Mi resumen de la pugna de la semana


1. Al IFE le toca organizar obligatoriamente dos debates entre los candidatos.

2. El IFE solicita a radio y televisión la transmisión de tales debates.

3. Toca a radiodifusoras y televisoras rechazar o aceptar dicha solicitud.

4. Televisora Azteca rechaza la solicitud del primer debate en uno en particular de sus canales porque arguye que ella tiene que transmitir, en horario del debate, un partido de fútbol.

5. Pregunta, la discusión que genera la resolución de Televisora Azteca en el sentido de disuadirla de su determinación, ¿es un tema electoral o un tema de medios?

6. Es claro, no es nada más un tema electoral, es también un tema de medios, un tema de comunicar o informar sobre un debate preelectoral. Luego, aunque al IFE toca ser árbitro de las elecciones y organizar los debates, bien podría la discusión del punto anterior resolverse –como de hecho no lo fue– no en el ámbito de las competencias del IFE y sus obligaciones, sino en el ámbito de las leyes que regulan la actuación de las radiodifusoras y televisoras mexicanas, quienes usufructúan el bien público llamado espectro radioeléctrico.

7. Siguiendo esta lógica, SEGOB pudo perfectamente apelar al Art. 62 de la Ley de Radio y Televisión para obligar a la transmisión del debate en cadena nacional.

8. ¿Por qué SEGOB debía haber hecho uso de esta facultad (si bien no lo hizo) y obligar a las televisoras? Razones hay de sobra y, como se verá, lejos están de ser parte de una maniobra autoritaria (claro, SEGOB podría autoritariamente (o sea, sin razones) obligar a la transmisión en cadena nacional, pero éste no es el caso. Aquí sí hay razones). Vayamos a las razones:

a) El artículo referido señala que su aplicación precisa de un tema de interés nacional. Es decir, el Secretario de Gobernación –materialmente Poiré– podrá a su juicio hacer tal exigencia si hay un asunto de trascendencia nacional. Pues, bueno, la condición necesaria para su aplicación, la hay, es el tema de conocer las propuestas de quienes pretendan gobernar a esta nación los próximos seis años.
b) Habitantes de esta nación y uno de los candidatos contendientes, han solicitado a SEGOB la aplicación de este artículo. Es decir, no es que a Poiré, en un arranque de megalomanía, se le ocurriera la transmisión encadenada, es que a Poiré ciudadanía lo está urgiendo a tal.
c) Ciudadanía urge a Poiré no porque, de hecho, no sepa ella si habrá o no encadenamiento, sino porque, de hecho, sabe ya que por lo menos una de las televisoras ha decidido que no lo haya o, más precisamente, ha decidido que su canal principal o de mayor rating no transmita el debate para, en cambio, transmitir un partido de fútbol. Entonces, ciudadanía ante esto pide encadenamiento no porque en sí mismo quiera el encadenamiento, sino porque es la única vía legal por la que es posible obligar a la televisora en cuestión a cambiar de decisión (claro, la petición viene en respuesta a la decisión muy inusual de la televisora). En el fondo, lo que ciudadanía quiere es que se maximicen todos los recursos disponibles para la transmisión del debate. Un voto razonado exige, mínimamente, información.

9. Entonces, ¿por qué no atendió Poiré a la petición ciudadana si, además, la propia ley electoral concibe que el órgano que ella regula –el IFE– pueda también hacer esta misma petición a SEGOB? Más precisamente, ¿qué razones de peso, qué hechos empíricos obligaban a los Consejeros del IFE, y no a la SEGOB, a dirimir el asunto? Pienso que, ante la posibilidad de ser éste un asunto dirimible en ambos terrenos, toca al derecho –y no a la ley– decidir. Y aquí, lo que originó toda esta discusión, fue un derecho, el derecho de las personas a querer ser informados el máximo posible sobre unas propuestas que ellos necesitan conocer –nosotros– a modo de tener elementos para elegir sobre una cuestión de trascendencia nacional. Yo no sé nada de leyes, pero mi sentido común me dicta que las leyes no hacen al derecho, me dicta que ocurre justamente al revés. Con leyes no se edifican derechos, ni se enseña conducta. Con leyes se formalizan acuerdos, convenios, derechos, pactos de viso social que, por lo general, son resultado de un largo proceso de incubación, en muchos casos doloroso, que involucra a la ciudadanía toda. Las leyes expresan mucho de la historia de nuestros jaloneos sociales. Si ellas se anquilosan, si se exige que la vida se adapte a ellas y no que ellas se vayan adaptando a la vida, entonces es porque, en sí, la vida social está siendo, ya, víctima de alguna atrofia. Sin duda, quienes interpretaron que debía ser el IFE y no la SEGOB el árbitro de este asunto, hacen ostensión de una forma de ver el derecho dogmática y quizá sin querer, contribuyan a la artrosis social que hoy se padece en esta nación. Por otra parte, hay que reconocer que no fueron los Consejeros quienes se arrogaron la atribución de la resolución sobre el asunto. No, fue Alejandro Poiré quien se negó a dar satisfacción a la petición ciudadana; quien no quiso hacer uso de la facultad que la ley le otorga y quien, en suma, decidió todo el asunto. Claro, cabe especular sobre las razones de Poiré (y éstas pueden ser tan estrambóticas como se antoje a nuestra imaginación):

a) Poiré subestimó la petición de los ciudadanos.
b) Sencillamente, Poiré está de acuerdo con que no haya encadenamiento (como lo contempla Azteca) porque no tiene problemas con aceptar que televisoras puedan decidir sobre un asunto de interés nacional (lo que la ley electoral, por cierto, ya acepta), aun cuando dicha decisión esté montada sobre una necedad porque se sabe que los partidos de fútbol dominicales raramente transmiten a las 8:00 de la noche.
c) Poiré es un hombre muy honesto, o sea, no es diletante del cálculo político cuando de elecciones se trata. Aun a sabiendas de que la no transmisión del debate en cadena nacional beneficia al candidato puntero (pues, además, se programó un evento que suele atraer a mayorías) en detrimento del candidato de su partido, él, de todos modos, se conduce con toda honradez y se lava las manos (en esto, Poiré no se parece en nada a Santiago Creel o a Vicente Fox –por ejemplo–, quienes actuaron con todo sesgo en contra del candidato de la oposición las elecciones pasadas, ¡vaya que Poiré es ejemplar!).
d) Poiré no piensa que la actitud de Salinas Pliego –o de Televisa, porque ésta tampoco lo transmitirá por su canal de mayor rating–, sea meritoria de una limitación por parte de la autoridad, es decir, que televisoras concesionarias debieran dar alguna prioridad –en una ocasión tan particular como ésta– a asuntos de interés nacional sobre los intereses particulares.
e) Etc.

Claro, todas éstas son meras disquisiciones; no tendríamos alguna razón en particular para decantarnos por una o por otra, a priori. Pero eso sí, si somos curiosos, y nos gusta la ciencia, quizá nos dé por querer descartarlas a todas lo cual, claro, sería una labor titánica porque precisaríamos de evidencias o de experimentación para tal.     

Algunos escolios.

ESCOLIO I. Se arguye que este es un asunto de libertades; que toca al ciudadano decidir y elegir qué verá él; pero, ¿qué va a elegir el ciudadano si las elecciones ya están hechas de antemano? La verdad es que han sido las televisoras quienes han elegido de siempre los contenidos que de entre un menú, luego elegirá el ciudadano. Y, lo mismo, si corremos con suerte –o tenemos tele de paga– podremos chutarnos un buen programa cultural o una serie interesante (The Terapist, se me ocurre) o bien, hacer zapping por horas en este lance elusivo al que el buen televidente se enfrenta cotidianamente frente a los bodrios que comúnmente las televisoras deciden transmitir (por cierto, la televisora Azteca y la otra, son especialistas en bodrios televisivos).

ESCOLIO II. Comenta José Antonio Crespo en Animal Político:

En el comité técnico del IFE había un experto en cuestiones de televisión. Él aseguró que el mejor tiempo para el rating era el domingo a las ocho, mucho más que cualquier día entre semana. Se habló del riesgo de que hubiera futbol, pero se vio que los partidos de liguilla nunca son a esa hora, sino siempre más temprano (en las mañanas o a las cinco o seis de la tarde). Una vez decidido el horario, se habló con la federación de futbol que aseguró que no programarían un partido a esa hora. Sólo que Salinas Pliego tenía planes distintos, es decir, golpear al IFE y minimizar el debate, por lo cual programó el partido justo a esa hora. De hecho, a cualquier hora que hubiera elegido el IFE hubiera sido programado el partido de futbol. Repito, se trataba de meter una zancadilla al debate y un gol al IFE y, Salinas lo logró.

ESCOLIO III. Especular sobre las motivaciones de Salinas Pliego ya es chisme –aunque no por ser chisme, resulta baladí la especulación: el chisme nunca es superfluo–. En esta reflexión, sin embargo, ni al caso con tal gesto vulgar. Aquí se especula con seriedad y no vamos a prestar oídos a rumores de mal gusto: que si Salinas Pliego se está vengando del IFE porque ya no cobra spots de campaña; que si Salinas Pliego busca congraciarse con el candidato de su oligarquía; que si esto último es más verdad por cuanto una familiar de él es senadora por uno de los partidos que impulsan al llamado candidato puntero. En fin, meros dichos. Pero hay una cosa que no tiene que ver con chismes, sino con hechos –o más bien con tuits–: Ricardo Salinas Pliego ha demostrado ser un hombre autoritario.

ESCOLIO IV. Que Salinas Pliega sea un autoritario, sí implica que tuiteros no lo sean –en el sentido de Salinas Pliego–. Tuiteros –y sociedad– respondimos a la provocación del magnate. Por ejemplo, lo primero que pensé cuando leí en retweet las petulancias del pendenciero, fue en un Salinas Pliego de fines de noventas interpelando a Cuauhtémoc Cárdenas por el caso Stanley; acto seguido, me vino la imagen de este nuevo Salinas Pliego, desdeñador de los eventos políticos de la nación. Ahora entiendo que él no actuó en sendos casos como un ciudadano mexicano, sino como un empresario con derechos extra.

ESCOLIO V. Esta pugna me puso un poco feliz. Demuestra, contra cierta corriente de opinión, que sí hay muchas personas en el país para quienes no todo en política es podredumbre y, también, que hay mucha gente interesada en el tema y con puntos de vista bien antípodas al del pensamiento más reaccionario que en este país se afinca [perdón, acabo de leer una columna de Sergio Sarmiento –me acuso–].

Espero con mucha emoción y con mucha expectativa la transmisión del debate este domingo 6 de mayo. Absolutamente.


John M. Ackerman concluye un artículo muy brillante que le leí esta semana con la siguiente proclama también en negritas, sobra decir lo que me provocó, quiero solamente aquí hacerle un poco de coro (por cierto, recomiendo el artículo):

Justicia ya para Regina Martínez, ni una muerte más. En solidaridad con los estudiantes de Michoacán. 

4 comentarios:

    Imagino que el debate será más atendido debido a la polemica y por ello, más menospreciado al final.

    Es posible que se de un vuelco en cuanto al ambiente electoral, cosa que me tiene un poco preocupado.

    En fin, espero tu opinion sobre lo que pase el domingo.

    Saludos.

     

    El debate es de por sí menospreciado por muchas personas como se ve por la Web. Por otra parte, el menosprecio posterior que señalas, ojalá no vaya a ser expresión de una cierta inepcia que de pronto embarga a esta sociedad. Me ha tocado leer algunas justificaciones muy laxas a ese menosprecio. Por ejemplo, hay los que invocan una baja capacidad en los debatientes. Absurdo. Quitando a EPN, me parece que el resto de candidatos es gente muy capaz para exponer sus ideas; otra cosa es que no estemos de acuerdo con ellas o que sus argumentos se construyan sobre premisas falsas.

    Ahora, si ya sabemos que el país está sumido en el horror gracias en parte a la indolencia de unos ciudadanos que han dejado a la clase política su conducción, entonces, ¿por qué no revertir ese hecho y comenzar a intervenir más frecuentemente an los asuntos políticos en la medida de nuestras posibilidades? Que no sea pereza mental lo que lleve a personas a expresarse como si fueran ellos el débil eco de la frívola expresión de un Dóriga: que como está hecho el país un desastre gracias a los políticos –dicen ellos sin señalar a sus jefes los magnates–, entonces, pues ya para qué nos tomamos en serio a los políticos: si hemos de opinar algo sobre ellos, que sea para increparles –cuales escuincles incómodos– o para ignorarles –cuales víctimas sin redención–.

    Finalmente, entiendo que el debate pueda resultar poco atractivo por su forma acartonada y, justo por ello, veo la importancia de seguir haciendo presión a fin de que se les emplace desde otras ágoras y se organicen debates de formato más dinámico, se generen discusiones espontáneas, pueda con más libertad el candidato presentar sus ideas, participemos personas y otras cosas (como lo que quiso hacer Aristegui y que EPN campechanamente rechazara con la oportuna declinación de Josefina).

    Tengo la ilusión de que en este asunto nos unamos ciudadanos sin distingos de partidos o ideologías. Prescindir del ataque, apelar al pensamiento crítico.

    Muchas gracias fre por tu opinión. Un saludo.

    P.D. Te leí en tu última entrada, un poco por eso me prolongué en mi respuesta.

     

    Mmmm... el problema es que ya vimos que JVM tampoco tiene el temple para dar un discurso, se equivoca terriblemente bajo presión.

    Este debate ya reune los ingredientes; no, más bien los candados, para hacer que la gente se encuentre ante una cacofonía de frases, cursilerías y propuestas caducas.

    Hace 6 años se vio otra cosa, el debate no pudo ser opacado por un mundial, incluso en los noticieros deportivos se comentó la polarización del voto. Pero hoy, lo veo más destartalado por la malevola maquinaria televisiva; porque se dan cuenta que Obrador, aún en su peor momento es mejor politico, orador, lider y estratega, que los otros 3 títeres que tiene de rivales.

    Me gustaría encontrar alguien más con quien comentar el debate (o la política en general) de manera crítica, pero todos quieren convencerte frívolamente sin ceder un ápice... hasta la fecha, eres la única.

    Saludos niña fisgona.

     

    Mi bronca con JVM no es tanto la fragilidad de su capacidad discursiva –si la hubiera–, como la falta de adecuación de sus declaraciones con la realidad social del país –que la hay–.

    Y sí, lo de los candados está muy feo (pero mucho).

    Saludos.

     

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