Un comentario adicional

Publicado el 25 de junio en mi cuenta tumbrl (aquí).

Admitir la normalización de la violencia por el lenguaje de la afición mexicana no significa en mi opinión negar otras violencias; la croata o la rusa, por ejemplo. Esa deducción es innecesaria. Y también es innecesaria la deducción etnocéntrica, pues remite a un desprecio probablemente ficticio (salvo en quienes de facto ejercen ese desprecio y en cuyo caso la admisión de la normalización sería apenas pretexto para dar despliegue a su fobia). Admitir el arraigo de nuestra cultura a las «malas» palabras significa si acaso admitir algo acerca de nuestra idiosincrasia. Pero es inapropiado pensar que se trata de un asunto esencial de nuestro ser en sí e inmodificable, o de nuestra «mexicanidad». Esta aclaración es importante puesto que hay quienes, al expresar su incomodidad con el «puto», convirtieron un problema social (o incluso cultural) en uno ontológico. Sin embargo, si hubiera sido ése el caso —si se hubiera cedido a la conversión— entonces creo que dicho gesto debiera verse como una decisión personal y no como algo necesariamente a deducirse una vez admitidos los problemas particulares de nuestra idiosincrasia, o de nuestra sociedad. Y también creo que han sido pocos quienes han caído en esa tentación (me atrevo a invocar a las conciencias retrógradas de siempre). Le voy más a que las redes sociales sirven a la interpretación abierta y que ello en ocasiones deriva en confusión o en interpretaciones erróneas.

Bueno, sigo con mi discusión.

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