Acotación (sobre la relación ciencia y capitalismo)

Eso que tú llamas razón egológica, yo lo llamo la voluntad sobreexaltada del hombre*. En ese sentido, hay una relación dialéctica entre dicha voluntad y el instrumental técnico que el hombre ha ido diseñando con el tiempo. La «ciencia» magnificó la capacidad técnica del hombre; pero es la voluntad —o la razón egológica— la que decide su uso. Por eso, opino que una de las críticas más erradas de la postmodernidad, o transmodernidad —como recién me enteré le llama Dussel—, es esa posición dogmática sobre la ciencia: que es un metarrelato entre muchos otros, que sirve al discurso de dominación sobre las masas**, etcétera; y que, opino, urge ser reconvertida —dicha posición— a una crítica llanamente: apreciar de qué manera la racionalidad científica nos libera contra la dominación capitalista; esto es, usar las propias herramientas del discurso hegemónico pero a nuestro favor.

Como los científicos son hombres, es innegable la pregunta por la meditación ética sobre su quehacer, pero si vamos de fondo al modo de hacer ciencia hoy (hombres con saberes hiperespecializados, confinados en un laboratorio, esclavos intelectuales al servicio de (¡sorpresa!), el gran capital y, en suma, la versión geek de los obreros alienados de las fábricas de Marx) veríamos que apenas es posible provocar en ellos alguna reflexión crítica sobre las derivaciones éticas de su labor si no hay antes una meditación sobre el proceso de acumulación capitalista*** que, incidentalmente, quizá contenga una meditación ética en quienes las experiencias éticas resulten inevitables; aunque no contenga, con toda probabilidad  —y por desgracia—, la conciencia de la razón egológica —y luego, su subversión— y de los servicios que al gran capital ha hecho.

Por cierto, una excepción célebre a la descripción del quehacer científico que señalo —de los científicos como víctimas más que como victimarios—, la encontramos en los miembros del Proyecto Manhattan, responsables de la aniquilación de los pueblos enteros de Hiroshima y Nagasaki, como seguramente sabes.

*No es relevante, lo digo para situar.

*Me parece que es una reacción ubicarla como “un metarrelato entre muchos otros”, sin reconocer su utilidad —o minusvalorándola cuando así se lo hace—, por el mero hecho de haber descubierto que, en efecto, ha servido al discurso hegemónico. Como reacción, me parece una actitud que ha salido de la entraña, que es comprensible por eso, pero que urge superar desde la crítica. Si creyera en algo como una psicología de masas, el encarnizamiento contra la ciencia (que malamente se convierte en desprecio por la racionalidad científica), marca la secuela traumática que han dejado en el imaginario las guerras de aniquilación y el expolio capitalista. Finalmente, no quiero obviar que me refiero única y exclusivamente a esa parte dogmática de la crítica de la postmodernidad contra la ciencia pues es innegable que hay una parte de esa crítica que nos previene del dogmatismo positivista de la Ilustración, etcétera.

**Si bien en la práctica es más factible que de la meditación ética, o de la actitud reflexiva —o de algún quiebre—, se llegue a la meditación ética sobre el capitalismo.

Hay un libro, a lo mejor ya lo conoces, Imposturas Intelectuales de Alan Sokal; una crítica desde la ciencia a la postmodernidad. Actualización: Más bien, una crítica a ciertas prácticas intelectuales de ciertos escritores de la postmodernidad; y no la crítica general a su programa.

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