veces hemos adivinado la vena masoquista en la autora. Las cartas a Ricardo son una muestra irrefutable de dicha predilección. Pero, entonces, ¿qué es la poesía en esta autora? La poesía, diría yo, es dolor, pero de un dolor que se destila depurado, de un dolor que no se regocija en su propia impasibilidad para exorcizarse. Si hay catarsis, esta necesita ser pulverizada antes de alcanzar su estado poético y es pulverizada a través del lenguaje, en un doble ejercicio de autosublimación metafísica y creación poético-literaria. La poesía, en este sentido, se lleva el tiempo, el viento y la sombra en su formulación. Refleja en sus contornos la calidad de espejo que hay en las letras y las torna imágenes. No es extraño por dicha razón que la poesía de Rosario Castellanos le parezca a mucha gente una poesía llena de tristeza, pues como han razonado los más profundos filósofos, en el pensamiento hay tristeza y no solo hay acción y no siempre hay fuerza para catapultar la praxis transformadora. La poesía de Rosarios Castellanos, su literatura y su filosofía, deberían erguirse en un futuro no muy lejano como grandes monumentos a la capacidad de pensar, esa que estamos perdiendo.

Es verdad, también, no hay ni cómo negarlo, que Rosario Castellanos representó un papel y supo enfundarse una máscara al rostro. Es verdad que no es la misma después de los existencialistas franceses. ¿Pero quién no ha necesitado de grandes espíritus para acrisolarse? Ella, como el gran espíritu que fue, reconoció en sus letras y en sus ensayos sus influencias, no le regateó al tiempo ni al arte una sola de sus palabras.

Politización y Hedonismo

Yo a veces creo que no todas las cosas tienen sentido, que darles un sentido depende de nosotros mismos y de nuestra posición frente al mundo. A veces nuestra posición puede ser de pletórica abundancia y de ingente comodidad, en todos sentidos. En el sentido emocional, mental, intelectual y físico. Pero otras veces podemos encontrarnos en las más profunda orfandad y en la más profunda aridez. Pero siempre depende de nosotros mismos virar de dirección, hacer un alto y replantearnos el porqué de las cosas y, sobre todo, el porqué de nuestras elecciones. ¿Por qué elegimos una cosa y no otra?, ¿o por qué a pesar de que nuestra elección parece no errada, algo parece no satisfacernos? ¿Pero es que es posible estar satisfechos todo el tiempo? No, error, no es posible y, sin embargo, eso no significa vivir eternamente anclado al desasosiego, al trasnoche y la ansiedad. Hay que asegurarnos de hacer de esos períodos inciertos y estériles, períodos plenos y abundantes. Nutritivos, que viertan su savia vital sobre nosotros mismos y nos sensibilicen. El disfrute, en la capacidad de disfrute, allí está todo. Pero en un sano equilibrio entre un hedonismo sin forma ni fondo y una superpolitización. Necesitamos ser sujetos políticos revolucionarios pero plenos y dichosos a la vez. El amor y el goce sensual es lo que debe guiar nuestros días. Pero también la amistad, la honestidad y la risa. La libertad. Enlace. 7 de Mayo de 2020.

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