Autogobierno


La necesidad de los gobiernos (su existencia) revela que el hombre, incapaz de autogobernarse, cede el control de parte de sí a un órgano coercitivo. Pero aun si el hombre se conquistara a sí mismo, este órgano coercitivo no habría de desaparecer por completo pues existe una región supraindividual (allí donde concurren todas las dinámicas individuales interactuando) en cuyo seno insurge un mecanismo o ente que como suma de partes constituye a uno particular de los diversos sistemas vivientes por largo tiempo caracterizado; hablo del denominado sistema social (recordar que un sistema no existe porque exista su abstracción, su abstracción ha sido necesaria para la descripción de un fenómeno real).

Lo que en cambio sí podría ocurrir es la llamada utopía. Es decir, si nuestra hipótesis se hiciera cierta, entonces contaríamos con todos los elementos para positivamente ver arribar un mundo en donde la capacidad coercitiva de los gobiernos fuese reducida a su máximo posible. El corolario es claro: por utópica que sea dicha posibilidad, es una a la que no deberíamos de renunciar tan fácilmente; simplemente porque, como ya dije, dicha reducción sería un indicador de la buena conducción del individuo, de cierta eficacia en su autogobierno.

Hay todo un perorar largo que podría derivarse a partir de esta idea. Pero ahora quiero ser sucinta y llegar a la conclusión más útil posible y pronta de extraer de esta consideración: que muy a pesar de todo y muy por encima de esa pequeña legión de orates queriendo someter a poblaciones enteras a su mentecato gobierno, resulta siempre saludable cualquier acción encaminada a hacer reducir el papel coercitivo de un gobierno cualquiera a menos que queramos ver su instauración por medios aún más indeseables: el de la cancelación del mayor número de interacciones sociales entre los individuos; el de un gobierno no coercitivo sólo posible por la vía de hombres eremitas diseminados por el orbe, sabios lo suficiente como para respetar a los demás y, entonces sí, la desaparición del gobierno a instancias del autogobierno (por supuesto, una reducción drástica en la tasa poblacional haría posible la vuelta a pequeñas comunidades en donde la pugna gobierno/autogobierno apenas si subsistiría).
.
Un mundo así de eremitas, por cierto, podría llegar a ser deseable si las escasas interacciones que allí ocurriesen no estuviesen sometidas a un catálogo de reglamentaciones; y, a modo de confesión, debo decir que la situación no me es aberrante en lo absoluto, pero conozco a muchos que protestarían ante la idea.

0 comentarios:

Blogger Templates by Blog Forum