«Paradiso perduto»

Solo puede ser eternamente deseado algo que no pueda ser enteramente satisfecho. 

Volente insatisfecho, Sísifo lo sabe: el amor es quimera y carece de temporalidad. La «cosa en sí» ya no es la voluntad exaltada del alarido schopenhaueriano: hay en la pasión y su ternura un absoluto: noúmeno, paraíso perdido.

2 comentarios:

    Se me ocurre: es quimera y es también. Como la mera posibilidad de que haya otra cara de una página a la que se pueda dar la vuelta. Hay en la voluntad capricho y azar, hay también necesidad. ¿Quién puede ser tan necio como para ser enteramente satisfecho? Sin embargo: aunque la pasión sea un fenómeno que se puede aislar bajo la lupa de un microscopio de razón, aunque esté bien acotada por todos sus lindes, hay otra clase de pasión. Tal vez la más loca, la más cercana al verdadero delirio: la que no se cansa de la misma posada, la que busca incansable eternidad, la que aun teniendo, poseyendo, disfrutando una y otra vez, sabe que nunca va a conseguirlo del todo porque en sí efectivamente es quimera. Se puede amar enteramente, todo el tiempo, dejarse la piel hasta la última rozadura de vida, matarse dando todo el tiempo a ese empeño quijotesco tan ilusorio, tan imposible, pero tan real y tan humano como ninguna otra cosa.

     

    Gracias por tu luminoso comentario.

    Un abrazo.

     

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