Algunas notas rápidas sobre los hechos acaecidos el 1 de diciembre

El asunto es:

1) Sí hubo vándalos; sí hay grupos de choque. Sí los hay.

2) Pero también hay descontento social. Entonces, si tú tienes dinamita y le prendes fuego, vas a provocar una conflagración. No se quiere confrontar que al pueblo se le ha violentado, pareciera que esa violencia inmuta menos. No se logra entender que se llama actuar defensivamente.

Un poco por esto, he insistido en Eleutheria y otros medios, en no consentir que a la gente que esté enojada y responda a la opresión/represión, se la tilde de violenta. Niego categóricamente como válido dicho calificativo. Sin embargo, en mi discurrir nunca ha habido una invitación a la violencia. Las cosas son muy fáciles de separar en sus partes:

Ante la violencia del Estado (que detenta el monopolio de la violencia alegando preservar así el orden social), el pueblo tiene el inconculcable derecho a defenderse y eso no lo hace violento. Pero incluso, la gente que decide ese camino (como guerrilleros y revolucionarios), está actuando defensivamente también y no me parece que pueda decirse que hay violencia allí, salvo que la hubiera (lo que pasa es que a los pueblos, nada más por mero hobby, les gusta de cuando en cuando enfrascarse en trifulcas y terminar en la cárcel o en el panteón).

Ahora bien, una cosa es no compartir puntos de vista de reaccionario (llamarle vándalo a un luchador social, por ejemplo), y otra es azuzar la violencia o preconizarla.

Claramente, no estamos en un punto histórico en donde por una vía armada puedan desmantelarse las actuales estructuras de poder, a menos que se tuviera mucha estrategia, pero esto requeriría —además— de mucha unidad popular, de mucha gente experta en diversos campos (cómputo, cifrado, entrenamiento militar, etcétera), de visión de conjunto, líderes y, en fin, encontrarnos en una situación cuasi apocalíptica, onda Mad Max que, irremediablemente nos llevaría a una suerte de interregno; un escenario que, más tarde que temprano, sucederá con alta probabilidad —con o sin Mad Max. No sabemos cuándo, pero así será. Está en la historia. Si uno checa un manual sobre revoluciones, comprenderá que esto es cíclico. Así es la cosa.

¿Qué hacer nosotros en estos momentos?, ¿qué hacer entonces?

Desafortunadamente, la única arma efectiva que tenemos ahora es la Resistencia Civil. ¿Por qué digo desafortunadamente? No porque la herramienta sea ineficaz en sí misma, sino porque, a mí parecer, la sociedad mexicana no está lista en su conjunto para esto. Estas cosas van gestando a fuego lento. Lo que llevó al Caracazo en Venezuela, lo mismo que a las desobediencias comandadas por Gandhi, fue un sistema de dominación y opresión verdaderamente insostenible y, aunque nosotros estemos cerca de alcanzar dicho estado de insostenibilidad —por no decir que ya estamos en él—, el problema es (es decir, lo que no tenemos a nuestro favor) que nuestras condiciones sociohistóricas son algo distintas: están determinadas esencialmente —a ese grado— por la Globalización Neoliberal que desde el salinato viene aplicándose ininterrumpidamente en el país y que esta Globalización, va acompañada también de unas ideas, de unos pensamientos (consumismo, postmodernismo, etc.) que favorecen a la perpetuación del sistema. Prueba de ello se ve en redes sociales: gente que muestra cero empatía hacia los verdaderos agraviados, gente que, como han dicho tuiteros, se inmutan por los vidrios rotos del Starbucks y son incapaces de experimentar la mínima indignación por un hombre que trae la masa encefálica expuesta (las dos cosas a la vez). O sea, absurdos. Como sea, me parece que en estos momentos ésta puede llegar a ser la forma más efectiva de oponerse al gobierno impuesto de Enrique Peña Nieto. Pero así como nos queda la Rebelión Civil y Orquestada, nos tiene que quedar, forzosamente, la estrategia. Si no jugamos con estrategia, estaremos condenados a la fragmentación, a ser blanco de desapariciones, encarcelamientos y toda esa maravillosa lista (amén del estrés que inflige lidiar con el pensamiento más reaccionario de este país que fluye imparable en prensa oficial).

Quiero finalmente apuntar aquí un escolio al discurso de AMLO del día de ayer (algo que seguramente él comprende), y es: Que el uso de la protesta social* no vaya a ser la solución, no niega el derecho a unos de usar esta vía; no es algo que puede evitarse. Y más que derecho, yo diría que es una cosa de libertad, así, menos acotada.

ALGUNAS NOTAS RELACIONADAS

NOTA 1

El día de ayer ante lo ostensiblemente barbárico de los hechos que se sucedían, corrió rápido por las redes el rumor de que ya había muertos. Yo misma, en un gesto de indignación y de solidaridad impotente, reenvié unos tuits que informaban eso. Hasta estos momentos, lo único oficial aceptado es que las dos personas de quienes se dice, son las más gravemente heridas, continúan en estado crítico hospitalizadas. En el caso particular del maestro de teatro, hasta hace unas horas —de hecho—, en redes me tocó ver la difusión de una entrevista a la hija de dicha persona narrando sobre lo delicado de la situación del padre. En cuanto al chico con desprendimiento de retina (la gente comentaba en redes que había perdido un ojo), está hospitalizado en Balbuena y agentes del ministerio han acudido allí a interponer una demanda, de éstas que les están poniendo a los detenidos, aduciendo cargos que habrá que probar (y dudo que tengan cómo) y con penas, bueno, igualmente vergonzosas.

Hay algo también que me inquieta, he estado viendo unos vídeos, algunos comentarios de un contacto en FB que le tocó asistir al lugar (ver aquí), tuits de una chica en Twitter, etcétera, en donde me parece encontrar una suerte de reivindicación de los hechos  de modo que, como es lógico, creo que hemos llegado a un punto en donde sí hay ya gente muy cansada, gente joven que fue allá a San Lázaro asumiendo lo que podría pasar y que actuaron en consecuencia defendiéndose; lo mismo que acudieron grupos pacifistas. También leí apenas este relato de Pedro Echeverría, en donde este hombre afirma que a esos a quienes se les está llamando vándalos son, en realidad, grupos de anarquistas. Yo aquí tendría dos comentarios: 1) Si hubo anarquistas allí, yo no voy a aceptar que a esta gente, con sus ideales y su derecho a defenderse se les llame vándalos. Vándalos los hampones que estaban ayer en el acto de la imposición y, antier, en el circo del gabinete y que probablemente, incluso, hayan ordenado algunos de ellos la reprimenda. 2) Si este grupo decide emprender una lucha, este grupo lleva todas las de perder no solamente porque carezcan de pertrechos y el estado sí o porque para esta gente simplemente no haya cabida en una sociedad de domesticados, etcétera, sino principalmente porque, aun cuando esta gente tiene fuerte convicción sobre lo que está haciendo y asume las consecuencias, es probable que se les esté utilizando y estemos frente a un escenario promovido desde fueras (no quiero ahondar sobre esto porque la idea es una tesis bastante paranoica mía y que ésta incluye la razón de la existencia del 132 y de cómo se les usa a sus miembros).

Me viene a la mente invitar a estos jóvenes anarquistas a evaluar la eficacia del método (la bronca es que esta gente no está casada con ideas como “eficacia”, “performance”, “conveniencia” y todo eso que nos meten en la escuela; esa gente goza de una libertad y una visión de las cosas tan al margen del promedio que les llegan a parecer insólitas semejantes peticiones).

NOTA 2

Quizá sea éste un buen momento a solicitar a las izquierdas del mundo a que comiencen a reproducir lo que sucede en México, pero cuidado con la versión que demos, no podrá ser la misma que dé falsimedia y es importante hacer hincapié en que quizá esta situación de caos sea una fabricación (ver este vídeo).

Aunque como he visto en Twitter, quizá la solicitud sea innecesaria; la gente solidariamente se adhiere a la causa con libertad. En fin, la cosa es unirnos todos.

A comenzar a trabajar.



Él es el famoso Uriel Polo, cuyo caso parece estar ya en manos de defensores de derechos humanos. Como se ve, él asume las consecuencias de estar allí, no es una persona que se esté victimizando de nada; amén de que no hace falta que ellos se victimicen, el sistema ya lo hizo antes por ellos.


*La clase de protesta a la que mentalidades retrógradas confunden con violencia.

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