Sobre la visita

Siempre he sido indolente al tema religioso; desde muy chica di por descontada en mi explicación del mundo la superfluidad de una entidad creadora dotada de cualidades divinas. No por una convicción filosófica, ni nada, sino por una tendencia natural a la sencillez en las explicaciones. Lo divino se relaciona con un ideal humano bastante más que con cualquier otra cosa. Podemos si queremos, llamar divino a manifestaciones cuya existencia a priori hemos postulado, aun si, en realidad, no sepamos nada de ellas. No está nada mal postular la posibilidad de estas instancias, lo que sí me parece obtuso y obsesivo es aferrarse a ellas y la atribución a priori de cualidades a las mismas. Vivimos en una época en que ya no es posible negar realidades para nosotros incomprensibles y, aun, inaccesibles. Sin embargo, hay quienes niegan esta misma imposibilidad a la hora de dar por cierto explicaciones sobre esas mismas realidades, aunque* sobre la base de meras especulaciones (es decir, como si la inaccesibilidad lo fuera y no lo fuera; se transmutara). Como tejer en el vacío. Por supuesto, y como ya he dicho en otras entradas, no veo nada malo con tejer en el vacío; la poesía, por ejemplo, me parece un abismo espectacular –o la matemática– (y ella es sólo un caso de los muchos que he encontrado en mi paso por el mundo). Quiero decir, hay en el mundo, en nuestra realidad física razones suficientes –y numerosas–, para ocupar en ellas nuestras energías, nuestros pensamientos, nuestros denuedos, lo mejor de nosotros y lo no mejor. Pero, y aun cuando personalmente me he dejado poseer por la disposición de la fe en no pocos momentos de mi vida (bastante bajo la influencia de personas queridas), nunca he encontrado en tal disposición la satisfacción de nada. No sé si esté yo hueca o qué, pero francamente, no conozco el éxtasis religioso, ni la certeza, ni nada.  

Así explicado, digo que me resulta bien difícil comprender el fanatismo religioso y considero que es solamente un caso de un tipo de carencias psicológicas de orden más general; cruzándose allí, y brotando, honduras sociológicas y otras complejidades.

En  mi caso, por cierto, además de hacer esta aseveración a título personal, quiero decir que sé que hacerla no me coloca en un nivel intelectual por encima de los que sí creen; no los miro debajo de mi hombro; no hay un aire de superioridad aquí. Quizá el ateísmo no es menos una carencia que su contrario, el teísmo, y, si he vuelto al tema en esta ocasión, no es tanto para confesar nueva cuenta cuán ajeno me es, como para lamentar aquí, rumiar, el coraje que me da ver cómo se trata de un lastre social más para nosotros.

Ya he hecho la distinción. Una cosa es hablar de la visita del Papa desde el tema de la creencia y la fe; otro asunto es centrarse en las connotaciones políticas del evento. Claramente, dichas connotaciones no explican nada que no sepamos ya del utilitarismo en la derecha mexicana. Un utilitarismo nada conservador e –ironía– bastante liberal más bien (un juego de palabras en las palabras).     

Pocas personas comentan este espacio, aunque lo hacen con cierta regularidad y lo agradezco; quizá este post no lo escribo tanto para reflexionar con ellas. Lo escribo para quienes por casualidad dan con este sitio por vez primera. Ojalá se sepa separar esta visita (la cosa de Dios, del temor, de la ascesis autodestructiva, de la fe –etcétera–), de la cosa política. No entiendo fuera del texto cristiano, por ejemplo, la interlocución que Javier Sicilia ha intentado establecer con la Santa sede a propósito de las muertes. Entiendo y respeto –aunque con trabajos– la mansedumbre en Javier Sicilia (esa virtud cristiana), pero, y aun cuando sepamos que, de facto, esta visita tiene resonancias políticas, no deberíamos nosotros ser tan pragmáticos –tan utilitaristas como ellos– y, entonces, tener gestos políticos con estos visitantes; es la forma implícita de al menos reconocer (sin rechazar) que esto deba ser así. Es romper con el laicismo de que tanto se presume en este país. Tampoco comprendo la visita de Andrés Manuel al lugar en tanto maniobra política. ¿Cuándo entenderemos que lo político cobra importancia en otras dimensiones de nuestras vidas? No hay actos inocentes políticos. Lo político trasciende su propio ámbito porque, de hecho, se interseca con otros.

La falacia en todo este asunto radica en hacer marketing con la visita apelando a la fe de las personas cuando realmente es una movida política por parte del Estado Vaticano (y del Estado mexicano). No hay en esta visita una motivación religiosa estrictamente.

Voy a ser porfiada, explícita y puntual. Cuando el Estado Vaticano viene de visita a este país, ¿lo hace en nombre de los intereses de Dios?, ¿cómo y quién se encarga de definir tales intereses? ¿No, acaso, lo que hay en el fondo de todo esto son siempre nuestros intereses? Los de quienes atribuyen cualidades a Dios y un orden moral, un modo de ser –de actuar, de sentir, de hablar incluso–, un deber a que debemos ceñirnos porque éste es revelador de ese Dios y sintomático de él (¿y cómo lo sabemos?) y, por esto mismo, los de quienes persiguen un fin político en nombre de dicho Dios en esta visita.

* Quizás el “aunque” está demás, pero me ayuda a dar más énfasis a lo que deseo decir.

Contra la tristeza

Somos esclavos de la necesidad. No hay nada.

Confieso compartir la idea de nulidad, del sinsentido, de la pura necesidad que a intervalos nos flagela con la ficción del propósito, del por algo pasar todo. Curiosamente, viendo recién este vídeo de Žižek, pareciera él expresar con pasión una postura que comparto. A instancias de esa certeza –la de la nada, la de la falta de propósito– es que es posible acuñar algún propósito y sostenerlo; enarbolarlo con furia, casi con rabia.


Luego, rechazo con esa misma flema el recurso a la disyuntiva. No es esa incomprensión o la soledad; no es ella o la atracción del cese –darte un balazo en la sien, por ejemplo–; no es ella o el desvarío, o la impostura del optimismo, o la de la plenitud. Como si por comprender el sinsentido, estuviera uno condenado a la insensibilidad. Qué estupidez. Estamos que nos caemos de arquetipos.

Mini apunte sobre la razón

Sin infravalorar el móvil de la convicción, la verdad es que hay algo de cierto en suponer que quienes con ahínco condenamos a la mierda de dirigentes, hacemos ostensión de algún despotismo del espíritu. Aunque combatir dicha disposición no nos haría menos cómplice de ella, sino más. [No se combate algo o deja de hacerse nada más por pura complicidad o sentido de pertenencia. Es cierto que con cada acto, es indisociable una reivindicación del yo, pero hay quienes también actúan desde la razón y quizá por eso mismo incomprender la afirmación postmoderna de la supremacía de la afectividad sobre aquélla; paradójicamente, quienes esto aceptan no lo hacen menos con la razón que con el sentimiento. Vuelvo a lo mismo. La razón no es una invención, sino una adaptación biológica humana progresiva. Suponiendo que fuera una invención de la polis griega, sus inventores –primero– tuvieron que contar con dicha adaptación (conocerla) para luego proclamarla (teorizar sobre ella, postular el silogismo, axiomatizar la geometría por el método deductivo, descubrir el método etc.). La razón no es una invención. La razón es un descubrimiento. Tal vez estemos previos al momento de una nueva síntesis y ponderar –con justicia– el valor, tanto de la razón como de los sentimientos, en nuestros desempeños].

Break de palabras con música

INTÉRPRETE: Chavela Vargas / Jimena Giménez Cacho en el chelo
Canción: Un mundo raro
ÁLBUM: ¡Por mi culpa!


 *Parece que la solución a la publicación en Eleutheria, pasa por cambiar de esta vieja interfaz a las nuevas que proporciona Blogspot; no querría, pero quizá sí suceda. He visto que a más de un mes de los problemas técnicos, algunos ya han cedido (quizá por el cambio de navegador y eso).

Contra el poema

El poema como órgano o vehículo, a veces se me antoja una cárcel. La poesía es, en cambio, informe y no condicionada. La poesía no precisa del poema, éste le es prescindible.

Fascinación

“Su fascinación ante el lenguaje es de orden intelectual: es el instrumento más perfecto para producir significados y, asimismo, para destruirlos.”

O.P. sobre M. D. en el ensayo “El C. de la P.”

Espero pronto

Espero pronto poder volver a escribir con la antigua frecuencia aquí en el blog. En verdad, no pienso abandonar nunca la escritura mientras se pueda.

Últimamente he tenido diversos problemas para publicar en Blogspot, cuya lista –tan exhaustiva– obsta a ser mencionada con esta entrada (justamente, como parte de los problemas técnicos).

Más o menos mentalmente he dado forma a varias entradas, pero se han quedado allí, fragmentos sueltos, algunos incluso escritos en libretas formando un todo inconexo. Afortunadamente, suelen girar mis apreciaciones alrededor de temas de carácter tan general, que no es difícil luego hacerlas embonar como parte de otras.

Algunas cosas de que he querido comentar:

* El asunto de la gente en la Tarahumara y el incumplimiento de los acuerdos de San Andrés Larráinzar, acuerdos, éstos, que dan auténtica solución al problema, pero que también vulneran el orden capitalista de expolio sobre tierras y recursos, cuya efectividad, por ende, parece más bien ser parte de la nostalgia –o el folclore– en el problema indígena y no una maniobra necesaria en la praxis jurídica en aras del reconocimiento constitucional de la autonomía de estos pueblos sobre sus tierras (de veras es una tontería hacer mención sobre lo obvio). Donar cobijas, medicina, alimentos, etcétera, es sin duda un gesto bienintencionado, pero un gesto paliativo al fin y al cabo. Desde mi punto de vista, debe exigirse se haga efectiva la firma de estos acuerdos; debe estar la discusión de los mismos en la agenda de los precandidatos a la presidencia de la república (me parece que Andrés Manuel se ha comprometido públicamente a hacerlos cumplir; desconozco de los otros).

* Suma perplejidad ante el previo del arranque a las campañas. Perplejidad frente a la estupidez (espero con ansia un lance de interés por parte de la izquierda obradorista: lo mío de interesarme por la política es un asunto de frivolidad, de hobbie para mis horas muertas).

* Molesta por la carta de Obrador a Biden debido a un punto y quizá sólo a ése: la referencia al TLCAN como acuerdo de cooperación entre ambas naciones ––¿qué?––. Incluso la política de buena vecindad de Roosevelt durante la segunda guerra, coincidente con el período cardenista, me parece más bien parte de una estrategia en períodos de guerra –en aras de la victoria– (lo cual no niega que Roosevelt no haya sido la escoria que, por ejemplo, Truman sí fue) y no un momento digno de ser recordado como de buenas relaciones entre ambas naciones. Yo sí pienso que para el gobierno del país yanqui, la política es un juego de estrategia con fines focalizados evidentísimos. Con diplomacias y términos nice no creo se puedan arreglar negociaciones si bien, comprendo, es parte de ese formalismo imposible de pasar por alto en las relaciones de gobierno de índole supranacional. Finalmente, la firma del TLCAN es parte de la política económica aplicada en México desde 1983, mencionada en la carta, cuyo resultado es el empobrecimiento de las mayorías en beneficio de una minoría oligárquica.

* De algunas lecturas que he hecho.

* Mi apoteosis de Lars von Trier’s Melancholia y una chanza –en contraste– sobre La Piel que Habito [cuyo título es lo mejor en la cinta (ah, y un Antonio Banderas ya con el estómago saliente, quiero decir, el estómago saliente de Antonio Banderas como curiosidad)].

* Los clips musicales que, por asunto de los problemas técnicos, me ha sido particularmente difícil subir.

* Ir dando seguimiento al clima preelectoral en la República Bolivariana. Ver si se logra el refrendo de Hugo Chávez para el 7 de octubre próximo frente a las insidias de la ultraderecha (que, por lo regular, incluye a la clase media venezolana).

* Algún comentario en relación al problema* en Oriente Medio, epítome de todos los problemas del orden mundial vigente.

* Subir vídeos.

* Otros temas de mi interés.

Desde que inicié a escribir en este blog, fue más por acicate ideológico que por necesidad de exorcizar demonios y estas cosas. A pesar de todo, si alguna vez he plasmado aquí una metáfora –alguna– de un sentir interno, ha sido, más, un acto literario que una tentativa de espíritu histriónico (eso es lo que me faltó ser a mí). Al paso del tiempo una se va haciendo de un determinado conjunto de certezas necesarias para 1) Vivir fuera de uno, o sea, con los demás y 2) Dentro de uno, es decir, con los propios pensamientos. En ese vaivén, yo he podido –humildemente– detectar, y luego reconocer, una realidad propia: si hay algo transgresor dentro mi orden, eso se llama la cotidianidad, la suma armónica de todos los segundos en que no me ha hecho falta el consumible aire. En todo caso, ¿no se sabe ya cuán inútil es proferir lo inefable? 

En cuanto las dificultades técnicas cesen, espero reanudar a escribir.

*Que, como ya dijeran analistas, es más una construcción propagandística de la tríada imperial para su provecho que otra cosa. 

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