Debemos preguntarnos

8 de junio de 2013

No quiero asistir —sumisa— a la fragmentación de la izquierda en México. Y no voy a asistir.

Mi último post —que pareciera una arenga salida de la nada—, se debe a la lamentable reyerta que tuvo a mal celebrase el día de ayer entre Alfredo Jalife (conocido analista mexicano) y un par de tuiteros más o menos conocidos entre los círculos de izquierdas (más avalancha adlátere), que pone de manifiesto la situación casi agónica, por fragmentada, de la izquierda mexicana. Incluso más molestas que las invectivas de Jalife (no sé qué calificativo poner a los tuits de un hombre del que se espera argumentara y cuya tendencia a la descalificación se convirtió en norma en su timeline), me parecieron los posteriores brotes de desconfianza entre la comunidad tuitera —que por supuesto no comparto— y que exhibe esa tendencia generalizada, en parte humana, de vernos incapaces de llevar a la práctica unas ideas que se supone nos unifican y cuyo núcleo humanista queda seriamente lesionado por nuestra praxis precisamente.

La izquierda mexicana, antes de ponerse a celebrar el mínimo de sus logros —logros que de ninguna manera infravaloro—, antes de ceder una y otra vez a la tentación de minimizar el más nimio de sus errores, etcétera, debe preguntarse en actitud bien autocrítica cómo hacer para unificar lo que de común hay en nuestras luchas. Debemos preguntarnos.

Al menos en teoría, entre la izquierda anidan una serie de reivindicaciones sociales sobre las condiciones de explotación, pillaje, e incluso miseria, sociohistóricamente determinadas por el capitalismo desde su surgimiento hasta nuestros días y que, como sabemos, exceden por mucho el mero radio de acción de nuestro humanidad. Ese debiera ser todo el eje de nuestra lucha, toda la sustancia. Me pregunto, ¿habrá de dar la izquierda razón a la postmodernidad? ¿Habremos de dar razón a las tesis fatalistas del nihilismo? ¿Es que nuestra humanidad es tan mugre como sostienen sus pensadores? [1]

Sobre todo, preponderantemente mugre cuando se trata de actuar en masas. Empiezo a creer que no debiéramos actuar en masas, sino —como argumentaba el otro día— como individuos diferenciados, ideológicamente definidos, PERO, interesados siempre y genuinamente en los otros (individuos). [2]

Quizá pronto escriba para Eleutheria una tesis más argumentada de por qué creo que actuar en masas nos vuelve particularmente vulnerables a la escisión y al fracaso (quizá más en México que en otros países, no lo sé). [3]

La única valoración que lleva el adjetivo "mugre" es práctica; por ejemplo, no permitirnos actuar cohesionados en la izquierda.

No es que seamos "mugres" o no lo seamos. Es que somos esto. (Necesidad: nihilismo hindú, nihilismo schopenhaueriano.) [4]

Publicado en Je Suis Eleutheria en los enlaces indicados.

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